jueves, 14 de octubre de 2021

EL ALMA ESTÁ SUJETA A LA MUERTE

s/TJ: 
Puesto que el alma es la persona misma ¿qué le sucede al alma cuando viene la muerte?

La Biblia dice muy claramente que el alma está sujeta a la muerte, diciendo: "El alma que esté pecando... ella misma morirá" (Ez 18;4-20). El apóstol Pedro citó de los escritos de Moisés acerca de Jesús y dijo: "En verdad, cualquier alma que no escuche a   ese profeta será completamente destruida de entre el pueblo" (Hech 3;23).  Y si usted busca a (Jos 10;28-39), hallará siete lugares en los cuales se dice que al alma se le da muerte o se le destruye. En consistencia con esta verdad fundamental, ni una sola vez en todos sus versículos dice la Biblia que las almas humanas o las almas animales sean inmortales, imperecederas, que no puedan ser destruidas ni morir. Sin embargo, hay docenas de textos bíblicos que muestran que el alma puede morir o ser muerta (Lv 23;30) (Sant 5;20) (Nm 23;10) (Ap 16;3) (Ecls 3;19) (Sl 78;50) (Sl 116;8) (Gn 37;21) (Nm 35;11) (Job 36;14) ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40) 
Análisis: 
Afirman los TJ y en esto encuentran buena acogida entre los escépticos y ateos, que, puesto que el hombre no tiene un alma, sino que el alma es la propia vida humana, la muerte significa el fin de la existencia consciente. La única esperanza para el ser humano -dicen- es la promesa de resurrección que Dios nos ha hecho (Ecls 3;18-19) (Ecls 9;7-10) 
En estos párrafos que aducen los TJ puede verse una manifiesta intención de destacar la doctrina rusellista de la inconsciencia del ser humano tras de la muerte. Pero cualquier lector que lea por entero en la Biblia cada uno de estos pasajes, se dará cuenta de que el predicador está hablando de la apariencia de la muerte desde este lado de la vida. (Ecls 9;7-10) parece ser una crítica de la avaricia. Todos conocemos a personas que por amor al dinero no disfrutan de la   vida, con el torpe afán de acumularlo, como si nunca tuvieran que morir. De aquí el consejo: "Goza de la vida con la esposa que amas, porque ésta es tu parte en la vida y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol", reiterando la declaración del v6: "y nunca más tendrán parte en lo que se hace debajo del sol". Tanto en el párrafo de Ecls 3 como en el de Ecls 9, se recalca por el predicador "debajo del sol", limitando así su comentario a la tierra; pero esto no se refiere a lo que ocurre al espíritu humano "más allá del sol".
Que la declaración: "No hay trabajo, ni formación de proyectos ni conocimiento" debe entenderse exclusivamente con referencia a los asuntos de esta vida, lo demuestra el mismo autor del Ecls 3, v17, donde acaba de decir: "porque allá hay tiempo para todo asunto y toda obra". Que este "allá" es al otro lado de la vida, lo demuestra al decir "al justo y al impío juzgará Dios".  Es en donde tiene lugar el juicio que hay tiempo para todo asunto y para toda obra.
Hay que remarcar aquí un detalle extraordinario que, aunque parece insignificante no lo es, antes puede ser considerado como una de las pruebas de la inspiración verbal de la Biblia.  Es el detalle de que, aun cuando la palabra "juzgará" está en futuro, la declaración "hay tiempo   para todo lo que se quiere y todo lo que se hace", está en presente.   Si se refiriera al tiempo de la resurrección, debería decir "habrá tiempo" (en futuro), pero no es así, sino que por tres veces se halla remarcado el presente en el texto bíblico "hay...", "se quiere..." "se hace..." ¿Puede pedirse una aclaración más explícita de que cuando en el capítulo 9;5 dice que "los muertos nada saben", se refiere a las cosas de esta vida, no a un estado de inconsciencia en el más allá?  Y lo aclara a continuación diciendo: "ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia feneció ya, ni tiene más parte en todo lo que se hace debajo del sol" (Ecls 9;5-6)
A continuación (Ecls 3;18), encontramos que este aspecto desolador que nos ofrece la muerte haciéndonos, desde el punto de vista de aquí, iguales a los animales, tiene un propósito de parte de Dios.  Dios ha dejado la inmortalidad del hombre envuelta en el misterio "para probarle".  Aun después de haber venido Nuestro Señor Jesucristo y habernos hablado del más allá en términos mucho más seguros y concretos, aun nosotros nos hallamos en esta prueba, al no permitir el Señor que tengamos ningún contacto con los seres fallecidos, a fin de que tengamos ocasión de confiar enteramente en su Palabra, y así ejercer una fe "sin ver".  Por más que exista la vida, la inmortalidad y el bienestar, que anticipaba el apóstol Pablo cuando decía que "ser desatado y estar con Cristo es mucho mejor" (Flp 1;23), todo esto lo sabemos por fe en la Palabra de Dios, no por pruebas objetivas.
He aquí el evidente propósito del pasaje (Ecls 3;18) pero los traductores de la "Biblia del Nuevo Mundo" han procurado embrollarlo con fines sectarios, traduciéndolo del siguiente modo: "Yo, yo mismo he dicho en mi corazón, tocante a los hijos de la humanidad, que el Dios (verdadero) va a seleccionarlos para que vean que ellos mismos son bestias".
