domingo, 15 de enero de 2017

TRINIDAD SANTÍSIMA A LO LARGO DEL NUEVO TESTAMENTO


LA SANTÍSIMA TRINIDAD A LO LARGO DEL NUEVO TESTAMENTO

s/TJ:
"La doctrina de la Santísima Trinidad es aceptada como verdad bíblica y considerada sagrada por millones de personas.  La doctrina, en breve, es que hay tres dioses en uno: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.

Hay cuatro textos principales en los que los católicos se basan para probar la existencia de la Trinidad: (1Jn 5;7) (Jn 10;30) (1Ti 3;16) y (Jn 1;1).  " ("Sea Dios veraz", c. VII) (Hoja de propaganda titulada:  "La Trinidad.   ¿Misterio divino o mito pagano?") ("¿Debería creer Vd. en la Trinidad?")
Análisis:
La Iglesia nunca ha enseñado que la Trinidad son tres en uno -"tres en uno" como despectivamente escriben los TJ-, ni que tres personas son una sola.  No es lo mismo "tres dioses en uno" que "tres personas y un solo Dios". Tres personas pueden ser un solo Dios, como tres hojas pueden formar una sola flor. Pero tres dioses no pueden ser un solo Dios, ni tres personas una sola persona; como tres melones no pueden ser un solo melón.
Una cosa es unidad de naturaleza y otra trinidad de personas. Naturaleza no significa lo que ha nacido, o ha sido producido, sino esencia, sustancia constitutiva, modo de ser. La naturaleza de Dios es la divinidad, y las personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Es sencillamente falso que los cuatro textos que presentan los TJ sean los textos principales en los que los católicos nos apoyamos para defender la doctrina de la Trinidad.
Para empezar, podemos indicar que el texto de (Mt 28;19) no está indicado por los TJ y en cambio es el principal de todos los que presentan los católicos.
Veamos primero cuales son los textos que los TJ endosan a los católicos:
(1Jn 5;7): "Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno"
Los TJ acusan a los católicos de fundamentar su creencia sobre este versículo de S.Juan. Desde hace siglos no hay nadie que defienda la Trinidad con este texto. Está clarísimo que, en principio, no fue más que un comentario marginal, que con el tiempo y el poco conocimiento bíblico de los copistas, se unió al texto revelado.  Los católicos reconocemos que este versículo no es auténtico, sino que fue introducido en una versión latina en España hacia finales del siglo IV. Ahora bien, el dogma de la Trinidad es afirmado bastante antes de esta fecha, en 325 dC. Los TJ tiene razón, pues, en cuanto aseguran que este versículo no prueba nada; pero mienten cuando dicen que es uno de los textos principales que presentamos los católicos. De todas maneras, este texto tiene un gran valor como testimonio de la tradición y de la fe de la Iglesia.
(Jn 10;30):  "Yo y el Padre somos una sola cosa" Este es uno de los tantos textos que los católicos presentamos como prueba de la divinidad de Cristo. La Trinidad son tres, no dos.
(1Tim 3;16): "Y sin duda que es grande el misterio de la piedad: ‘Que se ha manifestado en la carne, ha sido justificado por el Espíritu. ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la gloria’" Este párrafo que, según los TJ, los católicos usamos en defensa de la Trinidad no lo he encontrado en ningún tratado de Apologética o Dogmática católica.  La Biblia de Nacar Colunga (NC), dice de este versículo que sólo es una estrofa de un antiguo himno cristiano y que no es de la Escritura.
(Jn 1;1) "Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en dios" Este párrafo es uno de los tantos que presentamos los católicos para demostrar la divinidad del Verbo. Repetimos que la Trinidad son tres, no dos.
Hemos de recordar que el NT no contiene afirmaciones formuladas en términos de «Trinidad» (esta palabra sólo aparecerá más tarde, hacia fines del s. II, bajo su forma griega con Teófilo de Antioquía, bajo su forma latina con Tertuliano).
Entre los pasajes más explícitos de la Biblia sobre la Santísima Trinidad, se pueden citar los que siguen:
(Mt 28;16-20) (Mc 16;15-18)
Jesús dice a los once apóstoles: “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! Estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas" (NM)
Jesucristo dijo:  "En el nombre del...y  del...y del...", no dijo: "En los nombres del.. y del.. y del..." ni tampoco dijo: "En  el nombre del...y  en el del... y en el del....". Jesucristo, en suma, les dice que bauticen en el nombre del único Dios que, a su vez, es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Aquí, el Espíritu Santo (mejor con mayúscula)  es claramente una persona, no un viento ni un poder, y está asociado con las otras dos personas de la Trinidad. Luego hay  tres personas, sí,  pero un solo Dios ya que las tres están en la misma línea de dignidad y a las tres se consagra el que es bautizado. Lógicamente, como en todas las interpretaciones de la Biblia, debemos tener en cuenta para tener una idea cabal del tema que se trata, todos los demás puntos de la misma que nos lleven a una conclusión suficientemente apoyada y que en este caso, como veremos, no son pocos… 
