s/TJ:
"Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se casa con otra comete adulterio" (Mt 19;9) (NM). La Biblia no prohíbe tajantemente el divorcio. Las normas bíblicas, que son justas y razonables, lo permiten en caso de adulterio, como vemos en el presente pasaje.
Sus principios también autorizan la separación matrimonial en ciertas circunstancias extremas, como en el caso de maltrato físico (Mt 5;32) (1Cor 7;10,11) (¡Despertad! del 8 de febrero de 1992, pág 5)
¿Es lícito para un hombre divorciarse de su esposa por toda suerte de motivo?"; esta fue la pregunta con la que los fariseos intentaron entrampar al Gran Maestro, Jesucristo. Su respuesta los remitió al primer matrimonio humano y enunció la norma definitiva: "Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre".
Los fariseos adujeron que Moisés había contemplado el divorcio al prescribir que se diera a la esposa "un certificado de despedida". Jesús respondió: "Moisés, en vista de la dureza del corazón de ustedes, les hizo la concesión de que se divorciaran de sus esposas, pero tal no ha sido el caso desde el principio. Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra, comete adulterio". (Mt 19;3-9.)
En el principio se esperaba que el matrimonio constituyera un vínculo permanente. Ni la muerte misma separaría a la primera pareja, pues Adán y Eva fueron creados como seres humanos perfectos con la perspectiva de vivir para siempre. Sin embargo, pecaron, y su pecado malogró el matrimonio humano. El enemigo muerte empezó a separar a las parejas. Dios considera que la muerte pone fin al matrimonio, pues en la Biblia leemos: "La esposa está atada durante todo el tiempo que su esposo vive. Pero si su esposo se durmiera en la muerte, está libre para casarse con quien quiera, pero solo en el Señor" (1Cor 7;39). Este concepto es muy diferente de ciertas ideas religiosas, como la del sati, por la que se persuade o coacciona a la viuda a inmolarse en la pira funeraria de su esposo, con la idea de que el vínculo matrimonial perdura en algún más allá. ("La Atalaya" de 15.8.93, pág 4 y ss)
En el tiempo en que se dio la Ley mosaica, las relaciones matrimoniales se habían deteriorado tanto que Jehová, por causa de la dureza del corazón de los israelitas, hizo la concesión del divorcio (Dt 24;1). Dios no tenía la intención de que los israelitas se aprovecharan de esa ley para divorciarse de sus esposas por faltas insignificantes, como se desprende claramente de su mandato de amar al prójimo como a uno mismo. (Lv 19;18) La exigencia misma de escribir un certificado de divorcio obraba como medida disuasoria, pues, para escribirlo, el esposo que procuraba el divorcio tenía que consultar a los hombres debidamente autorizados a resolver esas cuestiones, quienes, a su vez, harían todo lo posible para que la pareja se reconciliara. No, Dios no promulgó esta ley para dar al hombre un supuesto derecho a divorciarse de su esposa "por toda suerte de motivo" (Mt 19;3).
Sin embargo, los israelitas con el tiempo pasaron por alto el espíritu de la Ley y se aprovecharon de esta cláusula para divorciarse a su antojo. En el siglo V a.E.C. estaban traicionando a las esposas de su juventud, divorciándose de ellas por toda suerte de motivo. Jehová dijo con firmeza que odiaba el divorcio (Mal 2;14-16). Este fue el marco en que Jesús condenó el divorcio que los israelitas practicaban en su día. ("La Atalaya" de 15.8.93, pág 4 y ss)
No obstante, Jesús mencionó un motivo legítimo para el divorcio: la fornicación. (Mt 5;31-32) (Mt 19;8-9). La palabra que aquí se traduce "fornicación" abarca toda relación sexual ilícita fuera de matrimonio, sea con alguien del mismo sexo, del sexo opuesto o un animal.
