viernes, 15 de octubre de 2021

QUÉ LE SUCEDE AL ALMA CUANDO VIENE LA MUERTE


s/TJ: 

La Biblia dice muy claramente que el alma está sujeta a la muerte, diciendo: "El alma que esté pecando... ella misma morirá" (Ez 18;4-20). El apóstol Pedro citó de los escritos de Moisés acerca de Jesús y dijo: "En verdad, cualquier alma que no escuche a   ese profeta será completamente destruida de entre el pueblo" (Hech 3;23).  Y si usted busca a (Jos 10;28-39), hallará siete lugares en los cuales se dice que al alma se le da muerte o se le destruye.   En consistencia con esta verdad fundamental, ni una sola vez en todos sus versículos dice la Biblia que las almas humanas o las almas animales sean inmortales, imperecederas, que no puedan ser destruidas ni morir. Sin embargo, hay docenas de textos bíblicos que muestran que el alma puede morir o ser muerta (Lv 23;30) (Sant 5;20) (Num 23;10) (Ap 16;3) (Ecls 3;19) (Sl 78;50) (Sl 116;8) (Gn 37;21) (Num 35;11) (Job 36;14) ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40) 
Análisis: 

Afirman los TJ y en esto encuentran buena acogida entre los escépticos y   ateos, que, puesto que el hombre no tiene un alma, sino que el alma es la   propia vida humana, la muerte significa el fin de la existencia consciente.  La única esperanza para el ser humano -dicen- es la promesa de resurrección que Dios nos ha hecho (Ecl 3;18-19) (Ecl 9;7-10) 

En estos párrafos que aducen los TJ puede verse una manifiesta intención de destacar la doctrina russellista de la inconsciencia del ser humano tras de la muerte. Pero cualquier lector que lea por entero en la Biblia cada uno de estos pasajes, se dará cuenta de que el predicador está hablando de la apariencia de la muerte desde este lado de la vida. Ecl 9;7-10 parece ser una crítica de la avaricia. Todos conocemos a personas que por amor al dinero no disfrutan de la   vida, con el torpe afán de acumularlo, como si nunca tuvieran que morir. De aquí el consejo: "Goza de la vida con la esposa que amas, porque ésta es tu parte en la vida y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol", reiterando la declaración del v6: "y nunca más tendrán parte en lo que se hace debajo del sol". Tanto en el párrafo de Ecl 3 como en el de Ecl 9, se recalca por el predicador "debajo del sol", limitando así su comentario a la tierra; pero esto no se refiere a lo que ocurre al espíritu humano "más allá del sol".

Que la declaración: "No hay trabajo, ni formación de proyectos ni conocimiento" debe entenderse exclusivamente con referencia a los asuntos de esta vida, lo demuestra el mismo autor del Ecl 3, v17, donde acaba de decir: "porque allá hay tiempo para todo asunto y toda obra". Que este "allá" es al otro lado de la vida, lo demuestra al decir "al justo y al impío juzgará Dios".  Es en donde tiene lugar el juicio que hay tiempo para todo asunto y para toda obra.

Hay que remarcar aquí un detalle extraordinario que, aunque parece insignificante no lo es, antes puede ser considerado como una de las pruebas de la inspiración verbal de la Biblia.  Es el detalle de que, aun cuando la  palabra  "juzgará"  está en  futuro,  la declaración "hay tiempo   para todo lo que se quiere  y todo lo que  se  hace", está  en presente.   Si se  refiriera al  tiempo de  la resurrección, debería  decir "habrá  tiempo" (en futuro), pero no es así, sino que por tres  veces se halla remarcado el presente en  el  texto bíblico "hay...", "se  quiere..." "se  hace..." ¿Puede pedirse una aclaración más explícita de que cuando en el capítulo 9;5 dice  que "los muertos nada saben", se  refiere a las  cosas de esta vida, no  a un estado  de inconsciencia en  el más allá, y  lo aclara a  continuación diciendo: "ni tienen  más paga, porque su memoria es puesta en  olvido. También su amor y su odio y su envidia feneció ya; ni tiene más parte en todo lo que se hace debajo del sol" ?  (Ecl 9;5-6)