¿Qué sentido tiene el   versículo (Ecls 3;18) traducido así? "Seleccionar", es escoger, y tiene un sentido totalmente diferente de "probar", que es el verdadero sentido del pasaje en el texto hebreo.  Y que el autor tiene en mente la idea moral de "probar" y no de "seleccionar" lo demuestra al decir a continuación "para que ellos mismos vean que son semejantes a las bestias". La expresión "seleccionarlos para que vean que ellos mismos son bestias", no tiene sentido en castellano.
El texto hebreo, traducido literalmente, palabra por palabra, es así: "He dicho yo mismo en mi corazón sobre los dichos de los hombres de ser elegidos de Dios, y he visto que ellos son animales allá para ellos".
Las últimas palabras "allá" y "para ellos", que tan mala sintaxis hacen en castellano, traducidas literalmente nos dan, sin embargo, la clave del sentido del texto. Los hombres son animales, en su muerte, "allá y para ellos". Es decir, desde el punto de vista de lo que ellos pueden ver allá abajo.  No desde el punto de vista de Dios y la eternidad.  ¡Qué preciosa prueba filológica de inspiración divina del sagrado texto!  Pues los conocimientos humanos de Salomón no le permitían ver otra cosa que lo que todo el mundo ve en la muerte, y así el mismo lo confiesa...  Sin embargo, escribe: "allá y para ellos", como si no fuera él quien escribiera, sino el Espíritu de Dios que sabe lo que hay por encima de la muerte.
Por esto es perfectamente justificada la paráfrasis "como los animales", con que traducen el verso todas las versiones católicas, protestantes y judías, porque este es el evidente sentido que resulta del hebreo mediante las palabras allí y para ellos aun de un modo mucho más claro y enfático que por la simple introducción de la palabra "como".
Pero que el autor de Eclesiastés no cree que el hombre sea una bestia, como declaran aquí descaradamente los traductores de la Biblia (NM), queda comprobado de nuevo en (Ecls 12;7), donde tras una descripción poética de la vejez, leemos:  "Y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio".  Aquí tenemos la respuesta a la pregunta de (Ecls 3;21): "¿Quién sabe que el aliento del animal se queda en la tierra y el aliento (espíritu) del hombre sube arriba?   Lo sabemos por revelación de Dios.  El "Ruach" del hombre vuelve a Dios que lo dio. ¿Y qué es lo que vuelve a Dios?  No puede ser su soplo o aliento en el sentido literal o físico.  Dios no es un coleccionador de soplos de viento; pero es el Padre de los espíritus (Hb 12;9).   Es, pues, el espíritu consciente del hombre, el que puede llamar a Dios Padre, quien vuelve a su Creador. (Ver traducción de (Hb 12;9) en la traducción del NM. Está totalmente cambiada)
Otro texto favorito de los TJ, es el pasaje de (Is 38;18-19), donde el rey Ezequías habla en términos muy pesimistas acerca de la muerte.  Pero al leer este pasaje debemos tener en cuenta que se trata de la súplica de un enfermo de muerte que ora a Dios implorando unos cuantos años más de vida, por varias razones que en el mismo pasaje expone: Una de ellas la necesidad de dar a sus hijos un conocimiento más claro de las cosas de Dios llevándoles al templo, lo que no podría hacer desde el otro lado del sepulcro.
Otros textos favoritos de los TJ son (Sl 6;5) (Sl 22;29) (Sl 146;4).  Pero la lectura de estos y otros pasajes similares, muestra que son una descripción de lo que ocurre al ser humano en la muerte vista desde este lado de la tumba.
s/TJ: 
Hasta de Jesucristo la Biblia dice:  "Derramó su alma hasta la mismísima muerte" (Is 53;12).  La enseñanza del rescate prueba que fue un alma (Adán) quien pecó, y que para rescatar a los humanos tenía que sacrificarse un alma (un hombre) correspondiente. Cristo al "derramar su alma hasta la muerte", suministró el precio de rescate.  Jesús, alma humana murió. Vemos, pues, que el alma humana es la persona misma, y cuando la persona muere, es el alma humana lo que muere. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40) 
Mucho del mal entendimiento acerca de la muerte se ha debido a la confusión que hay en la mente de muchas personas en cuanto al significado de "alma" y "espíritu". La Biblia muestra que no son la misma cosa. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40)
Análisis: 
En hebreo, como en la mayor parte de los otros lenguajes, el derramamiento de la sangre de un hombre era una frase que se utilizaba para representar el arrebatamiento de su vida, porque "la vida de la carne en la sangre está". En esta frase, repetida una y otra vez, vemos que la sangre representa "el alma"; y si la   primera fluye saliendo del cuerpo, la otra también sale (Pr 28;17) (Ez 33;6) (Jn 1;14) 
Esta identificación mística de la carne y la vida es de gran interés por   lo que tiene que ver con la muerte expiatoria de Cristo.  Se nos dice que El derramó Su alma hasta la muerte, y que derramó Su sangre para remisión de pecados. Es evidente que el derramamiento de la sangre fue la señal exterior y visible de la separación del alma del cuerpo en muerte.