viernes, 29 de septiembre de 2023

UNA CADENA DE MITOS

UNA CADENA DE MITOS 

s/TJ:

Una cadena de mitos (LA ATALAYA 1/11/2009)

En una carta que escribió en la segunda mitad del siglo I, el apóstol Pablo advirtió a los cristianos de un serio peligro. “Cuidado —dijo—: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres.” (Colosenses 2:8.)

Pese a esta advertencia, a mitad del siglo siguiente algunos cristianos comenzaron a utilizar antiguos conceptos filosóficos paganos para explicar sus creencias. ¿Por qué lo hicieron? Para atraer a la clase culta del Imperio romano, y así convertir a más personas al cristianismo.

Uno de aquellos cristianos, Justino Mártir, creía que el Verbo (el Hijo unigénito de Dios) se había manifestado a los filósofos griegos mucho antes de venir a la Tierra como hombre. De acuerdo con este y otros teólogos, la filosofía y la mitología ayudarían a convertir el cristianismo en una religión universal.
Los cambios que introdujo Justino Mártir lograron, en efecto, muchos conversos. Con todo, para sostener esas ideas nuevas hubo que inventar otras, y así se formó una cadena de mitos que han resultado en lo que hoy muchos consideran la doctrina cristiana. ¿Le gustaría descubrir algunos de esos mitos? Le invitamos a examinar los siguientes comentarios tomados de diversas obras de consulta y luego ver lo que la Biblia realmente enseña,

Mito 1: El alma es inmortal

¿Cómo se creó el mito? “Los primeros filósofos cristianos adoptaron el concepto griego de que el alma es inmortal. Pensaban que Dios creaba e infundía el alma en el cuerpo al momento de la concepción.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

¿Qué dice la Biblia? “El alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:4, Reina-Valera,1960.)

Las Escrituras describen así la creación de la primera alma humana: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma [en hebreo, néfesch] viviente” (Génesis 2:7).

La palabra hebrea néfesch, que se traduce por “alma”, significa literalmente “criatura que respira”. Cuando Dios creó a Adán, lo que infundió en su cuerpo no fue un alma inmortal, sino la fuerza de vida, que se conserva por medio de la respiración. Por lo tanto, cuando la Biblia habla del alma, se refiere al entero ser vivo. Y ¿qué ocurre si el alma pierde la fuerza de vida? Dicho sencillamente, muere (Génesis 3:19; Ezequiel 18:20).

Claro, cuando se adoptó la doctrina de la inmortalidad del alma, surgieron otras cuestiones: ¿Dónde va el alma tras la muerte? ¿Qué le sucede al alma de las personas malas? Todo esto dio lugar a la creación de otro mito: los malos son atormentados en el infierno.
Examine estos versículos: Eclesiastés 3:19; Mateo 10:28; Hechos 3:23.

Así, pues, cuando una persona muere, deja de existir.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 4)

Análisis:

Origen del mito: 

Los Testigos de Jehová afirman que la enseñanza católica de la inmortalidad del alma fue adoptada de la filosofía griega por los primeros filósofos cristianos.

En realidad esta afirmación va dirigida a negar lo característico del cristianismo para presentarse como algo único y especial en el campo religioso. Por lo demás, se aferran a unos cuantos textos bíblicos (Ezequiel 18, 4; Génesis 2, 7; Eclesiastés 9, 5-6), mal leídos y peor interpretados, desde los cuales tratan de fundamentar su postura.

¿Qué dice la Biblia? 

En realidad la doctrina de la inmortalidad del alma está ya presente en el Antiguo Testamento:

El polvo vuelve a la tierra de donde vino, y el espíritu sube a Dios que lo dio(Ecl 12, 7).

Si escondes tu cara, quedan anonadados, recoges su espíritu, expiran y retornan a su polvo (Salmo 104 [103], 29).

Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos. A los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota. Nos abandonaron: parece que nada quedó de ellos. Pero, en realidad, entraron en la paz (Sab 3, 1-2).

El Nuevo Testamento lo reafirma con extraordinaria claridad:

No teman a los que sólo pueden matar el cuerpopero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno (Mt 10, 28).

Dado que los testigos de Jehová no creen en la inmortalidad del alma, ¿cómo podría algo matar solo el cuerpo y no matar el alma? Ellos afirman que no existe alma que sobreviva al cuerpo, y que al morir el cuerpo muere el alma. Sin embargo, no es eso lo que Jesús dice allí, sino todo lo contrario. Un accidente o cualquier evento natural pueden matar el cuerpo sin matar el alma, por lo cual Jesús nos exhorta a no temerle a eso, sino aquello que si puede matar ambos. Así, el contexto de muerte o destrucción del alma de la que se habla allí no es una aniquilación, sino un estado de muerte espiritual definitiva.

Cuando abrió el quinto sello, divisé debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que les correspondía dar (Ap 6, 9).

Si el hombre es un alma viviente, que perece con la muerte, ¿cómo es posible que estén debajo del altar las almas de los que fueron degollados?

Por otra parte, es muy ilustrativo el episodio de la Transfiguración del Señor (Mc 9, 1-10; Lc 9, 28-36 y Mt 17, 1-7).

Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús (Mc 9, 4).