A continuación, encontramos que este aspecto desolador que nos ofrece la muerte haciéndonos, desde el punto de vista de aquí, iguales a los animales, tiene un propósito de parte de Dios.  Dios ha dejado la inmortalidad del hombre envuelta en el misterio "para probarle".  Aun después de haber venido Nuestro Señor Jesucristo y habernos hablado del más allá en términos mucho más seguros y concretos, aun nosotros nos hallamos en   esta prueba, al no permitir el Señor que tengamos ningún contacto con los seres fallecidos, a fin de que tengamos ocasión de confiar enteramente en su Palabra, y así ejercer una fe "sin ver".  Por más que exista la vida, la inmortalidad y el bienestar, que anticipaba el apóstol S. Pablo cuando decía que "ser desatado y estar con Cristo es mucho mejor" (Fl 1;23), todo esto lo sabemos por fe en la Palabra de Dios; no por pruebas objetivas.

He aquí el evidente propósito del pasaje, pero los traductores de la "Biblia del Nuevo Mundo" han procurado embrollarlo con fines sectarios, traduciéndolo del siguiente modo: "Yo, yo mismo he dicho en mi corazón, tocante a los hijos de la humanidad, que el Dios (verdadero) va a seleccionarlos para que vean que ellos mismos son bestias".

¿Qué sentido tiene el   versículo traducido de esta manera? "Seleccionar", es escoger, y tiene un sentido totalmente diferente de "probar", que es el verdadero sentido del pasaje en el texto hebreo.  Y que el autor tiene en mente la idea moral de "probar" y no de "seleccionar" lo demuestra al decir a continuación "para que ellos mismos vean que son semejantes a las bestias". La expresión "seleccionarlos para que vean que ellos mismos son bestias", no tiene sentido en castellano.

El texto hebreo, traducido literalmente, palabra por palabra, es así: "He dicho yo mismo en mi corazón sobre los dichos de los hombres de ser elegidos de Dios, y he visto que ellos son animales allá para ellos".

Las últimas palabras "allá" y "para ellos", que tan mala sintaxis hacen en castellano, traducidas literalmente nos dan, sin embargo, la clave del sentido del texto. Los hombres son animales, en su muerte, "allá y para ellos".  Es decir, desde el punto de vista de lo que ellos pueden ver allá abajo.  No desde el punto de vista de Dios y la eternidad.  ¡Qué preciosa prueba filológica de inspiración divina del sagrado texto!  Pues los conocimientos humanos de Salomón no le permitían ver otra cosa que lo que todo el mundo ve en la muerte, y así el mismo lo confiesa...  Sin embargo, escribe: "allá y para ellos", como si no fuera él quien escribiera, sino el Espíritu de Dios que sabe lo que hay por encima de la muerte.

Por esto es perfectamente justificada la paráfrasis "como los animales", conque traducen el verso todas las versiones católicas, protestantes y judías, porque este es el evidente sentido que resulta del hebreo mediante las palabras allí y para ellos (lahem)  aunde un modo  mucho más claro y  enfático que por la simple introducción de la palabra "como".

Pero que el autor de Eclesiastés no cree que el hombre sea una bestia, como declaran aquí descaradamente los traductores de la Biblia   russellista, queda comprobado de nuevo en (Ecl 12;7), donde tras una descripción poética  de la  vejez, leemos:  "Y el polvo vuelva  a la tierra de donde vino, y el espíritu  vuelva a Dios que  lo dio".  Aquí tenemos la respuesta a la pregunta del capítulo 3: "¿Quién sabe que el aliento del animal se queda en la tierra y el aliento (espíritu) del hombre sube arriba?   Lo sabemos por revelación de Dios.  La frase hebrea "Ruaj tachuv el haelo asher netanah" lo demuestra claramente.   El "Ruaj" del hombre vuelve a Dios que los dio.  ¿Y qué es lo que vuelve a Dios?  No puede ser su soplo o aliento en el sentido literal o físico.  Dios no es un coleccionador de soplos de viento; pero es el Padre de los espíritus (Hb 12;9).   Es, pues, el espíritu consciente del hombre, el que puede llamar a Dios Padre, quien vuelve a su Creador. (Ver traducción de (Hb 12;9) en la traducción del NM. Está totalmente cambiada)

