lunes, 10 de febrero de 2014

DIOS DESCANSA

DIOS DESCANSA

s/TJ: 

Fueron acabados  los cielos y la tierra.  Y rematada en  el día sexto toda  la obra que había  hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto  hiciera; y bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó  Dios de cuanto había creado y hecho. (Gn 2;1-3) (NC)

Cuando Dios  creó al  hombre habían  pasado 42.000  años desde  que Dios había  dicho:  "Haya  luz".  El  fin  de  este  sexto  día   período, significaría  que Dios dejaría de  hacer cosas  para la  tierra: "Y  el séptimo  día acabado  Dios su  obra  que hizo...  y descansó  en el  día séptimo de  toda la  obra que había  hecho"...  Por eso  él no  ha hecho ninguna cosa  nueva aquí desde que  terminó el sexto día  creativo, hace casi  seis  mil años... y él continuará descansando de  hacer  obras creativas hasta que terminen los mil años que quedan de su séptimo día (Gn 2;2)  ("De paraíso perdido a paraíso recobrado", pág 18) 

Análisis: 

Esto nos contesta a la pregunta que nos hacíamos en otro apartado: Dios  no  dispondrá  las  mismas condiciones ambientales de  que disfrutaban nuestros  primeros padres, pues  el dosel de  agua que proporcionaba una  temperatura ideal,  y que debía  estar previsto para toda la eternidad, no  será nuevamente creado...  Pero es que tampoco  podrán ser  posibles las  nuevas condiciones  que los  TJ enseñan  se disfrutarán  en la  Nueva Tierra,  porque todas  ellas deberían ser  creadas o recreadas  por Dios  y esto no  es posible porque....  Dios estará descansando.

En contra de  los que nos dicen  los TJ en ("De  paraíso perdido a paraíso  recobrado",  pág 18):  "El  fin  del sexto  día  creativo significa que  Dios dejará de  hacer cosas para la  tierra,.. pues Dios  descansa en  este  séptimo día  de toda  la  obra que  había hecho...  Por eso él no ha hecho ninguna cosa nueva aquí desde que terminó el  sexto día creativo,  hace casi  seis mil años...  y él continuará descansando de hacer obras creativas hasta que terminen los mil  años que  quedan de  su séptimo día",  en el  párrafo que hemos leído anteriormente de ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 518), se nos  dice con  relación a  los resucitados,  que: "A  las que  son levantadas para vivir en la Tierra él da un cuerpo físico" y "Dios recreará  con  exactitud infalible  en  un  cuerpo ...". En  qué quedamos, ¿Dios descansará  en su obra creativa hasta que termine el Milenio, o en la resurrección volverá a su obra de creación?

s/TJ: 

El sabio  rey Salomón dijo  en una ocasión: "No  hay nada nuevo  bajo el sol" (Ecl 1;9).  Esto  es cierto con respecto al mundo  físico en el que vivimos, pero  ¿qué se  puede decir  del extenso  ámbito de  la creación espiritual de  Jehová?.  En  ese ámbito, alguien  mayor que  Salomón, en realidad alguien que  fue el hombre más grande de  todos los tiempos, se convirtió en una nueva creación sobresaliente. ("La Atalaya" de 1.1.93, pág 5) 

Análisis: 

Está claro que los TJ no dan pie con bola.  Dicen: "Esto es cierto con respecto al mundo físico  en el que vivimos", contraponiéndolo al mundo espiritual.   Y se refieren a la  imposibilidad de nuevas creaciones en  el ámbito  físico porque Dios... está descansando. Pues no, ustedes mismos se contradicen  en lo que acaban de decir, al  enseñarnos que  "A los  que son levantadas para  vivir en  la Tierra  él da  un cuerpo  físico" y  "Dios recreará  con exactitud infalible en un cuerpo ..." ¡Sin comentarios!.
    
"Y  por esto  los judíos  perseguían a  Jesús, porque  hacía estas cosas en sábado.  El les  respondió: 'Mi Padre trabaja siempre.  Yo también trabajo'" (Jn  5;16-17).  En (Gn 2;2) Dios descansa de la creación y en (Ex 20;8-11) se justifica el descanso sabático en el descanso mismo de  Dios.  Pero este descanso se  identifica con el fin o terminación de la creación.  Pero los mismos judíos admitían que Dios no interrumpía su obra en la conservación  de  las criaturas. Filón decía:' como es propio  del fuego quemar y de la nieve  refrescar, así  es propio  de Dios el obrar'. Tanto más, cuanto que es el principio de obrar en todos.  

s/TJ: 

Entonces, ¿qué  muestra la evidencia?   Que hay toda razón  para aceptar como realidad el relato de la creación que da Génesis.  Aunque choca con ciertas teorías, armoniza con la realidad científica probada. ("¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios?", pág 34)

Análisis: 

Hemos de decir, para finalizar el análisis de la creación según la Biblia, que el autor sagrado no se propuso ciertamente elaborar un tratado científico de la formación  del cosmos, que diera razón de la  naturaleza íntima  de  los fenómenos  descritos,  sino que  su intención era solamente enseñar al  pueblo en lenguaje popular que el mundo, en su creación de  la nada y en su ulterior organización y formación, hay  que referirlo a Dios  como a su Autor,  y que, a ejemplo del divino artífice,  quien, terminada la creación, entra, por decirlo  así, en  su eterno descanso,  también el  hombre debe saber santificar el descanso festivo,  después del trabajo de toda la semana.