Dos hombres, que eran Moisés y Elías, conversaban con él. Se veían en un estado de gloria y hablaban de su partida, que debía cumplirse en Jerusalén (Lc 9, 30-31).

Si con la muerte, todo acaba para la persona, ¿cómo se explica la aparición de Elías y Moisés a nuestro Señor Jesucristo y los Apóstoles en el Monte Tabor el día de la Transfiguración?

Escuchemos ahora a san Pablo:

Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia. Pero veo que, mientras estoy en este cuerpo, mi trabajo da frutos, de modo que ya no sé qué escoger. Me siento urgido por los dos lados: por una parte siento gran deseo de romper las amarras y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor (Flp 1, 21-23).

En el texto anterior, San Pablo está consciente de que al morir partirá de su cuerpo para estar con Cristo; prefiere, sin embargo, permanecer todavía en carne, pero por causa del anuncio del Evangelio. El siguiente texto es aún más explícito:

“Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle” (2Cor 5, 6-9).


Como puede notarse, san Pablo habla de una reunión del cristiano con Cristo, inmediatamente después de la muerte individual, como lo expresa también en Flp 1, 21-23.

Veamos ahora estas palabras de Jesús al ladrón arrepentido, crucificado junto a él:

Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.» (Lc 23, 43).

Lo interesante de ese suceso es que Jesús le promete al buen ladrón estar ese día con Él en el paraíso; pero, ¿cómo podría ocurrir eso si el alma no sobrevive al cuerpo? Dado que este simple texto desmoronaría instantáneamente toda la teología de los testigos, se han inventado un argumento bastante original para justificarse, y consiste en alegar que como en dicha época no existían los signos de puntuación, lo que Jesús quiso decir fue: “Yo te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso” (note donde colocan la coma) o lo que es lo mismo: “Yo te aseguro hoy, que algún día estarás conmigo en el paraíso” (la posición de una coma puede cambiar todo el sentido de una frase)

También es sumamente relevante la parábola de Lázaro y el rico epulón (Lc 16, 19-31):

Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham (Lc 16, 22a).

Como puede verse en este pasaje (Lc 16, 19-31), algo muere y es sepultado (el cuerpo. Cfr. Lc 16, 22b: «Murió también el rico y fue sepultado») y algo sobrevive (el alma. Cfr. Lc 16, 22a: «murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham». Conviene notar que la expresión «seno de Abraham» es una expresión bíblica para describir la intimidad con una persona. Aquí se presenta la participación del pobre Lázaro con Abraham en el banquete mesiánico. Algo parecido nos presenta el Nuevo Testamento acerca de Jesús para indicar su intimidad especial con el Padre: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado» (Jn 1, 18).

Así pues, la expresión «seno de Abraham» designa la morada bienaventurada de las almas de los justos después de la muerte, junto a Abraham, nuestro padre en la fe (cfr. Mt 8, 11-12). Para los cristianos, es estar junto a Jesús, el que inicia y consuma nuestra fe (cfr. Hb 12, 2), como se puede ver en Lc 23, 43, Flp 1, 21-23 y 2Cor 5, 6-9.

Otro pasaje significativo es el siguiente donde san Pedro nos dice que Cristo predicó a los espíritus encarcelados:

“Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua” (1Pe 3,18-20).

Este texto, san Pedro hace alusión al descenso de Cristo a los infiernos (elSeol para los hebreos) luego de su muerte en la cruz, donde predica a todos aquellos justos que estaban retenidos de espera de que Cristo con su muerte y resurrección abriera el camino para entrar en el cielo [Hb 2,10; 9,8.15; 10,19-20; 1Pe 3,19].

No hace falta decir que en este evento se encuentra otra prueba palpable de la inmortalidad del alma, dado que la predicación de Cristo va dirigida a difuntos. 

Así, pues, el alma es inmortal; no muere con el cuerpo.

s/TJ:

Mito 2: Las personas malas sufren tormento en el infierno

¿Cómo se creó el mito? “De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien más ha influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno.” (Historia de losinfiernos, de Georges Minois, página 64.) “Desde mediados del siglo II d.C., algunos cristianos educados en la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar sus creencias en los términos de esta [...]. La filosofía que más les convino fue el platonismo.” (The New Encyclopædia Britannica,1988).

“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ [...]. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios.” (Catecismo de la IglesiaCatólica, tercera edición revisada, página 242.)

¿Qué dice la Biblia? “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, [...] pues no hay actividad ni planes, ni ciencia ni sabiduría, en el Seol adonde te encaminas.” (Eclesiastés 9 : 5,10,   Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)

Seol es una palabra de origen hebreo que se refiere a “la morada de los muertos” y que algunas Biblias traducen por “infierno”. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el estado en que se encuentran los muertos? ¿Están siendo atormentados en el Seol para pagar por sus pecados? No, pues el versículo dice que “no saben nada”. En efecto, los muertos ni sienten ni padecen. Eso explica por qué el patriarca Job, cuando estaba sufriendo una enfermedad muy grave, le pidió a Dios que lo protegiera “en el infierno” (Job 14:13, BibliaAmericana San Jerónimo). ¿Habría hecho esa petición si el infierno fuera un lugar donde se torturara eternamente a las almas? Claro que no. En la Biblia, el infierno (o Seol) es la sepultura colectiva a donde va la gente al morir, un lugar simbólico donde no existe ninguna actividad.

