(La Atalaya 15/10/1996, pág 3)
(La Atalaya 1/4/1970, pág 213-215)
(¡Despertad! 8/9/1973, pág 5-8)
Reflexión 1, s/TJ:
Los TJ nos dicen, comentando la respuesta que da la Biblia a
la pregunta anterior en JW.org, que “los muertos no tienen conciencia de
nada en absoluto” (Ecls 9;5) y añaden el (Sl 146;4): “Sale su espíritu y
el hombre vuelve al suelo, en el mismo día se acaban sus pensamientos”
(NM).
Análisis:
Podemos añadir “entonces el polvo vuelve a la tierra, tal
como era, y el espíritu (ruach) vuelve al Dios verdadero, que lo dio.” (Ecls
12;7) (NM).
En la primera frase “entonces el polvo vuelve a la tierra,
tal como era“ hay una alusión a (Gn 2;7) y (Gn 3;19) en que se dice que
Dios creó al hombre del polvo de la tierra y, en castigo del pecado original,
le condenó a volver a él.
¿De qué espíritu se trata en la segunda parte del verso “y
el espíritu (ruach) vuelve al Dios verdadero, que lo dio”? Espíritu - “Ruach”- designa aquí el “hálito
vital” comunicado por Dios al hombre, que tiene su manifestación exterior en la
entrada y salida del aire por la nariz y que dura todo el tiempo de la vida del
hombre. Terminada ésta, el cuerpo vuelve a la tierra, y el espíritu vuelve a
Dios en el sentido de que Dios lo retira, con lo que el hombre muere.
El autor de Eclesiastés (Ecls) no habla aquí del alma inmortal
porque es evidente que, si Cohelet la hubiese conocido al final de sus
reflexiones, no hubiese escrito su libro. Si esta revelación le hubiese sido
concedida, la hubiese expresado de una manera triunfante y sus reflexiones no
hubiesen sido seguidas de su habitual grito de dolor: ¡Vanidad de vanidades!
Pues si hay una vida eterna después de ésta, no es verdad que todo sea vano y
que la vida no merezca la pena de ser vivida. El autor de la Sabiduría, que no
ignoraba la inmortalidad reservada a los justos, hablará en otro tono. Pero este
libro Sagrado no es del gusto de los testigos de Jehová…
El Génesis, aunque no pruebe de
manera perentoria la existencia del alma como algo aparte del cuerpo, ya la
insinúa fuertemente.
Cuando Dios
creó los animales había dicho solamente: "Que la
tierra produzca seres vivientes por especies..." (Gn 1;24). Pero
cuando creo al hombre a su imagen, Dios le infundió directamente "un
hálito de vida" (Gn 1;26-27) (Gn 2;7). ¿No es insinuar que el
hombre tiene algo más que los animales, un principio espiritual?
Sean cuales fueren las palabras empleadas, la Sagrada Escritura
habla con frecuencia más adelante de algo en el hombre
que supera al plan corporal y que es llamado alma, espíritu o aliento
y que le eleva sobre toda la creación como imagen de Dios y de Jesús (Gn 9;6) (Col
3;10) (Rom 8;29).
En (Gl 5;16-26), por
ejemplo, se ve claro que el hombre está compuesto por el cuerpo y por el alma
(carne y espíritu) y con tendencias contrarias y, por tanto, con frutos
distintos.
Para los TJ no existe un alma humana como principio espiritual. Y
así, añaden “El hombre no es superior a los animales … todos tienen el mismo
espíritu y el mismo final.”
El animal no puede ser
nunca igual al hombre, porque éste goza de una dignidad que no posee el animal.
El animal, simplemente fue “hecho” mientras Dios “dijo”: “procread y
multiplicaos” (Gn 1;22). El hombre, en cambio, fue hecho “a imagen y
semejanza” de Dios, y “les dijo” “procread y multiplicaos” (Gn
1;28). Sólo al hombre lo constituyó responsable de sus actos. La Biblia, niega
toda inteligencia a los animales. En cambio, concede al hombre algunos de los
atributos que se refieren a Dios (inteligencia, justicia, amor, etc.)
consecuencia de la semejanza del hombre con Dios.
Reflexión 2, s/TJ:
“Para aquellos a quienes Dios resucite, la muerte no será
el final de todo”
Análisis:
O sea, para toda la humanidad, ya que todos resucitarán:
Resurrección de “justos e injustos” (Hech 24;15), “buenos
y malos” (Mt 5;45), "de vivos y muertos" (2Tim 4;1),“cuántos están en los sepulcros” (Jn 5;28-29), “Dios
no es Dios de muertos sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lc 20;38).
Los TJ enseñan, sin apoyo bíblico y a pesar de la rotundidad
de las referencias anteriores, que los “malos”, que los “inicuos” no resucitarán
porque para ellos la muerte es definitiva.
Reflexión 3, s/TJ:
“Marta misma había aprendido que jehová promete
resucitar a los muertos para que vuelvan a vivir en la Tierra”.
Análisis:
No parece esto posible porque Jesucristo nos aconseja claramente
en diversas circunstancias que nos preocupemos más de tener riquezas en el
cielo que no en la tierra (Mt 6;20) (Mt 19;21) (Mc 10;21) (Lc 6;23) (Lc 10;20)
(Lc 12;33) (Lc 18;22).
Reflexión 4, s/TJ:
Según la doctrina de los TJ, “millones de personas que
han muerto volverán a vivir en la Tierra. Incluso resucitarán algunas
que no conocieron a Jehová y practicaron cosas malas”.
Análisis:
Cualquier persona que medianamente conozca la doctrina de
los TJ, sabe que estos enseñan que aquellas personas que han hecho cosas malas según
la Ley de Jehová, pero que no sabían que esto era así por no haber tenido ocasión
de aprenderla y aceptarla, serán también resucitados. Los mismos TJ consideran
que el número de estos resucitados de antes y después de Jesucristo, puede
alcanzar miles de millones, cincuenta, sesenta, o quien sabe. Sin embargo,
cuando citan a estas personas las consideran “algunas”. Es una manera de desconcertar
a sus lectores.
Por otra parte, ya que la Biblia no agrupa a estas personas
bajo alguna denominación que las distinga de las demás, los TJ se han apropiado
de la calificación de “injustas”, que claramente se refiere a “malas” “inicuas”
“pecadoras”, pero que le han cambiado el significado clarísimo que le da la
Biblia, para poder de esta manera, dar a este grupo de personas un destino en
la Tierra que es muy importante para justificar la finalidad y su destino en el
Milenio.