¿SERÁ
DESTRUIDA LA TIERRA?
s/TJ:
No.
Nuestro planeta nunca será destruido, quemado o reemplazado. La Biblia enseña
que Dios creó la Tierra para que fuera habitada para siempre (www.jw.org/es/) (Inicio)
Análisis:
Pero
todas estas rotundas afirmaciones, no parecen estar de acuerdo con las
comprobaciones que, al respecto, la ciencia nos presenta en la actualidad.
Así, por
ejemplo, la tierra se ralentiza 12 segundos cada 15.000 años. Esto se debe a
los efectos de la gravedad lunar. Como resultado de estos cambios el
día medio solar que nominalmente tiene 86.400 segundos se está volviendo
progresivamente más largo y es actualmente medible mediante relojes atómicos de
gran precisión.
Por otra
parte, el futuro del planeta está estrechamente ligado al del sol. La
luminosidad del Sol va creciendo de manera que el aumento de la radiación
tendrá consecuencias nefastas en la Tierra, incluyendo la pérdida de
los océanos del planeta.
Sin
embargo, se calcula que la Tierra, si no ocurre ningún cataclismo en el
espacio, será habitable “todavía” por alrededor de otros 500 millones de
años. El Sol, siguiendo su evolución natural, como ha ocurrido ya con
otros astros, se convertirá en una gigante roja expandiéndose hasta
unas 250 veces su tamaño actual, alcanzando un radio cercano a unos 150
millones de km. El destino que sufrirá la Tierra entonces no está claro,
pero se supone que la órbita de la Tierra decaerá ocasionando que el planeta
penetre en la atmósfera estelar y se vaporice.
Ya dice
Jesús en (Mt 5;18) que “antes pasarán el cielo y la tierra que
falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla” y por otra
parte en (Mt 24;35) nos dice: “El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán”. Quizás los TJ digan que Jesús no se refería
al cielo y la tierra literal, ya conocemos sus habilidades para manipular lo
literal y lo simbólico. Yo creo que sí, porque si no, ¿por qué nos aconseja que
“no alleguéis tesoros en la Tierra” (Mt 6;19) Por
otra parte, San Pedro nos dice: "Los cielos y la tierra actuales
están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio
y de la perdición de los impíos"... (2Pe 3;7) “Pero nosotros esperamos
otros cielos nuevos y otra tierra nueva” (2Pe 3;13).
Es cierto
que en el Antiguo Testamento el objeto de la promesa era la posesión de la
tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre según la justicia
(Dt 6;20-25) (Sl 37;3,9,11,22,29,34). Pero en la Nueva Alianza el objeto de
la promesa es el Reino de los cielos, la Vida eterna, la patria celestial.
Pablo escribe: “Esto se lo decimos apoyados en la Palabra del Señor:
los que quedemos vivos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los ya
muertos; porque el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al
toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán
primero los que murieron en Cristo; después nosotros, los que quedemos
vivos, seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al
encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el Señor” (1Tes
4;15-17).
Así el
Señor cumplirá plenamente lo que nos prometió en la Última Cena: En la casa de
mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a
prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré
para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también
ustedes (Jn 14;2-3).
Así,
pues, la doctrina de los TJ de una futura separación entre buenos (con destino
el cielo) y buenos (con destino la tierra) no es una verdad presente en la
Biblia. Esta habla de una separación entre malos y buenos; no entre buenos y
buenos. Y promete la patria celestial, no un paraíso en la tierra.
Por otra
parte, lo dicho sobre el fin de la tierra, no quiere decir que el fin que Dios
tiene preparado para el juicio de la humanidad y “del que, respecto a aquel
día y aquella hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, sino el Padre”,
tenga que coincidir con el fin de la tierra como planeta. Son dos
situaciones distintas que Dios decidirá cuando han de tener lugar cada una de
ellas. Pero podríamos preguntarnos, ¿una vez haya tenido lugar el fin de los
tiempos y la humanidad haya sido juzgada y retribuida, qué necesidad habrá de
mantener “vivo” el universo entero, tierra incluida, si todos los cuerpos
habrán sido espiritualizados?
En este
punto es necesario insistir en que uno de los principales temas doctrinales de
los TJ, enseña que el propósito de Dios al poner al hombre sobre la tierra, fue
que éste viviera para siempre sobre ella, convertida en un paraíso, y que a
pesar de que el hombre pecó desobedeciendo a su creador, Dios mantiene su
propósito original, por lo que ha enviado a su Hijo para “restaurar” todas las
cosas, es decir, ofrecer la esperanza de vivir eternamente sobre la tierra y
establecer sobre ella un paraíso.
La base principal
de esta doctrina está fundamentada en el relato del Génesis y en especial en
las palabras de bendición de Dios al primer hombre y a la primera mujer, cuando
les dijo: “Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y
dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y
sobre cuanto vive y se mueve sobre la tierra” (Gn 1;28).
Para los
TJ, en estas palabras se resume el mencionado propósito original de Dios,
y en ellas establecen diversas premisas: 1ª) que era intención de Jehová el
poblar la tierra hasta que estuviera 'llena' con seres humanos perfectos, 2ª)
que era intención de Jehová que ellos extendieran por toda la Tierra el Paraíso,
con dominio pleno sobre la Tierra y los animales, y 3ª) que era propósito de
Jehová que el ser humano viviera para siempre en esa situación, siempre
respetando las normas impuestas por Dios.
