LA SANTÍSIMA TRINIDAD A LO LARGO DEL
NUEVO TESTAMENTO
s/TJ:
"La doctrina de la Santísima
Trinidad es aceptada como verdad bíblica y considerada sagrada por
millones de personas. La doctrina, en breve, es que hay tres dioses en
uno: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.
Hay cuatro textos principales en
los que los católicos se basan para probar la existencia de la
Trinidad: (1Jn 5;7) (Jn 10;30) (1Ti 3;16) y (Jn 1;1). " ("Sea
Dios veraz", c. VII) (Hoja de propaganda titulada:
"La Trinidad. ¿Misterio divino o mito pagano?")
("¿Debería creer Vd. en la Trinidad?")
Análisis:
La Iglesia nunca ha enseñado
que la Trinidad son tres en uno -"tres en uno" como despectivamente escriben
los TJ-, ni que tres personas son una sola. No es
lo mismo "tres dioses en uno" que "tres
personas y un solo Dios". Tres personas pueden ser un solo
Dios, como tres hojas pueden formar una sola flor. Pero tres dioses no pueden
ser un solo Dios, ni tres personas una sola persona; como tres
melones no pueden ser un solo melón.
Una cosa es unidad de
naturaleza y otra trinidad de personas. Naturaleza no significa
lo que ha nacido, o ha sido producido, sino esencia,
sustancia constitutiva, modo de ser. La naturaleza de Dios es la
divinidad, y las personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Es sencillamente falso
que los cuatro textos que presentan los TJ sean los textos
principales en los que los católicos nos apoyamos para defender la doctrina de
la Trinidad.
Para empezar, podemos
indicar que el texto de (Mt 28;19) no está indicado por los TJ y en
cambio es el principal de todos los que presentan los católicos.
Veamos primero cuales son
los textos que los TJ endosan a los católicos:
(1Jn 5;7): "Porque tres
son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu
Santo; y estos tres son uno"
Los TJ acusan
a los católicos de fundamentar su creencia sobre este
versículo de S.Juan. Desde hace siglos no hay nadie que defienda la Trinidad
con este texto. Está clarísimo que, en principio, no fue más que un
comentario marginal, que con el tiempo y el poco conocimiento bíblico de los
copistas, se unió al texto revelado. Los católicos reconocemos que
este versículo no es auténtico, sino que fue introducido en una versión
latina en España hacia finales del siglo IV. Ahora bien, el dogma de la
Trinidad es afirmado bastante antes de esta fecha, en 325 dC. Los TJ tiene
razón, pues, en cuanto aseguran que este versículo no prueba nada;
pero mienten cuando dicen que es uno de los textos
principales que presentamos los católicos. De todas maneras, este
texto tiene un gran valor como testimonio de la tradición y de la fe de la
Iglesia.
(Jn 10;30): "Yo
y el Padre somos una sola cosa" Este es
uno de los tantos textos que los católicos presentamos como prueba de
la divinidad de Cristo. La Trinidad son tres, no dos.
(1Tim 3;16): "Y
sin duda que es grande el misterio de la piedad: ‘Que se ha manifestado en la
carne, ha sido justificado por el Espíritu. ha sido mostrado a los ángeles,
predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la
gloria’" Este párrafo que, según los TJ, los católicos
usamos en defensa de la Trinidad no lo he encontrado en ningún
tratado de Apologética o Dogmática católica. La Biblia de Nacar
Colunga (NC), dice de este versículo que sólo es una estrofa de
un antiguo himno cristiano y que no es de la Escritura.
(Jn 1;1) "Al
principio era el Verbo, y el Verbo estaba en dios" Este
párrafo es uno de los tantos que
presentamos los católicos para demostrar la divinidad del Verbo.
Repetimos que la Trinidad son tres, no dos.
Hemos
de recordar que el NT no contiene afirmaciones formuladas en términos de
«Trinidad» (esta
palabra sólo aparecerá más tarde, hacia fines del s. II, bajo su forma griega con Teófilo de
Antioquía, bajo su forma
latina con Tertuliano).
