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sábado, 21 de noviembre de 2020

LOS MUERTOS NO TIENEN CONCIENCIA DE NADA EN ABSOLUTO


s/TJ:

¿Enseña la Palabra de Dios, la Biblia que todo el mundo cuando muere pasa a una vida ininterrumpida en la región de los espíritus? No, no lo hace.  La Biblia presenta una maravillosa esperanza de vida después de la muerte, pero no de la manera que muchos piensan.

Observe lo que dice la Biblia sobre nuestro primer antepasado, Adán. Jehová lo formó "del polvo del suelo" (Gn 2;7). Adán tenía la oportunidad de vivir para siempre felizmente en la Tierra (Gn 2;16-17). Sin embargo, se rebeló contra su Creador amoroso y, como resultado, murió.

¿Adónde fue Adán al morir? Dios le dijo: "[Volverás] al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás". (Gn 3;19)

¿Dónde estaba Adán antes de que Jehová lo creará del polvo? En ningún lugar, no existía. De modo que cuando Jehová dijo que Adán 'volvería al suelo', sólo pudo querer decir que volvería a estar sin vida, como el polvo. Adán no "pasó" a otro lugar para fundar un mundo de espíritus ancestrales. No pasó ni a una vida de dicha en el cielo ni a una eternidad de sufrimiento en un lugar de tormento. Su única transición fue de la vida a la no vida, de la existencia a la no existencia.

¿Qué se puede decir del resto de la humanidad? ¿Dejan también de existir los descendientes de Adán al morir? La Biblia responde: "Todos [hombres y animales] van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo" (Ecls 3;19-20) ("La Atalaya" de 15.5.95, pág 15)

Los pensamientos de los muertos han cesado, como declara la Biblia: "No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salud.   Saldrá su espíritu, se tornará a la tierra: en aquel día perecerán sus pensamientos" (Sl 146;3-4) ("La verdad que lleva a la vida eterna", pág 35)

Análisis:

Los TJ usan este último (Sl 146;3-4) para argüir que no hay existencia consciente después de la muerte, pues los "pensamientos" del hombre han perecido. No obstante, ¿es ese el mensaje que el escritor del (Sl 146) quería dar?  ¿Se escribieron esos versículos para instruir a los lectores acerca de la condición en que se encuentran los muertos?

No.  Claramente no.  La lección del (Sl 146) es que debemos poner nuestra confianza en Dios antes que en los líderes humanos.  En efecto, hay que alabar a Dios (v.1-2). En contraste con el hombre, Dios es un Ayudador que da una esperanza segura (v.5), creó el cielo y la tierra (v.6), hace justicia a los agraviados (v.7), sana a los enfermos (v.8), se preocupa por los desamparados (v.9) y es Rey para siempre (v.10).  El hombre, al contrario, no ofrece una verdadera salvación (v.3), porque también muere y todo   lo que pensaba hacer muere con él (v.4)

Un buen ejemplo de la lección del (Sl 146) se encuentra en la muerte del presidente John F.  Kennedy.  Él fue como un "príncipe" en quien confiaban muchas personas para que les ayudara a mejorar su suerte en la vida; pero cuando murió, "todos sus pensamientos perecieron", pues, al desaparecer él, sus planes y programas pronto se vinieron abajo.  La gente que había puesto su confianza en él se encontraba desalentada.  Debían haber confiado primero en Dios, que ofrece justicia y salvación reales, y que permanece Rey para siempre.  Cuando se lee el (Sl 146) en su contexto, es evidente que el (v.4) no niega la vida consciente después de la muerte.  Los TJ usan mal el versículo cuando lo sacan de su contexto.

Debe dejarse constancia ya en este lugar que cuando en el (Sl 146;3-4) se dice: "Saldrá su espíritu, se tornará a la tierra", "espíritu" es traducción no de "nephesh” (hebreo) -que en al AT se traduce por alma y que se refiere a todo ser viviente, animal u hombre- sino de "ruach" (hebrero) que significa viento o aliento.  En tanto que este aliento se mantiene en el hombre, vive (Jb 27;3), cuando parte, él vuelve a la tierra (Sl 146;3-4). Véase, también: (Jos 2;11) (Jc 8;3) (1Sam 1;15) (Gn 26;35) (Pr 29;11) (Ez 20;32) (Hab 1;11). Está claro que el viento en la Escritura es como un emblema apropiado del gran y penetrante poder del Dios invisible. Además, el aliento se presenta no sólo como símbolo de los profundos sentimientos que se generan dentro del hombre, como dolor e ira, sino también sentimientos asociados en la naturaleza de Dios.  Dios no es presentado en la Escritura como un alma -esto es, el centro del apetito físico y el principio animador de un cuerpo- sino como un espíritu, esto es, un invisible ser viviente capaz de profundas emociones.  Además, se revela que Dios y solamente Dios, tiene la facultad de comunicar Su Espíritu o vida a Sus criaturas, que quedan así capacitadas para sentir, hablar, pensar y actuar en armonía con la voluntad de Dios.
 s/TJ:

“Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado" (Ecls 9;5)... "Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Sheol el lugar adonde vas.  (Ecls 9;10) (La palabra hebrea “Sheol” y la correspondiente griega “Hades” significan “sepulcro”, “sepultura” o “tumba”) 

Al mencionar el Sheol, la Biblia se refiere al sepulcro. Se trata de un lugar simbólico donde no hay consciencia ni actividad. Piense, por ejemplo, en lo que el fiel Job entendía cuando hablaba del sepulcro. En un solo día perdió a todos sus hijos y todas sus posesiones. Después se le llenó el cuerpo de úlceras dolorosas. Entonces le suplicó a Dios: “que en el Sheol me ocultaras, que me mantuvieras secreto” (Jb 1;13-19) (Jb 2;7) (Jb14;13). (La Atalaya 1 de agosto de 2015, pág 3-4)

Esto significa que los muertos no pueden hacer nada y no pueden sentir nada. ("La verdad que lleva a la vida eterna", pág 35)

Por lo tanto, según la Palabra de Dios, la gente tiene conciencia de la muerte mientras vive.  Sin embargo, cuando sobreviene la muerte, no tienen conciencia de nada. No se quedan al lado de su propio cadáver observando lo que se hace con él. En la no existencia no hay ni placer ni dolor, ni gozo ni aflicción. Los muertos no son conscientes del paso del tiempo. Se hallan en un estado de inconsciencia más profunda que el sueño.

Job, un siervo de Dios de tiempos antiguos, sabía que la gente no sigue viviendo después de la muerte. También entendía que sin la intervención de Dios no hay ninguna esperanza de volver a vivir. (Jb 14;10-12) Job no esperaba que al morir se reuniría con sus antepasados en un mundo de espíritus. ("La Atalaya" de 15.5.95, pág 4-5)

Análisis:

Los TJ usan con frecuencia los versículos (Ecls 9;5) y (Ecls 9;10) al argüir que la muerte trae la aniquilación, la inexistencia completa. Para apoyar este punto de manera más concluyente, la traducción del (NM), como hemos visto, dice así: "… los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto..."  (NM).  

Ahora, pues, si se saca ese versículo del contexto y se cita como autoridad, parece probar que los TJ tienen la razón; pero el sacar tal pasaje de contexto puede ser muy peligroso, porque el escritor inspirado presenta un contraste de opiniones: El punto de vista materialista secular en oposición al espiritual y piadoso. Los primeros diez versículos de (Ecls 9) reflejan el lado secular de la lucha.  El escritor dice en el versículo cinco que los muertos nada saben y también añade que "nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol" (v.6)

¿Creen los TJ que los muertos han desaparecido para siempre? No, porque creen en una resurrección futura en esta tierra debajo del sol.  El (v.2) expresa que "todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío... como al bueno, así al que peca", idea que contradice a todo el resto de las Escrituras. ¿Creen los TJ que corren la misma suerte el justo y el impío? No, seguro que no. 

Resumiendo: Cohelet, el personaje bíblico del Eclesiastés, contrapone sencillamente la condición de los vivos y la condición que, según la concepción del AT, esperaba a los muertos, y es en contraste con ésta como hay que interpretar aquella. Podemos, pues, sacar la conclusión que (Ecls 9; 5), que presentan los TJ, está situado en medio de una sección que expresa la opinión secular, no la de Dios.

¿En qué quedamos? ¿Es el Sheol el sepulcro, sepultura o tumba, por lo tanto, un lugar real, un nicho de cualquiera de nuestros cementerios donde está depositado el cuerpo del difunto, o es un lugar simbólico donde no hay consciencia ni actividad y que, por lo tanto, no tiene nada que ver con el sepulcro físico que alberga el cadáver? Porque las dos cosas nos dicen los TJ.

