sábado, 14 de noviembre de 2020

¿POR QUÉ EXISTE LA MALDAD. EL DOLOR. EL SUFRIMIENTO?


s/TJ:

Dos son las preguntas que en “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág 16”, lanzan los TJ en relación a la maldad: “¿Por qué existe la maldad?” y “¿Existirá siempre la maldad?”.


Resumiendo su propia respuesta a la primera pregunta: “¿Por qué existe la maldad?”, dicen: Dios creó a Adán y Eva a su imagen y semejanza, o sea, con tendencia a reflejar su amor (Gn 1;27) (Job 34;10). Pero también los creó  con la libertad de decidir. Nuestros primeros padres, precisamente en uso de esta libertad, no quisieron imitar a Dios y decidieron obrar mal (Rom 5;12) (Rom 5;19). En ese momento, perdieron la perfección, y cuando tuvieron hijos, les pasaron la tendencia a hacer el mal (Dt 32;4,5). “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág 16”

Análisis:

Yo, por mi parte, puedo aceptar la respuesta y los comentarios que ofrecen los TJ a su primera pregunta, ya que, en efecto, la Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (Rom 3;23). Tienen miedo del Dios (Gn 3;9-10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (Gn 3;5).

La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (Gn 3;7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (Gn 3;11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (Gn 3;16). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil (Gn 3;17.19). A causa del hombre, la creación es sometida "a la servidumbre de la corrupción" (Rom 8;21). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (Gn 2;17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn 3;19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (Rm 5;12).

Todos los hombres estamos implicados en el pecado de Adán.  S. Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rom 5;19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rom 5;12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida" (Rom 5;18). S. Pablo, enseña, pues,  que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán. 

Sin embargo, la transmisión de este pecado es un misterio que no podemos comprender plenamente. Aunque propio de cada uno, este pecado no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal.  Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado. 

Y es que por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña "la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo" (Hb 2;14). También: (1Jn 5;19)

Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de Juan: "el pecado del mundo" (Jn 1;29). 

s/TJ:

La segunda pregunta que plantean los TJ: “¿Existirá siempre la maldad?”, puede resumirse de la siguiente manera: Dios quiere que seamos buenos y combatamos nuestras malas tendencias (Pr 27;11) y para ayudarnos en esta labor que nos permitirá llegar a ser felices, hemos de seguir su guía e imitar sus cualidades. Claro –nos dicen los TJ- hoy no podemos imitarlo a la perfección. ¿Será siempre así? – se preguntan los TJ- (Sal 32;8) Dios tolera la maldad a fin de que todos podamos ver  sus tristes resultados. Pero no la tolerará por siempre (2Pe 3;7-9) –responden con énfasis los TJ-. Pronto la tierra estará llena de personas buenas y felices que imiten a Dios (Sal 37;9-11). “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág. 16”

Análisis:

Contrariamente a la respuesta de la primera pregunta, la respuesta a esta segunda me resulta totalmente inaceptable, a partir, sobre todo, de la aclaración que se nos hace: “hoy no podemos imitarlo a la perfección”.

¿Qué dice Jesús a las muchedumbres que le siguen, en (Mt 5;48), como exhortación y resumen  de todo lo que les ha estado enseñando?  Les dice: “Vosotros, pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto”. Ahora, no después en un hipotético milenio. Jesucristo nunca habla de este milenio que los TJ se han inventado. Jesucristo siempre habla del momento actual, de su momento.

¿Qué propone Jesucristo que haga el joven rico para alcanzar la Vida eterna cuando ya éste le ha dicho que está cumpliendo con los mandamientos? Le dice: “Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme”. Ante esta respuesta de Jesús e intuyendo sus dificultades, los apóstoles quedan estupefactos y dicen: “¿Quién, pues, podrá salvarse? Jesús los mira y les contesta:  Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios”. No se trata, pues, de una manera de vivir que Jesucristo está situando en una época a siglos y milenios de distancia, sino que la está proponiendo como norma de vida a quienes le han empezado a seguir y quieren imitarle. Éstos, lógicamente, necesitarán de la ayuda divina para conseguirlo, ya que por sus propias fuerzas no lo conseguirán, como queda claro en todas las escrituras griegas o Nuevo Testamento.

