JUSTOS E INJUSTOS (UN AGRAVIO COMPARATIVO)
Según los
testigos de Jehová, el injusto en la
actualidad, es aquél que hace cosas malas, pero que, al no conocer la voluntad
de Dios, generalmente por ignorancia, no es reo del “cortamiento eterno”
como sí lo es el inicuo (Mt 25;46). El injusto ha llegado a esta situación en un mundo que se encuentra “bajo
el poder del maligno” (1Jn 5;19) y con toda seguridad, sin él saberlo,
habrá tenido que luchar en más de una ocasión contra las provocadoras
insinuaciones de Satanás, que al fin le ha vencido fácilmente y lo ha
precipitado en la senda del mal. Pero el inicuo -al que ya he mencionado-
es el que sí conoce a Jehová y a Satanás y, ante la tentación, ha optado desgraciadamente
por seguir el camino que él sabe le aboca al mal. Así, pues, tanto el inicuo
como el injusto han hecho cosas
malas en este mundo y los dos las han cometido porque no han podido o no han
querido resistir el embate de Satanás que nunca cesa en su empeño de hacer
tropezar a los hombres. La diferencia está en que el injusto no conoce ni a Jehová ni a Satanás y el inicuo conoce
a ambos.
En el nuevo
mundo, y sigo en la doctrina de los testigos de Jehová, los inicuos actuales
ya no existirán porque habiendo caído en este mundo, en su lucha con el demonio,
han merecido que se les aplique el “cortamiento eterno”. En cambio, los injustos
actuales que en este mundo han cometido posiblemente los mismos delitos o
más graves que los inicuos, estarán adquiriendo tranquilamente el
conocimiento necesario de Jehová, pero sin el acoso continuo del diablo que se
encontrará encadenado en el abismo durante todo el milenio.
Claramente en
el Nuevo Mundo, los injustos gozarán de una ventaja decisiva que no han
tenido los inicuos en el mundo actual, ya que al conocer a Jehová podrán
reafirmarse en este conocimiento sin que el diablo les tiente de continuo y
además en un ambiente decididamente favorable a Jehová.
¿No ven los testigos de Jehová que los creyentes de este
mundo están sometidos a unas condiciones mucho más adversas que lo estarán en
su día los creyentes del Nuevo Mundo? ¿No comprenden que esta situación es propia
de un agravio comparativo?