Ya sabemos, por otra parte, cuál es la doctrina que en general nos explican los TJ sobre este particular. Lo hacen en la actualidad, por ejemplo, en (¿Qué enseña realmente la Biblia?, pág 212 y 213) cuando escriben: “… ¿Quiere decir esto que el Sheol es cada tumba en la que enterramos a un ser querido? No… Tampoco aplica el nombre “Sheol” a una tumba donde se pone juntas a varias personas, como un panteón familiar o una fosa común (Génesis 49:30, 31). Entonces, cuando la Palabra de Dios habla del “Sheol” o “Hades”, ¿a qué se refiere? A un lugar mucho mayor que una enorme fosa común… No se trata, por lo tanto, de un sitio literal que se encuentre en un punto determinado. Más bien, se refiere a la sepultura colectiva a la que van los difuntos o, lo que es lo mismo, al lugar simbólico donde la mayoría de la humanidad duerme el sueño de la muerte”.

La interpretación de los TJ yerra cuando interpreta el Sheol como un lugar simbólico porque creen que no es literal. En la mente judía de los tiempos bíblicos el Sheol o Hades significaba: lugar subterráneo profundo e invisible donde van las almas de todos los que mueren, buenos y malos. Este concepto aparece plenamente confirmado por el erudito y famoso historiador judío Flavio Josefo, en su libro: "Discurso a los griegos acerca del Hades". 

Es interesante observar al respecto, el lenguaje de la Biblia en (Jb 33;24) (Sl 30;9) (Am 9;2) (Is 14;9-15) (Ez 32;21-31) (Num 16; 28-34) (Mt 12;40) (Lc 16;23) (Hech 2;27,31) (Ef 4;9-10), etc. En todos estos pasajes las palabras "Sheol" o "Hades" son empleadas en términos que dan a entender una región, un lugar, una residencia de los espíritus, no un estado de inconsciencia.  

Los apóstoles que habían convivido con Cristo (o habían recibido especiales revelaciones de Él, como es el caso de Pablo, que había sido arrebatado al tercer cielo) (2Cor 12;2), tenían la absoluta seguridad de que la muerte no era un estado de inconsciencia, sino que iban a estar en espíritu inmediatamente con su amado Señor. Bien claramente lo expresa el apóstol Pablo en (Flp 1;23) hasta el punto de preferir la muerte a la vida, de no ser por los intereses de la obra de Dios que requerían su presencia en la tierra.  He aquí las palabras literales del gran apóstol: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.  Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces que escoger.  Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de ser desatado y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor" 

¿Qué harán los TJ ante semejante declaración?   El clarísimo texto no se puede eludir.  Aquí está el gran apóstol diciendo que el morir "es ganancia".  ¿Cómo lo sería si la muerte fuese un simple estado de inconsciencia? Y luego, ¿qué significa ser desatado o partir y estar con Cristo?  Las palabras del original griego traducidas literalmente dicen: "Estoy apretado de dos partes, teniendo el deseo de ser soltado y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor".

Antes de la expresión "ser soltado y estar con Cristo", la frase, en griego, lleva un solo artículo, to, para los dos verbos, lo cual indica que los dos efectos (ser soltado y estar con Cristo) guardan una mutua relación cronológica: El apóstol desea soltar las amarras del cuerpo mortal, como condición para gozar inmediatamente de la presencia del Señor.

Pero los TJ, a fuerza de añadir palabras y cambiar los tiempos de los verbos griegos, tratan de lograr un efecto menos chocante y opuesto a su doctrina de la inconsciencia de las almas.  Veamos como traducen el pasaje entero: "Porque en mi caso, el vivir es Cristo y el morir, ganancia. Ahora bien, si es el seguir viviendo en la carne, esto es fruto de mi trabajo... y aun así cual cosa a elegir no lo sé.  Estas dos cosas me tienen en premura, pero lo que sí deseo es la liberación y el estar con Cristo, porque esto de seguro es mucho mejor. " (Flp 1;21-24) 

Los TJ, fieles a su método, hacen toda clase de esfuerzos para romper en dos una frase que es única y seguida en el original, al escribir:  "lo que sí deseo es la liberación y el estar con Cristo", como si fuesen dos cosas diferentes.  De este modo intentan hacer caber entre las dos el período de inconsciencia que propugna su peculiar doctrina.  A pesar de lo raro e incomprensible que resulta en tal caso la preferencia que el apóstol expresa por la muerte, pues dormir en un sepulcro nunca puede considerarse mejor que gozar de los privilegios y oportunidades de la vida.

