s/TJ:
La Biblia declara: “[Dios] ha
fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta
tiempo indefinido, ni para siempre” (Sl 104;5). En este y otros pasajes, la
Biblia nos asegura que Dios jamás destruirá la Tierra y que nunca permitirá que
nada ni nadie la destruya (Ecles 1;4) (Is 45;18)”. (La Atalaya
1/5/2015, pág 4). "La tierra merece ser conservada como creación de Dios; y
Dios la conservará para toda la eternidad" (La Atalaya 1/5/2015, pág 7 -recuadro-) "Las Escrituras nos garantizan que el cielo y la Tierra literales existirán para siempre" (Sl 78;69) (La Atalaya 2017, núm 4, pág 13
Análisis:
Con relación a
este tema, los TJ también añaden en (La Atalaya 1/2/2012, pág 25): “La realidad es que nuestro planeta
nunca dejará de existir, pues su Creador no lo permitirá. En su Palabra
se afirma: "Has fijado sólidamente la tierra, para que siga
subsistiendo" (Salmo 119:90)
Primero que le
diría a un TJ y a cualquiera que aborde este tema, es que, a poder ser, lea
atentamente estas referencias bíblicas en diversas traducciones de la Biblia ya
sean católicas o protestantes, porque las de la Biblia del Nuevo Mundo de los
TJ, son más que dudosas.
Se darán cuenta
que todas estas expresiones, especialmente las de los salmos, reflejan observaciones
que eran resultado de la concepción que en aquellos tiempos se tenía de la
tierra. Se creía y se aceptaba que la tierra era un edificio que descansaba en unas columnas que se
sumergían en lo profundo del abismo. Y, precisamente, lo que llamaba la
atención y era la gran maravilla de la omnipotencia, consistía en que a pesar
de hacerla reposar sobre la masa líquida, “no
vacila” (Véase Job 38;6) (Prov 8;29).
Llegar a la conclusión por estas
expresiones de los salmos que "nuestro planeta nunca dejará de
existir" resulta como mínimo atrevido.
Dicen los TJ que “la
tierra fue hecha para durar para siempre”
("Usted puede
vivir...", pág 9 y 10). Es
lo mismo que decir “nuestro planeta nunca dejará de existir” como hemos
visto más arriba. Pero todas estas rotundas afirmaciones, fruto de sus erróneas
interpretaciones, no parecen estar de acuerdo con las comprobaciones
que, al respecto, la ciencia nos
presenta.
Así, la tierra se
ralentiza 12 segundos cada 15.000 años. Esto se debe a los efectos de la
gravedad lunar. Como resultado de estos cambios el día medio solar que
nominalmente tiene 86.400 segundos se está volviendo progresivamente más largo
y es actualmente medible mediante relojes atómicos de gran precisión.
Por otra parte, el futuro
del planeta está estrechamente ligado al del sol. La luminosidad del Sol va
creciendo de manera que el aumento de la radiación tendrá consecuencias
nefastas en la Tierra, incluyendo la pérdida de los océanos del
planeta.
Sin embargo, se calcula
que la Tierra, si no ocurre ningún cataclismo en el espacio, será habitable “todavía”
por alrededor de otros 500 millones de años. El Sol, siguiendo su
evolución natural, como ha ocurrido ya con otros astros, se convertirá en
una gigante roja expandiéndose hasta
unas 250 veces su tamaño actual, alcanzando un radio cercano a unos 150
millones de km. El destino que sufrirá la Tierra entonces no está claro
pero se supone que la órbita de la Tierra decaerá ocasionando que el planeta
penetre en la atmósfera estelar y se vaporice.
Ya dice Jesús en (Mt 5;18)
que “antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la
Ley hasta que todo se cumpla” y por otra parte en (Mt 24;35) nos dice: “El
cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”. Quizás los TJ digan
que Jesús no se refería al cielo y la tierra literal, ya conocemos sus
habilidades para manipular lo literal y lo simbólico. Yo creo que sí, porque si
no, ¿por qué nos aconseja que “no alleguéis tesoros en la Tierra” (Mt 6;19) Por otra parte, San Pedro
nos dice: "Los cielos y la tierra actuales están reservados por la
misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los
impíos"... (2Pe 3;7) “Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y
otra tierra nueva” (2Pe 3;13).
Es cierto que en el Antiguo Testamento el objeto de la
promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una
existencia libre según la justicia (Dt 6, 20-25) (Salmo 37;3, 9,11,22,29,34). Pero
en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el Reino de los cielos, la Vida
eterna, la patria celestial. Pablo escribe: “Esto se lo decimos apoyados en la Palabra del Señor: los que quedemos
vivos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los ya muertos; porque
el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al toque de la
trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en
Cristo; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos llevados juntamente con ellos al
cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el
Señor” (1Tes 4, 15-17).
Así el Señor cumplirá plenamente lo que nos prometió
en la Última Cena: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera
así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les
tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que
donde yo esté, estén también ustedes (Jn; 14, 2-3).
Así, pues, la doctrina de los TJ de una futura
separación entre buenos (con destino el cielo) y buenos (con destino la tierra)
no es una verdad presente en la Biblia. Esta habla de una separación entre
malos y buenos; no entre buenos y buenos. Y promete la patria celestial, no un
paraíso en la tierra.
Por otra parte, lo dicho sobre el fin de la tierra, no
quiere decir que el fin que Dios tiene preparado para el juicio de la humanidad
y “del que respecto a aquel día y aquella
hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, sino el Padre”, tenga que
coincidir con el fin de la tierra como planeta.
Son dos situaciones distintas que Dios decidirá cuando han de tener
lugar cada una de ellas. Pero podríamos preguntarnos, ¿una vez haya tenido
lugar el fin de los tiempos y la humanidad haya sido juzgada y retribuida, qué
necesidad habrá de mantener “vivo” el universo entero, tierra incluida, si
todos los cuerpos habrán sido espiritualizados?