Esta definición del infierno no solo concuerda con las Escrituras, sino que también es más lógica. Al fin y al cabo, ¿qué horrible crimen podría cometer alguien para merecer que el Dios de amor lo torturara por los siglos de los siglos? (1 Juan 4:8.) Ahora bien, si el tormento del infierno es un mito, ¿qué hay del cielo?

Examine estos versículos: Salmo 146:3, 4; Hechos 2:25-27; Romanos 6:7, 23.

Así, pues, Dios no castiga a las personas en el infierno.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 5)

Análisis:

Origen del mito: 

Los Testigos de Jehová afirman que la enseñanza católica sobre el infierno procede del pensamiento platónico, no de la Biblia.

¿Qué dice la Biblia? 
La Sagrada Escritura habla de un castigo definitivo y eterno para los que obran mal sin arrepentirse.

Empecemos por hacer una distinción importante: “los infiernos” y “el Infierno”.

a)  Los infiernos. Se refieren al Šeol, considerado como la morada de los muertos. Es lo que los testigos de Jehová llaman “la sepultura común de la humanidad”. En realidad, los antiguos pensaban que había un lugar subterráneo donde “vivían” los muertos: el Šeol para los hebreos, el Hades para los griegos, el Mictlán para los indígenas mesoamericanos. Se refiere a la muerte física y se le denomina también Lugar de los muertos.

El mar devolvió los muertos que guardaba, y también la Muerte y el Lugar de los muertos devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras (Ap 20, 13).
Es el sentido que tiene en el Credo denominado Símbolo de los Apóstoles la afirmación que señala que Jesús “descendió a los infiernos”, que precisamente quiere indicar que nuestro Señor murió realmente, en oposición a la herejía de los docetas, que negaban la verdadera encarnación del Señor Jesús y, por lo tanto, su muerte y resurrección.

b)  El Infierno. Este término indica un castigo eterno, anunciado ya desde el Antiguo Testamento

El gusano que los devora no morirá, y el fuego que los quema no se apagará (Is 66, 24b).

Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno (Dn 12, 2).

Por lo demás, Nuevo Testamento presenta la existencia de este castigo eterno de forma bastante clara:

No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno (Mt 10, 28b).

El texto más significativo, sin duda alguna, es el largo discurso de Jesús sobre el Juicio Final (Mt 25, 31-46).

Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! (…) El Rey les responderá: «En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.» Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.» (Mt 25, 41.45-46).

Por lo demás, conviene subrayar que la Sagrada Escritura utiliza varias expresiones para referirse a este castigo eterno: Infierno (Mt 10, 28b; Mc 9, 45); horno de fuego y horno ardiente (Mt 13, 50); fuego eterno (Mt 18, 8b; Mt 25, 41); infierno de fuego (Mt 18, 9b); castigo eterno o perpetuo (Mt 25, 46); gusano que no muere y fuego que no se apaga (Is 66, 24; Mc 9, 48); fuego inextinguible (Mc 9, 43); suplicio eterno (Mt 25, 46); muerte segunda (Ap 20, 14; Ap 21, 8); lago o foso de fuego y azufre (Ap 20, 10); condena perpetua (2Tes 1, 9), etc.

Implica no estar inscrito en el libro de la vida (Ap 20, 15), no ingresar en la Jerusalén celestial, la Ciudad santa, ni tener acceso al Árbol de la vida (Ap 22, 14-15) y vivir lejos de la presencia del Señor y de su poderosa gloria (2Tes 1, 9).

Este castigo es consecuencia de las acciones y omisiones de cada uno de nosotros (Mt 25, 41-46), que implica cerrarse al amor a Dios y al prójimo.

Es interesante lo que nos dice Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi:

«La opción de vida del hombre se hace definitiva con la muerte; esta vida suya está ante el Juez. Su opción, que se ha fraguado en el transcurso de toda la vida, puede tener distintas formas. Puede haber personas que han destruido totalmente en sí mismas el deseo de la verdad y la disponibilidad para el amor. Personas en las que todo se ha convertido en mentira; personas que han vivido para el odio y que han pisoteado en ellas mismas el amor. Ésta es una perspectiva terrible, pero en algunos casos de nuestra propia historia podemos distinguir con horror figuras de este tipo. En semejantes individuos no habría ya nada remediable y la destrucción del bien sería irrevocable: esto es lo que se indica con la palabra infierno (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1033-1037)» (Spe Salvi, 45).

Así, pues, la existencia de un castigo definitivo y eterno no es un mito. Es una verdad presente en la Biblia.

Así, pues, existe un castigo definitivo y eterno, al que la Iglesia denomina Infierno.

s/TJ:

Mito 3: Todos los buenos van al cielo

¿Cómo se creó el mito? A partir del siglo II, cuando los apóstoles de Jesús ya habían muerto, cobró importancia un grupo de teólogos conocidos hoy como los Padres de la Iglesia. Según una enciclopedia, “enseñaban que el alma incorpórea recibe la gloria celestial inmediatamente después de cualquier purificación que sea necesaria tras la muerte” (New Catholic Encyclopedia, 2003).

¿Qué dice la Biblia? “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredaránla tierra.” (Mateo 5:5.)

