martes, 11 de febrero de 2020

¿SERÁ DESTRUIDA LA TIERRA?


¿SERÁ DESTRUIDA LA TIERRA?

s/TJ:

No. Nuestro planeta nunca será destruido, quemado o reemplazado. La Biblia enseña que Dios creó la Tierra para que fuera habitada para siempre (www.jw.org/es/) (Inicio)

Análisis:

Pero todas estas rotundas afirmaciones, no parecen estar de acuerdo con las comprobaciones que, al respecto, la ciencia nos presenta en la actualidad.

Así, por ejemplo, la tierra se ralentiza 12 segundos cada 15.000 años. Esto se debe a los efectos de la gravedad lunar. Como resultado de estos cambios el día medio solar que nominalmente tiene 86.400 segundos se está volviendo progresivamente más largo y es actualmente medible mediante relojes atómicos de gran precisión.

Por otra parte, el futuro del planeta está estrechamente ligado al del sol. La luminosidad del Sol va creciendo de manera que el aumento de la radiación tendrá consecuencias nefastas en la Tierra, incluyendo la pérdida de los océanos del planeta.

Sin embargo, se calcula que la Tierra, si no ocurre ningún cataclismo en el espacio, será habitable “todavía” por alrededor de otros 500 millones de años. El Sol, siguiendo su evolución natural, como ha ocurrido ya con otros astros, se convertirá en una gigante roja expandiéndose hasta unas 250 veces su tamaño actual, alcanzando un radio cercano a unos 150 millones de km. El destino que sufrirá la Tierra entonces no está claro, pero se supone que la órbita de la Tierra decaerá ocasionando que el planeta penetre en la atmósfera estelar y se vaporice.

Ya dice Jesús en (Mt 5;18) que “antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla” y por otra parte en (Mt 24;35) nos dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Quizás los TJ digan que Jesús no se refería al cielo y la tierra literal, ya conocemos sus habilidades para manipular lo literal y lo simbólico. Yo creo que sí, porque si no, ¿por qué nos aconseja que “no alleguéis tesoros en la Tierra (Mt 6;19) Por otra parte, San Pedro nos dice: "Los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos"... (2Pe 3;7) “Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva” (2Pe 3;13).

Es cierto que en el Antiguo Testamento el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre según la justicia (Dt 6;20-25) (Sl 37;3,9,11,22,29,34). Pero en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el Reino de los cielos, la Vida eterna, la patria celestial. Pablo escribe:  “Esto se lo decimos apoyados en la Palabra del Señor: los que quedemos vivos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los ya muertos; porque el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en Cristo; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el Señor (1Tes 4;15-17).

Así el Señor cumplirá plenamente lo que nos prometió en la Última Cena: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes (Jn 14;2-3).

Así, pues, la doctrina de los TJ de una futura separación entre buenos (con destino el cielo) y buenos (con destino la tierra) no es una verdad presente en la Biblia. Esta habla de una separación entre malos y buenos; no entre buenos y buenos. Y promete la patria celestial, no un paraíso en la tierra.

Por otra parte, lo dicho sobre el fin de la tierra, no quiere decir que el fin que Dios tiene preparado para el juicio de la humanidad y “del que, respecto a aquel día y aquella hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, sino el Padre”, tenga que coincidir con el fin de la tierra como planeta.  Son dos situaciones distintas que Dios decidirá cuando han de tener lugar cada una de ellas. Pero podríamos preguntarnos, ¿una vez haya tenido lugar el fin de los tiempos y la humanidad haya sido juzgada y retribuida, qué necesidad habrá de mantener “vivo” el universo entero, tierra incluida, si todos los cuerpos habrán sido espiritualizados?

En este punto es necesario insistir en que uno de los principales temas doctrinales de los TJ, enseña que el propósito de Dios al poner al hombre sobre la tierra, fue que éste viviera para siempre sobre ella, convertida en un paraíso, y que a pesar de que el hombre pecó desobedeciendo a su creador, Dios mantiene su propósito original, por lo que ha enviado a su Hijo para “restaurar” todas las cosas, es decir, ofrecer la esperanza de vivir eternamente sobre la tierra y establecer sobre ella un paraíso.

La base principal de esta doctrina está fundamentada en el relato del Génesis y en especial en las palabras de bendición de Dios al primer hombre y a la primera mujer, cuando les dijo: “Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre cuanto vive y se mueve sobre la tierra” (Gn 1;28).

Para los TJ, en estas palabras se resume el mencionado propósito original de Dios, y en ellas establecen diversas premisas: 1ª) que era intención de Jehová el poblar la tierra hasta que estuviera 'llena' con seres humanos perfectos, 2ª) que era intención de Jehová que ellos extendieran por toda la Tierra el Paraíso, con dominio pleno sobre la Tierra y los animales, y 3ª) que era propósito de Jehová que el ser humano viviera para siempre en esa situación, siempre respetando las normas impuestas por Dios.

En realidad, deducir todo esto de (Gn 1;28) es bastante especulativo, pues no existen palabras concretas de parte de Dios, dirigidas al primer hombre y la primera mujer, que establezcan todo este conjunto de creencias que hemos leído de los párrafos anteriores. No existe una declaración formal de que esas palabras encierren el "propósito original de Dios", y que éste sea el motivo principal por parte de Dios, de haber puesto sobre la Tierra al hombre. Sólo son deducciones especulativas.