No, Pablo no era ningún neurótico inclinado al suicidio, sino un servidor de Cristo que entre dos cosas buenas, renunciaba a la más excelente por amor a quienes necesitaban su testimonio del Evangelio sobre la tierra. Pablo sabe, por haber estado ya temporalmente en un éxtasis espiritual en aquel lugar que Cristo fue a preparar para sus redimidos (2Cor 12;2), que la muerte es solamente ser desligado del cuerpo, hallarse sin acceso al mundo físico, pero gozando de la presencia de Cristo, lo cual es muchísimo mejor que la libertad que Nerón podía concederle.

El apóstol Pedro compartía la misma esperanza cuando viene a escribir en (2Pe 1;12-15): "Sabiendo que en breve he de abandonar el cuerpo…, procuraré que después de mi partida (v.15) podáis en todo momento tener memoria de estas cosas" (NM).  Y lo raro del caso es que aquí los TJ traducen correctamente "después de mi partida" (“exodon”).  ¿Pero no se dan cuenta que esta simple palabra “partida”, derriba todo su artilugio de argumentos a favor de la inconsciencia después de la muerte? Los israelitas que salieron "exodon" de Egipto a través del mar Rojo, no fue para quedar inconscientes, sino para seguir existiendo en otro lugar que aquél de donde habían salido. “Salir”, nunca es desaparecer o dejar de existir, sino trasladarse de un lugar a otro.

 "La Traducción del Nuevo Mundo" nos da la parábola del rico y Lázaro (Lc 16;19-31) tal como es en el original.   ¿Por qué esta historia, contada por nuestro Señor Jesucristo, que tan claramente derriba la teoría del sueño e inconsciencia de los difuntos, la han dejado los traductores de los TJ tal cómo es?  Porque es demasiado clara.  Por eso han optado por darle una interpretación totalmente absurda a fin de que resulte coherente con su doctrina. 

En los tiempos de Jesucristo, la gente encontraba tesoros enterrados, daba fiestas de bodas, dejaba a los esclavos encargados mientras viajaban por el extranjero y arrendaba viñas, los jóvenes, en realidad salían de sus hogares y malgastaban su herencia y Jesús usaba el conocimiento de sus oyentes de esas situaciones para ilustrar cosas espirituales.  La historia del rico y Lázaro no tiene porque ser diferente al resto de las parábolas o historias de Jesús, también debe usar una situación real para ilustrar cosas espirituales. La gente en realidad debe tener una existencia consciente después de la muerte, y algunos deben   estar atormentados y profundamente arrepentidos de su vida pasada. Aparte de lo que la parábola ilustre, la historia fundamental, como las demás historias que Jesús contó, debe ser tomada de la vida real.

Los TJ a lo largo de los años han venido explicando esta historia, o parábola, de diferente manera.  Ahí va una: Esta parábola se aplica a las dos clases de personas que existen hoy día sobre la tierra.  El rico representa la clase ultra-egoísta, que es el clero de la cristiandad, el cual se halla separado de Dios y muerto en cuanto a su favor, y aún más, atormentado por las verdades que proclaman los "Testigos de Jehová". Lázaro representa el pequeño residuo del cuerpo de Cristo" y también las personas de buena voluntad.   Estas, al abandonar su religión reciben el favor de Dios y consuelo por su Palabra ("Let God be True", ed. 1946, pág 79).  

¿Cómo es posible que Jesucristo llame "hades" al estado de tormento de gente que vive en este mundo, cuando los TJ declaran que "hades" significa un estado de inconsciencia?  Es insensato decir del clero de la cristiandad que sufre un castigo como el que el hombre rico sufría en el "sheol", después de su muerte, si no hay sheol alguno donde sufren o gocen los que han partido.   Hoy explican esta parábola con algunas variantes o incluso de diferente manera, pero es evidente el absurdo de cada una de estas interpretaciones.