Aunque Jesús prometió a sus discípulos que les prepararía un lugar en el cielo, no dio a entender que todas las personas buenas irían allí (Juan 3:13; 14:2, 3). Recordemos que él oró para que se hiciera la voluntad de Dios no solo “en el cielo”, sino también “sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). 

En realidad, existen dos posibles destinos para los justos. Unos pocos irán al cielo para reinar con Cristo, pero la mayoría vivirá eternamente en la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 5:10).

Con el tiempo, la Iglesia primitiva cambió el concepto que tenía sobre su función en la Tierra. Una enciclopedia explica que “la Iglesia como institución poco a poco fue ocupando el lugar del esperado Reino de Dios” (The New Encyclopædia Britannica). A fin de consolidar su poder, comenzó a mezclarse en la política, a pesar de que Jesús había indicado claramente que sus seguidores no serían “parte del mundo” (Juan 15:19; 17:14-16; 18:36). Bajo la influencia del emperador romano Constantino, la Iglesia llegó a cambiar algunas de sus creencias fundamentales. Como veremos, una de ellas tenía que ver con la mismísima naturaleza de Dios.
Examine estos versículos: Salmo 37:10, 11, 29; Juan 17:3; 2 Timoteo 2:11, 12.

Así, pues, la mayoría de las personas buenas vivirán para siempre en la Tierra, no en el cielo.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 6)

Análisis:

Origen del mito: 

Según los testigos de Jehová, existen dos posibles destinos para los justos: el cielo, reservado a 144 mil justos, y la tierra, convertida en un paraíso, donde vivirán eternamente la mayoría de los justos, bajo el gobierno de Dios y de los 144 mil.

¿Qué dice la Biblia? 

1. La Biblia habla de una separación entre malos y buenos.
Así pasará al final de los tiempos: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los buenos y los arrojarán al horno ardiente. Allí será el llorar y el rechinar de dientes (Mt 13, 49-50).

2. Los malos irán al castigo eterno y los buenos a la vida eterna.
Entonces el rey dirá a los de la derecha: Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. (…) Dirá después a los que estén a la izquierda: « ¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! (…) Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.»(Mt 25, 34.41.45-46).

3. No se habla de una separación entre buenos y buenos.
Las parábolas del Reino presentes en Mt 13 (la parábola del trigo y la cizaña = Mt 13, 24-30 y la parábola de la red = Mt 13, 47-50) señalan la separación entre buenos y malos, entre justos y pecadores sin disposición a convertirse. No hay indicio de que existan cristianos de primera y de segunda clase, con destino distinto.

4. Estamos llamados a una única esperanza y a un solo destino
Los capítulos 2 y 3 del libro del Apocalipsis son enfáticos al señalar un único destino para los que son fieles a Jesús: se les permitirá comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios (Ap 2, 7); no padecerán la segunda muerte (Ap 2, 11b); recibirán el poder que Jesús recibió de su Padre (Ap 2, 26-28); sus nombres no serán borrados del libro de la vida (Ap 3, 5); serán columnas en el templo de Dios (Ap 3, 12); se sentarán en el trono de Jesús, junto a Él (Ap 3, 21).

Se trata de imágenes para describir la vida eterna, el acceso a la Jerusalén celestial.

En este mismo sentido se puede presentar la parábola de los trabajadores de la viña (Mt 20, 1-16), que habla sobre la recompensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús: se trata de un don, de un regalo inmerecido, que es igual para todos. De hecho, aunque fueron llamados a distinta hora, todos recibieron el mismo salario.

5. Nuestra patria no está aquí: ¡Está en el cielo!

Es cierto que en el Antiguo Testamento el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre según la justicia (Dt 6, 20-25). Pero en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el reino de los cielos, la vida eterna, la patria celestial.
Quienes así razonan demuestran que están buscando una patria. Pero si hubieran sentido nostalgia de lo que abandonaron, podrían haber vuelto allá. Por el contrario, aspiraban a una mejor, es decir, a la patria celestial.Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios, porque les había preparado una ciudad (Hb 11, 14-16).

Esto se lo decimos apoyados en la Palabra del Señor: los que quedemos vivos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los ya muertos; porque el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en Cristo; después nosotros, los que quedemos vivos,seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el Señor (1Tes 4, 15-17).

Así el Señor cumplirá plenamente lo que nos prometió en la Última Cena:

En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes (Jn 14, 2-3).

Así, pues, la creencia de una futura separación entre buenos y buenos es un mito. No es una verdad presente en la Biblia.

Así, pues, la Biblia habla de una separación entre malos y buenos; no entre buenos y buenos. Y promete la patria celestial, no un paraíso en la tierra.

s/TJ:

Mito 4: Dios es una Trinidad

¿Cómo se creó el mito? “Podría parecer que el dogma trinitario es, a fin de cuentas, un invento de finales del siglo IV. Y en cierto sentido, así es [...]. La fórmula ‘tres Personas distintas y un solo Dios’ no se arraigó firmemente sino hasta finales del siglo IV. Y, desde luego, no llegó a ser parte integral de la vida cristiana y de su profesión de fe antes de esa fecha.” (New Catholic Encyclopedia, 1967.)