Buena prueba de ello es que las palabras de (Gn 1;28) vuelven a ser repetidas literalmente 1.500 años después a Noé y su familia en (Gn 8;17) y en (Gn 9:1), al decirles, después del diluvio: "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra.” Los TJ nunca señalan ni citan estas últimas palabras para hablar del “propósito original” de Dios.

¿Cambió el propósito original de Dios? Al principio los seres humanos eran perfectos (según los TJ), ahora, después del diluvio, no lo son. Hasta los animales y la naturaleza en general han cambiado (Gn 8;21). Si Dios expresó su propósito original antes que el hombre pecara, ¿qué es lo que expresa ahora cuando repite la misma bendición a personas pecadoras en este segundo comienzo de la vida sobre la tierra? Dios persiste en su objetivo de poblar la tierra, pero ya no se habla ni del paraíso perdido, ni de la perfección asimismo perdida. El reto es ahora cumplir con el objetivo inmediato de Dios de poblar la tierra y esparcirse sobre ella, a pesar de que el hombre asumió su independencia de Dios y éste retiró su favor del ser humano, y dejó en manos del propio hombre, el destino que había escogido.

Se ve, pues, que en las palabras de (Gn 1:28), Dios no estaba expresando el 'propósito original' que tenía para el ser humano, sino el fin inmediato a conseguir en ese momento: poblar la tierra. Ese fin inmediato era el mismo, cuando la mayoría de los seres humanos fueron muertos en el Diluvio: poblar la tierra de nuevo aún después de pecar.

Otro detalle a tener en cuenta tiene que ver con la promesa de Jesucristo de vida eterna. La Biblia es clara al decir: “Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3;16 y ss). Pero ¿dónde? ¿Dijo Jesús en algún lugar, que la vida eterna se tendría en la Tierra? ¿Hay algún indicio bíblico que indica que la esperanza de vida eterna para la humanidad se realizaría en una Tierra física como la nuestra? En ningún lugar ni en ningún pasaje bíblico, Jesucristo hizo la promesa, o insinuación de que la vida eterna se recibiría en la Tierra. Todas sus referencias con respecto al destino del ser humano tienen que ver con el cielo o los lugares celestiales.

Cuando en dichos pasajes se hace una clara alusión al cielo, los Testigos han dicho que tal promesa se está haciendo a un grupo reducido de 144.000 personas, y cuando no se menciona específicamente el destino, que tal promesa de 'vida eterna' va dirigida a la humanidad en general que vivirá en la tierra.

Jesucristo sólo fijó un destino para el hombre que creyera en Él y éste es el cielo. Por otra parte, los TJ nos enseñan que en la resurrección Cristo será las “primicias” y después le seguirán “los que pertenecen al Cristo” (Usted puede vivir..., pág 172).  “Es interesante –dicen los TJ- el hecho de que Pablo haya llamado a Cristo “las primicias” o el primero en ser resucitado, pues eso significa que habría más personas que resucitarían.  Jesús mismo dijo que “todos los que están en las tumbas oirán su voz” (La Atalaya 1/3/2015, pág 6). Y es que el término “primicias” es muy usado entre los judíos, con el que designaban los primeros frutos de la cosecha, consagrados a Dios, y en los que se consideraba incluido, en cierto modo, todo el resto, que quedaba con ello bendecido y santificado. Las "primicias", pues, suponen otros frutos en retaguardia, de la misma naturaleza que esos que constituyen las primicias.

Pues fíjense que de los 144.000 en (Ap 14;4) se dice de ellos que “fueron comprados de entre la humanidad como “primicias” para Dios y para el Cordero”. Si los 144.000 van al cielo como “primicias”, los TJ han de ser coherentes con sus interpretaciones y aceptar que, así como muchos seguirán a Cristo en la resurrección porque Él es “las primicias”, también muchos seguirán a los 144.000 hacia el cielo porque ellos son “las primicias” … todos aquellos que crean en Jesucristo ¡seguro!

Pero alguien razonará: ¿No dice la Biblia: "Felices son los de genio apacible puesto que ellos heredarán la tierra”? 

En realidad, este es el único texto que se puede citar, donde Cristo menciona la tierra como herencia. Pero estas palabras las dijo en un contexto donde expresó ocho Bienaventuranzas que los TJ han aplicado invariablemente a los ungidos o seres humanos con esperanza celestial.

¿Es razonable pensar que Cristo, en una de las bienaventuranzas se dirigió –casi de una manera encubierta- a alguien que tuviera esperanza terrenal, y en las otras ocho, a los que tenían esperanza celestial? ¿No es más lógico pensar que las bienaventuranzas se dirigían en general a todos los seres humanos, porque a todos se les abría la oportunidad de tener en 'posesión el reino de los cielos' o ‘la tierra’ representación de lo que tanto habían soñado sus antepasados, todos 'verían' a Dios, todos serían llamados 'hijos de Dios', a todos ellos pertenecería el reino de los cielos que en tantas otras ocasiones Jesús lo ofrecía como único destino a sus fieles seguidores?