Claro que ante este mandato de Jesús a sus apóstoles, al provenir estos del judaísmo, los TJ nos dicen que nos fijemos en el concepto de Dios que tenían los judíos para darnos cuenta de que la doctrina de la Trinidad no es aceptable ni entendible (“La Atalaya” de 1/3/2012, pág 23). Pero los TJ se olvidan de  que los once apóstoles ya han pasado tres años con su maestro Jesús y que sus ideas teológicas seguro que habrán empezado a cambiar en su mente…
La práctica del bautismo en el nombre (singular) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (tres entes que tienen nombre) se introdujo rápidamente en la Igle­sia, y la doctrina de la unión de las tres personas distintas que no forman más que un solo Dios se fijó rápidamente en los símbolos de fe. Puesto que la Biblia dice que hay un solo Dios, no podemos bautizar en el nombre de tres dioses, pero sí de tres personas.
(Lc 10;21) (Mt 11;25-26)
En el envío de los 72 discípulos: “Jesús se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos. Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti.” (NM).
(Lc 21;22) (Mt 3;16) (Mc 1;9-11) (Jn 1;31-34)
Lucas nos escribe: Ahora bien, cuando todo el pueblo se bautizó, Jesús también fue bautizado y, mientras oraba, se abrió el cielo y bajó sobre él, el espíritu santo en forma corporal como paloma, y salió una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (NM).
De nuevo tenemos juntas, en la misma acción, a las tres personas divinas: Jesús que es bautizado, el Espíritu Santo que aparece en forma de paloma y el Padre que habla desde el cielo.
(Jn 14;26)
Jesús dice a sus apóstoles: “Mas el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les dije” (NM).
Tenemos aquí de nuevo a las tres personas divinas: el Espíritu Santo (con mayúscula) que será enviado por el Padre, en nombre de su Hijo, y cuya misión será recordar a los apóstoles todas las cosas que el Hijo les ha enseñado cuando estaba con ellos aquí en la tierra.
(1Cor 12;4-6)
Pablo, escribe a los Corintios: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo espíritu y hay variedades de ministerios y sin embargo hay el mismo Señor; y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios que ejecuta todas las operaciones en todos” (NM).
Antes, en el v3, Pablo da a entender que los carismas tienen todos su origen en el Espíritu Santo; ahora va a recalcar y ex­plicar más esa verdad a la que no estaban acostumbrados los paganos, para quienes cada divinidad concedía sus carismas especiales. El Apóstol no habla sólo del Espíritu, sino también de Jesucristo, a quien atribuye los «minis­terios» (v5), y del Padre, a quien atribuye las «operaciones» (v6). Y es que Padre, Hijo y Espí­ritu Santo constituyen un solo Dios, con un único principio de acción, que es la naturaleza divina. Los carismas, pues, proceden en realidad de las tres divinas personas, y es lo que el Apóstol hace resaltar en los v4-6, pero son atribuidos de modo particular al Espíritu Santo, que es espíritu de amor y de santificación.
(2Cor 13;13)
Pablo se despide de los corintios en su segunda carta: “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación (o comunión) en el espíritu santo sean con todos ustedes” (NM)
En el augurio final (v.13) tenemos un testimonio explícito del dogma de la Trinidad. Probablemente no hay ningún otro pasaje en las cartas paulinas donde, con la concisión y brevedad con que aquí se hace, se exprese tan claramente ese dogma. San Pablo coloca en una misma línea a Jesucristo y al Espíritu Santo con Dios Padre, contribuyendo los tres por igual, cada uno en su esfera de apropia­ción, a la obra común de nuestra salud. Si pone en primer lugar a Jesucristo, es debido probablemente a que lo primero que acudió a su pensamiento fue la fórmula que le era familiar: «Que la gracia de Jesucristo sea con todos vosotros» (Rom 16;20) (1Cor 16;23) (Gl 6;18), pero que aquí desarrolló más, mencionando también al Padre y al Espíritu Santo.
Otras referencias destacables: (Gl 4;6) (Hech 2;32-33) (Ef 4;4-6) (Ef 5;18-20) (Lc 1;35) (Jn 14;16) (Jn 15;26) (Jn 16;13-14) (Hb 9;14)
TÍTULOS, PERFECCIONES, OBRAS Y HECHOS ATRIBUIDOS IGUALMENTE A CADA UNA DE LAS TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.
Análisis:

