domingo, 20 de diciembre de 2020

¿ES VERDAD QUE TODOS LOS CRISTIANOS FIELES VAN AL CIELO?

La Atalaya 1/6/2011, pág 12, presenta un escrito en el que después de recordarnos las alentadoras palabras de Jesús: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido sino que tenga vida eterna” (Jn 3;16), nos pregunta: “¿Quiso decir Jesús que todos los siervos de su Padre Jehová Dios irían al cielo para disfrutar de vida eterna y felicidad?”

Para convencernos de que, según la doctrina de los testigos de Jehová, la respuesta es negativa, el escrito despliega una serie de referencias bíblicas, la mayoría de ellas del Evangelio de Juan y también de su Apocalipsis, y en consecuencia escritas a finales del siglo I, o sea, cuando ya las primeras comunidades cristianas llevaban más de 50 años de existencia y se encontraban en plena efervescencia.

En su escrito, los testigos nos dicen que “según el registro bíblico fue también Jesús quien habló por primera vez de ir al cielo al morir …  enseñanza totalmente nueva para los siervos de Dios” (Jn 14;2-3) Y que, por lo tanto, la resurrección celestial nada más estaba reservada a unos cuantos.

Si las referencias que presentan los testigos de Jehová fueran las únicas que constituyen el entramado bíblico que se refiere a esta doctrina, posiblemente debiéramos  dar una respuesta negativa a la pregunta formulada más arriba, pero en los Evangelios y en las cartas de Pablo, escrito todo ello cuando las comunidades estaban en vías de formación, el global de la doctrina es totalmente contraria a la que proponen los testigos.

Veamos: Jesucristo, hablando a las muchedumbres (Mt 5;1) (Mt 7;28), dice: “… No todo el que dice ¡Señor!¡Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos…” (Mt 7;21-23). Está claro, pues, según las palabras de Jesucristo, que “el que hace la voluntad de mi Padre” “entrará en el Reino de los Cielos”. (Mt 7;21)

Así, pues, el cielo es la morada de los que se salvan, de los bienaventurados (1Pe 1;3-4) (1Cor 15;20-24) (Mt 6;10). Esto se insinúa ya en el AT (Sab 5;15ss) (Sab 6;17-21), y se expresa con más claridad en el NT: la recompensa de los justos es grande en el cielo (Mt 5;12) (Lc 6;23), allí reúnen ellos sus tesoros (Mt 6;20) (Mt 19;21) (Lc 12;33), reciben de Dios una morada eterna en el cielo (2Cor 5;1), se sientan con Cristo en el cielo (Ef 2;6) (Ap 3;21) o están delante de su trono (Ap 7;9), y esto como se deduce con razón de (Flp 1;23) (2Cor 5;6-8), inmediatamente después de la muerte. 

“Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (TNM) (Mt 6;19-21). 

Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo: qué difícilmente entra un rico en el reino de los cielos. De nuevo os digo: Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos. Oyendo esto, los discípulos se quedaron estupefactos y dijeron: ¿Quién, pues, podrá salvarse? Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres, imposible, mas para Dios todo es posible” (Mt 19;23-26) (Mc 10;24-27) (Mt 6;24-34) (Lc 12;22-31). 

Otros versículos en los que solo se habla del Reino de Dios o de los Cielos: (Mt 5;3) (Mt 5;10) (Mt 23; 13) (Mc 9;47) (Lc 18;22,24,25,29). ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos… Ni entráis ni permitís entrar” (Mt 23;13). Mejor te es entrar tuerto en el Reino de Dios (Mc 9;47). De los niños …  es el Reino de Dios (Mc 10;13-16) (Mt 18;2 ss) (Mt 19;13-15) (Lc 18;15-17). 

Si alguien quiere servirme, sígame y donde yo esté allí estará también mi servidor (Jn 12;26). En la casa de mi Padre hay muchas moradas (Jn 14;1-3). 

Oración de Jesús al Padre: "Yo hago petición, no respecto a estos solamente (sus apóstoles), sino también respecto a los que ponen fe en mí por medio de la palabra de ellos...  Padre, en cuanto a lo que me has dado, donde yo estoy, ellos también estén conmigo, para que contemplen mi gloria..." (NM) (Jn 17;20-21). La oración de Jesús es que todos sus discípulos presentes y futuros lleguen a estar con Él, donde Él está, o sea, en el cielo, para contemplar su gloria (Mt 7;21). 

Con amor la vida es una fiesta. El Reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo. El Reino de Dios no consiste en cosas terrenas ... "El Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz (Rom 17).


“Si fuisteis, pues, resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” (TNC) (Col 3;1-2).


¿Se pueden eludir todas estas referencias y establecer, incluso con la aportación de Juan, una doctrina en la que se asegure que todos los siervos de Dios, los cristianos fieles, de ninguna manera tengan como destino final el cielo? ¿Se puede afirmar que el cielo es el destino solo de un grupito de 144.000 descendientes de Abraham, cuando la Palabra de Dios en la Biblia nos asegura que su descendencia será como las arenas de los mares y como las estrellas de los cielos?