s/TJ:
La Biblia dice muy claramente que
el alma está sujeta a la muerte, diciendo: "El alma que
esté pecando... ella misma morirá" (Ez 18;4-20). El apóstol Pedro
citó de los escritos de Moisés acerca de Jesús y dijo: "En verdad,
cualquier alma que no escuche a ese
profeta será completamente destruida de entre el pueblo" (Hech 3;23). Y si
usted busca a (Jos 10;28-39), hallará siete lugares en los cuales se dice
que al alma se le da muerte o se le destruye. En
consistencia con esta verdad fundamental, ni una sola
vez en todos sus versículos dice la Biblia que
las almas humanas o las almas animales sean inmortales,
imperecederas, que no puedan ser destruidas ni morir. Sin embargo, hay
docenas de textos bíblicos que muestran que el alma puede morir o ser
muerta (Lv 23;30) (Sant 5;20) (Num 23;10) (Ap 16;3) (Ecls 3;19) (Sl 78;50) (Sl
116;8) (Gn 37;21) (Num 35;11) (Job 36;14) ("La verdad que lleva a
vida eterna", pág 38-40)
Análisis:
Afirman los TJ y
en esto encuentran buena acogida entre los escépticos y
ateos, que, puesto que el hombre no tiene un alma, sino que el alma
es la propia vida humana, la muerte significa el fin de la existencia
consciente. La única esperanza para el ser humano -dicen- es la
promesa de resurrección que Dios nos ha hecho (Ecl 3;18-19) (Ecl 9;7-10)
En estos párrafos que
aducen los TJ puede verse una manifiesta intención de destacar la
doctrina russellista de la inconsciencia del ser humano tras de la muerte.
Pero cualquier lector que lea por entero en la Biblia cada uno de estos
pasajes, se dará cuenta de que el predicador está hablando de la apariencia
de la muerte desde este lado de la vida. Ecl 9;7-10 parece ser una
crítica de la avaricia. Todos conocemos a personas que por amor
al dinero no disfrutan de la vida, con el torpe afán
de acumularlo, como si nunca tuvieran que morir. De aquí el consejo:
"Goza de la vida con la esposa que amas, porque ésta es tu
parte en la vida y en tu trabajo con que te afanas debajo del
sol", reiterando la declaración del v6: "y nunca más tendrán
parte en lo que se hace debajo del sol". Tanto en el párrafo
de Ecl 3 como en el de Ecl 9, se recalca por el predicador "debajo
del sol", limitando así su comentario a la tierra; pero
esto no se refiere a lo que ocurre al espíritu humano "más allá del
sol".
Que la declaración: "No
hay trabajo, ni formación de proyectos ni conocimiento" debe
entenderse exclusivamente con referencia a los asuntos de esta vida, lo
demuestra el mismo autor del Ecl 3, v17, donde acaba de decir: "porque allá
hay tiempo para todo asunto y toda obra". Que este
"allá" es al otro lado de la vida, lo demuestra al
decir "al justo y al impío juzgará Dios". Es en
donde tiene lugar el juicio que hay tiempo para todo asunto y para toda
obra.
Hay que remarcar aquí un
detalle extraordinario que, aunque parece insignificante no lo es, antes puede
ser considerado como una de las pruebas de la inspiración verbal de
la Biblia. Es el detalle de que, aun cuando
la palabra "juzgará" está
en futuro, la declaración "hay tiempo para
todo lo que se quiere y todo lo que se hace",
está en presente. Si se refiriera
al tiempo de la resurrección, debería decir
"habrá tiempo" (en futuro), pero no es así, sino que por
tres veces se halla remarcado el presente
en el texto bíblico "hay...",
"se quiere..." "se hace..."
¿Puede pedirse una aclaración más explícita de que cuando en el capítulo 9;5
dice que "los muertos nada saben",
se refiere a las cosas de esta vida, no a
un estado de inconsciencia en el más allá,
y lo aclara a continuación diciendo: "ni
tienen más paga, porque su memoria es puesta en olvido.