Otro texto favorito de los TJ, es el pasaje de (Is 38;18-19), donde el rey Ezequías habla en términos muy pesimistas acerca de la muerte.  Pero al leer este pasaje debemos tener en cuenta que se trata de la súplica de un enfermo de muerte que ora a Dios implorando unos cuantos años más de vida, por varias razones que en el mismo pasaje expone: Una de ellas la necesidad de dar a sus hijos un conocimiento más claro de las cosas de Dios llevándoles al templo, lo que no podría hacer desde el otro lado del sepulcro.

Otros textos favoritos de los TJ son (Sl 6;5) (Sl 22;29) (Sl 146;4).  Pero la lectura de estos y otros pasajes similares, muestra que son una descripción de lo que ocurre al ser humano en la muerte vista desde este lado de la tumba.

s/TJ: 

"No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.  Pues sale su espíritu, y él se torna en su tierra en ese día de veras perecen sus pensamientos..."  (NM) (Sl 146;4) En este versículo y en otros similares (Sl 6;5) (Ecls 9; 5,10) tenemos la demostración palpable de que no es posible que una persona sufra después de la muerte, porque, sencillamente, no está viva.  "Los muertos nada saben" y "No hay obra ni empresa ni ciencia, ni sabiduría en Sheol a donde van".  Este es el destino del hombre pecador (Ecl  3;19,20) (Gn 20;24,30) (Nm 31;28).

Análisis: 

Los TJ usan el pasaje de (Sl 146;4) para argüir que no hay existencia consciente después de la muerte, pues   los "pensamientos" del hombre han perecido.  No obstante, ¿es ese el mensaje que el escritor de este salmo quería dar?  ¿Se escribieron esos   versículos para instruir  a   los lectores acerca de la condición en que se encuentran los muertos? O, ¿extraen los TJ de aquellas palabras una idea que no estaba en la mente del escritor (ni del Autor divino)?

La idea central de este (Sl 146) es la confianza en Dios de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al   hombre. En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos príncipes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie porque perecen hasta sus pensamientos. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza. 

Todos estos versículos corresponden a distintas fases de la evolución que la revelación de los temas de la retribución, han ido experimentando a lo largo de los siglos.   El hombre meditando sobre todos estos asuntos se ha hecho preguntas que poco a poco Dios, por medios de sus respuestas, le ha ido clarificando. Jesucristo cierra el proceso con su doctrina definitiva sobre todo ello.

Intentar, pues, que estos versículos den sentido a la doctrina de Jesucristo, es simplemente, trastocar las cosas ya que Jesucristo vino a perfeccionar la Ley no a que ésta le enmendara la plana a él. Es un proceso parecido al que siguen los propios TJ cuando hablando de según qué temas dicen que los TJ actuales tienen las cosas más claras que los primeros ya que con su estudio han profundizado en el asunto y ahora están en disposición de decir tal o cual cosa incluso contraria a la que se había venido defendiendo hasta la fecha. Por ejemplo, el caso de la cruz o el de qué ocurrió en 1914 o el del tiempo del fin, etc.  Podríamos decir que a lo largo de los libros de la Biblia hay multitud de enseñanzas que se van desarrollando... aunque no contradiciendo. 

En (Ecls 9;5) Cohelet continúa el mismo pensamiento que viene desarrollando en versículos anteriores, esto es, las ventajas de la vida sobre el estado que, según las creencias de Cohelet y los israelitas de su tiempo, esperaba al hombre después de su muerte. Esta vez propone este   pensamiento bajo una forma que puede dar lugar a falsas interpretaciones, sino se tiene en cuenta el contexto de la frase. Cohelet contrapone sencillamente la condición de los vivos y la condición que, según la concepción del Antiguo Testamento, esperaba a los muertos, y es en contraste con ésta como hay que interpretar aquella. 

