martes, 11 de febrero de 2014

PERMANECEN EN MI PALABRA

s/TJ:

“Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” (Jn 8;31-32)

¿A qué se refería Jesús? Al decir “mi palabra”, Jesús se refería a lo que él enseñaba. Sin embargo, explicó que sus enseñanzas provenían de una fuente superior: “El Padre mismo, que me ha enviado, me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar” (Jn 12;49). En una oración a su Padre celestial, Jehová Dios, él reconoció: “Tu palabra es la verdad”. Por eso, cuando enseñaba, citaba a menudo lo que Dios había dicho a sus siervos en el pasado (Jn 17;17)(Mt 4;4,7,10).

Entonces ¿cómo permanecen en la palabra de Jesús los cristianos verdaderos? Aceptando la Palabra de Dios, la Biblia, como la única fuente de “la verdad” y la máxima autoridad en cuestión de creencias y normas de conducta. (La Atalaya 1 de marzo de 2012, pág 4)

Análisis:

De lo dicho anteriormente no  puede deducirse, como hacen los TJ, que: “Palabra de Dios” = Biblia (exclusivamente).  Primero: porque en el comentario de la revista no se habla para nada de la Biblia hasta hacer esta comparación y, por ello, con toda razón,  podría decir que no sé de qué me habla. Segundo: porque cuando Jesús enseñaba, sólo existían las escrituras hebreas (Antiguo Testamento). No existía la Biblia tal cual ahora la conocemos. Por lo tanto, no es posible que Jesús al decir “Tu palabra es la verdad” se refiriera a la Biblia, porque, sencillamente, no existía.

s/TJ:  

“…El apóstol Pablo  —el cristiano que más cartas bíblicas escribió—  sentía el mismo respeto que Jesús por la Palabra de Dios. Él afirmó: "Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa"  (2 Timoteo 3:16).  Además, a los varones que enseñaban en la congregación se les dijo que no debían "en­señar otro mensaje que no [fuera] el verdadero mensaje recibido de Dios" (Tito 1:7, 9, Biblia en Lenguaje Sencillo [Nuevo Testamento]). (La Atalaya 1 de marzo de 2012, pág 4)

Análisis:

Los TJ llegan a la conclusión, leyendo (2Tim 3; 16) y (Tito 1;7,9), que “la Biblia es la única fuente de la verdad y la máxima autoridad en cuestión de creencias y normas de conducta” (pág 4). ¿Pero acaso no era el verdadero mensaje recibido de Dios el que Pablo  enseñó  a Timoteo ante muchos testigos, rogándole que  lo encomendara a otros hombres fieles capaces de enseñarlo a otros (2 Tim 2;2) (2Tim 2;14-15)? ¿No enseñaba Pablo la Palabra de Dios a los tesalonicenses (2Tes 2;14,15) (2Tes 3;1)? ¿Y a los romanos (Rom 10;17)? ¿Y Pedro: “La palabra del Señor permanece para siempre, y esta palabra es la que os ha sido anunciada” (1Pe 1;25)? Y esta enseñanza, entonces y durante muchos años, sólo podía ser oral en su mayor parte porque los libros que compusieron el Nuevo Testamento, o escrituras griegas, fueron apareciendo a lo largo de más de sesenta años y no se aceptaron definitivamente hasta después de varios siglos. Claro  es que , si hay “tradiciones” apostólicas que hay que admitir (1Cor 11;2)  (1Cor 11;23), hay también “tradiciones” humanas engañosas, que es necesario rechazar (Col 2;8). 

Por otra parte, ¿se escribió en los libros que posteriormente se consideraron sagrados, toda la doctrina que enseñaron Jesús, sus apóstoles y sus sucesores? No, yo creo rotundamente que no. Todo lo contrario (2Jn 12) (Jn 20;30) (Jn 21;25).

s/TJ

Al principio, Jesús  mandó a sus discípulos a predicar las  buenas nuevas en ciudades y pueblos cercanos. Posteriormente, les dijo que serían sus testigos hasta la parte más distante de la tierra. Y esta labor no la realizaba un grupo selecto, sino todos y cada uno de ellos. (La Atalaya 1 de marzo de 2012, resumen pág 8)

Análisis

Cuando Jesús está a punto de abandonar la tierra, envía solemnemente a sus apóstoles, o sea, a sus más directos colaboradores, a enseñar a todas las gentes a observar todo cuanto Él les había enseñado, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Les indica que el que crea y se bautice se salvará y el que no crea se condenará. Les asegura, también, que Él estará con ellos siempre hasta la consumación del mundo (Mt 28;16-20) (Mc 16;14-17), También antes de elevarse a los cielos les dijo que recibirían la virtud del Espíritu Santo que descendería sobre ellos para ser sus testigos hasta los extremos de la tierra (Hech 1;8).


Las palabras de Jesús no han podido dejar de cumplirse y los apóstoles y sus sucesores siguen enseñando la palabra de Jesús.