“En el Concilio de Nicea que se celebró el 20 de mayo del año 325, Constantino mismo presidió y dirigió activamente las deliberaciones. Fue él quien propuso [...] la idea de que el Hijo es ‘consustancial al Padre’, fórmula fundamental con la que se describió la relación entre Cristo y Dios en el credo que allí se emitió. [...] Intimidados por el emperador, los obispos —con solo dos excepciones— firmaron el credo, muchos de ellos en contra de su opinión.” (Encyclopædia Britannica, 1970.)

¿Qué dice la Biblia? “[Esteban], lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios’.” (Hechos 7:55, 56, Biblia de JerusalénLatinoamericana.)

Como vemos, Esteban se llenó del espíritu santo de Dios —su fuerza activa— y vio a Jesús “de pie a la diestra de Dios”. ¿Qué nos enseña eso? Que Jesús no se convirtió en Dios después de resucitar y subir al cielo; en efecto, él es un ser espiritual diferente a su Padre. Además, el relato no indica que hubiera una tercera persona al lado de Dios. A lo largo del tiempo se han hecho muchos intentos por encontrar versículos con los que defender la Trinidad; con todo, un sacerdote dominico tuvo que reconocer: “En ningún lugar del Nuevo Testamento se encuentra la afirmación de que existen tres personas en un solo Dios”.                                                             (À l’aube du christianisme: la naissance des dogmes [Los albores del cristianismo: el nacimiento de los dogmas], de Marie-Émile Boismard).

La intención de Constantino al promover este dogma era acabar con los desacuerdos que había en la Iglesia durante el siglo IV. Sin embargo, la creación de este mito generó otra cuestión: María, la mujer que dio a luz a Jesús, ¿es “la Madre de Dios”?

Examine estos versículos: Mateo 26:39; Juan 14:28; 1 Corintios 15:27, 28; Colosenses 1:15, 16. 

Así, pues, la Trinidad es una doctrina inventada a finales del siglo IV.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 7)

Análisis:

Origen del mito: 

Según los testigos de Jehová, el dogma de la Santísima Trinidad es un invento del siglo IV, no presente en la Biblia, puesto que fue introducido por la intervención del emperador Constantino (272-337 d.C.) en la vida de la Iglesia.

¿Qué dice la Biblia? 

Existe un solo Dios

La Biblia presenta con mucha claridad que existe un solo Dios.

En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra (Gn 1,1).
Yo soy Yavé, y no hay otro igual, fuera de mí no hay ningún otro Dios (Is 45,5).

Adorarás al Señor tu Dios, y a El sólo servirás (Mt 4,10).
Un solo Dios en tres personas distintas

Al mismo tiempo, la Sagrada Escritura nos presenta que en Dios hay tres personas distintas: el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo.

Veamos cómo se presenta que cada una de las tres personas es Dios.

·         El Padre es Dios

Sobre este punto, no hay ninguna dificultad. Tanto los católicos como los Testigos de Jehová creemos que el Padre celestial es Dios verdadero.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo (Ef 1,3).

·         Jesús, el Hijo, es Dios.

Por otra parte, hay numerosos textos en la Biblia que muestran la divinidad de nuestro Señor Jesucristo.

Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).

Ahora nos queda aguardar la feliz esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, que se entregó por nosotros para rescatarnos de todo pecado y purificar a un pueblo que fuese suyo, dedicado a toda obra buena (Tit 2,13-14).
A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén (Rm 9,5).

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (Jn 1,1).

Jesús no es el arcángel Miguel, como afirman los Testigos de Jehová. En realidad la Sagrada Escritura afirma que él “es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8). 

·         El Espíritu Santo es Dios

También hay pasajes bíblicos que nos muestran la divinidad del Espíritu Santo. Para exponerlos, empecemos por aclarar que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad no es una fuerza, como afirman los testigos de Jehová.

El Espíritu Santo no es algo; es Alguien.

Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho (Jn 14, 26).

Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,26).

El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables (Hch 15,28).
Divinidad del Espíritu Santo.

Ahora presentemos textos que muestran que el Espíritu Santo es Dios
Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios» (Hch 5,3-4).

Comparemos ahora dos pasajes bíblicos, uno del Nuevo Testamento y otro del Antiguo, lo que nos permitirá asomarnos a la existencia y a la divinidad de la tercera persona de la Santísima Trinidad:

Unos se convencían con sus palabras, pero otros se resistían a creer,y mientras ellos se retiraban sin haberse puesto de acuerdo, Pablo dijo esta sola frase: «Son muy ciertas las palabras que el Espíritu Santo dijo a los padres de ustedes, por medio del profeta Isaías: "Ve a decir a este pueblo: Por más que oigan no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, se taparon los oídos y cerraron los ojos, por temor de que sus ojos vean, que sus oídos oigan, que su corazón comprenda, que se conviertan, y que yo los cure". Sepan entonces que esa salvación de Dios va a ser anunciada a los paganos. Ellos sí que la escucharán» (Hch 28,24-28).
Y oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Y respondí: «Aquí me tienes, mándame a mí.» El me dijo: «Ve y dile a este pueblo: Por más que ustedes escuchen, no entenderán; por más que ustedes miren, nunca ven.» ¡Puedes ir! Se pondrá más pesado el corazón de este pueblo, se volverán sordos sus oídos y se les pegarán sus ojos. ¿Acaso se atreverían a ver con sus ojos, y a oír sus oídos, para que comprenda su corazón, y se conviertan y recuperen la salud?» (Is 6,8-10).