No obstante, no debemos concluir que Jesús recomendó el divorcio. Corresponde al cónyuge inocente decidir si se divorciará, después de analizar las consecuencias. Las esposas que tienen esta razón bíblica para divorciarse deben tomar en cuenta lo que Dios dijo cuando dictó sentencia sobre la primera mujer por su pecado. Además de sentenciarla a morir, Dios le dijo a Eva: "Tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará" (Gn 3;16). La obra Commentary on the Old Testament, de C.F. Keil y F. Delitzsh, interpreta ese "deseo" como "un anhelo casi enfermizo". Hay que admitir que tal deseo no es tan intenso en todas las esposas, pero la esposa inocente que está sopesando los pros y los contras de un divorcio, haría bien en tomar en consideración las necesidades emocionales que las mujeres han heredado de Eva. Por otra parte, puesto que las relaciones extramaritales del cónyuge infiel pudieran exponer al inocente al contagio de enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el sida, algunos han optado por recurrir al divorcio, como explicó Jesús. ("La Atalaya" de 15.8.93, pág 4 y ss)
Análisis:
INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO (Versículos bíblicos -NC-, en el orden en el que fueron escritos y comentarios a los mismos)
Gn 1;27
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“El Creador hizo al hombre macho y hembra”
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1
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Gn 2;24
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“Por esto dejará el hombre al padre y a la
madre y se unirá a la mujer y serán los dos una sola carne”
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2
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Dt 24;1-4
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“Si un hombre toma una mujer y llega a ser
su marido, y ésta luego no le agrada, porque ha notado en ella algo torpe, le
escribirá el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la mandará a su
casa. Una vez que de la casa de él salió podrá ella ser mujer de otro hombre”
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3
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Mal 2; 13-16
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“… Dios hizo a los esposos para ser uno
solo… Cuidad pues de vuestra vida, y no seas infiel a la esposa de tu
juventud”
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4
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Mc 10;2-12
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“Llegándosele
fariseos, le preguntaron, tentándole, si es lícito al marido repudiar a la
mujer. El respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron ellos:
Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla. Díjoles Jesús: Por
la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta ley; pero al principio de la
creación los hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre
y a su madre, y serán los dos una sola carne. De manera que no son dos, sino
una sola carne. Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Vueltos a casa, de
nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos; y les dijo: El que repudia a
su mujer y se casa con otra, adultera contra aquélla, y si la mujer repudia
al marido y se casa con otro, comete adulterio”
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5
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Lc 16;18
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“Todo
el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera, y el que se casa con
la repudiada por el marido, comete adulterio”
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6
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Mt 5;31-32
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“También se ha dicho: El que repudiare a su
mujer déla libelo de repudio. Pero yo os digo que quien repudia a su mujer
-excepto el caso de fornicación- la
expone al adulterio y el que se casa con la repudiada comete adulterio”
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7
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Mt 19;3-10
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“Se le acercaron unos fariseos con
propósito de tentarle, y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por
cualquier causa? Él respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador
los hizo varón y hembra? Y dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la
madre y se unirá a la mujer y serán los dos una sola carne. De manera que ya
no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el
hombre. Ellos le replicaron: Entonces, ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo
de divorcio al repudiar? Díjoles Él: Por la dureza de vuestro corazón os
permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así. Y
yo digo que quien repudia a su mujer -salvo caso de adulterio- y se casa con
otra adultera. Dijéronle los discípulos: si tal es la condición del hombre
con la mujer, preferible es no casarse”
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8
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1Cor 7;10,11
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"Cuanto a los casados, precepto es no
mío, sino del Señor, que la mujer no se separe del marido y de separarse, que
no vuelva a casarse o se reconcilie con el marido y que el marido no repudie
a su mujer"
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9
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1Cor 7;39
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"La mujer está ligada por todo el
tiempo de vida de su marido, más una vez que se duerme el marido, queda libre
para casarse con quien quiera, pero en el Señor"
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10
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Rom 7;2,3
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“Por tanto, la mujer casada está ligada al
marido mientras éste vive, pero muerto el marido, queda desligada de la ley
del marido. Por consiguiente, viviendo el marido, será tenida por adúltera si
se uniere a otro marido; pero si el marido muere, queda libre de la ley y no
será adúltera si se une a otro marido"
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11
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Comentarios:
1.- Y creó Dios al hombre a imagen
suya, a imagen de Dios lo creó, y los creo macho y hembra.
2.- Palabras del autor sagrado que
expresan desde el principio la institución divina del matrimonio y su
indisolubilidad, según nos lo declarará más adelante, el propio Jesucristo, en
(Mt 19;5). Esta unidad de los casados que comienza en el amor conyugal, alcanza
en los frutos del matrimonio su expresión más alta.
