s/TJ:
El primer hombre fue creado en el
"jardín de Edén" en lo que ahora es el Asia del sudoeste, en la vecindad, de los ríos Tigris y Eufrates. El nombre "Edén" significa "placer", evidentemente para indicar que la región era placentera para el
hombre. (Gn 2;7-14) ("Cosas
en las cuales es imposible que Dios mienta", pág 154) Así que Dios eligió una parte de la
tierra llamada Edén y allí plantó un bello jardín en la parte este de aquel
lugar... ("De paraíso perdido a paraíso recobrado", pág
15-17)
Análisis:
Alguien podría pensar que con los datos
que nos presenta el texto bíblico se puede llegar a una localización perfecta del Paraíso. Y, sin embargo,
no sucede así. En
1897 escribía el P.Lagrange: " Se ha emplazado el paraíso en tantos
lugares y con precisiones tan concretas que el público considera la cuestión como
desesperada". Pero... los TJ -como hemos visto y como en todo- lo tienen
claro.
El artificio
literario de esta
descripción se pone de
manifiesto en la mención de los ríos Eufrates y Tigris. ¿Existían ya y tenían
el mismo nombre en los días de
Adán? ¿Existía en aquel
tiempo la región de Havila, de Cus, y se recogía el oro, calificado de puro, el
bedelio y ágata? ¿Cómo
explicar la persistencia durante miles de años de aquellas tierras y ríos, a pesar de los cataclismos efectuados en la corteza terrestre? De los cuatro ríos
mencionados, el Éufrates y el Tigris
son conocidísimos; sobre los otros dos, el Pisón y el Guijón, no
convienen los autores en su identificación. Teniendo en cuenta la geografía de los antiguos, se han
lanzado toda clase de hipótesis sobre su
localización: En Armenia, en el Cáucaso, al este de Palestina, etc (Véase "El origen del mundo y del hombre
según la Biblia", pág 157 y ss)
Los TJ que nos dicen que "cuando la Biblia dice que las aguas inundantes cubrieron las
montañas más altas, no
debemos pensar en agua suficiente para cubrir el monte Everest hoy día", porque
"se puede hallar abundante evidencia de cambios notables en la superficie de la Tierra" ("Es la Biblia realmente la Palabra de Dios", pág 38), no
aplican el mismo
razonamiento al querer situar el "Edén", ya que admiten tranquilamente que los ríos Tigris y Éufrates ya existían como hoy en tiempo no del diluvio sino de Adán, y además con el mismo
nombre que hoy los conocemos.
Hay que admitir que en esta descripción se proyectan al pasado, a
los orígenes, los datos topográficos de
tiempos del autor de esta descripción.