Como puede verse, en estos dos textos se identifica al Espíritu Santo con el Señor Dios que se manifestó al profeta Isaías.

Las tres personas divinas en la Sagrada Escritura
Ahora presentaremos los textos bíblicos más relevantes donde se nos presentan conjuntamente a las tres personas divinas.

              a)   En el bautismo de Jesús

En aquellos días Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, mientras se escuchaban estas palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido.» (Mc 1,9-11).

               b)   En el envío de los 72 discípulos 

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido (Lc 10,21).

                c)   En la predicación apostólica

A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen (Hch 2,32-33).

                  d)   En la fórmula bautismal

Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).

                  e)   En las cartas paulinas

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos (1Cor 12,4-6).

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes (2Cor 13,13).

Pues bien, ¿cuándo surgió el término Trinidad? Lo utilizaron por primera vez Tertuliano (160-220 d.C.) y Teófilo de Antioquía (+180) para expresar esta verdad de fe contenida en la Sagrada Escritura. Como puede verse, en todo esto no tuvo nada que ver Constantino, quien nació hacia el año 272 y murió en el 337 d.C.

Así, pues, si existe la Trinidad. No es un invento de Constantino. Se trata de una verdad de fe contenida en la Sagrada Escritura.

s/TJ:

Mito 5: María es la Madre de Dios

¿Cómo se creó el mito? “La veneración de la madre de Dios cobró auge cuando [...] los paganos se convirtieron en masa. [...] El milenario culto a la ‘gran diosa madre’ y a la ‘virgen divina’ había moldeado [la] devoción y religiosidad [de aquellos paganos conversos].”               (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

¿Qué dice la Biblia? “Vas a concebir [...] un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo [...]; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.” (Cursivas nuestras; Lucas 1:31-35, Biblia de JerusalénLatinoamericana.)

Como puede verse en este pasaje bíblico, María no fue la madre de Dios, sino del “Hijo de Dios”. La Biblia dice que ni siquiera los cielos pueden contener a Dios; entonces, ¿cómo iba a contenerlo la matriz de María? (1 Reyes 8:27.) Además, ella jamás afirmó ser la madre de Dios. Así pues, ¿a qué se debe esta confusión respecto a la identidad de María? Al mito de la Trinidad. Las bases para la devoción a María se sentaron en el año 431, cuando el Concilio de Éfeso la proclamó “Madre de Dios”, o Theotokos (en griego, “la que da a luz a Dios”). Es interesante notar que Éfeso, la ciudad donde se celebró aquel concilio, fue por siglos el centro del culto idolátrico a Ártemis, la diosa de la fertilidad.

Muchos aspectos de la veneración a María, como las procesiones, tienen su origen en la adoración de Ártemis, cuya imagen supuestamente “cayó del cielo” (Hechos 19:35). De hecho, otra práctica que se infiltró poco a poco en la doctrina cristiana fue el empleo de imágenes.

Examine estos versículos: Mateo 13:53-56; Marcos 3:31-35; Lucas 11:27, 28.

Así, pues, María fue madre del Hijo de Dios. El mito de que es la Madre de Dios en realidad procede de la doctrina de la Trinidad.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 8)

Análisis:

Origen del mito. 
Como es bien sabido, los testigos de Jehová niegan la Trinidad y, por lo tanto, la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Una cosa lleva a la otra: Si Jesús no es Dios, entonces María no puede ser llamada Madre de Dios. Puede, en todo caso, ser llamada madre del Hijo de Dios.

Según los testigos de Jehová, "las bases para la devoción a María se sentaron en el año 431, cuando el Concilio de Éfeso la proclamó “Madre de Dios”, o Theotokos (en griego, “la que da a luz a Dios”)".
¿Qué dice la Biblia? 

1) María es verdaderamente madre de Jesús
Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, NACIDO DE UNA MUJER, nacido bajo la Ley (Gál 4,4).

Este Hijo, del que nos habla San Pablo, es Jesús, nuestro Salvador.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16).
Y María es mencionada múltiples veces en la Sagrada Escritura como su Madre (Mt 2, 11.13-14.20-21; Jn 2, 1-3; 19, 25-27). Veamos este significativo pasaje:
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José (Mt 1, 18a).

2) Jesús es verdadero Dios
En muchos pasajes de la Biblia se nos presenta que Jesús, nacido de la Virgen María por obra y gracia del Espíritu Santo, es verdadero Dios.
En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el VERBO ERA DIOS (Jn 1,1).

Santo Tomás, habiendo dudado de la resurrección del Señor, cuándo se le presenta Cristo Resucitado, exclama al verlo y escucharlo:
Señor mío y DIOS MÍO (Jn 20,28).

En la Carta a los Romanos, el apóstol San Pablo escribe lo siguiente:
Suyos son los patriarcas y de ellos, en cuanto hombre, procede Cristo, que está sobre todas las cosas y es DIOS BENDITO por siempre (Rom 9,5).

Uno de los textos más reveladores es el siguiente:
Vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente, aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la Gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo (Tit 2, 12a-13).

3) Podemos decir que María es Madre de Dios
Teniendo esto en cuenta todo lo anterior, es más fácil entender porqué, desde los primeros siglos de la Iglesia, llamamos a María con el hermoso título de Madre de Dios.

