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jueves, 19 de noviembre de 2020

QUÉ ENTIENDEN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ POR AMAR AL PRÓJIMO

QUÉ ENTIENDEN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ POR AMAR AL PRÓJIMO.

Análisis:

"Los fariseos, oyendo que había hecho enmudecer a los saduceos, se juntaron en torno a Jesús, y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: 'Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?'. Él le dijo: 'Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento (Mt 22;34-40) (Mc 12;28-34) (Lc 10;25-37).
  
Jesucristo, en su respuesta al doctor fariseo, termina diciendo: “El segundo (mandamiento), semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. De estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas" (Mt 22;39-40) (Mc 12;31) (NC). En este punto, el fariseo curioso que le había lanzado la pregunta a Jesús, insiste: “Pero, ¿quién es nuestro prójimo?” (Lc 10;29)


Esta misma pregunta la plantea a sus lectores la revista (Atalaya de estudio de fecha 15 de noviembre de 2015, pág 21 y 22). Y los TJ, fieles a sus personales interpretaciones del texto bíblico, en vez de leer atentamente las palabras de Jesús que, como respuesta a esta pregunta, nos cuentan la maravillosa parábola del buen samaritano (Lc 10;30-37), echan mano de su teología popular para contestar:

s/TJ:

“Si estamos casados, el prójimo más cercano que tenemos es nuestro esposo o nuestra esposa. También los miembros de la congregación que sirven a Dios junto con nosotros, son nuestro prójimo. Y las personas a las que predicamos también lo son… y, finalmente trataremos con amor a los demás.”(Atalaya de estudio de fecha 15 de noviembre de 2015, pág 21 y 22).

Análisis:

Si pasamos al evangelio de Lc 10, Jesús nos ofrece el verdadero significado de prójimo, diciéndonos: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder de ladrones, que le desnudaron, le cargaron de azotes y se fueron, dejándole medio muerto. Por casualidad, bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, le vio también y pasó adelante. Pero un samaritano, que iba de camino, llegó a él, y, viéndole, se movió a compasión, acercose, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; le hizo montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al mesón y cuidó de él. A la mañana sacando dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él y lo que gastes, a la vuelta, te lo pagaré. ¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó en poder de ladrones? Él fariseo contestó: El que hizo con él misericordia. Contestole Jesús: Vete y haz tú lo mismo"  (Lc 10;25-37) (NC)

Analicemos brevemente el contenido de la parábola. Un hombre "bajaba" de Jerusalén a Jericó: unos mil metros de descenso. El hecho de poner "un hombre", y no un judío, es elemento necesario para valorar el prójimo, ya que para el judío sólo era prójimo otro judío. El camino, sobre todo cerca de Jericó, es abrupto y lleno de recovecos, muy propicio al asalto. Así le pasó a este hombre. Le robaron todo. Los detalles de su desvalijamiento no tienen valor alegórico espiritual; son elementos descriptivos. Y lo dejaron medio muerto.

Pero, cercanos a él, y "viéndole" así, pasaron de largo un "sacerdote" y un "levita". El símbolo de la religiosidad oficial de Israel. Jericó era ciudad sacerdotal, y acaso volvían de cumplir su turno semanal en el templo. En el Deuteronomio se decía que, si el asno que es propiedad de tu "hermano" (judío) cae, lo ayudarás a levantarse (Dt 22;4)(Ex 23;5). Y ellos sabían bien la Ley.

Pasó luego por allí un "samaritano". Estos eran abominables para los judíos como racialmente espúreos y cismáticos. Su odio religioso aparece reflejado en la Escritura (Jn 4;9). Sin embargo, lleno de compasión, se acercó a él, le vendó las heridas, derramando en ellas "aceite y vino", uso oriental ordinario en la antigüedad y hasta en ciertos beduinos de nuestros días, lo cargó en su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y tuvo con él todos los cuidados. Hasta adelantó para los primeros cuidados "dos denarios", el doble de un jornal diario, prometiendo pagar el resto de los gastos a su vuelta.

A Cristo le preguntaron que “quién era el prójimo" para él. Y Cristo, con especial intención, les pregunta que “quién obró como prójimo". Y así, con la práctica, hizo ver que cada hombre es "prójimo" para todos los hombres, por lo que ha de estar "próximo" a ellos en todas sus necesidades. No hay, pues, diferenciación de grupos ni jerarquía entre ellos: primeros, segundos, etc, por la que se deba mantener preferencias a unos frente a los otros. Todos somos prójimos entre sí. Cubrir las necesidades de uno u otro, solo depende de las circunstancias y del momento. Por otra parte, Jesucristo acaba con el significado restringido que los judíos daban a "prójimo", para darle el pleno significado que abarca a todos los hombres, incluido los enemigos. 

s/TJ:

Todavía los TJ, al recordarnos la pregunta que lanzó Jesús, ¿"Quién de estos tres (el sacerdote, el levita o el samaritano) te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores"? (Lc 10;36) nos dicen en ("La Atalaya" de 1.7.93, pág 17) que la pregunta realmente que Cristo nos está haciendo es: ¿De quién está usted anuente a hacerse prójimo?