Al recordar lo que la Biblia nos revela acerca de la misericordia, compasión y amor de Dios, sabemos que Dios no es un monstruo cruel y sin sentimientos que se deleite en atormentar a la gente.  Si no podemos reconciliar la bondad de Dios con las enseñanzas sobre la condición de los muertos, el problema debe ser nuestro, por nuestra comprensión limitada, y no de Dios.  Abraham tuvo el mismo problema cuando supo que Dios estaba a punto de hacer llover fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra.   Él puso en duda el propósito de Dios y aun le preguntó: "El Juez de toda la Tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?"  (Gn 18;25) Por eso, la persona que se sienta incómoda con la enseñanza de Jesús debe seguir el ejemplo de Abraham al presentar el asunto a Dios en oración, y pedir ayuda para confiar del todo en El, aún en asuntos que estén fuera del alcance de nuestro entendimiento humano.

s/TJ: 

Como los vivos dejan de existir cuando mueren, la pregunta que planteó Job a continuación es clave: "Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir?" Job mismo dio la respuesta; "Todos los días de mi trabajo obligatorio [en el sepulcro] esperaré, hasta que llegue mi relevo. Tú [Jehová] llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tu mano sentirás anhelo" (Jb 14;14-15)

En otras palabras: aunque Job iba a pasar a la no existencia, Dios no se olvidaría de él. Job tenía fe en que en el futuro Jehová Dios lo 'llamaría' de vuelta a la vida mediante una resurrección.

Jesucristo, el Hijo de Dios, indicó que la esperanza de Job en la resurrección era realista. Él demostró que los muertos pueden resucitar. ¿Cómo? Resucitando él mismo a otras personas. (Lc 7;11-15) (Lc 8;41, 42, 49-56) (Jn 11;38-44). Además de ejecutar estos milagros, Jesús habló de una gran resurrección futura: (Jn 5;28,29) Posteriormente, el apóstol Pablo, también manifestó su fe en una resurrección futura: (Hech 20;7-12) (Hech 24;15)

Las referencias de la Biblia a una resurrección futura no tienen nada que ver con una vida ininterrumpida en la región de los espíritus. Señalan al tiempo en que millones de muertos volverán a la vida con cuerpos físicos aquí mismo en la Tierra. Estos resucitados recordarán su vida anterior en la Tierra. No nacerán de nuevo como niños, sino que serán las mismas personas que cuando murieron, con los mismos recuerdos y la misma personalidad. Se reconocerán a sí mismos y los demás también los reconocerán. Qué gozo será para esas personas reunirse de nuevo con sus amigos y familiares. Y cuánto nos emocionará encontrarnos con nuestros antepasados.  ("La Atalaya" de 15.5.95, pág 5)

Por eso, otra manera de saber cuál es la condición de los muertos es leer relatos bíblicos acerca de personas que resucitaron. Ninguna de aquellas personas mencionó haber estado ni en un lugar de dicha absoluta ni en un lugar de tormento. Si hubieran ido a algún lugar así, ¿no cree que lo habrían contado? ¿No piensa que habría quedado registrado en la Biblia para que se supiera adónde fueron? Sin embargo, las Escrituras no mencionan nada al respecto. Estas personas no contaron nada, porque no tenían nada que contar. Estuvieron inconscientes, como si estuvieran profundamente dormidas. De hecho, la Biblia usa en ocasiones el término “sueño” para referirse a la muerte. Por ejemplo, hablando del rey David, la Biblia dice que “se durmió en la muerte”, y lo mismo comenta del discípulo Esteban (Hechos 7:60; 13:36). (La Atalaya 1 de agosto de 2015, pág 4)

Lo que le pasó a Lázaro, quien estuvo muerto por cuatro días, nos ayuda a entender la condición de los muertos: Jesús había dicho a sus discípulos: "Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño".  Sin embargo, los discípulos respondieron: "Señor, si   está descansando   sanará".   Jesús entonces   les dijo claramente: "Lázaro ha muerto".  ¿Por qué dijo Jesús que Lázaro estaba durmiendo cuando en realidad Lázaro había muerto?  Pues porque Jesús sabía que Lázaro, ya muerto, estaba inconsciente, como dice la Biblia (Ecl 9;5) y ahora iba a mostrar que, mediante el poder de Dios que le había dado, su amigo Lázaro podía ser despertado de la muerte. ("Usted puede vivir...", pág 76-80)

Análisis:

En el caso del amigo del Señor, Lázaro, dicen los TJ: “¿Por qué dice Jesús que Lázaro estaba durmiendo cuando en realidad Lázaro había muerto?  (Jn 11;33-44) Pues porque Jesús sabía que Lázaro, ya muerto, estaba inconsciente (Ecls 9;5)” ("Usted puede vivir...", pág 76-80)

