UNA CADENA DE MITOS
s/TJ:
Una cadena de mitos (LA ATALAYA 1/11/2009)
En una carta que escribió en la segunda
mitad del siglo I, el apóstol Pablo advirtió a los cristianos de un serio
peligro. “Cuidado —dijo—: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya
mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres.” (Colosenses
2:8.)
Pese
a esta advertencia, a mitad del siglo siguiente algunos cristianos comenzaron a
utilizar antiguos conceptos filosóficos paganos para explicar sus creencias.
¿Por qué lo hicieron? Para atraer a la clase culta del Imperio romano, y así
convertir a más personas al cristianismo.
Uno
de aquellos cristianos, Justino Mártir, creía que el Verbo (el Hijo unigénito
de Dios) se había manifestado a los filósofos griegos mucho antes de venir a la
Tierra como hombre. De acuerdo con este y otros teólogos, la filosofía y
la mitología ayudarían a convertir el cristianismo en una religión universal.
Los
cambios que introdujo Justino Mártir lograron, en efecto, muchos conversos. Con
todo, para sostener esas ideas nuevas hubo que inventar otras, y así se formó
una cadena de mitos que han resultado en lo que hoy muchos consideran la
doctrina cristiana. ¿Le gustaría descubrir algunos de esos mitos? Le invitamos
a examinar los siguientes comentarios tomados de diversas obras de consulta y
luego ver lo que la Biblia realmente enseña,
Mito 1: El alma es inmortal
¿Cómo se creó el mito? “Los
primeros filósofos cristianos adoptaron el concepto griego de que el alma es
inmortal. Pensaban que Dios creaba e infundía el alma en el cuerpo al
momento de la concepción.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)
¿Qué dice la Biblia? “El
alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:4, Reina-Valera,1960.)
Las Escrituras describen así la creación de
la primera alma humana: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del
suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a
ser alma [en hebreo, néfesch] viviente” (Génesis
2:7).
La palabra hebrea néfesch, que
se traduce por “alma”, significa literalmente “criatura que respira”. Cuando Dios
creó a Adán, lo que infundió en su cuerpo no fue un alma inmortal, sino la
fuerza de vida, que se conserva por medio de la respiración. Por lo tanto,
cuando la Biblia habla del alma, se refiere al entero ser vivo. Y ¿qué
ocurre si el alma pierde la fuerza de vida? Dicho sencillamente, muere (Génesis
3:19; Ezequiel 18:20).
Claro,
cuando se adoptó la doctrina de la inmortalidad del alma, surgieron otras
cuestiones: ¿Dónde va el alma tras la muerte? ¿Qué le sucede al alma de las
personas malas? Todo esto dio lugar a la creación de otro mito: los malos son
atormentados en el infierno.
Examine estos versículos: Eclesiastés
3:19; Mateo 10:28; Hechos 3:23.
Así, pues, cuando una persona muere, deja de existir.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 4)
Análisis:
Origen del mito:
Los
Testigos de Jehová afirman que la enseñanza católica de la inmortalidad del
alma fue adoptada de la filosofía griega por los primeros filósofos cristianos.
En realidad esta
afirmación va dirigida a negar lo característico del cristianismo para
presentarse como algo único y especial en el campo religioso. Por lo demás, se
aferran a unos cuantos textos bíblicos (Ezequiel 18, 4; Génesis 2, 7;
Eclesiastés 9, 5-6), mal leídos y peor interpretados, desde los cuales tratan
de fundamentar su postura.
¿Qué dice la Biblia?
En
realidad la doctrina de la inmortalidad
del alma está ya presente en el Antiguo
Testamento:
El polvo vuelve a la tierra de donde
vino, y el espíritu sube a Dios que lo dio(Ecl 12, 7).
Si escondes tu cara, quedan
anonadados, recoges su espíritu, expiran y retornan a su
polvo (Salmo 104 [103], 29).
Las
almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos. A los ojos de los
insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota. Nos
abandonaron: parece que nada quedó de ellos. Pero, en realidad, entraron en la
paz (Sab 3, 1-2).
El Nuevo Testamento lo reafirma con
extraordinaria claridad:
No teman a los que sólo
pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más
bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno (Mt 10, 28).
Dado que los testigos de Jehová no creen
en la inmortalidad del alma, ¿cómo podría algo matar solo el cuerpo y no matar
el alma? Ellos afirman que no existe alma que sobreviva al cuerpo, y que al
morir el cuerpo muere el alma. Sin embargo, no es eso lo que Jesús dice allí,
sino todo lo contrario. Un accidente o cualquier evento natural pueden matar el
cuerpo sin matar el alma, por lo cual Jesús nos exhorta a no temerle a eso, sino
aquello que si puede matar ambos. Así, el contexto de muerte o destrucción del
alma de la que se habla allí no es una aniquilación, sino un estado de muerte
espiritual definitiva.
Cuando abrió el quinto sello, divisé
debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de
la palabra de Dios y del testimonio que les correspondía dar (Ap 6, 9).
Si el hombre es un alma viviente, que
perece con la muerte, ¿cómo es posible que estén debajo del altar las almas de
los que fueron degollados?
Por otra parte, es muy ilustrativo el
episodio de la Transfiguración del Señor (Mc 9, 1-10; Lc 9, 28-36 y Mt 17,
1-7).
Y se les aparecieron Elías y Moisés, que
conversaban con Jesús (Mc 9, 4).
Dos hombres, que eran Moisés y Elías,
conversaban con él. Se veían en un estado de gloria y hablaban de su partida,
que debía cumplirse en Jerusalén (Lc 9, 30-31).
Si con la muerte, todo acaba para la
persona, ¿cómo se explica la aparición de Elías y Moisés a nuestro Señor
Jesucristo y los Apóstoles en el Monte Tabor el día de la Transfiguración?
