En un artículo titulado “¿Quién moldea nuestro modo de pensar?” aparecido en las páginas 20 y 22 de La Atalaya 1/4/1999, los TJ explicaban cómo proteger nuestro modo de pensar, y en consecuencia de actuar, “ante la influencia que pueden tener en nosotros las palabras de aquellos a quienes escuchamos”, ya que dichas palabras pueden proceder, sin ninguna mala intención, de un pensar equivocado y por tanto perjudicial.
“Por tanto, siguen explicándose los TJ, no nos
confiemos y no pensemos que nadie puede influir jamás en nosotros.
Probablemente esté sucediendo ya sin que nos demos cuenta de ello. Se tiende a
creer que solo los demás son vulnerables”.
“Está claro que si estamos informados no se nos puede
manejar con demasía… La falta de información puede ser tan funesta como la
propia información equivocada. Así, aunque es cierto que tenemos que proteger
la mente de ideas y filosofías engañosas, no debemos ver con hostilidad y
desprecio todo el consejo e información que se nos ofrezca”.
Si, pues, un TJ me entrega una Atalaya en la que se trata
del año 1914 y de cómo los TJ han llegado a esta fecha para creer y enseñar que
Jesucristo inicio en la misma su segunda venida de forma invisible, leo que
1914 es el resultado de una serie de cálculos que se inician con la fecha de la
destrucción del Templo de Jerusalén ocurrido en el año 607 aC.
Aficionado a la historia que soy, consulto mis enciclopedias
y libros de historia para encontrar una ampliación detallada de los hechos
ocurridos en Jerusalén en el año 607 aC y, ¡oh, sorpresa! me encuentro que todos
los lugares consultados – y no son pocos- me indican que la destrucción de Jerusalén
con su templo es un evento ocurrido en el año 587 aC. Miro y remiro, busco y rebusco
y en cada consulta se sigue afianzando la fecha del 587 aC.
Solicito a los TJ que me demuestren la veracidad de la fecha
607 aC, y ante la cantidad apabullante de mis pruebas a favor del 587 aC, no me
presentan ni una sola referencia histórica de confianza a favor del 607 aC. Y
si no es el 607aC la fecha inicial de los cálculos que efectúan los TJ, la
fecha de 1914 es una mentira para el hecho doctrinal que los TJ quieren
inculcarnos.
He procurado seguir las propias indicaciones de los TJ y sin
hostilidad ni desprecio he asegurado que mi modo de pensar no se viera moldeado
por falsas informaciones y doctrinas. ¿He hecho bien?
Los propios TJ nos recuerdan, además, que “A los cristianos
se les insta a adorar a Dios con su facultad de raciocinio, de modo que deben
asegurarse de que sus creencias son ciertas” (Rom 12;1,2) (1Tes 5;21) (“La
Atalaya“ 15/11/1992, pág 3)