PRINCIPIO DE DOLORES DE AFLICCIÓN AL LLEGAR EL GRAN DÍA DE JEHOVÁ
s/TJ:
El apóstol Pablo explicó que el venidero “día de
Jehová” llegaría cuando se proclamara “¡Paz y seguridad!”. Luego, “destrucción
repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la
mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”. (1Te
5:2, 3.)
Los dolores de parto se presentan de
repente, y el día y la hora exacta no se saben de antemano. Primero se
producen cada quince o veinte minutos, siendo más continuos a medida que se aproxima el parto. En la mayoría de los casos el
parto dura poco tiempo, en especial en su segunda fase. Una vez que empiezan
los dolores de parto, la mujer sabe que se acerca el nacimiento y que
ha de pasar por la difícil experiencia. No hay “escape”.
En la visión que tuvo el apóstol Juan, registrada en
el libro de Revelación, vio a una mujer celestial clamando “en sus dolores y en
su agonía por dar a luz”. El niño que nació era “un hijo, un varón, que ha
de pastorear a todas las naciones con vara de hierro”. A pesar de los
esfuerzos del dragón por devorarlo, “su hijo fue arrebatado hacia Dios y hacia
su trono”. (Rev 12:1, 2, 4-6.) El hecho de que Dios arrebatara al hijo denotaría
que lo aceptaba como suyo, tal como en tiempos antiguos se
acostumbraba a presentar al recién nacido a su padre para que lo aceptase.
De todo ello se desprende que la “mujer” es la “esposa” de Dios, la “Jerusalén
de arriba”, la “madre” de Cristo y de sus hermanos espirituales. (Gál 4:26; Heb
2:11, 12, 17.)
Como la “mujer” celestial de Dios es perfecta, el
nacimiento sería igualmente perfecto, sin que se experimentara dolor literal.
Por lo tanto, en este caso los dolores de parto indicarían simbólicamente que
la “mujer” se daba cuenta de que el nacimiento se había acercado y esperaba que
aconteciera en breve. (Rev 12:2.)
¿Quién sería este “hijo, un varón”? Tenía que
“pastorear a todas las naciones con vara de hierro”. Esto se predijo del
rey mesiánico de Dios en el Salmo
2:6-9. Sin embargo, Juan recibió esta visión
mucho después del nacimiento, muerte y resurrección de Cristo, por lo que la
visión parece referirse al nacimiento del Reino mesiánico en manos de su Hijo
Jesucristo, quien, cuando fue levantado de entre los muertos, “se sentó a la
diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos
como banquillo para sus pies”. (Heb
10:12, 13; Sl
110:1; Rev
12:10.)
Este era un acontecimiento esperado, tanto en el cielo
como sobre la Tierra, y al irse acercando el tiempo señalado, la expectativa
sería grande, pues el cumplimiento de las profecías sería un indicio
seguro de su proximidad. Esto también habría de ocurrir, como explicó el
apóstol a los cristianos, con relación a la venida del “día de Jehová”: “Ahora
bien, en cuanto a los tiempos y a las razones, hermanos, no tienen
necesidad de que se les escriba nada. [...] Ustedes no están en
oscuridad, para que aquel día los alcance como alcanzaría a ladrones”. (1Te 5:1, 4.) ("Perspicacia", volumen 1, págs. 717,718)
Análisis:
Doctrina clásica de los Testigos de Jehová que van actualizando a lo largo de los años a fin de que esté siempre presente en la mente de los miembros de su organización, y así, se mantengan constantemente activos.