Entre los pasajes más explícitos de la Biblia sobre la
Santísima Trinidad, se pueden citar los que siguen:
(Mt 28;16-20) (Mc 16;15-18)
Jesús
dice a los once apóstoles: “Por lo tanto,
vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas
las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! Estoy con ustedes todos los días
hasta la conclusión del sistema de cosas" (NM)
Jesucristo dijo:
"En el nombre del...y del...y del...", no
dijo: "En los nombres del.. y del.. y del..." ni
tampoco dijo: "En el nombre del...y en el del... y en el
del....". Jesucristo, en suma, les dice que bauticen en el nombre del
único Dios que, a su vez, es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Aquí, el Espíritu Santo
(mejor con mayúscula) es claramente una
persona, no un viento ni un poder, y está asociado con las otras dos personas
de la Trinidad. Luego hay tres personas, sí, pero un solo Dios ya
que las tres están en la misma línea de dignidad y a las tres se consagra el
que es bautizado. Lógicamente, como en todas las interpretaciones de la Biblia,
debemos tener en cuenta para tener una idea cabal del tema que se trata, todos
los demás puntos de la misma que nos lleven a una conclusión suficientemente
apoyada y que en este caso, como veremos, no son pocos…
Claro que ante este mandato
de Jesús a sus apóstoles, al provenir estos del judaísmo, los TJ nos dicen que
nos fijemos en el concepto de Dios que tenían los judíos para darnos cuenta de
que la doctrina de la Trinidad no es aceptable ni entendible (“La
Atalaya” de 1/3/2012, pág 23). Pero los TJ se olvidan de que los
once apóstoles ya han pasado tres años con su maestro Jesús y que sus ideas
teológicas seguro que habrán empezado a cambiar en su mente…
La
práctica del bautismo
en el nombre (singular) del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo (tres entes
que tienen nombre) se
introdujo rápidamente en la Iglesia, y la doctrina de la unión de las tres personas
distintas que no
forman más que un solo Dios se fijó rápidamente en los símbolos de fe. Puesto que la Biblia
dice que hay un solo Dios, no podemos bautizar en el nombre de tres dioses,
pero sí de tres personas.
(Lc 10;21) (Mt 11;25-26)
En
el envío de los 72 discípulos: “Jesús se llenó de gran gozo en el espíritu santo y
dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has
revelado a los pequeñuelos. Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la
manera aprobada por ti.” (NM).
(Lc 21;22) (Mt 3;16) (Mc 1;9-11) (Jn 1;31-34)
Lucas nos escribe:
Ahora bien, cuando todo el pueblo se bautizó, Jesús también fue bautizado y,
mientras oraba, se abrió el cielo y bajó sobre él, el espíritu santo en forma
corporal como paloma, y salió una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo
te he aprobado” (NM).
De nuevo tenemos juntas, en la misma acción, a las
tres personas divinas: Jesús que es bautizado, el Espíritu Santo que aparece en
forma de paloma y el Padre que habla desde el cielo.
(Jn 14;26)
Jesús
dice a sus apóstoles: “Mas el ayudante,
el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todas
las cosas y les hará recordar todas las cosas que les dije” (NM).
Tenemos
aquí de nuevo a las tres personas divinas: el Espíritu Santo (con mayúscula)
que será enviado por el Padre, en nombre de su Hijo, y cuya misión será
recordar a los apóstoles todas las cosas que el Hijo les ha enseñado cuando
estaba con ellos aquí en la tierra.
(1Cor 12;4-6)
Pablo, escribe a los Corintios: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo espíritu y hay
variedades de ministerios y sin embargo hay el mismo Señor; y hay variedades de
operaciones, y sin embargo es el mismo Dios que ejecuta todas las operaciones
en todos” (NM).
Antes, en el v3,
Pablo da a entender que los carismas tienen todos su origen en el Espíritu Santo;
ahora va a recalcar y explicar más esa
verdad a la que no estaban acostumbrados los paganos, para quienes cada divinidad concedía sus carismas especiales. El Apóstol
no habla sólo del Espíritu, sino
también de Jesucristo, a quien atribuye los «ministerios» (v5), y del Padre, a quien
atribuye las «operaciones» (v6). Y es que Padre, Hijo y Espíritu Santo constituyen un solo Dios,
con un único principio de acción, que es la naturaleza divina. Los carismas,
pues, proceden en realidad de
las tres divinas personas, y es lo que el Apóstol hace resaltar en los v4-6, pero son
atribuidos de modo particular al Espíritu Santo, que es espíritu de amor y de
santificación.
(2Cor 13;13)
Pablo se
despide de los corintios en su segunda carta: “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la
participación (o comunión) en el espíritu santo sean con todos ustedes” (NM)
En
el augurio final (v.13) tenemos un testimonio explícito del dogma de la Trinidad.