Los cristianos tenemos un Padre que es llamado Dios: (Rom 1;7) (Ef 4;6). Un Hijo que es llamado Dios: (Rom 9;5) (Tt 2;13) (Hb 1;8). Un Espíritu Santo que es llamado Dios: (Hech 5;3-4) (Hech 28;25-27) comparado con (Is 6; 8-10). Y si son llamados Dios es porque los tres son el mismo Dios.

El nombre de Dios el Padre es Yavé (Jehová): (Ne 9;6). El Hijo es llamado tam­bién Yavé (Jehová): (Jr 23;5-6). Y el Espíritu Santo igualmente es identificado con el nombre de Yavé (Jehová): (Hb 3;7-9) comparado con (Ex 17;7).

El Padre como Yavé (Jehová) Dios: (2Sm 7;22) (Os 13;4). El Hijo como Yavé (Jehová) Dios: (Jn 20;28). (Al dirigirse a Cristo con esta reverente expresión, el apóstol Tomás le está aplicando el título y el nombre sagrados que únicamente pertenecen a Yavé (Yavé (Jehová)) Dios; (Is 41;13). El Espíritu Santo como Yavé (Jehová) Dios: (Hech 7;71) comparado con (2Re 17;14).

El Padre es el Dios de Israel: (Sl 72;18). El Hijo es el Dios de Israel: (Lc 1;16-17) (los pecadores se convertían a Cristo); v 68 comparado con (Za 2;10) y (Jn 1;14). El Espíritu Santo es el Dios de Israel: (2 Sm 23;2-3).

En efecto, los judíos ya creían en Yavé (Jehová) Dios, pero no creían en Jesu­cristo; por lo tanto, necesitaban convertirse al Mesías. Nótese cómo en el v 17 de Lucas 1 late una identidad entre Jesús-Mesías y Yavé (Jehová). Lo que en la profecía se dice de Yavé (Jehová), aquí Lucas lo aplica al Mesías. (Como el Yavé (Jehová)-Elohe, Yavé (Jehová)-Amén, de (Is 65;16), que Juan y Pablo aplican, respec­tivamente, al Jesús-Amén en (Ap 3;14) y (2Co 1;20).

El Padre es nuestro Señor: (Gn 15;2) (Mc 12;29). El Hijo es nuestro Señor: (Hch 10;36) (1Co 8;6) (Flp 2;11). El Espíritu Santo es nuestro Señor: (2Co 3;16­-17). Entonces, ¿cuántos Señores tenemos los creyentes? (Mt 4;10) (Mt 6;24)  (Ef 4;5).

El Padre es eterno. (Sl 90;2) (Sl 93;2) (Hb 1;10-12). El Hijo es eterno: (Pr 8;22-­23) (Jn 1;1) (Jn 8;58) (Hb 7;3) (Hb13;8). El Espíritu Santo es eterno: (Hb 9;14).

El Padre es omnipotente: (Gn 17;1) ( 2Cr 20;6) (Ef 1;19). El Hijo es omnipo­tente: (Mt 28;18) (Ef 1; 20-23) (Ap 1;8) (comparar con v 7 y vs. 11,17 y 18); (Ap 3;7) (comparado con (Hech 3;14) y (Ap 19;11-13). El Espíritu Santo es omnipotente: (Is 30;27-28)  (Za 4;6) (Rin 15;13-19).

El Padre es omnipresente: (Jr 23;23-24) (Hb 4;13). El Hijo es omnipresente: (Mt 18;20) (Mt 28;20) (Jn 3;13). El Espíritu Santo es omnipresente: (Sl 139;7-12) (Jn 14;17) (1 Cor 3;16).

El Padre es omnisciente: (Sl 139;1-6) (Dn 2;20-22). El Hijo es omnisciente: (Jn 16;30)  (Jn 21;17) (Col 2;2-3). El Espíritu Santo es omnisciente: (Jn 14;26) (1Co 2;10-11) (1 Jn 2;20-27).