También su amor y su odio y su envidia feneció ya; ni tiene más parte en
todo lo que se hace debajo del sol" ? (Ecl 9;5-6)
A
continuación, encontramos que este aspecto desolador
que nos ofrece la muerte haciéndonos, desde el punto de
vista de aquí, iguales a los animales, tiene un propósito de parte de
Dios. Dios ha dejado la inmortalidad del hombre envuelta en el
misterio "para probarle". Aun después de haber venido
Nuestro Señor Jesucristo y habernos hablado del más allá en
términos mucho más seguros y concretos, aun nosotros nos hallamos
en esta prueba, al no permitir el Señor que tengamos
ningún contacto con los seres fallecidos, a fin de que tengamos
ocasión de confiar enteramente en su Palabra, y así ejercer una fe
"sin ver". Por más que exista la vida, la inmortalidad y
el bienestar, que anticipaba el apóstol S. Pablo cuando decía que
"ser desatado y estar con Cristo es mucho mejor"
(Fl 1;23), todo esto lo sabemos por fe en la Palabra de Dios; no
por pruebas objetivas.
He aquí
el evidente propósito del pasaje, pero los traductores de
la "Biblia del Nuevo Mundo" han procurado embrollarlo con
fines sectarios, traduciéndolo del siguiente modo: "Yo, yo mismo
he dicho en mi corazón, tocante a los hijos de la humanidad, que
el Dios (verdadero) va a seleccionarlos para que vean que ellos
mismos son bestias".
¿Qué sentido tiene el versículo traducido de esta manera?
"Seleccionar", es escoger, y tiene un sentido totalmente diferente de
"probar", que es el verdadero sentido del pasaje en el
texto hebreo. Y que el autor tiene en mente la idea moral de
"probar" y no de "seleccionar" lo demuestra
al decir a continuación "para que ellos mismos vean
que son semejantes a las bestias". La expresión "seleccionarlos para
que vean que ellos mismos son bestias", no tiene
sentido en castellano.
El texto hebreo, traducido
literalmente, palabra por palabra, es así: "He dicho
yo mismo en mi corazón sobre los dichos de los hombres de
ser elegidos de Dios, y he visto que ellos son animales allá para ellos".
Las últimas palabras "allá"
y "para ellos", que tan mala sintaxis hacen en castellano,
traducidas literalmente nos dan, sin embargo, la clave del
sentido del texto. Los hombres son animales, en su muerte,
"allá y para ellos". Es decir, desde el punto de
vista de lo que ellos pueden ver allá abajo. No desde el
punto de vista de Dios y la eternidad. ¡Qué
preciosa prueba filológica de inspiración divina del
sagrado texto! Pues los conocimientos humanos de
Salomón no le permitían ver otra cosa que lo que todo
el mundo ve en la muerte, y así el mismo lo
confiesa... Sin embargo, escribe: "allá y para ellos",
como si no fuera él quien escribiera, sino el Espíritu de Dios
que sabe lo que hay por encima de la muerte.
Por esto
es perfectamente justificada la paráfrasis "como los
animales", conque traducen el verso todas las versiones
católicas, protestantes y judías, porque este es
el evidente sentido que resulta del hebreo mediante las
palabras allí y para ellos (lahem) aunde un
modo mucho más claro y enfático que por la simple
introducción de la palabra "como".
Pero que el autor
de Eclesiastés no cree que el hombre sea una bestia, como
declaran aquí descaradamente los traductores de la Biblia
russellista, queda comprobado de nuevo en (Ecl 12;7),
donde tras una descripción poética de la vejez,
leemos: "Y el polvo vuelva a la tierra de donde
vino, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio". Aquí tenemos
la respuesta a la pregunta del capítulo 3: "¿Quién sabe que
el aliento del animal se queda en la tierra y el
aliento (espíritu) del hombre sube arriba? Lo
sabemos por revelación de Dios. La frase hebrea "Ruaj
tachuv el haelo asher netanah" lo demuestra claramente. El
"Ruaj" del hombre vuelve a Dios que
los dio. ¿Y qué es lo que vuelve a
Dios? No puede ser su soplo o aliento en el sentido literal
o físico. Dios no es un coleccionador de soplos de viento; pero
es el Padre de los espíritus (Hb
12;9). Es, pues, el espíritu consciente
del hombre, el que puede llamar a Dios Padre, quien vuelve
a su Creador. (Ver traducción de (Hb 12;9) en la traducción del NM. Está
totalmente cambiada)
Otro texto favorito
de los TJ, es el pasaje de (Is 38;18-19), donde el rey
Ezequías habla en términos muy pesimistas acerca de la
muerte. Pero al leer este pasaje debemos tener en cuenta
que se trata de la súplica de un enfermo de muerte que
ora a Dios implorando unos cuantos años más de vida, por varias
razones que en el mismo pasaje expone: Una de ellas la necesidad de dar a
sus hijos un conocimiento más claro de las cosas de Dios llevándoles
al templo, lo que no podría hacer desde el otro lado
del sepulcro.