Escuchemos ahora a san Pablo:
Porque para mí la vida es Cristo, y la
muerte una ganancia. Pero veo que, mientras estoy en este cuerpo,
mi trabajo da frutos, de modo que ya no sé qué escoger. Me siento urgido por
los dos lados: por una parte siento gran deseo de romper las amarras
y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor (Flp 1, 21-23).
En el texto anterior, San Pablo está
consciente de que al morir partirá de su cuerpo para estar con Cristo;
prefiere, sin embargo, permanecer todavía en carne, pero por causa del anuncio
del Evangelio. El siguiente texto es aún más explícito:
“Así pues, siempre llenos de buen ánimo,
sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del
Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Estamos, pues,
llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir
con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos
afanamos por agradarle” (2Cor 5, 6-9).
Como puede notarse, san
Pablo habla de una reunión del cristiano con Cristo, inmediatamente después de
la muerte individual, como lo expresa también en Flp 1, 21-23.
Veamos ahora estas palabras de Jesús al
ladrón arrepentido, crucificado junto a él:
Jesús le respondió: «En verdad te digo
que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.» (Lc 23, 43).
Lo interesante de ese suceso es que
Jesús le promete al buen ladrón estar ese día con Él en el paraíso; pero, ¿cómo
podría ocurrir eso si el alma no sobrevive al cuerpo? Dado que este simple
texto desmoronaría instantáneamente toda la teología de los testigos, se han
inventado un argumento bastante original para justificarse, y consiste en
alegar que como en dicha época no existían los signos de puntuación, lo que
Jesús quiso decir fue: “Yo te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso” (note
donde colocan la coma) o lo que es lo mismo: “Yo te aseguro hoy, que algún día
estarás conmigo en el paraíso” (la posición de una coma puede cambiar todo el
sentido de una frase)
También es sumamente relevante la
parábola de Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19-31):
Pues bien, murió el pobre y
fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham (Lc 16, 22a).
Como puede verse en este pasaje (Lc 16,
19-31), algo muere y es sepultado (el cuerpo. Cfr. Lc 16, 22b: «Murió también
el rico y fue sepultado») y algo sobrevive (el alma. Cfr. Lc 16, 22a: «murió el
pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham».
Conviene notar que la expresión «seno de Abraham» es una expresión bíblica para
describir la intimidad con una persona. Aquí se presenta la participación del
pobre Lázaro con Abraham en el banquete mesiánico. Algo parecido nos presenta
el Nuevo Testamento acerca de Jesús para indicar su intimidad especial con el
Padre: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en
el seno del Padre, él lo ha contado» (Jn 1, 18).
Así pues, la expresión
«seno de Abraham» designa la morada bienaventurada de las almas de los justos
después de la muerte, junto a Abraham, nuestro padre en la fe (cfr. Mt 8,
11-12). Para los cristianos, es estar
junto a Jesús, el que inicia y
consuma nuestra fe (cfr. Hb 12, 2), como se puede ver en Lc 23, 43, Flp 1,
21-23 y 2Cor 5, 6-9.
Otro pasaje significativo es el
siguiente donde san Pedro nos dice que Cristo predicó a los espíritus
encarcelados:
“Pues también Cristo, para llevarnos a
Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en
la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a
predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos,
cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el
Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través
del agua” (1Pe 3,18-20).
Este texto, san Pedro hace alusión al
descenso de Cristo a los infiernos (elSeol para los hebreos) luego
de su muerte en la cruz, donde predica a todos aquellos justos que estaban
retenidos de espera de que Cristo con su muerte y resurrección abriera el
camino para entrar en el cielo [Hb 2,10; 9,8.15; 10,19-20; 1Pe 3,19].
No hace falta decir que
en este evento se encuentra otra prueba palpable de la inmortalidad del alma,
dado que la predicación de Cristo va dirigida a difuntos.
Así, pues, el alma es inmortal; no muere con el
cuerpo.
s/TJ:
Mito 2: Las personas malas sufren tormento en el
infierno
¿Cómo se creó el mito? “De
todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien más ha
influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno.” (Historia de losinfiernos, de
Georges Minois, página 64.) “Desde mediados del siglo II d.C.,
algunos cristianos educados en la filosofía griega empezaron a sentir la
necesidad de expresar sus creencias en los términos de esta [...].
La filosofía que más les convino fue el platonismo.” (The New Encyclopædia Britannica,1988).
“La enseñanza de la Iglesia afirma la
existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado
de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte
y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ [...].
La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios.”
(Catecismo de la IglesiaCatólica, tercera
edición revisada, página 242.)
¿Qué dice la Biblia? “Los
vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, [...]
pues no hay actividad ni planes, ni ciencia ni sabiduría,
en el Seol adonde te encaminas.” (Eclesiastés 9 : 5,10, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)
Seol es una palabra de origen hebreo que se
refiere a “la morada de los muertos” y que algunas Biblias traducen por
“infierno”. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el estado en que se encuentran
los muertos? ¿Están siendo atormentados en el Seol para pagar por sus pecados?
No, pues el versículo dice que “no saben nada”. En efecto, los muertos
ni sienten ni padecen. Eso explica por qué el patriarca Job, cuando
estaba sufriendo una enfermedad muy grave, le pidió a Dios que lo protegiera
“en el infierno” (Job 14:13, BibliaAmericana San Jerónimo).
¿Habría hecho esa petición si el infierno fuera un lugar donde se torturara
eternamente a las almas? Claro que no. En la Biblia, el infierno (o Seol)
es la sepultura colectiva a donde va la gente al morir, un lugar simbólico
donde no existe ninguna actividad.
