Comentario a
estas palabras:
En este
escrito, los TJ enseñan que el Reino de Dios es un gobierno, pero en otros escritos enseñan, más acertadamente, que un
reino es un territorio gobernado por un rey, añadiendo, en nuestro caso, que este
territorio, o sea el Reino, es la Tierra (La Atalaya 1/octubre/2010, pág 24).
Los TJ creo que confunden
los términos reino y reinado.
Vamos a ver: En España, o en
Inglaterra, o en Holanda, tenemos establecidas diversas monarquías, y en todas
ellas, sus respectivos reyes, gobiernan sobre un reino, o sea
sobre un lugar o territorio determinado. El tiempo que puede durar este
gobierno es lo que constituye su reinado. Transportado todo ello al tema
que nos interesa, tenemos que el rey es Jesucristo que gobierna sobre un
reino que es el Reino de los Cielos (denominado así en 31
ocasiones en el evangelio de Mateo) o Reino de Dios (denominado así en 47
ocasiones en los demás evangelios sinópticos). Y es que el Reino de Dios
es llamado también Reino de los Cielos porque es allí donde está ubicado
definitivamente por las escrituras. El Reino de la Tierra no aparece por
ninguna parte. Por fin, según los TJ, el reinado de Jesucristo se
prolongará durante mil años.
Jesús dijo en una ocasión. “De la abundancia del corazón habla la boca”
(Mt 12;34). Por eso, a juzgar por lo que Jesús enseñó durante su ministerio,
sabemos que el Reino de Dios o Reino
de los Cielos constituyó el tema central de su mensaje y también del de los
primeros cristianos, como lo ilustra el hecho de que se encuentren más de un
centenar de referencias a él en el conjunto de las escrituras griegas: (Lc
4;43) (Hech 1;1-3), etc.
Respecto a ello, Jesucristo,
acompañado de sus discípulos, como en tantas otras ocasiones, habla a la
muchedumbre que le sigue (Mt 4;25) (Mt 5) (Lc 6;17-20) y le dice que no
hemos de atesorar para la tierra sino para el cielo, porque donde esté
nuestro tesoro allí estará nuestro corazón (Mt 6;19-21). Y, asimismo, también
hablando a la muchedumbre (Lc 12;1,13,22,54), Jesús dice que, nuestro Padre
quiere darnos el reino, que no nos apeguemos a las cosas de la tierra y que
hagamos un tesoro en el cielo, donde no llega el ladrón ni la polilla destruye
(Lc 12;32-34). ¡¡Está claro que
Jesucristo nos está invitando a entrar en un reino que no se encuentra en la
tierra, sino en el cielo!!
Por otra parte, Jesucristo
le dice a Pilato que su reino no es de este mundo, no es de aquí (Jn
18;36) ¿acaso la tierra no es de este mundo, no es de aquí?
Por lo tanto, la tierra,
como planeta, queda descartada como territorio definitivo a gobernar por
Jesucristo rey.
Jesucristo le dijo al ladrón
arrepentido que estaría con Él, o sea con Jesucristo, en el Paraíso
(Lc 23;39-43) ¿Y no dicen los propios TJ que Jesucristo no estará en la Tierra
sino en el cielo? Luego está claro que, Jesucristo, está prometiendo al ladrón
arrepentido un lugar en el cielo.
Jesucristo, hablando a la
muchedumbre (Mt 7;28) (Mt 5;1), dice: “… No todo el que dice
¡Señor!¡Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre, que está en los cielos… “ (Mt 7;21). Está claro, pues,
según las palabras de Jesucristo, que “el que hace la voluntad de mi
Padre” … “entrará en el Reino de los Cielos”. ¿Dónde está
la tierra en las palabras de Jesucristo?
San Pablo nos dice: “pensad
en las cosas de arriba no en las de la tierra” (Col 3;1,2)
(Mt 5;3) (Mt 5;10) (Mt
23;13) (Mc 9;47) (Lc 18;22,24,25,29), etc. son otros versículos en los que solo
se habla del Reino de Dios o Reino de los Cielos, no aparece la
tierra por ninguna parte.
En el versículo (Mt 5;4)
cuando Jesucristo en su segunda bienaventuranza dice: “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra”
está citando textualmente el salmo 37;11. Éste es un salmo en el que se plantea
el problema de la retribución. Con una repetición insistente se dice lo que es
la brevedad de la vida y como el rico malvado pasa y es castigado, mientras que
el pobre justo es premiado. Como término expresivo se le promete que “poseerá la tierra”. Ésta es Palestina.
Lo que fue promesa de los patriarcas, fue posteriormente el eterno ideal del
judío piadoso. La Tierra Prometida vino a Ser el “tipo” ideal del premio del
Reino de los Cielos.
Y si se quiere entender
literalmente las palabras de Jesucristo en (Mt 5;4), tendremos también que
entenderlas del mismo modo en (Mt 11;29) con el resultado absurdo de que el
destino último de Jesucristo es la Tierra, porque también él es de genio apacible
o manso.
En las bienaventuranzas, la
recompensa es la misma para todos porque todos son justos merecedores de la
Vida eterna, aunque Jesucristo la expresa de maneras distintas: Reino de los
cielos, la tierra, serán consolados, serán hartos, alcanzarán misericordia,
verán a Dios, serán llamados hijos de Dios.
2.- …
“La Biblia predijo una serie de impactantes sucesos (profecías) que serían “la
señal” de que el Reino de Dios estaría a punto de llegar … la señal que
hemos mencionado demuestra que el Reino pronto gobernará toda la Tierra
…” (pág 12)
Comentario a
estas palabras:
Está claro,
pues, que “la señal” es previa a la llegada del Reino.
3.- … Estas profecías (que
componen la señal) comenzaron a cumplirse en el año 1914 (en que estalló
la I Guerra mundial) … (pág 12)
Comentario a estas palabras:
Los TJ han escrito: “En esta fecha, 1914, Jesús ya es rey en los cielos
y comenzó a reinar … “El ver ‘la
señal’ no significaría, pues, que Cristo estaría por venir, sino que ya habría
regresado y estaría presente. Significaría que ya habría empezado a gobernar
invisiblemente como rey celestial y que pronto pondría fin a sus enemigos …
Jesús poco después de ser coronado, echó a satanás y sus demonios del cielo y
los arrojó a la Tierra” (¿Podrá sobrevivir este mundo?, pág 2-3)
Pero aquí se produce una
contradicción con el apartado anterior de este escrito. En el apartado 2, como
hemos visto, primero es “la señal” y
después la llegada del Reino (de acuerdo con el texto sagrado de Mateo). En
este apartado 3, primero es la llegada
del Reino en 1914 y, como
consecuencia de haber sido arrojado Satanás del cielo a la tierra, después se
produce la señal.
Los TJ, después de su fracaso
profético de 1914, cuando esperaban “grandes cosas” que ellos mismos nos
cuentan en el “anuario para 1975”, empezaron a enseñar que en 1914 Jesús había sido nombrado rey en el cielo (sin sentarse en
su glorioso trono) al acabar el tiempo señalado de las naciones o tiempo de los
gentiles. Quedaba inaugurada, de esta
manera, la etapa de la presencia o parusía de Jesús (invisible), aunque no
conozco el apoyo bíblico en las escrituras griegas de ese acontecimiento.