¿Qué es dormir en el Señor?  Los textos que hablan de la muerte bajo la figura de un sueño, son citados también por los TJ como probatorios de la inconsciencia del alma después de la muerte. Debemos decir aquí que la expresión "dormir en el Señor", refiriéndose a la  muerte se hizo peculiar entre los cristianos primitivos después de haber visto a Jesús resucitado, y probablemente recordando  lo que él  había dicho de los  muertos a quienes resucitó (Lc 8;52) (Jn 11;11); pero que  la  expresión dormir, tanto en labios de Jesús como en los  de los apóstoles, se aplica al  cuerpo, pero no a  la parte espiritual y  consciente de nuestro ser, lo demuestra el caso  de Esteban en donde, al lado de la frase  "durmió en el  Señor", oímos al propio  mártir exclamar: "Señor Jesús, recibe mi  espíritu".  Bien claramente prueban estas palabras que lo que duerme, no es el espíritu, sino el cuerpo; en cambio el espíritu desatado de su envoltura carnal o de su tienda de campaña, como nos dice Pablo en (Flp 1;23) y el apóstol Pedro en (2Pe 1;14) vive una vida más feliz y mucho mejor que la que se disfruta acá abajo.

Si alguien podía conocer el pensamiento y la enseñanza de Cristo acerca del más allá eran los mártires de los tres primeros siglos, que habían estado en contacto con los apóstoles o con los más inmediatos discípulos de éstos.  Pues bien, ¿qué nos dicen estos primeros "testigos" de la fe cristiana?

De las "Actas de   los Mártires", copiamos textualmente los siguientes párrafos:

"Les amenazó con la muerte el Prefecto, y dirigiéndose a Justino le preguntó: '¿Suponéis que si fuerais azotados y vuestras cabezas cortadas subiríais al cielo par ser recompensados?'.  Justino le contestó: ' No lo supongo, lo sé y estoy plenamente convencido de ello'... y efectivamente, los prisioneros después de azotados, fueron conducidos al suplicio donde murieron glorificando a Dios.  Sus cuerpos fueron recogidos secretamente y sepultados con honor". (Año 165 dC)

Acerca de otro famoso mártir, Policarpo de Smirna, leemos que cuando le estaban martirizando decía: "Dios...  te bendigo por haberte dignado conducirme hasta este día y hasta esta hora para que tome parte en el consorcio de los mártires y en el cáliz de tu Cristo...  te ruego sea yo recibido hoy en tu presencia como sacrificio agradable y acepto..."

Obsérvese cómo estos antiquísimos mártires del siglo II, cuando todavía no había sido fijada por concilios humanos la doctrina y el dogma cristiano, declaran, juntamente con la esperanza de la resurrección del cuerpo, la esperanza de la inmortalidad del alma y de un inmediato disfrute de gloria y presencia de su Señor en el mismo día de su martirio.

Siguiendo con el tema de la condición de los muertos, otro versículo a revisar puede ser: "Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que fueron muertos atrozmente, a causa de la Palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que tenían.   Y clamaron con voz fuerte diciendo: ¿Hasta cuándo Soberano Señor, santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran   en la tierra?" (Ap 6;9-10) (NM)

Aquí se trata naturalmente de una visión y de una escena figurativa, pues no podemos imaginarnos las almas de millones de mártires debajo de un altar.  Sin embargo, sea cual sea la idea que se tenga de la narración, tiene un significado y una enseñanza, y júzguese como se quiera, es evidente que el escritor del Apocalipsis no creía que las almas de los mártires se hallaran en estado inconsciente. El   Señor que le dio   la visión, no pretendería engañar al apóstol dándole una idea falsa contraria a la verdadera situación de los mártires cristianos. Tanto en este caso como en el del rico y Lázaro la figura es expresión más o menos literal de la realidad.  Pero si aceptáramos la teoría de la inconsciencia de los difuntos no habría ninguna realidad detrás de los hechos que narran estos pasajes bíblicos, y en vez de ser ilustraciones de la "verdad que es Cristo" vendrían a ser motivo de confusión y engaño por el hecho de dar a los lectores del NT una impresión totalmente falsa acerca del estado de los fallecidos. 

Leemos en el Apocalipsis: "Y oí una voz del cielo que decía: Felices son los muertos que mueren en unión con el Señor desde este tiempo en adelante ..."  (NM) (Ap 14;13).  "Desde este tiempo en adelante" = "ya desde ahora". ¿Cómo podrían ser felices los muertos si quedaran en un estado inconsciente? Su descanso no puede significar inconsciencia pues en la inconsciencia no hay ninguna felicidad ni infelicidad.