Esta definición del infierno no solo
concuerda con las Escrituras, sino que también es más lógica. Al fin y al
cabo, ¿qué horrible crimen podría cometer alguien para merecer que el Dios de
amor lo torturara por los siglos de los siglos? (1 Juan 4:8.) Ahora bien,
si el tormento del infierno es un mito, ¿qué hay del cielo?
Examine estos versículos: Salmo
146:3, 4; Hechos 2:25-27; Romanos 6:7, 23.
Así, pues, Dios no castiga a las personas en el infierno.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 5)
Análisis:
Origen del mito:
Los Testigos de Jehová
afirman que la enseñanza católica sobre el infierno procede del pensamiento
platónico, no de la Biblia.
¿Qué
dice la Biblia?
La Sagrada Escritura habla de un castigo
definitivo y eterno para los que obran mal sin arrepentirse.
Empecemos por hacer una distinción
importante: “los infiernos” y “el Infierno”.
a) Los infiernos. Se refieren al Šeol, considerado como la morada de los
muertos. Es lo que los testigos de Jehová llaman “la sepultura común de la
humanidad”. En realidad, los antiguos pensaban que había un lugar subterráneo
donde “vivían” los muertos: el Šeol para los hebreos, el Hades para los
griegos, el Mictlán para los indígenas mesoamericanos. Se refiere a la muerte
física y se le denomina también Lugar de los muertos.
El mar devolvió los muertos que guardaba, y también la
Muerte y el Lugar de los muertos devolvieron los
muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras (Ap 20, 13).
Es el sentido que tiene en el Credo denominado Símbolo
de los Apóstoles la afirmación que señala que Jesús “descendió a los
infiernos”, que precisamente quiere indicar que nuestro Señor murió realmente,
en oposición a la herejía de los docetas, que negaban la verdadera encarnación
del Señor Jesús y, por lo tanto, su muerte y resurrección.
b) El Infierno. Este término indica un castigo eterno, anunciado ya
desde el Antiguo Testamento
El gusano que los devora no morirá, y el fuego que los
quema no se apagará (Is 66, 24b).
Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se
despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el
horror eterno (Dn 12, 2).
Por lo demás, Nuevo Testamento presenta la existencia
de este castigo eterno de forma bastante clara:
No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero
no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno
(Mt 10, 28b).
El texto más significativo, sin duda alguna, es el
largo discurso de Jesús sobre el Juicio Final (Mt 25, 31-46).
Dirá después a los que estén a la izquierda:
«¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para
el diablo y para sus ángeles! (…) El Rey les responderá: «En verdad les digo:
siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de
hacérmelo a mí.» Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida
eterna.» (Mt 25, 41.45-46).
Por lo demás, conviene subrayar que la Sagrada
Escritura utiliza varias expresiones para referirse a este castigo eterno:
Infierno (Mt 10, 28b; Mc 9, 45); horno de fuego y horno ardiente (Mt 13, 50);
fuego eterno (Mt 18, 8b; Mt 25, 41); infierno de fuego (Mt 18, 9b); castigo
eterno o perpetuo (Mt 25, 46); gusano que no muere y fuego que no se apaga (Is
66, 24; Mc 9, 48); fuego inextinguible (Mc 9, 43); suplicio eterno (Mt 25, 46);
muerte segunda (Ap 20, 14; Ap 21, 8); lago o foso de fuego y azufre (Ap 20,
10); condena perpetua (2Tes 1, 9), etc.
Implica no estar inscrito en el libro de la vida (Ap
20, 15), no ingresar en la Jerusalén celestial, la Ciudad santa, ni tener
acceso al Árbol de la vida (Ap 22, 14-15) y vivir lejos de la presencia del
Señor y de su poderosa gloria (2Tes 1, 9).
Este castigo es consecuencia de las acciones y omisiones
de cada uno de nosotros (Mt 25, 41-46), que implica cerrarse al amor a Dios y
al prójimo.
Es interesante lo que nos dice Benedicto XVI en su
encíclica Spe Salvi:
«La opción de vida del hombre se hace definitiva con
la muerte; esta vida suya está ante el Juez. Su opción, que se ha fraguado en
el transcurso de toda la vida, puede tener distintas formas. Puede haber
personas que han destruido totalmente en sí mismas el deseo de la verdad y la
disponibilidad para el amor. Personas en las que todo se ha convertido en
mentira; personas que han vivido para el odio y que han pisoteado en ellas
mismas el amor. Ésta es una perspectiva terrible, pero en algunos casos de
nuestra propia historia podemos distinguir con horror figuras de este tipo. En
semejantes individuos no habría ya nada remediable y la destrucción del bien
sería irrevocable: esto es lo que se indica con la palabra infierno (Cf.
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1033-1037)» (Spe Salvi, 45).
Así, pues, la existencia de un castigo definitivo y
eterno no es un mito. Es una verdad presente en la Biblia.
Así, pues, existe un castigo definitivo y eterno, al que la
Iglesia denomina Infierno.
s/TJ:
Mito 3: Todos los buenos van al cielo
¿Cómo se creó el mito? A partir
del siglo II, cuando los apóstoles de Jesús ya habían muerto, cobró importancia
un grupo de teólogos conocidos hoy como los Padres de la Iglesia. Según una
enciclopedia, “enseñaban que el alma incorpórea recibe la gloria celestial inmediatamente
después de cualquier purificación que sea necesaria tras la muerte” (New Catholic Encyclopedia, 2003).
¿Qué dice la Biblia? “Felices
son los de genio apacible, puesto que ellos heredaránla tierra.” (Mateo
5:5.)
Aunque Jesús prometió a sus discípulos que
les prepararía un lugar en el cielo, no dio a entender que todas las
personas buenas irían allí (Juan 3:13; 14:2, 3). Recordemos que él
oró para que se hiciera la voluntad de Dios no solo “en el cielo”, sino
también “sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10).