Probablemente no hay ningún otro pasaje en las cartas paulinas donde, con la
concisión y brevedad con que aquí se hace, se exprese tan claramente ese dogma. San
Pablo coloca en
una misma línea a Jesucristo y al Espíritu Santo con Dios Padre, contribuyendo los tres
por igual, cada uno en su esfera de apropiación, a la obra común de nuestra salud. Si
pone en primer lugar a Jesucristo,
es debido probablemente a que lo primero que acudió a su pensamiento fue la
fórmula que le era familiar: «Que la gracia de Jesucristo sea con todos
vosotros» (Rom 16;20) (1Cor 16;23) (Gl 6;18), pero que aquí desarrolló más,
mencionando también al Padre
y al Espíritu Santo.
Otras referencias destacables: (Gl 4;6) (Hech
2;32-33) (Ef 4;4-6) (Ef 5;18-20) (Lc 1;35) (Jn 14;16) (Jn 15;26) (Jn 16;13-14) (Hb 9;14)
TÍTULOS, PERFECCIONES, OBRAS Y HECHOS
ATRIBUIDOS IGUALMENTE A CADA UNA DE LAS TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.
Análisis:
Los cristianos tenemos un Padre que
es llamado Dios: (Rom 1;7) (Ef 4;6). Un Hijo que es llamado Dios: (Rom 9;5) (Tt
2;13) (Hb 1;8). Un Espíritu Santo que es llamado Dios: (Hech 5;3-4) (Hech 28;25-27)
comparado con (Is 6; 8-10). Y si son llamados Dios es porque los tres son el mismo Dios.
El nombre de Dios el Padre es Yavé (Jehová):
(Ne 9;6). El Hijo es llamado también Yavé (Jehová): (Jr 23;5-6). Y el Espíritu Santo
igualmente es identificado con el nombre de Yavé (Jehová): (Hb 3;7-9) comparado con (Ex 17;7).
El Padre como Yavé (Jehová) Dios: (2Sm
7;22) (Os 13;4). El Hijo como Yavé (Jehová) Dios: (Jn 20;28). (Al dirigirse a Cristo con esta
reverente expresión, el apóstol Tomás le está aplicando el título y el nombre sagrados
que únicamente pertenecen a Yavé
(Yavé (Jehová)) Dios; (Is 41;13). El Espíritu Santo como Yavé (Jehová) Dios: (Hech 7;71) comparado con (2Re 17;14).
El Padre es el Dios de Israel: (Sl 72;18).
El Hijo es el Dios de Israel: (Lc 1;16-17) (los pecadores se convertían a Cristo); v 68
comparado con (Za 2;10) y (Jn 1;14). El
Espíritu Santo es el Dios de Israel: (2 Sm 23;2-3).
En efecto, los judíos ya creían en Yavé
(Jehová) Dios, pero no creían en Jesucristo; por lo tanto, necesitaban convertirse al Mesías.
Nótese cómo en el v 17 de Lucas 1
late una identidad entre Jesús-Mesías y Yavé (Jehová). Lo que en la profecía se dice de Yavé
(Jehová), aquí Lucas lo aplica al Mesías. (Como el Yavé (Jehová)-Elohe, Yavé (Jehová)-Amén,
de (Is 65;16), que Juan y Pablo aplican, respectivamente, al Jesús-Amén en (Ap 3;14) y (2Co 1;20).
El Padre es
nuestro Señor: (Gn 15;2) (Mc 12;29). El Hijo es nuestro Señor: (Hch 10;36) (1Co 8;6) (Flp 2;11). El
Espíritu Santo es nuestro Señor: (2Co 3;16-17). Entonces, ¿cuántos Señores
tenemos los creyentes? (Mt 4;10) (Mt 6;24) (Ef 4;5).
El Padre es
eterno. (Sl 90;2) (Sl 93;2) (Hb 1;10-12). El Hijo es eterno: (Pr 8;22-23) (Jn 1;1) (Jn 8;58) (Hb 7;3) (Hb13;8).
El Espíritu Santo es eterno: (Hb 9;14).
El Padre es omnipotente: (Gn 17;1) (
2Cr 20;6) (Ef 1;19). El Hijo es omnipotente: (Mt 28;18) (Ef 1; 20-23) (Ap 1;8) (comparar con v
7 y vs. 11,17 y 18); (Ap 3;7) (comparado con (Hech 3;14) y (Ap 19;11-13). El Espíritu Santo es omnipotente:
(Is 30;27-28) (Za 4;6) (Rin 15;13-19).
El Padre es omnipresente: (Jr 23;23-24)
(Hb 4;13). El Hijo es omnipresente: (Mt 18;20) (Mt 28;20) (Jn 3;13). El Espíritu Santo es
omnipresente: (Sl 139;7-12) (Jn 14;17) (1 Cor
3;16).