La  naturaleza popular  de  la narración  obliga  al hagiógrafo  a presentar a Dios de una manera antropomórfica, describiéndolo como un hombre poderoso  que da órdenes, que trabaja, fatigándose como un obrero, durante seis días consecutivos  y que se complace en la contemplación de su obra llevada a cabo y en su merecido descanso.

Se ve  obligado, además,  so pena  de no  hacerse entender,  a las ideas cósmicas de los hombres  para quienes escribe, fundadas en la apariencia inmediata de los fenómenos  y, por ende, inadecuadas para expresar su íntima esencia.  En una tal concepción fundada en la  apariencia, el  cielo,  por ejemplo, está descrito como  una inmensa bóveda (firmamento), en donde hay puertas y cataratas por donde salen las aguas superiores en  forma de lluvia para regar la tierra; las  tinieblas se  conciben como  algo físico  y palpable, capaz de separarse de  la luz; y el sol y la  luna como dos astros que difieren poco entre sí por su tamaño.  Nada  más falso, pues, que querer ver en la narración genesíaca   una  exposición cosmogónica rigurosamente científica. 

Por  tanto, así  como sería  ridículo negar  todo valor  al relato mosaico porque no  usa el lenguaje técnico y no  expone la esencia científica de  los fenómenos,  así sería arbitrario establecer un desacuerdo  real  entre los  datos  seguros  de  la ciencia   el contenido bíblico de la narración genesíaca.

Hace unos  cuantos años, el Génesis  se interpretaba al pie  de la letra.  Esta manera de verlo no negaba los problemas, y por eso, a lo largo  de los siglos,  se fueron  dando respuestas más  o menos plausibles.  Pero con el estallido  reciente de las ciencias de la naturaleza y  de los descubrimientos históricos,  las dificultades se manifestaban con más fuerza.  Los avances importantísimos en el estudio  de  la Biblia  han  favorecido  una  visión más  clara  y documentada de lo que nos  quiere contar la denominada prehistoria bíblica.   Podríamos decir  que los  TJ  no han  querido dar este paso...

Lo interesante en  todo este asunto es captar la  intención de los relatos bíblicos.  Un sencillo ejemplo, tal vez, puede aclarar que la  forma exterior  no  invalida totalmente  la realidad.  Cuando hacemos el pesebre vestimos   sus  personajes  con   rostro  e indumentaria catalana, y hacemos aparecer las montañas nevadas de nuestro Pirineo.  La cueva tiene unos matices muy distintos cuando quien hace el  pesebre es un peruano o un  chino.  Pero ninguna de estas formas invalida la realidad de  la Navidad de Jesús, el Hijo de Dios,  en la cueva de Belén.  De  manera semejante pasa  en el caso del relato  de la creación.  Hay una cuestión  de vestuario o de imaginería. Un  problema de expresión que  siempre tenemos los hombres. Lo  que interesa es  acertar con los  símbolos escogidos como lenguaje.

Otro aspecto que  debe tenerse en cuenta es la  objeción que suele afirmar que las narraciones mosaicas  de la creación se derivan de las narraciones paganas  asiriobabilónicas. ¿Tiene algún fundamento esta afirmación? En ("La Creación", pág 80-81) podemos leer  unos fragmentos  de la  narración de  la creación  del poema babilónico Enuma Elish, hallado en las siete tablas.

Esta breve  muestra de la  grotesca narración babilónica  nos pone frente  a una  concepción  esencialmente diversa  de la  narración genesíaca  sobre la  creación del  mundo.  La téthom bíblica  (Gn 1;2), o sea, el abismo acuoso tiene  sólo  alguna  semejanza extrínseca con  la tiámat de  la narración babilónica, pues  no es ciertamente una divinidad, contra la que lucha otro dios, sino una criatura  de Yahvé,  como  se dice  expresamente  en el versículo precedente. 
  
En la  narración bíblica no existe  rastro alguno de la  salida de los dioses  que forman el mundo,  de los abismos; sino  se asegura que  un Dios  único, anterior  al universo,  crea con  su voluntad omnipotente, sin  esfuerzo ni lucha  alguna.  La idea  purísima de Dios que  se respira en toda  la narración mosaica y  el origen de todo el universo por creación de  la nada hecha hecha por el único Dios, son  una concepción propia  de la  Biblia y su  narración se diferencia substancialmente de todas las demás  narraciones cosmogónicas antiguas. 

Wallis  Budge escribe  con mucha  razón: "No existe  en absoluto ningún fundamento para asegurar, como  se hace con frecuencia, que las dos narraciones de la creación, contenidas en los dos primeros  capítulos  del Génesis,  se  deriven  de las  siete  tablas de  la creación...  Es cierto que existen varios puntos de contacto entre la narración cuneiforme y la hebrea y ambas se ilustran mutuamente, pero la  concepción  fundamental  de las  narraciones hebrea y babilónica son sustancialmente distintas.  En esta última, los primeros seres existentes son ridículos genios o demonios, y el Dios  de la creación  aparece en  último lugar; en  aquella, en cambio, la idea de Dios es la de un ser que existía al principio y desde le principio, omnipotente y único, y los genios  del caos y el maligno son sus siervos" ("Babylonian Legends of the Creation", pag 29 y ss)

Por eso, aun admitiendo que el  autor del Génesis sea un hombre de su tiempo, que conozca y use  la terminología de su época y quizás también haya conocido la  narración babilónica y sus antecedentes, no puede menos de admitirse, que su narración de la creación tiene una  originalidad propia  suya tal,  que excluye  toda dependencia sustancial de cualquiera otra narración cosmogónica.