En realidad, existen dos posibles
destinos para los justos. Unos pocos irán al cielo para reinar con Cristo, pero
la mayoría vivirá eternamente en la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 5:10).
Con el tiempo, la Iglesia primitiva cambió
el concepto que tenía sobre su función en la Tierra. Una enciclopedia explica
que “la Iglesia como institución poco a poco fue ocupando el lugar del esperado
Reino de Dios” (The New Encyclopædia Britannica). A fin
de consolidar su poder, comenzó a mezclarse en la política, a pesar de que
Jesús había indicado claramente que sus seguidores no serían “parte del
mundo” (Juan 15:19; 17:14-16; 18:36). Bajo la influencia del
emperador romano Constantino, la Iglesia llegó a cambiar algunas de sus
creencias fundamentales. Como veremos, una de ellas tenía que ver con la
mismísima naturaleza de Dios.
Examine estos versículos: Salmo
37:10, 11, 29; Juan 17:3; 2 Timoteo 2:11, 12.
Así, pues, la mayoría de las personas buenas vivirán para siempre en la Tierra, no en el cielo.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 6)
Análisis:
Origen del mito:
Según los testigos de
Jehová, existen dos posibles destinos para los justos: el cielo, reservado a
144 mil justos, y la tierra, convertida en un paraíso, donde vivirán
eternamente la mayoría de los justos, bajo el gobierno de Dios y de los 144
mil.
¿Qué dice
la Biblia?
1. La Biblia habla de una
separación entre malos y buenos.
Así pasará al final de
los tiempos: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre
los buenos y los arrojarán al horno ardiente. Allí será el llorar
y el rechinar de dientes (Mt 13, 49-50).
2. Los malos irán al
castigo eterno y los buenos a la vida eterna.
Entonces el rey dirá a
los de la derecha: Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado
para ustedes desde la creación del mundo. (…) Dirá después a los que estén a la
izquierda: « ¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido
preparado para el diablo y para sus ángeles! (…) Y éstos irán a un
suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.»(Mt 25, 34.41.45-46).
3. No se habla de una
separación entre buenos y buenos.
Las parábolas del Reino
presentes en Mt 13 (la parábola del trigo y la cizaña = Mt 13, 24-30 y la
parábola de la red = Mt 13, 47-50) señalan la separación entre buenos y malos,
entre justos y pecadores sin disposición a convertirse. No hay indicio de que
existan cristianos de primera y de segunda clase, con destino distinto.
4. Estamos llamados a una
única esperanza y a un solo destino
Los capítulos 2 y 3 del
libro del Apocalipsis son enfáticos al señalar un único destino para los que
son fieles a Jesús: se les permitirá comer del árbol de la vida que está en el
paraíso de Dios (Ap 2, 7); no padecerán la segunda muerte (Ap 2, 11b);
recibirán el poder que Jesús recibió de su Padre (Ap 2, 26-28); sus nombres no
serán borrados del libro de la vida (Ap 3, 5); serán columnas en el templo de
Dios (Ap 3, 12); se sentarán en el trono de Jesús, junto a Él (Ap 3, 21).
Se trata de imágenes para
describir la vida eterna, el acceso a la Jerusalén celestial.
En este mismo sentido se
puede presentar la parábola de los trabajadores de la viña (Mt 20, 1-16), que
habla sobre la recompensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús:
se trata de un don, de un regalo inmerecido, que es igual para todos. De hecho,
aunque fueron llamados a distinta hora, todos recibieron el mismo salario.
5. Nuestra patria no está
aquí: ¡Está en el cielo!
Es cierto que en el
Antiguo Testamento el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la
que el pueblo gozaría de una existencia libre según la justicia (Dt 6, 20-25).
Pero en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el reino de los cielos, la
vida eterna, la patria celestial.
Quienes así razonan
demuestran que están buscando una patria. Pero si hubieran sentido nostalgia de
lo que abandonaron, podrían haber vuelto allá. Por el contrario, aspiraban
a una mejor, es decir, a la patria celestial.Por eso Dios no tiene
reparo en llamarse su Dios, porque les había preparado una ciudad (Hb 11,
14-16).
Esto se lo decimos
apoyados en la Palabra del Señor: los que quedemos vivos hasta la venida del
Señor no nos adelantaremos a los ya muertos; porque el Señor mismo, al sonar
una orden, a la voz del arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del
cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en Cristo; después
nosotros, los que quedemos vivos,seremos llevados juntamente con ellos al
cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el
Señor (1Tes 4, 15-17).
Así el Señor cumplirá
plenamente lo que nos prometió en la Última Cena:
En la casa de mi Padre
hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a
prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré
para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también
ustedes (Jn 14, 2-3).
Así, pues, la creencia de
una futura separación entre buenos y buenos es un mito. No es una verdad
presente en la Biblia.
Así, pues, la Biblia habla de una
separación entre malos y buenos; no entre buenos y buenos. Y promete la patria
celestial, no un paraíso en la tierra.
s/TJ:
Mito 4: Dios es una Trinidad
¿Cómo se creó el mito? “Podría
parecer que el dogma trinitario es, a fin de cuentas, un invento de finales del
siglo IV. Y en cierto sentido, así es [...]. La fórmula ‘tres
Personas distintas y un solo Dios’ no se arraigó firmemente sino hasta
finales del siglo IV. Y, desde luego, no llegó a ser parte integral
de la vida cristiana y de su profesión de fe antes de esa fecha.” (New Catholic Encyclopedia, 1967.)
“En el Concilio de Nicea que se celebró el
20 de mayo del año 325, Constantino mismo presidió y dirigió activamente las deliberaciones.
