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jueves, 31 de octubre de 2019

SEGÚN LOS TJ, DIOS JAMÁS DESTRUIRÁ LA TIERRA.

s/TJ:

La Biblia declara: “[Dios] ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre” (Sl 104;5). En este y otros pasajes, la Biblia nos asegura que Dios jamás destruirá la Tierra y que nunca permitirá que nada ni nadie la destruya (Ecles 1;4) (Is 45;18)”. (La Atalaya 1/5/2015, pág 4). "La tierra merece ser conservada como creación de Dios; y Dios la conservará para toda la eternidad" (La Atalaya 1/5/2015, pág 7 -recuadro-) "Las Escrituras nos garantizan que el cielo y la Tierra  literales existirán para siempre" (Sl 78;69) (La Atalaya 2017, núm 4, pág 13

Análisis:

Con relación a este tema, los TJ también añaden en (La Atalaya 1/2/2012, pág 25): “La realidad es que nuestro planeta nunca dejará de existir, pues su Creador no lo permitirá. En su Palabra se afirma: "Has fijado sólidamente la tierra, para que siga subsistiendo" (Salmo 119:90)

Primero que le diría a un TJ y a cualquiera que aborde este tema, es que, a poder ser, lea atentamente estas referencias bíblicas en diversas traducciones de la Biblia ya sean católicas o protestantes, porque las de la Biblia del Nuevo Mundo de los TJ, son más que dudosas.

Se darán cuenta que todas estas expresiones, especialmente las de los salmos, reflejan observaciones que eran resultado de la concepción que en aquellos tiempos se tenía de la tierra. Se creía y se aceptaba que la tierra era un edificio  que descansaba en unas columnas que se sumergían en lo profundo del abismo. Y, precisamente, lo que llamaba la atención y era la gran maravilla de la omnipotencia, consistía en que a pesar de hacerla reposar sobre la masa líquida, “no vacila” (Véase Job 38;6) (Prov 8;29).

Llegar a la conclusión por estas expresiones de los salmos que "nuestro planeta nunca dejará de existir" resulta como mínimo atrevido.

Dicen los TJ que “la tierra fue hecha para durar para siempre”  ("Usted puede vivir...", pág 9 y 10). Es lo mismo que decir “nuestro planeta nunca dejará de existir” como hemos visto más arriba. Pero todas estas rotundas afirmaciones, fruto de sus erróneas interpretaciones, no parecen estar de acuerdo con las comprobaciones que, al respecto, la  ciencia nos presenta.

Así, la tierra se ralentiza  12 segundos cada 15.000 años. Esto se debe a los efectos de la gravedad lunar. Como resultado de estos cambios el día medio solar que nominalmente tiene 86.400 segundos se está volviendo progresivamente más largo y es actualmente medible mediante relojes atómicos de gran precisión.

Por otra parte, el futuro del planeta está estrechamente ligado al del sol. La luminosidad del Sol va creciendo de manera que el aumento de la radiación tendrá consecuencias nefastas en la Tierra, incluyendo la pérdida de los océanos del planeta.

Sin embargo, se calcula que la Tierra, si no ocurre ningún cataclismo en el espacio, será habitable “todavía” por alrededor de otros 500 millones de años. El Sol, siguiendo su evolución natural, como ha ocurrido ya con otros astros, se convertirá en una gigante roja expandiéndose hasta unas 250 veces su tamaño actual, alcanzando un radio cercano a unos 150 millones de km. El destino que sufrirá la Tierra entonces no está claro pero se supone que la órbita de la Tierra decaerá ocasionando que el planeta penetre en la atmósfera estelar y se vaporice.

Ya dice Jesús en (Mt 5;18) que “antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla” y por otra parte en (Mt 24;35) nos dice: “El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”. Quizás los TJ digan que Jesús no se refería al cielo y la tierra literal, ya conocemos sus habilidades para manipular lo literal y lo simbólico. Yo creo que sí, porque si no, ¿por qué nos aconseja que “no alleguéis tesoros en la Tierra” (Mt 6;19) Por otra parte, San Pedro nos dice: "Los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos"... (2Pe 3;7) “Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva” (2Pe 3;13).

Es cierto que en el Antiguo Testamento el objeto de la promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una existencia libre según la justicia (Dt 6, 20-25) (Salmo 37;3, 9,11,22,29,34). Pero en la Nueva Alianza el objeto de la promesa es el Reino de los cielos, la Vida eterna, la patria celestial. Pablo escribe:  “Esto se lo decimos apoyados en la Palabra del Señor: los que quedemos vivos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los ya muertos; porque el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en Cristo; después nosotros, los que quedemos vivos, seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 15-17).

Así el Señor cumplirá plenamente lo que nos prometió en la Última Cena: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes (Jn; 14, 2-3).

Así, pues, la doctrina de los TJ de una futura separación entre buenos (con destino el cielo) y buenos (con destino la tierra) no es una verdad presente en la Biblia. Esta habla de una separación entre malos y buenos; no entre buenos y buenos. Y promete la patria celestial, no un paraíso en la tierra.

Por otra parte, lo dicho sobre el fin de la tierra, no quiere decir que el fin que Dios tiene preparado para el juicio de la humanidad y “del que respecto a aquel día y aquella hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, sino el Padre”, tenga que coincidir con el fin de la tierra como planeta.  Son dos situaciones distintas que Dios decidirá cuando han de tener lugar cada una de ellas. Pero podríamos preguntarnos, ¿una vez haya tenido lugar el fin de los tiempos y la humanidad haya sido juzgada y retribuida, qué necesidad habrá de mantener “vivo” el universo entero, tierra incluida, si todos los cuerpos habrán sido espiritualizados?