El Padre es la vida: (Sl 36;9) (Hech 17;25-28). El Hijo es la vida: (Jn 1;4) (lite­ralmente; «En auto zoe en»; «En El [la] vida era»); (Jn 11;25) (1 Jn 5;12). El Espíritu Santo es la vida: (Jb 33;4); (Rm 8;2-11).

El Padre es el Creador: (Gn 1;1) (Gn 26; 2;7) (Is 44;24) (Is 45;12-18)  (Is 48;12-13) (Ne 9;6). El Hijo es el Creador: (Jn 1;3) (Col 1;15-17) (Sl 33;4) (Hb 1;2) (Hb 11;3) (com­parar con (Gn 1;3): «Y dijo Dios»: la Palabra, el Verbo eterno; y con (Gn 1;26). El Espíritu Santo es el Creador: (Gn 1;2) (Gn 1;26) (Gn 2;7) (Mt 2;15) (Jb 33;4) (Jb 26;13) (Sl 104; 27-30). Así pues, en el gran escenario de la Creación vemos a Dios creando; el Padre. A Dios hablando; el Hijo. Y a Dios obran­do; el Espíritu Santo.

El Padre es el Salvador: (Is 43;3) (Is 43;11) (Is 45;21) (Lc 1;47) (Tt 3;4). El Hijo es el Sal­vador: (Mt 1;21) (Lc 2;11 (Tt 2;13). El Espíritu Santo es el Salvador: (1 Cor 6;11) comparado con (1Jn 1;7) (Hb 9;14) (Tt 3;5). (La salvación es, pues, atribuida a cada una de las personas de la Trinidad: (2Co 1;21-22).

El Padre es el Pastor: (Sl 23;1) (Ez 34;11-12); el Hijo es el Pastor: (Jn 10;11) (Jn 14-16); el Espíritu Santo es el Pastor: (Is 63;14). (¿Puede pastorear una fuerza impersonal?).

El Padre es el autor de la regeneración: (Jn 1;12-13). El Hijo es el autor de la regeneración: (1Jn 2;29). El Espíritu Santo es el autor de la regeneración: (Jn 3;5-6). (En la operación del nuevo nacimiento espiritual interviene, por tanto, la Trinidad: (Tt 3;4-6).

El Padre obró la resurrección de Jesucristo; (1 Co 6;14). El Hijo obró su propia resurrección: (Jn 2;19-22) (Jn 10;17-18). El Espíritu Santo obró la resurrec­ción de Jesucristo: (Rin 8;11) (1Pe 3;18) (literalmente; «zoopoietheis de Pneuma­ti»; «por otra parte vivificado por [el] Espíritu», pues se trata de un dativo agente que hace de instrumental, ya que para expresar que Cristo fue solo vivificado en espíritu, como traducen algunas versiones, el texto griego diría; «kata pneuma»). Los hijos de Dios tenemos comunión con cada una de las personas de la Trinidad; nuestra comunión es con el Padre y el Hijo (1Jn 1;3); y con el Espíritu Santo (Flp 2;1 y 2 Co 13;14).

El Padre y el Hijo habitan en los creyentes, y nuestro cuerpo es templo de Dios y de Cristo: (Jn 14;23); (Ap 3;20) (1Cor 3;16) (2Cor 6;16) (Gl 2;20) (Ef 3;17). El Espíritu Santo habita en los creyentes y nuestro cuerpo es su templo: (Jn 14;16-17) (Rom 8;9) (1Cor 3;16) (1Cor 6;19 (2Tm 1;14). El Padre y el Hijo tienen el mismo Espíritu. No son dioses separados. "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él... Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (Rom 8;9-11). Aquí vemos que al mismo Espíritu se le llama Espíritu de Dios y Espíritu de Cristo. Ese único Espíritu es el Espíritu del Padre así como del Hijo. Eso nos muestra que no son Dioses separados. Si lo fueran, no tendrían el mismo Espíritu. En este pasaje vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, las tres personas del único Dios, actuando juntas para resucitar los cuerpos de los muertos.

Creemos que con estas referencias que se contienen en el capXII de la obra “Respuestas bíblicas y doctrinales a los Testigos de Jehová” de Eugenio Danyans,  la evidencia trinitaria se hace irrefutable a la luz de la Palabra de Dios.