s/TJ:
Pero, ¿qué hay
acerca del alma? ¿Es ésta una parte del hombre
que se separa del cuerpo cuando sobreviene la muerte y sigue viviendo? ("La
verdad que lleva a la vida eterna", pág 35)
En el
relato bíblico de la creación no
leemos que el hombre haya recibido un alma,
sino más bien que al ser creado el hombre "vino a ser alma
viviente": "Y procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del
suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el
hombre vino a ser alma viviente" (Gn 2;7). "El primer
hombre Adán vino a ser alma ("néphesh" o
"psykhé") viviente" (1Cor 15;45)
El hombre no es
del espíritu, espiritual. El hombre es de la tierra,
terrestre: "Procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del
suelo" (Gn 2;7) El cuerpo que Dios creó para el hombre estaba
compuesto de los elementos tomados de la tierra ("polvo de la
tierra") y de la atmósfera ("aliento de vida"). No era
un cuerpo espiritual, y no puede ser
espiritualizado de modo que se haga invisible
y pueda habitar en la región de los
espíritus. Era una cuerpo físico, separado y distinto de
un cuerpo espiritual como el que poseen los "hijos de Dios"
celestiales. Es como dijo un comentador bíblico del primer siglo E.C.: "Si
hay cuerpo físico, también lo hay
espiritual". Las dos clases de cuerpos no deben ser
confundidas, y la Biblia no las confunde (1Cor 15;44) ("El propósito de
Dios...", pág 39).
Análisis:
Sin embargo, los TJ enseñan que el
cuerpo de los que forman parte de los 144.000 de sus adeptos, o sea,
de los ungidos, que estén vivos en el momento del Armagedón) sí que son
transformados pasando su cuerpo de
terrestre a espiritual y pasando a habitar en la región de
los espíritus, aunque en el texto que hemos
leído de ("El propósito eterno de Dios...", pág
39) se dice que el hombre recibió un cuerpo terrestre, "que no era
espiritual y por esto no puede ser espiritualizado de modo que se
haga invisible y pueda habitar en la región de los espíritus" ¿En qué
quedamos? ¿Se puede o no se puede espiritualizar? Porque si se
puede con 144.000, o parte de ellos, ¿por qué no se va a poder hacer con todos
los demás? No estoy hablando de las razones para hacerlo o no
hacerlo, estoy hablando de si se puede o no se puede.
s /TJ:
Para hacer que aquel
primer cuerpo humano estuviera vivo y funcionara a perfección,
Dios no tomó del cielo un "alma" incorpórea
que, según la idea pagana griega, hubiera
estado revoloteando alrededor como una mariposa, y la sopló o
insertó en el cuerpo sin vida. Dios no sopló en el cuerpo
una simple corriente de aire que expandiera los pulmones del
cuerpo. No fue nada
como la revivificación de boca
a boca que se efectúa en el caso de una persona que
se ha ahogado. Lo que Dios sopló en las narices del
cuerpo es llamado "el aliento de vida" que no
sólo llenó de aire los pulmones, sino
que también impartió al cuerpo la fuerza
de vida que se sostiene por medio de la
respiración. De esta manera "el hombre vino a ser alma
viviente". Por
consiguiente, tanto "néphesh" (hebreo) como
"psykhé" (griego), no designa a ningún espíritu
invisible que resida en el hombre, sino al
hombre mismo. ("El propósito eterno de Dios va triunfando
ahora", pág 39-40)
Estas
palabras se usan repetidamente de manera que significan la
entera persona (Gn 46;18) (Lv 7;20) (Sl 35;13) (Jr 13;17)
(Jonás 2;7) (Lv 5;4) (Dt 12;20)
(Hech 2;43) (Dt 24;7) (Sl 7;5) (Sl
105;18). En armonía con este hecho, la Biblia muestra claramente que
el alma humana posee cualidades físicas. Por ejemplo,
la Biblia dice que el alma tiene deseo de
alimento físico: "Tu alma desea con vehemencia comer
carne" (Dt 12;20) (Lv 17;12) Dice, también, que las
almas tienen sangre que corre por sus venas, porque habla de
"la sangre de las almas de los pobres, de los inocentes" (Jr
2;34). En estos versículos vemos que el
alma nace, llora, se desmaya, jura, puede
ser secuestrada, perseguida, etc. Sí, el alma de
usted es verdaderamente usted, con todas sus cualidades físicas y mentales
(Pr 2;10)
"Alma"
también se puede referir a la vida de que uno disfruta como alma o
persona viviente. Por ejemplo, podemos decir
que alguien está vivo, queriendo decir que es una persona viva o
viviente. O podemos decir que tiene vida, queriendo decir
que tiene vida como persona. Del mismo
modo, el hombre, según la Biblia, es una alma; pero, mientras está vivo, se
puede decir que "tiene alma". De modo que, tal
como hablamos de que alguien pierde su vida, podemos hablar
de que pierde su alma. Jesús dijo: "
Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y
perdiere su alma?" (Mt 16;26) Cuando Raquel se vio en dificultades al dar
a luz a Benjamín, su alma ( o vida como alma) salió de ella y ella
murió (Gn 35;16-19) Ella cesó de ser una persona viva y llegó a ser
un cadáver. Y cuando el profeta Elías hizo un
milagro en cuanto a un niño que había muerto, el alma del niño (o su
vida como alma) volvió dentro de él y "llegó a
vivir". De nuevo era un alma viviente (1Re 17;17-23). ("El propósito eterno de
Dios va triunfando ahora", pág 39-40)
Puede Vd. leer en (Gn
1;20-30) y notará que a los peces, las aves y los
animales se les
clasifica como "almas vivientes". Así, pues, las
palabras "nephesh" y "psykhé", también se
aplican a animales (Gn 1;20-24) (Nm 31;28) (Pr 12;10) (Ap 16;3)
Quizá les sorprenda
saber que tanto a los animales como a los hombres se les llama
"almas" en las Escrituras inspiradas. Por ejemplo: "Apartarás...
un alma (hebreo = néphesh) de cada quinientas, del género humano
y del ganado vacuno y de los asnos y del ganado
lanar". (Nm 31;28). Es patente que la Biblia se refiere
a los animales inferiores como almas. (Vea también (Ap 16;3)
donde aparece la palabra griega para "alma", "psykhé".)