Fue él quien propuso [...] la idea de que el Hijo es ‘consustancial al
Padre’, fórmula fundamental con la que se describió la relación entre Cristo y
Dios en el credo que allí se emitió. [...] Intimidados por el emperador,
los obispos —con solo dos excepciones— firmaron el credo, muchos de ellos en
contra de su opinión.” (Encyclopædia Britannica, 1970.)
¿Qué dice la Biblia? “[Esteban],
lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a
Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y
al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios’.” (Hechos 7:55, 56, Biblia de JerusalénLatinoamericana.)
Como vemos, Esteban se llenó del espíritu
santo de Dios —su fuerza activa— y vio a Jesús “de pie a la diestra de Dios”.
¿Qué nos enseña eso? Que Jesús no se convirtió en Dios después de
resucitar y subir al cielo; en efecto, él es un ser espiritual diferente a su
Padre. Además, el relato no indica que hubiera una tercera persona al lado
de Dios. A lo largo del tiempo se han hecho muchos intentos por encontrar
versículos con los que defender la Trinidad; con todo, un sacerdote dominico
tuvo que reconocer: “En ningún lugar del Nuevo Testamento se encuentra la
afirmación de que existen tres personas en un solo Dios”.
(À l’aube du christianisme: la naissance des dogmes [Los
albores del cristianismo: el nacimiento de los dogmas], de Marie-Émile
Boismard).
La intención de Constantino al promover este dogma era acabar con los
desacuerdos que había en la Iglesia durante el siglo IV. Sin embargo, la
creación de este mito generó otra cuestión: María, la mujer que dio a luz a
Jesús, ¿es “la Madre de Dios”?
Examine estos versículos: Mateo
26:39; Juan 14:28; 1 Corintios 15:27, 28; Colosenses
1:15, 16.
Así, pues, la Trinidad es una doctrina inventada a finales del siglo IV.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 7)
Análisis:
Origen del mito:
Según los testigos de
Jehová, el dogma de la Santísima Trinidad es un invento del siglo IV, no
presente en la Biblia, puesto que fue introducido por la intervención del
emperador Constantino (272-337 d.C.) en la vida de la Iglesia.
¿Qué
dice la Biblia?
Existe un solo Dios
La Biblia presenta con mucha claridad
que existe un solo Dios.
En el principio, cuando Dios creó los
cielos y la tierra (Gn 1,1).
Yo soy Yavé, y no hay otro igual, fuera
de mí no hay ningún otro Dios (Is 45,5).
Adorarás al Señor tu Dios, y a El sólo
servirás (Mt 4,10).
Un solo Dios en tres
personas distintas
Al mismo tiempo, la Sagrada Escritura
nos presenta que en Dios hay tres personas distintas: el Padre, y el Hijo, y el
Espíritu Santo.
Veamos cómo se presenta que cada una de
las tres personas es Dios.
· El
Padre es Dios
Sobre este punto, no
hay ninguna dificultad. Tanto los católicos como los Testigos de Jehová creemos
que el Padre celestial es Dios verdadero.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes
espirituales en el cielo (Ef 1,3).
· Jesús,
el Hijo, es Dios.
Por otra parte, hay
numerosos textos en la Biblia que muestran la divinidad de nuestro Señor
Jesucristo.
Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!
(Jn 20,28).
Ahora nos queda aguardar la feliz
esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo
Jesús, que se entregó por nosotros para rescatarnos de todo pecado y purificar
a un pueblo que fuese suyo, dedicado a toda obra buena (Tit 2,13-14).
A ellos pertenecen también los
patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está
por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén (Rm 9,5).
Al principio existía la Palabra, y la
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (Jn 1,1).
Jesús no es el arcángel Miguel, como
afirman los Testigos de Jehová. En realidad la Sagrada Escritura afirma que él
“es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8).
· El
Espíritu Santo es Dios
También hay pasajes
bíblicos que nos muestran la divinidad del Espíritu Santo. Para exponerlos,
empecemos por aclarar que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima
Trinidad no es una fuerza, como afirman los testigos de Jehová.
El Espíritu Santo no es
algo; es Alguien.
Pero el Paráclito, el
Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les
recordará lo que les he dicho (Jn 14, 26).
Igualmente, el mismo
Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es
debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm
8,26).
El Espíritu Santo, y
nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las
indispensables (Hch 15,28).
Divinidad del Espíritu
Santo.
Ahora presentemos textos
que muestran que el Espíritu Santo es Dios
Pedro le dijo: «Ananías,
¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al
Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? ¿Acaso no eras
dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero?
¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios» (Hch
5,3-4).
Comparemos ahora dos
pasajes bíblicos, uno del Nuevo Testamento y otro del Antiguo, lo que nos
permitirá asomarnos a la existencia y a la divinidad de la tercera persona de
la Santísima Trinidad:
Unos se convencían con
sus palabras, pero otros se resistían a creer,y mientras ellos se retiraban sin
haberse puesto de acuerdo, Pablo dijo esta sola frase: «Son muy ciertas las
palabras que el Espíritu Santo dijo a los padres de ustedes, por medio del
profeta Isaías: "Ve a decir a este pueblo: Por más que oigan no
comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo
se ha endurecido, se taparon los oídos y cerraron los ojos, por temor de que
sus ojos vean, que sus oídos oigan, que su corazón comprenda, que se
conviertan, y que yo los cure". Sepan entonces que esa salvación de Dios
va a ser anunciada a los paganos. Ellos sí que la escucharán» (Hch 28,24-28).
Y oí la voz del Señor que
decía: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Y respondí: «Aquí me
tienes, mándame a mí.» El me dijo: «Ve y dile a este pueblo: Por más que
ustedes escuchen, no entenderán; por más que ustedes miren, nunca ven.» ¡Puedes
ir! Se pondrá más pesado el corazón de este pueblo, se volverán sordos sus
oídos y se les pegarán sus ojos. ¿Acaso se atreverían a ver con sus ojos, y a
oír sus oídos, para que comprenda su corazón, y se conviertan y recuperen la
salud?» (Is 6,8-10).