Los vivos saben que han de morir, es decir, viven todavía y pueden disfrutar de los bienes y felicidad que Dios les conceda en esta vida, tan querida, por más que esté llena de miserias, mientras que los muertos ya no saben nada. Para los sabios, el conocer, el saber, es la más noble manifestación de la vida.  No esperan salario alguno, privados como están de toda actividad y trabajo que pudiera merecerlo; más aún, al cabo de cierto tiempo ni memoria queda de ellos entre los vivos, de modo que ya no cuentan para nada, lo que constituye para Cohelet gran desilusión.  (Ecls 1;11) (Ecls 2;16). El autor no pone en duda o niega la inmortalidad del alma y la retribución futura, sino que la ignora, y compara la condición de los vivos con la de los muertos conforme a sus concepciones respecto del Sheol.

s/TJ:

Cuando muere el cuerpo, nada lo sobrevive: "En el sepulcro no hay traba­jo, ni pensamiento, ni conocimiento, ni sa­biduría (Ecls 9;10) Cuando alguien muere, "vuelve a su suelo; en ese día de veras pe­recen sus pensamientos" (Sl 146;4). En estos versículos y en otros similares, (Sl 6;5), tenemos la demostración palpable de que no es posible que una persona sufra después de la muerte, porque, sencillamente, no está viva. El alma muerta no está consciente de nada, de ahí que la Biblia diga poética­mente que los muertos están dormidos (Mt 9;24).
Análisis:

Una vez muerto -era la creencia de entonces- se bajaba a la región subterránea del Sheol.  En él los difuntos estaban libres de toda clase de dolores, aunque llevaban una vida lánguida, de sombras, sin vigor físico. En el libro de Job, por ejemplo, el varón de Hus prefiere esta situación a la tragedia que estaba viviendo.  Precisamente por no tener luces sobre la retribución en ultratumba, el hagiógrafo no coloca en los labios de Job palabras más esperanzadoras. La perspectiva de la supervivencia y retribución en ultratumba sólo aparece en los últimos libros del antiguo testamento (sabiduría y Macabeos, no aceptados por los TJ, y de un modo claro en todo el N.T. o Escrituras Griegas).

Los TJ usan este versículo para argüir que no hay existencia consciente después de la muerte, pues los "pensamientos" del hombre han perecido.   No obstante, ¿es ese el mensaje que el escritor del (Sl 146) quería dar?  ¿Se escribieron esos versículos para instruir a los lectores acerca de la condición en que se encuentran los muertos?

No.  Claramente no.  La lección del (Sl 146) es que debemos poner nuestra confianza en Dios antes que en los líderes humanos.  En efecto.   Hay que alabar a Dios (v.1-2). En contraste con el hombre, Dios es un Ayudador que da una esperanza segura (v.5), creó el cielo y la tierra (v.6), hace justicia a los agraviados (v.7), sana a los enfermos (v.8), se preocupa por los desamparados (v.9) y es Rey para siempre (v.10).  El hombre, al contrario, no ofrece una verdadera salvación (v.3), porque también muere y todo   lo que pensaba hacer muere con él (v.4). Cuando se lee el (Sl 146) en su contexto, es evidente que el (v.4) no niega la vida consciente después de la muerte.  Los TJ usan mal el versículo cuando lo sacan de su contexto.
Debe dejarse constancia ya en este lugar que cuando en el (Sl 146;3-4) se dice: "Saldrá su espíritu, tornarase en su tierra" (RV), "espíritu" es traducción no de "nephesh" -que en al AT se traduce por alma- sino de "Ruach" (latín = spíritus) (griego = pneuma) que significa viento o aliento.  En tanto que este aliento se mantiene en el hombre, vive (Jb 27;3), cuando parte, él vuelve a la tierra (Sl 146;3-4). Véase, también: (Js 2;11) (Jc 8;3) (1Sam 1;15) (Gn 26;35) (Pr 29;11) (Ez 20;32) (Hab 1;11). Está claro que el viento en la Escritura es como un emblema apropiado del gran y penetrante poder del Dios invisible. Además, el aliento se presenta no sólo como símbolo de los profundos sentimientos que se generan dentro del hombre, como dolor e ira, sino también sentimientos asociados en la naturaleza de Dios. Dios no es presentado en la Escritura como un alma -esto es, el centro del apetito físico y el principio animador de un cuerpo- sino como un espíritu, esto es, un invisible ser viviente capaz de profundas emociones.  Además, se revela que Dios y solamente Dios, tiene la facultad de comunicar Su Espíritu o vida a Sus criaturas, que quedan así capacitadas para sentir, hablar, pensar y actuar en armonía con la voluntad de Dios.
s/TJ: 

