(Análisis de la lección 6 de “Buenas noticias de parte de Dios” de los TJ)
TJ1. ¿Qué esperanza hay para los muertos?
En cierta ocasión, Jesús fue
a Betania, una aldea cercana a Jerusalén donde vivía su amigo Lázaro. Cuando
Jesús llegó, Lázaro llevaba cuatro días muerto. Acompañado de Marta y María
—las hermanas de Lázaro—, Jesús se dirigió a la tumba, y en poco tiempo se
juntó allí una multitud. ¿Se imagina la alegría de Marta y María al ver a Jesús
resucitar a su hermano? (Jn 11;21-24) (Jn 11;38-44)
Entre las buenas noticias que da la Biblia se encuentra la esperanza de la resurrección. Marta misma había aprendido que Jehová promete resucitar a los muertos para que vuelvan a vivir en la Tierra. (Job 14;14-15).
Análisis:
En la referencia bíblica presentada no aparece esta promesa de Jehová, y en
las escrituras griegas Jesucristo no promete en ninguna parte la resurrección
para volver a vivir en la Tierra.
TJ2. ¿Qué le pasa a la gente cuando muere?
Los seres humanos estamos hechos
del “polvo del suelo” (Gn 2;7) (Gn 3;19). No somos
espíritus que habitan un cuerpo de carne y hueso. Somos criaturas físicas, y
no seguimos viviendo después de la muerte.
Análisis:
La palabra “alma” (nephes, psiké) como centro de la vida sensorial tanto
del hombre como de los animales, no tiene un sentido uniforme, sino que tiene
más de un significado según el contexto que enmarca dicho término. En (Gn
1;26-27) leemos en la Biblia: “Entonces dijo Dios: ’Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza…’ Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó”.
Esta imagen de Dios le daba al hombre una naturaleza espiritual de la que
carecían los brutos, para que pudiera vivir en comunión con su Creador; le
dotaba de inteligencia, sentimientos morales y voluntad; le hacía «un poco
menor que los seres divinos» (Sl 8;5). Dios, al imprimir su imagen en el
hombre, ¿no impartiría a su espíritu la cualidad de inmortal? Téngase en cuenta
que Dios es espíritu (Jn 4;24) y como tal tiene inmortalidad por Sí mismo. Por
eso, el alma espiritual del hombre puede ser inmortal sin que lo sea el alma
animal de los irracionales.
Por otra parte, en (Gn 2;7) dice: "Y formó al hombre del polvo
de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser
alma viviente". Notemos que,
para el hombre, y solamente para el hombre, Dios interviene especialmente e
infunde directamente Él mismo «un hálito de vida» en la nueva creación.
Evidentemente esto equivale a insinuar que el hombre tiene algo más que los
animales, un principio espiritual como su Creador: el alma o espíritu. Por
esto, la idea que expresa el original hebreo es que en virtud del poder creador
de Dios el hombre vino a ser una «especie con alma viviente»
TJ:
Cuando el cerebro muere, se acaban
los pensamientos. De modo que los muertos ni sienten ni padecen.
Por eso Lázaro, ya resucitado, no contó nada sobre su muerte. (Sl 146;4) (Ecles 9;5, 6, 10).
Análisis:
Los antiguos hebreos insistían sobre el principio que se repite
frecuentemente en sus Escrituras y que se puede resumir de la siguiente manera:
“toda la vida humana está sometida al juicio de Dios, que da a cada uno según
sus obras”. La Ley apenas nos habla más que de premios y castigos temporales.
De aquí que para algunos sea en la presente vida donde se realizarán las
sanciones divinas y el hombre conseguirá su fin, que es su felicidad. Mas
aunque la experiencia ofrezca algunos argumentos favorables a esta tesis,
también ofrece otros muchos en contra de ella.
En esta oscuridad vive Eclesiastés, en hebreo Cohelet, que estudia el
problema del fin del hombre con fe en la justicia suprema de Dios, pero sin la
luz sobre los celestiales horizontes que las revelaciones posteriores nos descubren.
Nada dispuesto a dejarse convencer por los argumentos de quienes aceptaban la
doctrina de que Dios da en la presente vida a cada uno según sus obras, se
apoya, para contradecirla, en la experiencia, y de sus argumentos deduce esta
conclusión: “Disfrutemos de los bienes de Dios, pero sin olvidarnos de su
justicia”. Siglos después, a los cristianos la esperanza que tienen en Jesús
les hace dulces las tribulaciones y la muerte misma. Pablo nos dirá: “Mi vivir
es Cristo, y la muerte es para mí una ganancia”.
TJ:
Algunos creen que hay un infierno donde Dios atormenta a las personas
después de la muerte, pero eso no es cierto. Como hemos visto, los muertos
están inconscientes. Así que la enseñanza del infierno es falsa y
mancha el nombre de Jehová, quien detesta hasta la sola idea de atormentar a
alguien en el fuego. (Dt 12;31).