Como puede verse, en
estos dos textos se identifica al Espíritu Santo con el Señor Dios que se
manifestó al profeta Isaías.
Las tres personas divinas
en la Sagrada Escritura
Ahora presentaremos los
textos bíblicos más relevantes donde se nos presentan conjuntamente a las tres
personas divinas.
a) En el bautismo de Jesús
En aquellos días Jesús
vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río
Jordán. Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el
Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, mientras se escuchaban estas
palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido.» (Mc 1,9-11).
b) En el envío de los 72
discípulos
En aquel momento Jesús se
estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a
los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has
querido (Lc 10,21).
c) En la predicación apostólica
A este Jesús, Dios lo
resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él
recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes
ven y oyen (Hch 2,32-33).
d) En la fórmula bautismal
Vayan, pues, y hagan que
todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).
e) En las cartas paulinas
Ciertamente, hay
diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.Hay diversidad de
ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el
mismo Dios el que realiza todo en todos (1Cor 12,4-6).
La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con
todos ustedes (2Cor 13,13).
Pues bien, ¿cuándo surgió
el término Trinidad? Lo utilizaron por primera vez Tertuliano (160-220 d.C.) y
Teófilo de Antioquía (+180) para expresar esta verdad de fe contenida en la
Sagrada Escritura. Como puede verse, en todo esto no tuvo nada que ver
Constantino, quien nació hacia el año 272 y murió en el 337 d.C.
Así, pues, si existe la Trinidad. No
es un invento de Constantino. Se trata de una verdad de fe contenida en la
Sagrada Escritura.
s/TJ:
Mito 5: María es la Madre de Dios
¿Cómo se creó el mito? “La
veneración de la madre de Dios cobró auge cuando [...] los paganos se
convirtieron en masa. [...] El milenario culto a la ‘gran diosa
madre’ y a la ‘virgen divina’ había moldeado [la] devoción y religiosidad [de
aquellos paganos conversos].”
(The New Encyclopædia Britannica, 1988.)
¿Qué dice la Biblia? “Vas
a concebir [...] un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será
grande, se le llamará Hijo del Altísimo [...];
por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.” (Cursivas
nuestras; Lucas 1:31-35, Biblia de JerusalénLatinoamericana.)
Como puede verse en este pasaje bíblico,
María no fue la madre de Dios, sino del “Hijo de Dios”. La Biblia
dice que ni siquiera los cielos pueden contener a Dios; entonces, ¿cómo
iba a contenerlo la matriz de María? (1 Reyes 8:27.) Además, ella jamás
afirmó ser la madre de Dios. Así pues, ¿a qué se debe esta confusión respecto a
la identidad de María? Al mito de la Trinidad. Las bases para la devoción
a María se sentaron en el año 431, cuando el Concilio de Éfeso la proclamó
“Madre de Dios”, o Theotokos (en griego, “la que da a luz a
Dios”). Es interesante notar que Éfeso, la ciudad donde se celebró aquel
concilio, fue por siglos el centro del culto idolátrico a Ártemis, la diosa de
la fertilidad.
Muchos aspectos de la veneración a María,
como las procesiones, tienen su origen en la adoración de Ártemis, cuya imagen
supuestamente “cayó del cielo” (Hechos 19:35). De hecho, otra práctica que
se infiltró poco a poco en la doctrina cristiana fue el empleo de imágenes.
Examine estos versículos: Mateo
13:53-56; Marcos 3:31-35; Lucas 11:27, 28.
Así, pues, María fue madre del Hijo de Dios. El mito de que es la Madre de Dios en
realidad procede de la doctrina de la Trinidad.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 8)
Análisis:
Origen
del mito.
Como es bien sabido, los testigos de Jehová niegan la
Trinidad y, por lo tanto, la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Una cosa
lleva a la otra: Si Jesús no es Dios, entonces María no puede ser llamada Madre
de Dios. Puede, en todo caso, ser llamada madre del Hijo de Dios.
Según los testigos de Jehová, "las bases para la
devoción a María se sentaron en el año 431, cuando el Concilio de Éfeso la
proclamó “Madre de Dios”, o Theotokos (en griego, “la que da a luz a
Dios”)".
¿Qué dice la Biblia?
1) María es verdaderamente madre de Jesús
Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a
su Hijo, NACIDO DE UNA MUJER, nacido bajo la Ley (Gál 4,4).
Este Hijo, del que nos habla San Pablo, es Jesús,
nuestro Salvador.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que
nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16).
Y María es mencionada múltiples veces en la Sagrada
Escritura como su Madre (Mt 2, 11.13-14.20-21; Jn 2, 1-3; 19, 25-27). Veamos
este significativo pasaje:
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su
madre, María, estaba desposada con José (Mt 1, 18a).
2) Jesús es verdadero Dios
En muchos pasajes de la Biblia se nos presenta que
Jesús, nacido de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo, es
verdadero Dios.
En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con
Dios, y el VERBO ERA DIOS (Jn 1,1).
Santo Tomás, habiendo dudado de la resurrección del
Señor, cuándo se le presenta Cristo Resucitado, exclama al verlo y escucharlo:
Señor mío y DIOS MÍO (Jn 20,28).
En la Carta a los Romanos, el apóstol San Pablo
escribe lo siguiente:
Suyos son los patriarcas y de ellos, en cuanto hombre,
procede Cristo, que está sobre todas las cosas y es DIOS BENDITO por siempre
(Rom 9,5).
Uno de los textos más reveladores es el siguiente:
Vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo
presente, aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la Gloria del
gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo (Tit 2, 12a-13).