Ciertamente -razonan los TJ-, usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a menos que hable con él. Y especialmente usted se interesará en averiguar si conoce a Dios, porque si no lo conoce, entonces la acción como buen prójimo es familiarizarlo con Dios y con sus propósitos amorosos. De modo que hay necesidad de aprovecharse de toda oportunidad para compartir su fe con otros, para que ellos también reciban las bendiciones de Dios”.

Análisis:

Una vez analizado el pasaje de la "parábola del buen samaritano", vemos que los TJ nos dicen que hemos de seleccionar las personas con las que de alguna manera vamos a ser su prójimo. "¿De quién está usted anuente a hacerse prójimo?", -nos dicen que hemos de preguntarnos-, o dicho de una manera más entendedora, ¿Con quién consiente usted a hacerse prójimo?  Esto quiere decir que con algunos mejor no ser su prójimo… Por otra parte nos enseñan: "Ciertamente usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a menos que hable con él..." O sea, que si no llega a conocerlo tampoco puede hacerse su prójimo. Y, finalmente, una vez ha decidido consentir en ser el prójimo de alguien lo será para compartir con él sus conocimientos de religión. ¡Exactamente lo que hace el samaritano en la parábola que nos presenta Jesucristo!

Creo, sinceramente, que la enseñanza de los TJ con relación a este tema no tiene nada que ver con la que Cristo nos enseñó por medio de esta parábola y que ya ha quedado explicado más arriba, ¿acaso el buen samaritano entró en consideraciones religiosas, intelectuales o políticas cuando vio al "hombre" malherido en el suelo, preguntándose si sería judío, o samaritano, o un sacerdote, o rico, o pobre, si lo conocía o no lo conocía?; NO, sino que "viéndole, se movió a compasión". Incluso decidió ayudarlo estando a una cierta distancia, porque el Evangelio dice a continuación: "acercose". ¿Esperó entonces el buen samaritano a hablar con él para ver si realmente reconocería la ayuda que se le iba a prestar o a preguntarle si creía en Jehová o en Cristo, o alguna otra cosa por el estilo? NO. El Evangelio sigue: “le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino, le hizo montar en su propia cabalgadura, le condujo al mesón, etc". Queda también claro que el buen samaritano no se dedicó a hacer una exposición de sus creencias a fin de compartirlas con el herido.

El buen samaritano, como buen prójimo ("próximo") del "hombre" herido, satisfizo como buenamente pudo sus necesidades más perentorias. Seguramente si hubiese tenido sed, le hubiese dado agua, si hambre, comida, si hubiese estado desnudo, le hubiese dado ropa... también le hubiese hablado del Reino de Dios si este fuera el caso... Pero, ¿no nos juzgará Cristo por todo esto, antes de concedernos la vida eterna? ¿No nos preguntará si hemos sido buenos samaritanos a lo largo de nuestra vida? El doctor de la Ley, ¿no le había preguntado... qué haré para alcanzar la vida eterna? Creo que la respuesta es todo un programa para nuestra vida de cristianos: "Vete y haz tú lo mismo"

Ahora podemos comprender la manera que los TJ tienen de entender el Evangelio. Dicen: "¿Qué posición tiene Vd. ante Dios ahora mismo? ¿Ha hecho usted algo que merezca su aprobación, algo más, es decir, de lo que ha hecho la gente de las religiones paganas? Sí, usted probablemente ha sido caritativo y ha tratado de obrar justamente para con sus semejantes. Pero, ¿no han hecho eso mismo personas de naciones llamadas 'paganas'?".  ("La Atalaya" de 15.6.68, pág 363)

Pero, ¿no dice el Evangelio todo lo contrario? (Mt 5;43-48) 

Los TJ, en (La Atalaya 15.6.68, pág 363), nos vienen a decir que en vez de perder el tiempo siendo caritativos y obrando justamente con nuestros semejantes –tal como hizo el buen samaritano-  nos dediquemos a estudiar la Biblia la cual nos hará ver que hemos de enseñar a otros que a su vez estudien la Biblia para que enseñen a otros que a su vez... Y mientras tanto, yo me pregunto ¿quién dará de comer al hambriento?, ¿quién vestirá al desnudo?, ¿quién aplacará la sed del sediento?, ¿quién...?, ¿quién...?
   