Otros textos
favoritos de los TJ son (Sl 6;5) (Sl 22;29) (Sl
146;4). Pero la lectura de estos y otros
pasajes similares, muestra que son una descripción de lo que ocurre
al ser humano en la muerte vista desde este lado de la tumba.
s/TJ:
"No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su espíritu, y él se torna en su tierra en ese día de veras perecen sus pensamientos..." (NM) (Sl 146;4) En este versículo y en otros similares (Sl 6;5) (Ecls 9; 5,10) tenemos la demostración palpable de que no es posible que una persona sufra después de la muerte, porque, sencillamente, no está viva. "Los muertos nada saben" y "No hay obra ni empresa ni ciencia, ni sabiduría en Sheol a donde van". Este es el destino del hombre pecador (Ecl 3;19,20) (Gn 20;24,30) (Nm 31;28).
Análisis:
Los TJ usan el pasaje de (Sl 146;4) para argüir que no hay existencia consciente después de la muerte, pues los "pensamientos" del hombre han perecido. No obstante, ¿es ese el mensaje que el escritor de este salmo quería dar? ¿Se escribieron esos versículos para instruir a los lectores acerca de la condición en que se encuentran los muertos? O, ¿extraen los TJ de aquellas palabras una idea que no estaba en la mente del escritor (ni del Autor divino)?
La idea central de este (Sl
146) es la confianza en Dios de quien únicamente puede venir
el auxilio seguro al hombre. En consecuencia,
es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos
príncipes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda
a nadie porque perecen hasta sus pensamientos. Sólo el Dios de
Jacob puede inspirar verdadera confianza.
Todos estos versículos corresponden a
distintas fases de la evolución que la revelación de los temas
de la retribución, han ido experimentando a lo largo de los
siglos. El hombre meditando sobre todos estos asuntos se
ha hecho preguntas que poco a poco Dios, por
medios de sus respuestas, le ha ido clarificando.
Jesucristo cierra el proceso con su doctrina definitiva sobre todo ello.
Intentar, pues, que estos
versículos den sentido a la doctrina de Jesucristo, es simplemente,
trastocar las cosas ya que Jesucristo vino a perfeccionar la Ley no a
que ésta le enmendara la plana a él. Es un proceso parecido al que siguen
los propios TJ cuando hablando de según qué temas dicen que los TJ
actuales tienen las cosas más claras que los primeros ya que con su
estudio han profundizado en el asunto y ahora están en disposición de
decir tal o cual cosa incluso contraria a la que se había venido
defendiendo hasta la fecha. Por ejemplo, el caso de la cruz o el de qué
ocurrió en 1914 o el del tiempo del fin, etc. Podríamos decir
que a lo largo de los libros de la Biblia hay multitud de
enseñanzas que se van desarrollando... aunque no contradiciendo.
En (Ecls
9;5) Cohelet continúa el mismo pensamiento que viene
desarrollando en versículos anteriores, esto es, las ventajas de la
vida sobre el estado que, según las creencias de Cohelet y los israelitas
de su tiempo, esperaba al hombre después de su muerte. Esta vez propone
este pensamiento bajo una forma que puede
dar lugar a falsas interpretaciones, sino se tiene en cuenta el
contexto de la frase. Cohelet
contrapone sencillamente la condición de los vivos y la condición
que, según la concepción del Antiguo Testamento, esperaba a los muertos, y
es en contraste con ésta como hay que interpretar aquella.
