La cronología bíblica indica que el reino de Dios fue establecido en los cielos en 1914. Así lo demuestra, según los testigos de Jehová, una profecía registrada en el capítulo 4 del libro de Daniel. El detalle de esta profecía creo que es sobradamente conocida de todos sus adeptos. Últimamente, esta profecía y su interpretación ha sido publicada de nuevo en JW.org y seguro que cualquier testigo de Jehová, que se precie, tendrá en su biblioteca varios libros o revistas que la detallan ampliamente.
Como casi todas las profecías, ésta también se interpreta de
manera más o menos caprichosa. Al final de la misma y como remate a una infinidad
de vericuetos, debe sumarse al número que indica el año en que fue destruida
Jerusalén, la cantidad de 2.520 años que debe llevarnos hacia adelante, hasta
el año en que, según los testigos de Jehová, fue establecido el reino de Dios
en los cielos.
Y en este punto, es cuando los testigos de Jehová echan mano
de sus argucias, a las que ya nos tienen acostumbrados, diciéndonos que
Jerusalén, según la historia, fue destruida en el año 607 aC. Si a 607
negativos, ya que son antes de Cristo, le aplicamos los 2.520 años positivos
(teniendo en cuenta que el año 0 no existe) vamos a parar al año 1914 que es el
que definitivamente les interesa a los testigos de Jehová como año en el que
Jesús es nombrado rey del Reino de Dios y se inicia el periodo denominado “últimos
días”.
Cómo es fácil comprender, la fecha de la destrucción de
Jerusalén es básica ya que, como he dicho, de ella deben partir los 2.520 años
de la profecía para llegar a 1914. Y esto solo será posible si la fecha de la
destrucción de Jerusalén corresponde al año 607, no, si es otro año cualquiera.
Muchas personas tenemos la suerte de poseer en nuestras casas
libros o enciclopedias de historia que nos pueden ayudar en estos casos, aunque
siempre está el recurso de las Bibliotecas públicas y de Internet. Al fin y al
cabo, los testigos de Jehová para descifrar sus profecías también deben
recurrir a diversas ramas de la ciencia y de los conocimientos en general para
que sus cábalas resulten lo más certeras posible y de acuerdo con los
descubrimientos y resultados que estas ciencias van fijando.
En mi caso particular dispongo de varios libros de historia
que he podido consultar: Historia Universal escrita por Joaquín Rubió y Ors
(1877), Historia de Israel de John Bright (Editorial Desclée de Brouwer) (1970),
y diversas enciclopedias, atlas, temporamas, etc., una treintena de fuentes con
fechas fijadas, principalmente, a lo largo del siglo XX. En todas ellas,
Jerusalén es destruida en 586/587 aC.