Los
TJ se preguntan “¿Es obligatorio el celibato para los ministros cristianos?” Y en
un breve artículo que aparece en “La Atalaya” 2017, número 2, pág 8 y 9, dan
por buena y definitiva la respuesta: “En
verdad no importa si eres soltero o estas casado; serás feliz si le das lo mejor
de ti a Jehová Dios” (pág 9).
Me
parece una respuesta aceptable que no tiene nada que reprochar. Y ya que
mencionan una frase de Benedicto XVI, podemos añadir que -en 2007- este Papa dedica
al tema del celibato un número entero de la Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum
Caritatis. Leemos en él: “Los Padres
sinodales han querido subrayar que el sacerdocio ministerial requiere, mediante
la Ordenación, la plena configuración con Cristo. Respetando la praxis y las
diferentes tradiciones orientales, es necesario reafirmar el sentido profundo
del celibato sacerdotal, considerado con razón como una riqueza inestimable y
confirmado por la praxis oriental de elegir como obispos sólo entre los que
viven el celibato, y que tiene en gran estima la opción por el celibato que
hacen numerosos presbíteros. En efecto, esta opción del sacerdote es una
expresión peculiar de la entrega que lo configura con Cristo y de la entrega
exclusiva de sí mismo por el Reino de Dios. El hecho de que Cristo mismo,
sacerdote para siempre, viviera su misión hasta el sacrificio de la cruz en
estado de virginidad es el punto de referencia seguro para entender el sentido
de la tradición de la Iglesia latina a este respecto. Así pues, no basta con
comprender el celibato sacerdotal en términos meramente funcionales. En
realidad, representa una especial configuración con el estilo de vida del
propio Cristo… El celibato sacerdotal, vivido con madurez, alegría y entrega,
es una grandísima bendición para la Iglesia y para la sociedad misma” (n.
24).
Así,
pues, los TJ pueden remontarse hasta donde quieran para fijar la época en que
podemos considerar el inicio del celibato entre los cristianos y, por otra
parte, pueden interpretar la Palabra de Dios con la libertad que nos tienen
acostumbrados. Pero una cosa es indudable: Cristo vivió toda su vida en estado
de virginidad y esta es la mejor referencia para este tema.
Finalmente,
los propios TJ nos explican, en el último apartado de su artículo, las razones
claras y evidentes por las que la Iglesia impone a sus sacerdotes la obligación
del celibato. Estas razones, que los TJ no desdeñan, son las mismas razones por
las que Jesús y Pablo recomiendan la soltería a sus discípulos.