3) Podemos decir que María es Madre de Dios
Teniendo esto en cuenta todo lo anterior, es más fácil
entender porqué, desde los primeros siglos de la Iglesia, llamamos a María con
el hermoso título de Madre de Dios.
De hecho, la primera en llamarle de esta manera fue su
parienta Isabel:
¿Cómo he merecido yo que venga a mí la MADRE DE MI
SEÑOR? (Lc 1,43).
Hay que recordar que, en este tiempo, el título o la
palabra SEÑOR se reservaba para Dios. Pues bien, en el Nuevo Testamento se
atribuye también a Cristo (Cf. Flp 2, 9-11; Rm 10, 9.13; 1Cor 2, 16), indicando
su divinidad.
Así pues, los católicos no creemos que María sea Madre
de Dios porque pensamos que ella ha dado origen a Dios o que ella es anterior a
Dios. La llamamos Madre de Dios porque es Madre de Jesús, que es verdadero Dios
y verdadero hombre.
Por eso los católicos la saludamos con estas palabras,
que encontramos en la Liturgia de las Horas: “Dichosa eres, Virgen María, que
llevaste en tu seno al Creador del Universo” (Cf. Col 1, 16-20).
O también esta expresión: “Engendraste al que te creó
y permaneces virgen para siempre”.
Así, pues, para decirlo con palabras más claras: Si María es
Madre de Jesús (Hch 1, 14) y Jesús es Dios (Tit 2, 13), podemos decir con toda
razón que María es Madre de Dios, aunque le haya dado a Jesús solamente el
cuerpo humano.
Lo que hizo el Concilio de Éfeso fue proponer esta
verdad contenida en la Biblia y presente en la Sagrada Tradición ante la
herejía de Nestorio, el precursor de todos aquellos que niegan la maternidad
divina de María.
s/TJ:
Mito 6: Está bien usar imágenes para adorar aDios
¿Cómo se creó el mito? “Los
primeros cristianos no usaban imágenes para adorar a Dios [...].
La Iglesia justificó la admisión de imágenes durante los siglos IV y V
argumentando que la gente inculta aprendería las enseñanzas del cristianismo
más fácilmente con imágenes que con sermones o libros.” (Cyclopedia of Biblical, Theological,and Ecclesiastical Literature, de
McClintock y Strong.)
¿Qué dice la Biblia? “No te
hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en
el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en
las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los
adores.” (Éxodo 20:4, 5,Nueva Versión Internacional.)
Y en el siglo I, el apóstol Juan exhortó a los cristianos: “Hijitos,
guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).
Muchas religiones afirman que las imágenes
no son ídolos, sino un medio para acercarse y honrar a la persona a la que
representan. Pero ¿es eso cierto? De acuerdo con una enciclopedia, “es
posible que, al principio, las imágenes tuvieran fines principalmente
didácticos y decorativos; al menos, así era como se justificaba su uso. Sin
embargo, pronto resultó evidente que se habían convertido en objeto de
veneración. Esto es especialmente cierto en el caso de los iconos de la Iglesia
Ortodoxa Oriental, donde llegaron a ser parte principal del culto” (The Encyclopedia of Religion).
Ahora bien, ¿tienen algún valor esas imágenes? No, pues el profeta Isaías dijo:
“¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que se le asemeje?” (Isaías
40:18, Nácar-Colunga, 1972).
Examine estos versículos: Is
44:13-19; Hech 10:25 , 26; 17:29 ; 2 Cor 5:7.
Así, pues, Dios no aprueba que usemos imágenes para adorarlo.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 9)
Análisis:
¿Cómo se creó el mito?
A)
Por una mala interpretación de la Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo
Testamento). Sacan de contexto Ex 20, 4-5 y otros pasajes que se
refieren a los ídolos para decir que Dios prohíbe las imágenes y para enseñar
que las imágenes no deben utilizarse en el culto divino.
B) Por un desconocimiento de la historia de Israel y de
la
Iglesia. Ignoran
que el pueblo de Israel uso imágenes en el Templo de Jerusalén (1Re 6 y 7) y en
las sinagogas y que los primeros cristianos utilizaron imágenes desde un
principio, como puede verse en las catacumbas.
¿Qué dice la Biblia?
Según la Biblia, es posible utilizar
imágenes y objetos sagrados en el culto que se tributa a Dios y en los espacios
consagrados al Señor para rendirle adoración. Como afirma el Catecismo
de la Iglesia Católica (n. 2130) “ya en el Antiguo Testamento Dios
ordenó o permitió la institución de imágenes que conducirían simbólicamente a
la salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce (cf Nm 21, 4-9; Sb
16, 5-14; Jn 3, 14-15), el arca de la Alianza y los querubines (cf Ex 25,
10-12; 1 R 6, 23-28; 7, 23-26)”. Veamos estos pasajes bíblicos:
En Éxodo 25 leemos que Dios solicita un
santuario y pide también todo lo necesario para darle culto:
Me van a hacer un SANTUARIO para que yo
habite en medio de ellos, y lo harán, como también todas LAS COSAS NECESARIAS
PARA MI CULTO, según el modelo que yo te enseñaré (Ex 25, 8-9).
Entre estas cosas necesarias para el
culto destaca el Arca de la Alianza. Veamos sus características:
Harás un Arca de madera de acacia, de
dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y otro codo y medio de alto.
(…) En el Arca pondrás el Testimonio que yo te daré. Le harás una cubierta, el
Lugar del Perdón, de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de
ancho. Asimismo, HARÁS DOS QUERUBINES DE ORO MACIZO, y los pondrás en las
extremidades de la cubierta. Pondrás un querubín a una extremidad, y el otro en
la otra; formarán un solo cuerpo con la cubierta, a sus dos lados. Los
querubines extenderán sus alas hacia arriba y sus alas cubrirán el Lugar del
Perdón. Estarán de frente el uno al otro y sus caras mirarán hacia el Lugar del
Perdón. Lo pondrás sobre el Arca, y pondrás dentro de ella el Testimonio que yo
te daré. Allí me encontraré contigo para darte mis órdenes referentes a los
hijos de Israel. TE HABLARÉ DE ENCIMA DEL LUGAR DEL PERDÓN, DE EN MEDIO DE LOS
DOS QUERUBINES puestos sobre el Arca del Testimonio (Ex 25, 10.16-22).