3.- A pesar que desde el “principio” se
proclama la indisolubilidad del matrimonio, por la dureza del corazón del
hombre Moisés permite a estos repudiar a sus mujeres mediante la entrega de un
libelo de repudio. Pero la exégesis rabínica no era
unánime respecto a qué tenía que entenderse por “algo torpe”.
Así, en tiempo de Jesús,
había dos interpretaciones:
1)
Estricta (de Shammai): permitía solo
el repudio de la mujer en caso de infidelidad conyugal de esta.
2)
Benévola (Hillel): bastaba cualquier
pretexto para repudiar a su mujer, como el haberse dejado quemar un poco la
comida u otros muchos casos.
Así, pues, las causas del
repudio en el Dt están muy vagamente expresadas. Sin embargo, en el conjunto de
la legislación mosaica parece que ese "algo
torpe" no es el adulterio, pues éste era penado con la lapidación (Dt
22,-22-24)."Si un hombre fuera
cogido yaciendo con una mujer casada, serán muertos los dos, el hombre que
yació con la mujer y la mujer" (Gn 38;24) (Ez 16;38-42) (Ez 23;45) (Lv
20;10-14) (Jn 8;3).
4.- El profeta Malaquías reacciona contra el divorcio de su tiempo y
parece recomendar la indisolubilidad del matrimonio.
5.- Los fariseos le preguntan a Jesús si es lícito al marido repudiar (con
pleno sentido de divorcio) a la mujer. Jesucristo les responde llanamente haciéndoles
un resumen de lo que se puede leer en los libros sagrados acerca del
matrimonio, recordándoles expresamente que en un matrimonio ya no son dos sino
una sola carne y que, por la tanto, lo que Dios unió no la separe el hombre.
Vueltos a casa, y como
colofón a la respuesta dada a los fariseos, Jesús dice tajantemente a los
apóstoles: "El que repudia a su
mujer, y se casa con otra, adultera contra aquella, y si la mujer repudia al
marido y se casa con otro, comete adulterio" (En aquellos tiempos, el
derecho a repudiar se concedía sólo al marido, conforme a las exigencias rudas
del ambiente, que postergaba siempre los derechos de la mujer. Jesucristo
puntualiza, en este pasaje, que ambos, marido y mujer, tienen el mismo derecho
y sufren las mismas consecuencias en cuanto al repudio.)
6.- Después de estas palabras de Jesucristo, que recoge Lucas en su
evangelio, tenemos completo todo el proceso relacionado con el adulterio y sus
consecuencias que se inicia en Marcos: “Todo
el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera (Mc)(Lc), y el que se
casa con la repudiada por el marido, comete adulterio (Lc)”
7.- Jesucristo nos enseña en esta
ocasión que “quien repudia a su mujer
-excepto el caso de fornicación- la
expone al adulterio y el que se casa con la repudiada comete adulterio”. Hemos
visto en Mc y Lc, que si la mujer repudiada vuelve a casarse incurre en
adulterio. Es por ello que Jesucristo nos previene en el Sermón de la Montaña
sobre esta dificultad, ya que quien repudia a su mujer, la expone al adulterio
porque caerá en él si se vuelve a casar. Lógicamente, si la mujer ha sido
repudiada por adulterio, no se da este caso porque ella ya ha caído en el
adulterio antes que él la repudiase. Si sigue en el adulterio no será porque ha
sido expuesta a él por el repudio sino porque su voluntad está inclinada al
pecado. De ahí la excepción: “excepto el
caso de fornicación”
8.- Jesucristo, acosado por los
fariseos que le preguntan sobre qué causas o motivos pueden conceder licitud al
repudio de su mujer, les responde llanamente haciéndoles un
resumen de lo que se puede leer en los libros sagrados acerca del matrimonio,
recordándoles expresamente que en un matrimonio ya no son dos sino una sola
carne y que, por la tanto, lo que Dios unió no la separe el hombre.
Los fariseos, comprenden que
Jesucristo les está diciendo que en ningún caso concederá al marido el derecho de
repudiar a su mujer de suerte que quede roto el vínculo matrimonial. Así, pues,
dejan de insistir sobre los motivos que pudieran aducirse en favor del repudio;
pero objetan a Jesús que su doctrina parece oponerse a la de Moisés, el cual en
(Dt 24;1-4) concede al marido el poder divorciarse de su mujer.
