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domingo, 3 de noviembre de 2019

RESCATE, REDENCIÓN

RESCATE, REDENCIÓN

Adán puede asemejarse a un padre que murió y nos dejó una deuda tan grande (el pecado) que es imposible de saldar” (La Atalaya 15/11/2001, pág 6). ¿A cuánto asciende esta deuda?

“Un principio fundamental hasta de la justicia humana es que el precio que se paga debe corresponder con el mal que se haya cometido” (¿Debería creer usted en la Trinidad?, pág 15). En el caso de Adán, el mal cometido es comer del fruto expresamente prohibido, desobedeciendo con ello al propio Jehová Dios y rebelándose contra Él (Gn 2;16-17). Y los ejemplos que nos proporciona la propia Biblia (Ex 21;12) (Ex 21;15,16,17) (Lev 24;15-16) dejan claro que el valor del mal cometido depende siempre en última instancia de la persona que sufre el mal, no del causante.

¿Qué valor, pues, tendrá una ofensa a un ser infinito como Dios? ¿Quién podrá satisfacer plenamente este rescate? ¿Cómo creen los testigos de Jehová que Jesús, siendo total y únicamente humano desde su nacimiento hasta su muerte, por muy perfecto que fuera, tenía capacidad para satisfacer el daño infinito causado?