¿Qué desaparecerá cuando venga el Reino de Dios?
s/TJ:
(Análisis del resumen del artículo que con este título aparece
en “La Atalaya de abril 2017, (modo sencillo), pág 10-14).
A) Momento actual
“Tiempo crítico difícil de manejar” (2Tim 3;1-5,13).
En este tiempo, Jehová le da a la gente inicua la oportunidad
de cambiar (Is 55;7).
B) Gran Tribulación
En su momento, los gobiernos atacarán y destruirán a todas
las religiones falsas [La Biblia las describe como una prostituta llamada
Babilonia la Grande (Ap 17;1,2,16) (Ap 18;1-4)].
C) Armagedón
A continuación, y como final de la Gran Tribulación (Jer
25;31-33), los gobiernos y cualquier organización que no apoye el Reino de Dios
serán destruidos. No quedará ninguna organización corrupta. Dios eliminará de
la Tierra a las personas inicuas, o sea, aquellas que no quieren cambiar y apoyan
a este mundo (Sl 37;10). Después del Armagedón, los malvados habrán
desaparecido. Nunca más volveremos a verlos (Sl 37;12-15). Los viejos cielos y
la vieja tierra desaparecerán.
¿Quiénes quedarán vivos cuando la gente mala sea destruida?
Jehová promete: “los mansos mismos poseerán la Tierra, y verdaderamente hallarán
su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Y luego dice: “Los justos mismos poseerán
la Tierra y residirán para siempre sobre ella (Sl 37;11,29).
¿Quiénes son los mansos y los justos? Los mansos son personas
humildes que aprenden de Jehová y le obedecen. A estos también se les llama
justos porque desean hacer lo que él dice que está bien.
¿Qué cosas no habrá después del Armagedón? Imagínese como
será vivir en un mundo sin guerras, enfermedades ni muerte. No habrá ejércitos,
armas, ni monumentos de guerra. No necesitaremos hospitales, médicos, enfermeras,
morgues ni cementerios, y como no habrá delincuentes, no harán falta policías ni
alarmas. Puede que ni siquiera hagan falta cerraduras ni llaves.
En el Nuevo Mundo solo habrá persona mansas y justas. Estas
convertirán la Tierra en un paraíso.
D) Reino de Dios
Un nuevo gobierno (Nuevos cielos y una nueva Tierra)
sustituirá a todo lo viejo: el Reino de Dios. Esta organización nunca se hará
corrupta.
Análisis:
Según el texto de este artículo, después del Armagedón los
malvados habrán desaparecido y solo mansos y justos quedarán vivos sobre la
Tierra para convertir a esta en un Paraíso. Esta situación parece que se presenta
como la definitiva, pues nos aseguran que después del Armagedón se vivirá en un
mundo en el que no habrá guerras, ni enfermedades, ni muertes de ninguna clase,
no habrá delincuentes y, por lo tanto, tampoco no habrá policías, alarmas,
cárceles, etc. … ni cerraduras, ni llaves.
¿Y dónde están en este idílico esquema, los millones y
millones de almas que siguiendo la doctrina de los testigos de Jehová han de
resucitar de sus tumbas conmemorativas para recibir de Dios en la Tierra,
durante mil años, la posibilidad de aceptarlo y, por tanto, de salvarse
definitivamente?
No aparecen por ninguna parte. Tampoco se dice que los testigos
actuales que queden vivos también deberán participar en esta colosal
regeneración, manteniendo incólume su afecto hacia Jehová durante los mil años
que durará esta etapa de prueba y de profundización en el conocimiento de
Jehová y de su Hijo.
Según la Biblia, y los propios textos de los testigos,
durante este tiempo se darán muchas defecciones de tal manera que a algunos se
les deberá destruir antes de acabar este milenio, con todo lo negativo que ello
comporta para la felicidad general del Paraíso.
Y no solo esto, sino que al finalizar el milenio, Satanás y
sus demonios serán soltados para poner a prueba definitiva la perfección de
todas las gentes que hayan superado la larga etapa del milenio. Prueba que,
según la Biblia, arrastrará al lago de fuego a tanta gente que su número alcanzará
cifras como las arenas del mar (Ap 20;7-8).
En una palabra. Los testigos de Jehová nos proponen una vida
eterna que no gozaremos de inmediato cuando nos muramos, sino que aun siendo
mansos o justos, previamente nos espera otra prueba con traca final, no de setenta
u ochenta años, sino de mil años, ni uno más ni uno menos. ¡Creo que Dios
misericordioso no puede ser el autor de esta doctrina! La eternidad de la pena
del infierno, que al fin y al cabo se aplica a quien se la haya merecido, se
queda sin reproches razonables ante tal propuesta.