De hecho, la primera en llamarle de esta manera fue su parienta Isabel:

¿Cómo he merecido yo que venga a mí la MADRE DE MI SEÑOR? (Lc 1,43).

Hay que recordar que, en este tiempo, el título o la palabra SEÑOR se reservaba para Dios. Pues bien, en el Nuevo Testamento se atribuye también a Cristo (Cf. Flp 2, 9-11; Rm 10, 9.13; 1Cor 2, 16), indicando su divinidad.

Así pues, los católicos no creemos que María sea Madre de Dios porque pensamos que ella ha dado origen a Dios o que ella es anterior a Dios. La llamamos Madre de Dios porque es Madre de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre.

Por eso los católicos la saludamos con estas palabras, que encontramos en la Liturgia de las Horas: “Dichosa eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Creador del Universo” (Cf. Col 1, 16-20).

O también esta expresión: “Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre”.

Así, pues, para decirlo con palabras más claras: Si María es Madre de Jesús (Hch 1, 14) y Jesús es Dios (Tit 2, 13), podemos decir con toda razón que María es Madre de Dios, aunque le haya dado a Jesús solamente el cuerpo humano.

Lo que hizo el Concilio de Éfeso fue proponer esta verdad contenida en la Biblia y presente en la Sagrada Tradición ante la herejía de Nestorio, el precursor de todos aquellos que niegan la maternidad divina de María.

s/TJ:

Mito 6: Está bien usar imágenes para adorar aDios

¿Cómo se creó el mito? “Los primeros cristianos no usaban imágenes para adorar a Dios [...]. La Iglesia justificó la admisión de imágenes durante los siglos IV y V argumentando que la gente inculta aprendería las enseñanzas del cristianismo más fácilmente con imágenes que con sermones o libros.” (Cyclopedia of Biblical, Theological,and Ecclesiastical Literature, de McClintock y Strong.)

¿Qué dice la Biblia? “No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores.” (Éxodo 20:4, 5,Nueva Versión Internacional.) Y en el siglo I, el apóstol Juan exhortó a los cristianos: “Hijitos, guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).

Muchas religiones afirman que las imágenes no son ídolos, sino un medio para acercarse y honrar a la persona a la que representan. Pero ¿es eso cierto? De acuerdo con una enciclopedia, “es posible que, al principio, las imágenes tuvieran fines principalmente didácticos y decorativos; al menos, así era como se justificaba su uso. Sin embargo, pronto resultó evidente que se habían convertido en objeto de veneración. Esto es especialmente cierto en el caso de los iconos de la Iglesia Ortodoxa Oriental, donde llegaron a ser parte principal del culto” (The Encyclopedia of Religion). Ahora bien, ¿tienen algún valor esas imágenes? No, pues el profeta Isaías dijo: “¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que se le asemeje?” (Isaías 40:18, Nácar-Colunga, 1972).

Examine estos versículos: Is 44:13-19; Hech 10:25 , 26; 17:29 ; 2 Cor 5:7.

Así, pues, Dios no aprueba que usemos imágenes para adorarlo.
(La Atalaya 1/11/2009, pág 9)

Análisis:

¿Cómo se creó el mito? 

A) Por una mala interpretación de la Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento). Sacan de contexto Ex 20, 4-5 y otros pasajes que se refieren a los ídolos para decir que Dios prohíbe las imágenes y para enseñar que las imágenes no deben utilizarse en el culto divino.

    B) Por un desconocimiento de la historia de Israel y de la
Iglesia. Ignoran que el pueblo de Israel uso imágenes en el Templo de Jerusalén (1Re 6 y 7) y en las sinagogas y que los primeros cristianos utilizaron imágenes desde un principio, como puede verse en las catacumbas.

¿Qué dice la Biblia? 

Según la Biblia, es posible utilizar imágenes y objetos sagrados en el culto que se tributa a Dios y en los espacios consagrados al Señor para rendirle adoración. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2130) “ya en el Antiguo Testamento Dios ordenó o permitió la institución de imágenes que conducirían simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce (cf Nm 21, 4-9; Sb 16, 5-14; Jn 3, 14-15), el arca de la Alianza y los querubines (cf Ex 25, 10-12; 1 R 6, 23-28; 7, 23-26)”. Veamos estos pasajes bíblicos:

En Éxodo 25 leemos que Dios solicita un santuario y pide también todo lo necesario para darle culto:

Me van a hacer un SANTUARIO para que yo habite en medio de ellos, y lo harán, como también todas LAS COSAS NECESARIAS PARA MI CULTO, según el modelo que yo te enseñaré (Ex 25, 8-9).

Entre estas cosas necesarias para el culto destaca el Arca de la Alianza. Veamos sus características:

Harás un Arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y otro codo y medio de alto. (…) En el Arca pondrás el Testimonio que yo te daré. Le harás una cubierta, el Lugar del Perdón, de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho. Asimismo, HARÁS DOS QUERUBINES DE ORO MACIZO, y los pondrás en las extremidades de la cubierta. Pondrás un querubín a una extremidad, y el otro en la otra; formarán un solo cuerpo con la cubierta, a sus dos lados. Los querubines extenderán sus alas hacia arriba y sus alas cubrirán el Lugar del Perdón. Estarán de frente el uno al otro y sus caras mirarán hacia el Lugar del Perdón. Lo pondrás sobre el Arca, y pondrás dentro de ella el Testimonio que yo te daré. Allí me encontraré contigo para darte mis órdenes referentes a los hijos de Israel. TE HABLARÉ DE ENCIMA DEL LUGAR DEL PERDÓN, DE EN MEDIO DE LOS DOS QUERUBINES puestos sobre el Arca del Testimonio (Ex 25, 10.16-22).