Hasta de Jesucristo la Biblia dice:  "Derramó su alma hasta la mismísima muerte" (Is 53;12).  La enseñanza del rescate prueba que fue un alma (Adán) quien pecó, y que para rescatar a los humanos tenía que sacrificarse un alma (un hombre) correspondiente. Cristo al "derramar su alma hasta la muerte", suministró el precio de rescate.  Jesús, alma humana murió.  Vemos, pues, que el alma humana es la persona misma, y cuando la persona muere, es el alma humana lo que muere. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40) 

Mucho del mal entendimiento acerca de la muerte se ha debido a la confusión que hay en la mente de muchas personas en cuanto al significado de "alma" y "espíritu". La Biblia muestra que no son la misma cosa. ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 38-40)

Análisis:
 
En hebreo, como en la mayor parte de los otros lenguajes, el derramamiento de la sangre de un hombre era una frase que se utilizaba para representar el arrebatamiento de su vida, porque "la vida de la carne en la sangre está".  En esta frase, repetida una y otra vez, vemos que la sangre representa "el alma"; y si la   primera fluye saliendo del cuerpo, la otra también sale (Pr 28;17) (Ez 33;6) (Jn 1;14) 

Esta identificación mística de la carne y la vida es de gran interés por   lo que tiene que ver con la muerte expiatoria de Cristo.  Se nos dice que El derramó Su alma hasta la muerte, y que derramó Su sangre para remisión de pecados. Es evidente que el derramamiento de la sangre fue la señal exterior y visible de la separación del alma del cuerpo en muerte.

"Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que fueron muertos atrozmente, a causa de la Palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que tenían.   Y clamaron con voz fuerte diciendo: ¿Hasta cuándo Soberano Señor, santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran   en la tierra?" (Ap 6;9) 

Aquí se trata naturalmente de una visión y de una escena figurativa, pues no podemos imaginarnos las almas de millones de mártires debajo de un altar.  Sin embargo, sea cual sea la idea que se tenga de la narración, tiene un significado y una enseñanza, y júzguese como se quiera, es evidente que el escritor del Apocalipsis no creía que las almas de los mártires se hallaran en estado inconsciente. El Señor que le dio la visión, no pretendería engañar al apóstol dándole una idea falsa contraria a la verdadera situación de los mártires cristianos.  Tanto en este caso como en el del rico y Lázaro la figura es expresión más o menos literal de la realidad.  Pero si aceptáramos la teoría de la inconsciencia de los difuntos no habría ninguna realidad detrás de los hechos que narran estos pasajes bíblicos, y en vez de ser ilustraciones de la "verdad que es Cristo" vendrían a ser motivo de confusión y engaño por el hecho de dar a los lectores del NT una impresión totalmente falsa acerca del estado de los fallecidos. 

Leemos en el Apocalipsis: "Y oí una voz del cielo que decía: Felices son los muertos que mueren en unión con el Señor desde este tiempo en adelante ..."  (NM) (Ap 14;13).  "Desde este tiempo en adelante" = "ya desde ahora".  ¿Cómo podrían ser felices los muertos si quedaran en un estado inconsciente? Su descanso no puede significar inconsciencia pues en la inconsciencia no hay ninguna felicidad ni infelicidad.