El Padre es omnisciente: (Sl 139;1-6)
(Dn 2;20-22). El Hijo es omnisciente: (Jn 16;30) (Jn 21;17)
(Col 2;2-3). El Espíritu Santo es omnisciente: (Jn 14;26) (1Co 2;10-11) (1 Jn 2;20-27).
El Padre es la vida: (Sl 36;9) (Hech
17;25-28). El Hijo es la vida: (Jn 1;4) (literalmente; «En auto zoe en»; «En El [la] vida era»); (Jn 11;25) (1 Jn 5;12). El
Espíritu Santo es la
vida: (Jb 33;4); (Rm 8;2-11).
El Padre es el Creador: (Gn 1;1) (Gn
26; 2;7) (Is 44;24) (Is 45;12-18) (Is 48;12-13)
(Ne 9;6). El Hijo es el Creador: (Jn 1;3) (Col 1;15-17) (Sl 33;4) (Hb 1;2) (Hb
11;3) (comparar con (Gn 1;3):
«Y dijo Dios»: la Palabra, el Verbo eterno; y
con (Gn 1;26). El Espíritu
Santo es el Creador: (Gn 1;2) (Gn 1;26) (Gn 2;7) (Mt 2;15) (Jb 33;4) (Jb 26;13) (Sl 104; 27-30).
Así pues, en el gran escenario de la Creación vemos a Dios creando; el Padre. A Dios hablando; el Hijo.
Y a Dios obrando; el Espíritu Santo.
El Padre es el Salvador: (Is 43;3)
(Is 43;11) (Is 45;21) (Lc 1;47) (Tt 3;4). El Hijo es el Salvador: (Mt 1;21) (Lc 2;11 (Tt 2;13).
El Espíritu Santo es el Salvador: (1 Cor 6;11) comparado con (1Jn 1;7) (Hb 9;14) (Tt 3;5). (La salvación
es, pues, atribuida a cada una de las
personas de la Trinidad: (2Co 1;21-22).
El Padre es el Pastor: (Sl 23;1) (Ez
34;11-12); el Hijo es el Pastor: (Jn 10;11) (Jn 14-16); el Espíritu Santo es el Pastor: (Is 63;14).
(¿Puede pastorear una fuerza impersonal?).
El Padre es el autor de la
regeneración: (Jn 1;12-13). El Hijo es el autor de la regeneración: (1Jn 2;29). El
Espíritu Santo es el autor de la regeneración: (Jn 3;5-6). (En la operación del
nuevo nacimiento espiritual interviene, por tanto, la Trinidad: (Tt 3;4-6).
El Padre obró la
resurrección de Jesucristo; (1 Co 6;14). El Hijo obró su propia resurrección: (Jn 2;19-22) (Jn
10;17-18). El Espíritu Santo obró la resurrección de Jesucristo: (Rin 8;11) (1Pe 3;18) (literalmente; «zoopoietheis de Pneumati»; «por otra parte vivificado por [el] Espíritu», pues se
trata de un dativo agente que hace
de instrumental, ya que para expresar que Cristo fue solo vivificado en espíritu, como traducen algunas versiones, el texto
griego diría; «kata pneuma»). Los hijos de Dios tenemos comunión
con cada una de las personas de la Trinidad; nuestra comunión es con el Padre y el Hijo
(1Jn 1;3); y con el Espíritu Santo
(Flp 2;1 y 2 Co 13;14).
El Padre y el Hijo habitan en los
creyentes, y nuestro cuerpo es templo de Dios y de Cristo: (Jn 14;23); (Ap 3;20) (1Cor 3;16) (2Cor
6;16) (Gl 2;20) (Ef 3;17). El Espíritu Santo habita en los creyentes y nuestro
cuerpo es su templo: (Jn 14;16-17) (Rom
8;9) (1Cor 3;16) (1Cor 6;19 (2Tm 1;14).
El Padre y el
Hijo tienen el mismo Espíritu. No son dioses separados. "Mas vosotros no vivís según la
carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él... Y si el Espíritu de aquel que levantó de los
muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que
mora en vosotros" (Rom 8;9-11). Aquí vemos que al mismo Espíritu se le llama Espíritu de
Dios y Espíritu de Cristo. Ese único Espíritu es el Espíritu del Padre así como del Hijo. Eso nos
muestra que no son Dioses
separados. Si lo fueran, no tendrían el mismo Espíritu. En este pasaje vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, las tres personas del único Dios, actuando juntas para resucitar los cuerpos de
los muertos.
Creemos que con estas
referencias que se contienen en el capXII de la obra “Respuestas bíblicas y
doctrinales a los Testigos de Jehová” de Eugenio Danyans, la evidencia trinitaria se hace irrefutable a la luz de la
Palabra de Dios.