jueves, 20 de julio de 2017

IDEA DE SOLIDARIDAD EN LA RETRIBUCIÓN


Desarrollo de este título según la Biblia:

Otro elemento que desvía la atención de las retribuciones ultraterrestres es la idea de la solidaridad, tan acentuada en el pueblo de Israel como en general en los pueblos semíticos.  Solidaridad que en cualquier concepción tiene, entre otras cosas, la raíz profunda de la necesaria ejemplaridad, y a la que desde luego quiso Dios acomodarse. Dios premia y castiga en esta vida colectivamente.

Las primeras grandes decisiones de Dios que nos explica la Biblia son colectivas: Dios castiga en Adán y Eva a toda la humanidad (Gn 3;16-19). Cuando ve Dios la maldad del hombre, decide exterminarlo.   Sólo Noé halla gracia a los ojos de Yahvé.  (Gn 6;7) Y fijémonos que no sólo el hombre colectivamente va a ser castigado, sino que incluso los animales, los reptiles y hasta las aves del cielo.  A Dios le pesa haberlos hecho. Después del Diluvio universal, Dios hace un pacto y lo hace con toda la humanidad: "No volveré ya más a maldecir la tierra por el hombre... no volveré ya a exterminar cuanto vivo hice sobre la tierra..."  (Gn 8;21-22).  Más adelante, cuando de nuevo decide castigar a los hombres, a los descendientes de Noé, por su orgullo, les aplica un castigo colectivo confundiendo sus lenguas de modo que no se entendiesen entre ellos (Gn 11;5-9)

El individuo suele ser considerado -antes del exilio- como miembro de una colectividad, y por eso sus actos tienen una resonancia social.  (Ex 34;7) (2Sm 24;10) (Am 7;17) (Is 14;21) (Lv 20;5) (Lv 26;39) (Nm 14;18)

En la antigua organización patriarcal y tribal, la ley de la solidaridad tenía una importancia excepcional, fundada en las leyes de la consanguinidad y en las exigencias de una sociedad imperfectamente organizada. El individuo era más bien considerado como parte de un todo, miembro de una colectividad; por eso los pecados de uno redundaban en perjuicio de los otros, y viceversa, las buenas acciones de unos eran imputadas a los miembros de la comunidad y conforme a este modo de obrar de la justicia humana, se concebía la justicia divina. Sobre todo, los hijos se consideraban como algo del padre, de forma que tienen que cargar con sus responsabilidades.

Desde el Sinaí, Yahvé se revela como el Dios celoso que castiga la iniquidad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, y luego contrastando y superando este rigor, como Dios bueno que hace misericordia hasta la milésima generación a los que guardan los mandamientos (Ex 20;5-6).  Idea que se repite en los mismos términos en (Dt 5;9-10). El idólatra será castigado por Dios no solamente en su persona, sino también en la de los suyos (Lv 20;5) (Is 14;21). La casa de Helí es castigada toda entera a causa de las transgresiones de los hijos del gran sacerdote (1Sam 2;13-14) Inversamente se dice que los patriarcas serán bendecidos en su posteridad (Gn 17;4-8) Esta era la razón por que los israelitas daban tanta importancia a su calidad de hijos de Abrahán hasta los tiempos de Cristo, con un exceso tan nocivo que fue reprendido ásperamente por el Bautista (Mt 3;9) y por Jesús mismo (Jn 8;33-39)

"Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros.  Le rogué, diciendo '¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa.  Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, a su perversidad y a su pecado; que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: "Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto'.  Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera".  (Dt 9:25-29)

Debido a esta idea de solidaridad que fue siempre dominante en Israel, las relaciones se establecían más entre Dios y su pueblo que entre Dios y tal o cual hombre en particular.  No es pues extraño que el destino individual atrajese menos la atención y que la solución fuese, por el mismo caso, menos avanzada.