Si al menos los TJ nos dijeran que además de obrar caritativamente y con justicia tratemos de encontrar en la Palabra de Dios la profunda razón de nuestro actuar, ¿no estarían más cerca de la doctrina de Jesucristo que nos dice que hemos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos? Porque si no, ¿qué finalidad tiene el estudio de la Biblia? ¿Dejar de ser caritativos y de obrar con justicia? ¿Es que cuándo nos juzgue Jesucristo nos va a pasar cuentas de las horas que hemos estado estudiando la Biblia y va a dejar a un lado nuestra falta de caridad y de justicia para con nuestros semejantes?

Por otro lado los TJ nos dicen: "Por supuesto, el amor cristiano no ha de manifestarse solo por palabras; es más importante manifestarlo por hechos"... "¡Qué diferente sería este mundo si toda persona en realidad practicara esa clase de amor!" ("El hombre en busca de Dios", pág 242, 247 y 244) ¿Por qué esta diferencia de criterios? Pues, sencillamente, porque en ("La Atalaya" de 15.6.68) que hemos visto más arriba, los TJ tratan de inculcarnos que lo que debemos hacer es ocupar el tiempo predicando y que por lo tanto dejémonos de perder el tiempo amando a la gente en las cosas de cada día. En cambio en el libro "El hombre en busca de Dios" tratan de inculcarnos el odio a las Iglesias cristianas -y principalmente a la Iglesia Católica- y claro, lo mejor es demostrar lo poco que se ama en estas iglesias...

Todavía otro detalle. Los TJ refiriéndose a la parábola del samaritano y concretamente a la respuesta de Jesús, escriben: “Jesús le refirió, a modo de ilustración, la historia de un judío al que asaltaron, golpearon y dejaron medio muerto. Por su lado pasaron dos judíos: primero un sacerdote y después un levita. Ambos repararon en la condición de su paisano, mas no hicieron nada para ayudarlo. Luego, pasó un samaritano. Movido por la compasión, vendó las heridas del judío, lo llevó a una posada y pagó para que lo cuidaran. Jesús preguntó al hombre con quien hablaba: "Quién de estos tres te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?" Obviamente fue el samaritano compasivo. De este modo mostró que el verdadero amor al prójimo trasciende las barreras étnicas (Lc 10;29-37) ("La Atalaya" de 15.9.93, pág 3).(El subrayado es mío)

Pero ¿no nos han dicho los TJ en varias ocasiones que en la Biblia no debemos leer más de lo que dice? (Pr 30;5,6) (Dt 4;2). Pues la Biblia no dice que el hombre asaltado, golpeado y medio muerto, fuera judío. Dice literalmente “un hombre": "Cierto hombre bajaba de Jerusalén..." (NM) (Lc 10;30). Siendo esto así ya no tiene sentido todo lo que los TJ interpretan de esta maravillosa parábola del Señor. Y fijémonos que, basándose en esta errónea interpretación, los   TJ desarrollan todo un artículo de "La Atalaya" que se titula: "¿Por qué amar al prójimo?, asegurando que “la ilustración de Jesucristo del samaritano reveló el verdadero significado del amor al prójimo" ("La Atalaya" de 15.9.93, pág 4).

El comportamiento más importante de Jesucristo, como buen samaritano, fue, lógicamente, dar su propia vida para salvar a todo el mundo, sin excepción. Pero el comportamiento de Jesucristo a lo largo de su vida, fue, también, como la de un buen samaritano. Jesucristo, al ver a unas personas con problemas, (Mc 6;30-45) no preguntó si realmente todos y cada uno de los 5.000 varones (v 44) creían en él, no atendió sólo a los que conocía de entre los 5.000 varones, no diferenció entre judíos y no judíos de los 5.000 varones...  sencillamente, vio que allí habían hombres y mujeres que tenían necesidades fundamentales, se interesó por ellos y los amó, y los ayudó dándoles de comer... después, sencillamente, y de una forma totalmente desinteresada, "los despidió" (v 45).

Los Testigos de Jehová nos dicen que hemos de interesarnos de verdad en los demás.  (Lc 10;29-37) ("La Atalaya" de 1.8.93, pág 19). Por otra parte, nos dan la definición de "amor cristiano":  "Amor que se manifiesta ante todo en lealtad a Dios y luego en buscar el bienestar duradero del prójimo de uno" (Lc 10;27) ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 710). Pero, estas buenas intenciones se diluyen cuando empiezan a darle vueltas para concretar quien es el "prójimo" al que deben ayudar, para saber quién es "el semejante", y casi siempre suelen terminar con la coletilla... "en casos urgentes... hay que ayudar sobre todo a nuestros hermanos espirituales" (“La Atalaya” de 1.10.98, pág 15) ("La Atalaya" de 15.12.93, pág 20) ("La Atalaya" de 1.12.93, pág 10 y ss). ¡Faltaría más!

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