Los vivos saben que han de
morir, es decir, viven todavía y pueden disfrutar de los bienes y
felicidad que Dios les conceda en esta vida, tan querida, por
más que esté llena de miserias, mientras que los muertos ya no
saben nada. Para los sabios, el conocer, el saber, es la más
noble manifestación de la vida. No esperan
salario alguno, privados como están de toda actividad y trabajo
que pudiera merecerlo; más aún, al cabo de cierto
tiempo ni memoria queda de ellos entre los vivos, de modo que ya no
cuentan para nada, lo que constituye para Cohelet gran desilusión. (Ecls
1;11) (Ecls 2;16). El autor no pone en duda o niega la inmortalidad del
alma y la retribución futura, sino que la ignora, y compara la condición de los
vivos con la de los muertos conforme a sus concepciones respecto del Sheol.
s/TJ:
Cuando muere el cuerpo, nada
lo sobrevive: "En el sepulcro no hay
trabajo, ni pensamiento, ni conocimiento, ni sabiduría (Ecls 9;10) Cuando
alguien muere, "vuelve a su
suelo; en ese día de veras perecen
sus pensamientos" (Sl 146;4). En estos versículos y en otros similares,
(Sl 6;5), tenemos la demostración palpable de que no es posible que una persona sufra después de la muerte, porque,
sencillamente, no está viva. El alma muerta no está consciente de nada, de ahí que la Biblia diga poéticamente que los muertos están dormidos (Mt 9;24).
Análisis:
Una vez muerto -era la
creencia de entonces- se bajaba a la región subterránea del
Sheol. En él los difuntos estaban libres de toda clase
de dolores, aunque llevaban una vida lánguida, de
sombras, sin vigor físico. En el libro de Job, por ejemplo, el
varón de Hus prefiere esta situación a la tragedia que
estaba viviendo. Precisamente por no tener luces sobre la
retribución en ultratumba, el hagiógrafo no coloca en los labios de Job
palabras más esperanzadoras. La perspectiva de la supervivencia y
retribución en ultratumba sólo aparece en los últimos
libros del antiguo testamento (sabiduría y Macabeos, no aceptados por
los TJ, y de un modo claro en todo el N.T. o Escrituras Griegas).
Los TJ usan este
versículo para argüir que no hay existencia consciente después de
la muerte, pues los "pensamientos" del hombre han
perecido. No obstante, ¿es ese el mensaje
que el escritor del (Sl 146) quería dar? ¿Se escribieron esos
versículos para instruir a los lectores acerca de
la condición en que se encuentran los muertos?
No. Claramente
no. La lección del (Sl 146) es que debemos poner nuestra
confianza en Dios antes que en los líderes humanos. En
efecto. Hay que alabar a Dios (v.1-2). En contraste con
el hombre, Dios es un Ayudador que da una esperanza segura
(v.5), creó el cielo y la tierra (v.6), hace justicia a los
agraviados (v.7), sana a los enfermos (v.8), se preocupa por los desamparados
(v.9) y es Rey para siempre (v.10). El hombre, al contrario,
no ofrece una verdadera salvación (v.3), porque también muere y
todo lo que pensaba hacer muere con él (v.4).
Cuando se lee el (Sl 146) en su contexto, es evidente
que el (v.4) no niega la vida consciente después de la
muerte. Los TJ usan mal el
versículo cuando lo sacan de su contexto.