Este santuario es una tienda móvil que
acompañó a Israel desde su permanencia en el desierto hasta la construcción del
Templo por Salomón. Se le llamó la Tienda del Encuentro o la Tienda del
Testimonio, pues es el espacio de encuentro entre Dios y su pueblo a través de
Moisés. Pues bien, tenía dos querubines de oro macizo que Dios mismo mandó
construir, como se observa en el versículo 18.
Veamos otras características de este
santuario:
La Morada tendrá que ser hecha de diez
cortinas de lino fino de color jacinto morado y rojo, ADORNADAS CON QUERUBINES.
Cada cortina tendrá catorce metros de largo y dos de ancho. Todas serán de una
misma medida (Ex 26, 1-2).
Notamos que nuevamente Dios requiere que
en su Morada estén presentes las imágenes de querubines. Lo mismo ocurre con el
Templo, construido por el rey Salomón, como puede verse en el primer libro de
los Reyes, capítulos 6, 7 y 8 y en el segundo libro de las Crónicas, capítulo
3:
Toda la Casa estaba pues recubierta de
oro; también estaba recubierto de oro el altar ubicado delante del Santo de los
Santos. En el Santo de los Santos [Salomón] puso DOS QUERUBINES DE MADERA DE
OLIVO SILVESTRE de cinco metros de alto. (…) Hizo esculpir en relieve en todas
las paredes de la Casa, por todo el derredor, tanto por fuera como por dentro,
querubines, palmas y flores. (1Re 6, 22-23.29).
El rey Salomón y toda la comunidad de
Israel reunida a su alrededor estaban allí delante del Arca. Ofrecieron
sacrificios de ganado menor y mayor en tal cantidad que era imposible
contarlos. Los sacerdotes trasladaron el Arca de la Alianza de Yavé a su lugar,
en la pieza más santa de la Casa, el Santo de los Santos, debajo de las alas de
los Querubines. Los querubines extendían sus alas por encima del sitio donde se
ubicaba el Arca y así cubrían el Arca y sus andas (1Re 8, 5-7).
Pues bien, la construcción agradó tanto
a Yavé, que su Gloria llenó el Templo:
Cuando Salomón acabó de rezar, bajó
fuego del cielo que devoró el holocausto y los sacrificios mientras LA GLORIA
DE YAVÉ LLENÓ LA CASA. Los sacerdotes no podían entrar en la Casa de Yavé,
porque su Gloria la llenaba. Entonces todos los hijos de Israel, viendo
descender el fuego y la Gloria de Yavé sobre la Casa, se postraron sobre el
pavimento, adoraron y alabaron a Yavé: «Porque es bueno, porque es eterno su
amor.» (2Cro 7, 1-3).
Además, Yavé hizo con pueblo este
solemne compromiso:
Mis ojos estarán abiertos y mis oídos
atentos a la oración que se haga en este lugar; pues ahora he escogido y
santificado esta Casa, para que en ella permanezca mi Nombre para siempre. Allí
estarán mis ojos y mi corazón todos los días (2Cro 7, 15-16).
Otro texto altamente significativo es el
que presentamos a continuación, donde se muestra que Dios manda construir
imágenes:
Entonces Dios mandó contra el pueblo
serpientes-ardientes. Muchos de los israelitas murieron por sus mordeduras. El
pueblo fue a ver a Moisés y le dijo: «Hemos pecado, hemos murmurado contra Yavé
y contra ti. Ruega a Yavé por nosotros, para que aleje de nosotros las
serpientes.» Moisés oró por el pueblo, y YAVÉ LE DIJO A MOISÉS: «HAZTE UNA
SERPIENTE DE BRONCE y colócala en un poste. El que haya sido mordido, al verla,
sanará.» Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un poste. Cuando
alguien era mordido por una serpiente, miraba la serpiente de bronce y se
sanaba (Nm 21, 6-9).
Por otra parte, conviene tener en cuenta
que los primeros cristianos, aquellos que murieron mártires en los circos
romanos, sí tenían imágenes. De hecho, en las catacumbas se han encontrado
imágenes y esculturas que están fechadas en los primeros siglos de la era
cristiana. Recordemos que en las catacumbas se celebraba la Eucaristía y se
sepultaba los cuerpos de los mártires. Entre las imágenes destacan el cordero,
el pez, el ancla, el Buen Pastor, la vid, las vírgenes necias y las prudentes,
Noé, David, Moisés, Jonás, Tobías, Jesús, María, los santos apóstoles, la
Virgen con el Niño Jesús y los reyes magos.
He aquí algunas cifras significativas:
de san Pedro se han encontrado unas trescientas representaciones; del Buen
Pastor, unas ciento veinte pinturas y ciento cincuenta esculturas; de la
adoración de los magos, unas ochenta y cinco veces. La imagen más antigua de la
Virgen María es del siglo II.
¿Por qué? Es en el cristianismo donde se
da el culto a las imágenes porque es la religión del Verbo hecho carne y es el
Misterio de la Navidad, es decir, de la Natividad del Señor, el que ha dado
lugar a las imágenes.
Así, pues, Dios sí aprueba que usemos imágenes para
adorarlo.
(Los correspondientes Análisis están
tomados de "Aleteia") (Puede buscarse, para su ampliación, los
distintos temas que aparecen en estos análisis en las etiquetas de la presente
web)