Ya que
"néphesh" significa "respirar", la aplicación
de esta palabra a los animales es muy apropiada, ya que un alma
en sentido literal es un "respirador" y los animales son
ciertamente "respiradores".
La
Biblia muestra que los animales, igual que los hombres, son
almas vivientes que simplemente cesan de vivir, que
simplemente perecen, al tiempo de morir. Este
es el destino del hombre pecador también, así como
está escrito: "Porque lo que sucede a los hijos de los hombres,
lo mismo sucede a las bestias; es decir, un mismo suceso les acontece: como
mueren estas, así mueren aquellos; un mismo aliento tienen
todos ellos de modo
que ninguna preeminencia tiene
el hombre sobre la bestia; ¡porque todo es
vanidad! Todos van a un mismo lugar; pues que todos son del polvo, y todos
tornan otra vez al polvo" (Ecl 2;19,20).
Pero, ¿es posible que
por lo menos en unas cuantas referencias bíblicas las palabras del lenguaje
original vertidas “alma” designen algo que sale del cuerpo al momento de la
muerte y que sea inmortal? Por ejemplo
(Gn 35;18) (1Re 17;21)
(Hech 20;10) ¿No indican estos pasajes
que el alma es algo que existe sin depender
del cuerpo? El texto de (Job 33;22),
escrito en estilo poético, suministra una clave para entender estos
pasajes. Allí "alma" y "vida"
se colocan en paralelo, de modo que
las dos palabras pudieran cambiarse una por la otra sin
cambiar el sentido del pasaje. Leemos: "Su alma se
acerca al hoyo, y su vida a los que infligen
muerte". De este paralelo podemos ver que la palabra
"alma" puede significar vida como persona y, por lo tanto, la partida
del alma puede entenderse como una referencia al fin de la vida como
persona.
Por ejemplo: Un
hombre pudiera decir que su perro 'perdió la vida' al ser
golpeado por un camión. ¿Quiere decir él que la
vida del animal salió del cuerpo y continuará existiendo?
No, simplemente está usando una figura retórica para
indicar que el animal murió. Lo mismo es
cierto cuando decimos que un hombre ha 'perdido
la vida'. No queremos decir que su vida existe
sin depender del cuerpo. De manera similar,
'perder uno el alma' significa 'perder uno la vida como alma' y no tiene ningún
significado de una existencia que continúe después de la muerte.
Análisis:
Para los TJ no existe un
alma humana en el sentido cristiano de la palabra: o sea, principio
estrictamente espiritual. La prueba que presentan, como
hemos leído, se apoya en que el hebreo "néfesh" traducido por la
palabra alma, no designa un principio espiritual, sino
el ser viviente mismo, hombre o animal.
Pero los
TJ olvidan que la creencia en el alma
humana -repito, en el sentido cristiano de la palabra- no
ha estado jamás fundada sobre la palabra hebrea "néfesh".
¿Qué significaba para los hebreos
la expresión "néfesh"? Para los hebreos evocaba
directamente la respiración, signo de vida; y, por consiguiente, designaba,
en general, la vida en un cuerpo, o incluso todo
el ser viviente, bajo cualquiera de las manifestaciones de la vida,
el soplo o el aliento.
El texto del
Génesis , aunque no pruebe de manera perentoria la
espiritualidad del alma, la insinúa fuertemente; no precisamente a causa de la
palabra "néfesh", sino a causa del conjunto del texto y del
contexto. El versículo dice: "El Señor Dios formó al hombre del
polvo de la tierra, sopló en sus narices un hálito de
vida y el hombre se hizo un ser viviente (Gn 2;7).
Cuando creó los
animales había dicho solamente: "Que la
tierra produzca seres vivientes por especies..." (Gn
1;24) Pero cuando creo al hombre, Dios le infundió directamente
"un hálito de vida". ¿No es insinuar que el hombre tiene algo
más que los animales, un principio espiritual, que nosotros
llamamos "alma"?. Esta intervención especial de Dios al
crear el alma explica perfectamente sus propias palabras (Gn 1;26-27):
"Dijo Dios: "hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza... y
Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó".
Sean
cuales fueren las palabras empleadas,
la Sagrada Escritura habla con frecuencia de
algo en el hombre que supera
al plan corporal: digamos de un principio espiritual, sin que
se precise el sentido de esta palabra a través de
los siglos: "Acuérdate de tu Creador antes que el
polvo vuelva a la tierra como vino, y el aliento se torne a Dios que
lo dio" (Ectes 12;7). "No temáis a los que
matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede
perder alma y cuerpo en el
infierno" (Mt 10;28). "Acoged con docilidad la
palabra injertada en vosotros, que puede salvar vuestras almas"
(Stg 1;21). "La salvación de las almas es objeto de
fe" (1Pe 1;9)