Análisis:
La enseñanza del infierno no es
falsa si se enseña correctamente, cosa que no hacen los testigos de jehová.
En primer lugar, Dios no atormenta a las personas
después de la muerte, porque ni es Dios quien atormenta, ni el tormento lo
reciben “las personas”, en general.
Todos tenemos ocasión en nuestra vida de comportarnos, de una u otra manera,
como Dios quiere que lo hagamos. Si seguimos este camino, Jesucristo nos dará,
después de la muerte, paso a la vida eterna. Si no seguimos el camino trazado
por Dios, recibiremos, asimismo después de la muerte, la forma de vida que hayamos
preferido: sin amor a Dios, sin amor a los demás, sin misericordia, sin alegría,
sin sabiduría… ¡esto es el fuego inextinguible que, junto al Diablo, nos
atormentaría eternamente! (Dan 12;2) (Mt 5;29) (Mt 8;12) (Mt 10;28) (Mt
13;41-42) (Mt 13;49-50) (Mt 22;13) (Mt 24;51) (Mt 25;41) (Mt 25;46) (Mc
9;47-48) (Lc 13;28) (Lc 16;22-26) (2Tes 1;9) (2Pe 2;9) (Ap 19;20) (Ap 20;10) (Ap 21;8).
El infierno más que un lugar es un estado de separación total y voluntario
de Dios. Pero no es un cortamiento, no es un cese de la existencia. La persona
que va al infierno está consciente, viva y sufriente.
TJ3: ¿Se puede hablar con los
muertos?
Los muertos no pueden hablar ni escuchar (Sl 115;17). Sin embargo, hay unos ángeles perversos que pueden
hablar con la gente y se hacen pasar por personas que han muerto (2Pe 2;4). Por ese motivo, Jehová prohíbe que intentemos
comunicarnos con los muertos (Dt 18;10-11).
Análisis:
Dios está en contra de la adivinación, de la hechicería, de los
encantamientos, del espiritismo, pero no está en contra de que todos los de
Cristo estemos unidos entre sí en Él, en un mismo Espíritu y en una misma Iglesia.
En efecto, todos participamos, aunque en grado y modo diversos en el mismo
amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios,
unos peregrinando todavía en la tierra, otros, ya difuntos, purificándose. Finalmente,
otros están ya glorificados, contemplando claramente a Dios mismo, tal cual es.
La unión entre unos y otros de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la
constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes
espirituales. Y es que creemos igualmente que en esta comunión, el amor
misericordioso de Dios y de sus santos, siempre ofrecen oídos atentos a
nuestras oraciones.
TJ4: ¿Quiénes volverán a la vida?
Millones de personas que han muerto volverán a vivir en la
Tierra. Incluso resucitarán algunas que no conocieron a Jehová y
practicaron cosas malas. (Lc 23;43) (Hech 24;15). Quienes resuciten
podrán aprender la verdad sobre Dios y demostrar que tienen fe en Jesús
obedeciéndolo (Ap 20;11-13). Si lo hacen, disfrutarán de vivir para siempre
en la Tierra. (Jn 5;28-29).
Análisis:
Todo el mundo resucitará. La Biblia es rotunda: “Resucitarán justos e
injustos” (Hech 24;15), o sea, “buenos y malos” (Mt 5;45) ya que “viene
la hora en que cuantos están en los sepulcros oirán su voz y saldrán”
(Jn 5;28). El texto sagrado es clarísimo: “injusto” o “malo” no es aquél que
hace cosas sin saber que son contrarias a la ley de Dios, como pretenden inculcarnos
los testigos de Jehová. “Injusto” es el que de una manera u otra sabe que está
haciendo el mal, ya porque conoce la Ley de Dios que así lo indica o porque, no
conociéndola, siente que va en contra de su conciencia (Rom 2;12-16).
Por otra parte, resucitarán, pero no para volver a vivir en la Tierra, sino
para ser juzgados de su vida en la Tierra y para recibir de Jesús, en
consecuencia, la vida o el castigo eternos (Jn 5;29).
TJ5: ¿Qué nos enseña sobre
Jehová la resurrección?
La resurrección nos enseña
que Jehová es un Dios de amor y bondad inmerecida. Gracias a que Dios envió a
su Hijo a entregar su vida por nosotros, contamos con esa esperanza.
Y usted, ¿a quién tiene ganas de ver cuando la gente resucite? (Jn 3;16) (Rom 6;23).
Análisis:
Sin duda, la resurrección nos
enseña que Yavé es un Dios de amor y bondad inmerecida. A la última pregunta de
los testigos de Jehová mi respuesta es rotunda y precisa. Al igual que el
llamado buen ladrón del evangelio de (Lc 23;43) que en el mismo día de su
muerte estuvo con Jesucristo en el paraíso, yo también quisiera tener esta misma
suerte cuando Dios me llame a su juicio. ¡En mis manos y en la misericordia de
Dios está que ello se cumpla!