Del planteamiento final que presentan los TJ en su segunda pregunta, podemos deducir que hoy no podemos imitar plenamente a Dios porque no somos ni podemos ser perfectos, por lo que hemos de dejar este tema para mejor ocasión cuando después del famoso milenio  los que queden en pie sí lo sean, cuando la tierra esté llena de personas buenas y felices.

Jesucristo nos pide que seamos perfectos ahora, y que lo seamos porque queremos serlo aceptando la ayuda de Dios. Jesucristo no habla de un nuevo y futuro escenario en esta misma tierra que durará mil años a lo largo de los cuales iremos perfeccionándonos. Este escenario solo está en la mente de los TJ. En la Biblia solo está claro que “a los hombres les está establecido morir una vez y después de esto el juicio” (Hb 9;27). No hay una nueva prueba para la humanidad (Rom 2;1-16).  Todo ha de quedar claro en esta vida.

Los TJ creo que deberían releer, todas las veces que les hiciera falta, los versículos (2Cor 5;6-10) de su propia biblia TNM: “Por lo tanto siempre tenemos buen ánimo y sabemos que, mientras tenemos nuestro hogar en el cuerpo, estamos ausentes del Señor, porque andamos por fe no por vida. Pero tenemos buen ánimo y gran satisfacción más bien en ausentarnos del cuerpo y hacer nuestro hogar con el Señor. Por lo tanto también estamos teniendo como mira nuestra, sea que tengamos nuestro hogar con él o estemos ausentes de él, ser aceptos a él. Porque todos nosotros tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas hechas por medio del cuerpo, según que las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil”.

¿Dónde está el milenio? ¿Dónde se habla de la primera prueba para unos y de la segunda para otros? ¿Dónde se habla de la prueba definitiva cuando se suelte al diablo al fin del milenio?

Los versículos anteriores de 2Cor nos dicen que mientras estamos vivos (“mientras tenemos nuestro hogar en el cuerpo”), andamos por fe. Pero tenemos buen ánimo y gran satisfacción en morirnos (“ausentarnos del cuerpo”) para hacer nuestro hogar en el Señor. Por ello siempre procuramos ser aceptos a él, porque cada uno de nosotros, cuando nos muramos, nos presentaremos ante el tribunal de Cristo y recibiremos la retribución por las cosas que hayamos hecho cuando estábamos vivos (“por las cosas hechas por medio del cuerpo”) Si las cosas son buenas se nos dice en (Mt 25;46) la “vida eterna” si son viles “condena o cortamiento eterno”. Cómo he dicho más arriba: “a los hombres les está establecido morir una vez y después de esto el juicio” (Hb 9;27). No hay una nueva prueba para la humanidadLa clase híbrida de “injusto” que contemplan los TJ y que merece una nueva prueba no existe en la Biblia. Cuando nos presentemos ante el tribunal del Cristo, se determinará si hemos sido o bueno o malo. No existirá aquel malo que podría ser bueno si……  ¡La conciencia está para algo! (Rom 2;1-16).

Ver también (Flp 1;21-26) donde Pablo nos cuenta sus inquietudes entre seguir viviendo o morir para estar con Cristo, no para esperar muerto el advenimiento del milenio, sino para gozar ya definitivamente de la vida eterna. 

Finalmente, que los TJ digan que “Dios tolera la maldad a fin de que todos podamos ver sus tristes resultados”, es porque solo ven la parte medio vacía de la botella. A lo largo de la historia, grandes pensadores han escrito sobre este tema con un mayor optimismo: “La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio” (León Magno); “Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto después del pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien.” (Tomás de Aquino). Al fin y al cabo, es lo que escribió Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rom 5;20)