Jesús contesta a esta
observación de sus adversarios insistiendo de nuevo que la voluntad divina en
la primitiva institución del matrimonio fue declararlo indisoluble. Moisés
toleró el divorcio cediendo a la dura condición del pueblo judío y para evitar
mayores males. Jesús, pues, abroga el divorcio que Moisés había permitido
proclamando solemnemente que "el que repudia a su mujer -salvo caso de
adulterio- y se casa con otra, adultera".
¿Qué indica, en esta ocasión, la frase exclusiva: “salvo caso de adulterio”?
Veamos, en primer lugar, que la sintaxis de la frase nos está diciendo que la excepción es sólo
para la primera parte de la oración: "quien repudia a su mujer",
no para toda la oración. Si así fuera, la excepción estaría al final de la
frase: "Y yo os digo que quien repudia a su mujer y se casa con otra
-salvo caso de adulterio- adultera." Entonces podría entenderse que en
caso de adulterio de la mujer, el hombre puede despedirla y volverse a casar
sin cometer adulterio. Pero tal como está escrito, no.
Así, pues, podemos decir que
el repudiar a la mujer, es una acción previa y aún siendo en sí una cosa mala,
Jesucristo la permite en una sola ocasión: en caso de inmoralidad sexual, de
adulterio o fornicación, que depende de cómo se traduzca la palabra original.
La segunda parte de la frase,
o sea, el casarse con otra, es la más grave de ambas en cuanto al adulterio del
esposo. Es entonces cuando plenamente comete este pecado. Esta segunda
faceta no tiene ninguna excepción, por lo que jamás, viviendo su primera mujer,
podrá contraer un nuevo matrimonio sea cual sea la razón por la que ha sido
repudiada.
Teniendo en cuenta todo lo
dicho sobre la indisolubilidad del matrimonio y las palabras tan tajantes de
Jesucristo sobre este tema, esta frase exclusiva de Jesucristo no es posible
interpretarla como una ocasión de romper la rigidez de la estructura doctrinal
del matrimonio. Precisamente por ello, los apóstoles, entienden que según
la doctrina que acaban de oír a su maestro, el matrimonio era carga pesada, ya
que, una vez contraído, queda uno indisolublemente unido a su mujer. De ahí la
exclamación "si tal es la condición del hombre con relación a la mujer,
no conviene casarse". Finalmente,
si admitimos el sentido de excepción para toda la frase, Jesús se
colocaría dentro de la escuela estricta de Schammai quien decía, como hemos
visto, que sólo en caso de adulterio de la mujer era lícito repudiarla. No se
explicaría, entonces, la reacción de los discípulos ante las palabras de
Cristo. Sin duda que esta reflexión de los apóstoles, supone una posición
intransigente de Cristo respecto de la indisolubilidad del matrimonio.
9.-
Pablo se basa en las enseñanzas de Jesús (Mt
5;32) (Mt 19;9) (Mc 10;1-12) (Lc 16;18) dirigidas a judíos casados con mujeres,
también judías, y aquí las aplica a los matrimonios en los que ambas personas
son cristianas.
El apóstol vuelve a
repetirnos clarísimamente que el vínculo matrimonial no queda roto a pesar de
que la mujer se separe del marido. En este caso, la mujer separada, sólo tiene
dos caminos a seguir: o "que no vuelva a casarse" o "que se
reconcilie con el marido", lo cual indica claramente que el vínculo
matrimonial queda ileso en todos los casos. (En la Ley Mosaica, la mujer
repudiada no podía ser llamada de nuevo por el marido (Dt 24;4))
10.- Ninguna novedad sobre la doctrina
que ya conocemos respecto a la indisolubilidad del matrimonio.
11.- Dice Pablo: "La mujer casada
está ligada al marido mientras éste vive”. O sea, que en cualquier caso,
haya sido repudiada lícita o ilícitamente, o no haya sido repudiada, la mujer
casada está ligada al marido mientras éste vive, sólo en caso de muerte del marido
queda roto el vínculo que los ligaba.
Y, a
continuación, Pablo expone unas conclusiones lógicas a la doctrina que acaba de
escribir, que reafirman de un modo claro y llano lo que hasta ahora hemos
dicho.