DIOS DESCANSA
s/TJ:
Fueron acabados los cielos y la tierra. Y rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto hiciera; y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. (Gn 2;1-3) (NC)
Cuando Dios creó al hombre habían pasado 42.000 años desde que Dios había dicho: "Haya luz". El fin de este sexto día o período, significaría que Dios dejaría de hacer cosas para la tierra: "Y el séptimo día acabado Dios su obra que hizo... y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho"... Por eso él no ha hecho ninguna cosa nueva aquí desde que terminó el sexto día creativo, hace casi seis mil años... y él continuará descansando
de hacer obras creativas hasta que terminen los
mil años que quedan de su séptimo día (Gn 2;2) ("De paraíso
perdido a paraíso recobrado", pág 18)
Análisis:
Esto nos contesta a la pregunta que nos hacíamos en otro apartado:
Dios no dispondrá las mismas condiciones ambientales de que disfrutaban nuestros primeros padres, pues el dosel de agua que proporcionaba una temperatura ideal, y que debía estar previsto para toda la eternidad,
no será nuevamente creado... Pero es que tampoco podrán ser posibles las nuevas condiciones que los TJ enseñan se disfrutarán en la Nueva Tierra, porque todas ellas deberían ser creadas o recreadas por Dios y esto no es posible porque.... Dios estará descansando.
En contra de los que
nos dicen los TJ en
("De paraíso perdido a
paraíso recobrado", pág 18): "El fin del sexto día creativo significa que Dios dejará de hacer cosas para la tierra,.. pues Dios descansa en este séptimo día de toda la obra que había hecho... Por eso él no ha hecho ninguna cosa
nueva aquí desde que terminó el sexto
día creativo, hace
casi seis mil años... y él continuará descansando de hacer
obras creativas hasta que terminen los mil años que quedan de su séptimo día", en el párrafo que hemos leído anteriormente
de ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 518), se nos dice con relación a los resucitados, que: "A las que son levantadas para vivir en la Tierra
él da un cuerpo físico" y "Dios recreará con exactitud infalible en un cuerpo ...". En qué quedamos,
¿Dios descansará en su obra
creativa hasta que termine el Milenio, o en la resurrección volverá a su
obra de creación?
s/TJ:
El sabio rey Salomón dijo en una ocasión: "No hay nada nuevo bajo el sol" (Ecl 1;9). Esto es cierto con respecto al mundo físico en el que vivimos, pero ¿qué se puede decir del extenso ámbito de la creación espiritual de Jehová?. En ese ámbito, alguien mayor que Salomón, en realidad alguien que fue el hombre más grande de todos los tiempos, se convirtió en una
nueva creación sobresaliente. ("La Atalaya" de 1.1.93, pág
5)
Análisis:
Está claro
que los TJ no dan pie con bola. Dicen:
"Esto es cierto con respecto al mundo físico en el que vivimos",
contraponiéndolo al mundo espiritual. Y se refieren a la imposibilidad de nuevas creaciones
en el ámbito físico porque Dios... está descansando. Pues no, ustedes
mismos se contradicen en lo
que acaban de decir, al enseñarnos
que "A los que son levantadas para vivir en la Tierra él da un cuerpo físico" y "Dios recreará con exactitud infalible en un cuerpo
..." ¡Sin comentarios!.
"Y por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. El les respondió: 'Mi Padre trabaja
siempre. Yo también
trabajo'" (Jn 5;16-17). En (Gn 2;2) Dios descansa de la
creación y en (Ex 20;8-11) se justifica el descanso sabático en el descanso
mismo de Dios. Pero este descanso se identifica con el fin o terminación de
la creación. Pero los
mismos judíos admitían que Dios no interrumpía su obra en la conservación de las criaturas. Filón decía:' como es
propio del fuego quemar y
de la nieve refrescar,
así es propio de Dios el obrar'. Tanto
más, cuanto que es el principio
de obrar en todos.
s/TJ:
Entonces, ¿qué muestra la evidencia? Que hay toda razón para aceptar como realidad el relato
de la creación que da Génesis. Aunque
choca con ciertas teorías, armoniza con la realidad científica probada. ("¿Es
la Biblia realmente la Palabra de Dios?", pág 34)
Análisis:
Hemos de
decir, para finalizar el análisis de la creación según la Biblia, que el autor
sagrado no se propuso ciertamente elaborar un tratado científico de la
formación del cosmos, que
diera razón de la naturaleza
íntima de los fenómenos descritos, sino que su intención era solamente enseñar
al pueblo en lenguaje
popular que el mundo, en su creación de la
nada y en su ulterior organización y formación, hay que referirlo a Dios como a su Autor, y que, a ejemplo del divino
artífice, quien, terminada
la creación, entra, por decirlo así,
en su eterno
descanso, también el hombre debe saber santificar el
descanso festivo, después
del trabajo de toda la semana.