Este santuario es una tienda móvil que acompañó a Israel desde su permanencia en el desierto hasta la construcción del Templo por Salomón. Se le llamó la Tienda del Encuentro o la Tienda del Testimonio, pues es el espacio de encuentro entre Dios y su pueblo a través de Moisés. Pues bien, tenía dos querubines de oro macizo que Dios mismo mandó construir, como se observa en el versículo 18.

Veamos otras características de este santuario:

La Morada tendrá que ser hecha de diez cortinas de lino fino de color jacinto morado y rojo, ADORNADAS CON QUERUBINES. Cada cortina tendrá catorce metros de largo y dos de ancho. Todas serán de una misma medida (Ex 26, 1-2).

Notamos que nuevamente Dios requiere que en su Morada estén presentes las imágenes de querubines. Lo mismo ocurre con el Templo, construido por el rey Salomón, como puede verse en el primer libro de los Reyes, capítulos 6, 7 y 8 y en el segundo libro de las Crónicas, capítulo 3:

Toda la Casa estaba pues recubierta de oro; también estaba recubierto de oro el altar ubicado delante del Santo de los Santos. En el Santo de los Santos [Salomón] puso DOS QUERUBINES DE MADERA DE OLIVO SILVESTRE de cinco metros de alto. (…) Hizo esculpir en relieve en todas las paredes de la Casa, por todo el derredor, tanto por fuera como por dentro, querubines, palmas y flores. (1Re 6, 22-23.29).

El rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida a su alrededor estaban allí delante del Arca. Ofrecieron sacrificios de ganado menor y mayor en tal cantidad que era imposible contarlos. Los sacerdotes trasladaron el Arca de la Alianza de Yavé a su lugar, en la pieza más santa de la Casa, el Santo de los Santos, debajo de las alas de los Querubines. Los querubines extendían sus alas por encima del sitio donde se ubicaba el Arca y así cubrían el Arca y sus andas (1Re 8, 5-7).

Pues bien, la construcción agradó tanto a Yavé, que su Gloria llenó el Templo:

Cuando Salomón acabó de rezar, bajó fuego del cielo que devoró el holocausto y los sacrificios mientras LA GLORIA DE YAVÉ LLENÓ LA CASA. Los sacerdotes no podían entrar en la Casa de Yavé, porque su Gloria la llenaba. Entonces todos los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la Gloria de Yavé sobre la Casa, se postraron sobre el pavimento, adoraron y alabaron a Yavé: «Porque es bueno, porque es eterno su amor.» (2Cro 7, 1-3).

Además, Yavé hizo con pueblo este solemne compromiso:

Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar; pues ahora he escogido y santificado esta Casa, para que en ella permanezca mi Nombre para siempre. Allí estarán mis ojos y mi corazón todos los días (2Cro 7, 15-16).

Otro texto altamente significativo es el que presentamos a continuación, donde se muestra que Dios manda construir imágenes:
Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes-ardientes. Muchos de los israelitas murieron por sus mordeduras. El pueblo fue a ver a Moisés y le dijo: «Hemos pecado, hemos murmurado contra Yavé y contra ti. Ruega a Yavé por nosotros, para que aleje de nosotros las serpientes.» Moisés oró por el pueblo, y YAVÉ LE DIJO A MOISÉS: «HAZTE UNA SERPIENTE DE BRONCE y colócala en un poste. El que haya sido mordido, al verla, sanará.» Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un poste. Cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba la serpiente de bronce y se sanaba (Nm 21, 6-9).

Por otra parte, conviene tener en cuenta que los primeros cristianos, aquellos que murieron mártires en los circos romanos, sí tenían imágenes. De hecho, en las catacumbas se han encontrado imágenes y esculturas que están fechadas en los primeros siglos de la era cristiana. Recordemos que en las catacumbas se celebraba la Eucaristía y se sepultaba los cuerpos de los mártires. Entre las imágenes destacan el cordero, el pez, el ancla, el Buen Pastor, la vid, las vírgenes necias y las prudentes, Noé, David, Moisés, Jonás, Tobías, Jesús, María, los santos apóstoles, la Virgen con el Niño Jesús y los reyes magos.

He aquí algunas cifras significativas: de san Pedro se han encontrado unas trescientas representaciones; del Buen Pastor, unas ciento veinte pinturas y ciento cincuenta esculturas; de la adoración de los magos, unas ochenta y cinco veces. La imagen más antigua de la Virgen María es del siglo II.

¿Por qué? Es en el cristianismo donde se da el culto a las imágenes porque es la religión del Verbo hecho carne y es el Misterio de la Navidad, es decir, de la Natividad del Señor, el que ha dado lugar a las imágenes.

Así, pues, Dios sí aprueba que usemos imágenes para adorarlo.

(Los correspondientes Análisis están tomados de "Aleteia") (Puede buscarse, para su ampliación, los distintos temas que aparecen en estos análisis en las etiquetas de la presente web)