Debe dejarse constancia
ya en este lugar que cuando en el (Sl 146;3-4) se dice:
"Saldrá su espíritu, tornarase en su tierra" (RV),
"espíritu" es traducción no de "nephesh" -que en
al AT se traduce por alma- sino de "Ruach" (latín =
spíritus) (griego = pneuma) que significa viento o aliento. En tanto que
este aliento se mantiene en el hombre, vive (Jb 27;3), cuando parte, él vuelve
a la tierra (Sl 146;3-4). Véase, también: (Js 2;11) (Jc 8;3) (1Sam 1;15) (Gn
26;35) (Pr 29;11) (Ez 20;32) (Hab 1;11). Está claro que el viento en la
Escritura es como un emblema apropiado del gran y penetrante poder del
Dios invisible. Además, el aliento se presenta no sólo como símbolo de los
profundos sentimientos que se generan dentro del
hombre, como dolor e ira, sino también sentimientos asociados en la naturaleza
de Dios. Dios no es presentado en la Escritura como un alma
-esto es, el centro del apetito físico y el principio animador de un
cuerpo- sino como un espíritu, esto es, un invisible ser
viviente capaz de profundas emociones. Además, se revela
que Dios y solamente Dios, tiene la facultad de comunicar Su
Espíritu o vida a Sus criaturas, que quedan
así capacitadas para sentir, hablar, pensar y actuar en armonía
con la voluntad de Dios.
s/TJ:
Hasta de Jesucristo la Biblia dice: "Derramó su alma hasta la mismísima muerte" (Is 53;12). La enseñanza del rescate prueba que fue un alma (Adán) quien pecó, y que para rescatar a los humanos tenía que sacrificarse un alma (un hombre) correspondiente. Cristo al "derramar su alma hasta la muerte", suministró el precio de rescate. Jesús, alma humana murió. Vemos, pues, que el alma humana es la persona misma, y cuando la persona muere, es el alma humana lo que muere. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40)
Mucho del mal entendimiento
acerca de la muerte se ha debido a la confusión que
hay en la mente de muchas personas en cuanto al significado
de "alma" y "espíritu". La Biblia muestra que no
son la misma cosa. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág
38-40)
Análisis:
En hebreo, como en la mayor parte de los otros lenguajes, el derramamiento de la sangre de un hombre era una frase que se utilizaba para representar el arrebatamiento de su vida, porque "la vida de la carne en la sangre está". En esta frase, repetida una y otra vez, vemos que la sangre representa "el alma"; y si la primera fluye saliendo del cuerpo, la otra también sale (Pr 28;17) (Ez 33;6) (Jn 1;14)
Esta identificación mística de la carne
y la vida es de gran interés por lo que
tiene que ver con la muerte expiatoria de
Cristo. Se nos dice que El derramó Su alma hasta la muerte, y que
derramó Su sangre para remisión de pecados. Es evidente que el
derramamiento de la sangre fue la señal exterior y visible de la separación
del alma del cuerpo en muerte.
"Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo
del altar las almas de los que fueron muertos atrozmente, a causa de la
Palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que
tenían. Y clamaron con voz fuerte diciendo: ¿Hasta cuándo Soberano
Señor, santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en
los que moran en la tierra?" (Ap 6;9)
Aquí se trata naturalmente de una visión y de una escena
figurativa, pues no podemos imaginarnos las almas de millones de
mártires debajo de un altar. Sin embargo, sea cual sea la idea que
se tenga de la narración, tiene un significado y una enseñanza, y júzguese
como se quiera, es evidente que el escritor del Apocalipsis no
creía que las almas de los mártires se hallaran en estado inconsciente. El
Señor que le dio la visión, no pretendería
engañar al apóstol dándole una idea falsa contraria a la verdadera
situación de los mártires cristianos. Tanto en este caso
como en el del rico y Lázaro la figura es expresión más o
menos literal de la realidad. Pero si aceptáramos la teoría de la
inconsciencia de los difuntos no habría ninguna realidad detrás de los
hechos que narran estos pasajes bíblicos, y en vez de ser
ilustraciones de la "verdad que es Cristo" vendrían a ser
motivo de confusión y engaño por el hecho de dar a los lectores del
NT una impresión totalmente falsa acerca del estado de los
fallecidos.
Leemos en el Apocalipsis: "Y oí
una voz del cielo que decía: Felices son los muertos
que mueren en unión con el Señor desde este tiempo en adelante ..." (NM)
(Ap 14;13). "Desde este tiempo en adelante" = "ya
desde ahora". ¿Cómo podrían ser felices los muertos
si quedaran en un estado inconsciente? Su descanso no puede
significar inconsciencia pues en la inconsciencia no hay ninguna
felicidad ni infelicidad.