La naturaleza popular de la narración obliga al hagiógrafo a presentar a Dios de una manera
antropomórfica, describiéndolo como un hombre poderoso que da órdenes, que trabaja,
fatigándose como un obrero, durante seis días consecutivos y que se complace en la contemplación
de su obra llevada a cabo y en su merecido descanso.
Se ve obligado, además, so pena de no hacerse entender, a las ideas cósmicas de los
hombres para quienes escribe,
fundadas en la apariencia inmediata de los
fenómenos y, por ende,
inadecuadas para expresar su íntima esencia. En una tal concepción fundada en
la apariencia, el cielo, por ejemplo, está descrito como una inmensa bóveda (firmamento), en
donde hay puertas y cataratas por donde salen las aguas superiores en forma de lluvia para regar la tierra;
las tinieblas se conciben como algo físico y palpable, capaz de separarse de la luz; y el sol y la luna como dos astros que difieren
poco entre sí por su
tamaño. Nada más falso, pues, que querer ver en la narración genesíaca una exposición cosmogónica rigurosamente
científica.
Por tanto, así como sería ridículo negar todo valor al relato mosaico porque no usa el lenguaje técnico y no expone la esencia científica de los fenómenos, así sería arbitrario establecer
un desacuerdo real entre los datos seguros de la ciencia y el contenido bíblico de la narración
genesíaca.
Hace
unos cuantos años, el
Génesis se interpretaba al
pie de la letra. Esta manera de verlo no negaba los
problemas, y por eso, a lo largo de
los siglos, se fueron dando respuestas más o menos plausibles. Pero con el estallido reciente de las ciencias de la
naturaleza y de los
descubrimientos históricos, las
dificultades se manifestaban con más fuerza. Los avances importantísimos en el
estudio de la Biblia han favorecido una visión más clara y documentada de lo que nos quiere contar la denominada
prehistoria bíblica. Podríamos
decir que los TJ no han querido dar este paso...
Lo
interesante en todo este
asunto es captar la intención
de los relatos bíblicos. Un
sencillo ejemplo, tal vez, puede aclarar que la forma exterior no invalida totalmente la realidad. Cuando hacemos
el pesebre vestimos sus personajes con rostro e indumentaria catalana, y hacemos aparecer
las montañas nevadas de nuestro Pirineo. La cueva tiene unos matices muy
distintos cuando quien hace el pesebre
es un peruano o un chino. Pero ninguna de estas formas invalida
la realidad de la Navidad
de Jesús, el Hijo de Dios, en
la cueva de Belén. De manera semejante pasa en el caso del relato de la creación. Hay una cuestión de vestuario o de imaginería. Un problema de expresión que siempre tenemos los hombres. Lo que interesa es acertar con los símbolos escogidos como lenguaje.
Otro aspecto
que debe tenerse en cuenta
es la objeción que suele
afirmar que las narraciones mosaicas de
la creación se derivan de las narraciones paganas
asiriobabilónicas.
¿Tiene algún fundamento esta
afirmación? En ("La Creación", pág 80-81) podemos leer unos fragmentos de la narración de la creación del poema babilónico Enuma Elish,
hallado en las siete tablas.
Esta
breve muestra de la grotesca narración babilónica nos pone frente a una concepción esencialmente diversa de la narración genesíaca sobre la creación del mundo. La téthom bíblica (Gn 1;2), o sea, el abismo acuoso tiene sólo alguna semejanza extrínseca con la tiámat de la narración babilónica, pues no es ciertamente una divinidad,
contra la que lucha otro dios, sino una criatura de Yahvé, como se dice expresamente en el versículo precedente.
En la narración bíblica no existe rastro alguno de la salida de los dioses que forman el mundo, de los abismos; sino se asegura que un Dios único, anterior al universo, crea con su voluntad omnipotente, sin esfuerzo ni lucha alguna. La idea purísima de Dios que se respira en toda la narración mosaica y el origen de todo el universo por
creación de la nada hecha
hecha por el único Dios, son una
concepción propia de
la Biblia y su narración se diferencia substancialmente de todas las demás narraciones cosmogónicas
antiguas.
Wallis Budge escribe con mucha razón: "No existe en absoluto ningún fundamento para
asegurar, como se hace con
frecuencia, que las dos narraciones de la creación, contenidas en los dos
primeros capítulos del
Génesis, se deriven de las siete tablas de la creación... Es cierto que existen varios puntos de
contacto entre la narración cuneiforme y la hebrea y ambas se ilustran
mutuamente, pero la concepción fundamental de las narraciones hebrea y babilónica son
sustancialmente distintas. En
esta última, los primeros seres existentes son ridículos genios o demonios, y
el Dios de la
creación aparece en último lugar; en aquella, en cambio, la idea de Dios es
la de un ser que existía al principio y desde le principio, omnipotente y
único, y los genios del
caos y el maligno son sus siervos" ("Babylonian Legends of the
Creation", pag 29 y ss).