En realidad,
deducir todo esto de (Gn 1;28) es bastante especulativo, pues no existen
palabras concretas de parte de Dios, dirigidas al primer hombre y la primera
mujer, que establezcan todo este conjunto de creencias que hemos leído de los
párrafos anteriores. No existe una declaración formal de que esas palabras
encierren el "propósito original de Dios", y que éste sea el motivo
principal por parte de Dios, de haber puesto sobre la Tierra al hombre. Sólo
son deducciones especulativas.
Buena
prueba de ello es que las palabras de (Gn 1;28) vuelven a ser repetidas
literalmente 1.500 años después a Noé y su familia en (Gn 8;17) y en (Gn 9:1),
al decirles, después del diluvio: "Sean fructíferos y háganse muchos y
llenen la tierra.” Los TJ nunca señalan ni citan estas últimas palabras
para hablar del “propósito original” de Dios.
¿Cambió
el propósito original de Dios? Al principio los seres humanos eran perfectos
(según los TJ), ahora, después del diluvio, no lo son. Hasta los animales y la
naturaleza en general han cambiado (Gn 8;21). Si Dios expresó su propósito
original antes que el hombre pecara, ¿qué es lo que expresa ahora cuando repite
la misma bendición a personas pecadoras en este segundo comienzo de la vida
sobre la tierra? Dios persiste en su objetivo de poblar la tierra, pero ya no
se habla ni del paraíso perdido, ni de la perfección asimismo perdida. El reto
es ahora cumplir con el objetivo inmediato de Dios de poblar la tierra y
esparcirse sobre ella, a pesar de que el hombre asumió su independencia de Dios
y éste retiró su favor del ser humano, y dejó en manos del propio hombre, el
destino que había escogido.
Se ve,
pues, que en las palabras de (Gn 1:28), Dios no estaba expresando el 'propósito
original' que tenía para el ser humano, sino el fin inmediato a conseguir en
ese momento: poblar la tierra. Ese fin inmediato era el mismo, cuando la
mayoría de los seres humanos fueron muertos en el Diluvio: poblar la tierra de
nuevo aún después de pecar.
Otro
detalle a tener en cuenta tiene que ver con la promesa de Jesucristo de vida
eterna. La Biblia es clara al decir: “Porque tanto amó Dios al mundo que le
dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que
tenga la vida eterna” (Jn 3;16 y ss). Pero ¿dónde? ¿Dijo Jesús en algún
lugar, que la vida eterna se tendría en la Tierra? ¿Hay algún indicio bíblico
que indica que la esperanza de vida eterna para la humanidad se realizaría en
una Tierra física como la nuestra? En ningún lugar ni en ningún pasaje bíblico,
Jesucristo hizo la promesa, o insinuación de que la vida eterna se recibiría en
la Tierra. Todas sus referencias con respecto al destino del ser humano tienen
que ver con el cielo o los lugares celestiales.
Cuando en
dichos pasajes se hace una clara alusión al cielo, los Testigos han dicho que
tal promesa se está haciendo a un grupo reducido de 144.000 personas, y cuando
no se menciona específicamente el destino, que tal promesa de 'vida eterna' va
dirigida a la humanidad en general que vivirá en la tierra.
Jesucristo
sólo fijó un destino para el hombre que creyera en Él y éste es el cielo. Por
otra parte, los TJ nos enseñan que en la resurrección Cristo será las
“primicias” y después le seguirán “los que pertenecen al Cristo” (Usted
puede vivir..., pág 172). “Es interesante –dicen los TJ- el hecho
de que Pablo haya llamado a Cristo “las primicias” o el primero en ser
resucitado, pues eso significa que habría más personas que resucitarían.
Jesús mismo dijo que “todos los que están en las tumbas oirán su voz” (La
Atalaya 1/3/2015, pág 6). Y es que el término “primicias” es muy usado entre
los judíos, con el que designaban los primeros frutos de la
cosecha, consagrados a Dios, y en los que se consideraba incluido, en cierto
modo, todo el resto, que quedaba con ello bendecido y
santificado. Las "primicias", pues, suponen otros frutos en
retaguardia, de la misma naturaleza que esos que constituyen las
primicias.
Pues
fíjense que de los 144.000 en (Ap 14;4) se dice de ellos que “fueron
comprados de entre la humanidad como “primicias” para Dios y para el Cordero”.
Si los 144.000 van al cielo como “primicias”, los TJ han de ser coherentes con
sus interpretaciones y aceptar que, así como muchos seguirán a Cristo en la
resurrección porque Él es “las primicias”, también muchos seguirán a los 144.000
hacia el cielo porque ellos son “las primicias” … todos aquellos que crean en
Jesucristo ¡seguro!
Pero
alguien razonará: ¿No dice la Biblia: "Felices son los de genio
apacible puesto que ellos heredarán la tierra”?
En
realidad, este es el único texto que se puede citar, donde Cristo menciona la
tierra como herencia. Pero estas palabras las dijo en un contexto donde expresó
ocho Bienaventuranzas que los TJ han aplicado invariablemente a los ungidos o
seres humanos con esperanza celestial.
¿Es
razonable pensar que Cristo, en una de las bienaventuranzas se dirigió –casi de
una manera encubierta- a alguien que tuviera esperanza terrenal, y en las otras
ocho, a los que tenían esperanza celestial? ¿No es más lógico pensar que las
bienaventuranzas se dirigían en general a todos los seres humanos, porque a
todos se les abría la oportunidad de tener en 'posesión el reino de los
cielos' o ‘la tierra’ representación de lo que tanto habían soñado sus
antepasados, todos 'verían' a Dios, todos serían llamados 'hijos de Dios',
a todos ellos pertenecería el reino de los cielos que en tantas otras ocasiones
Jesús lo ofrecía como único destino a sus fieles seguidores?