sábado, 25 de enero de 2020

JESÚS ORDENA A SUS APÓSTOLES QUE PREDIQUEN POR TODO EL MUNDO. FORMACIÓN DEL CANON


JESÚS ORDENA  A SUS APÓSTOLES QUE PREDIQUEN POR TODO EL MUNDO. FORMACIÓN DEL CANON.

Según los TJ, “Jesús encomendó a sus seguidores la obra de predicar y enseñar que él había comenzado (Mt 28;19-20). Incluso les dijo: ‘El que escucha a ustedes me escucha a mí también’ (Lc 10;16). Además, les prometió que el espíritu santo, o fuerza activa de Dios, los capacitaría para realizar dicha labor. Por eso, cuando los primeros cristianos recibieron escritos de parte de los apóstoles o de sus colaboradores cercanos -que habían dado pruebas claras de estar bendecidos con el espíritu santo de Dios-, naturalmente los aceptaron como auténticos”. (“La Atalaya” 1/4/2010, pág 26 y ss)

Jesús, en (Mt 28;19-20), encomienda la predicación y el bautismo, no a "sus seguidores",-como indican los TJ-, sino que ordena solemnemente a sus “once discípulos”, o sea, a sus “once apóstoles” (Mt 28;16), dicha labor. Lo mismo se dice en (Mc 16;14-18). Sin embargo, este último pasaje, no figura en la "Biblia Traducción del Nuevo Mundo" que utilizan los TJ, ellos sabrán por qué.

Por otra parte, el que predica está capacitado para ello por la propia promesa de Jesús, por eso el que escucha al que predica es como si escuchara al propio Jesús. La traducción de los TJ de (Lc 10;16) es incorrecta, ya que añaden al fin la palabra “también” que no aparece en la Palabra de Dios y que altera su correcta interpretación.

Los primeros cristianos, en general, no tenían ninguna facultad personal para decidir definitivamente la autenticidad y la inspiración de los escritos que durante años estuvieron circulando por sus comunidades. Fueron inicialmente  determinados hombres significativos de estas comunidades los que poco a poco aceptaron o rechazaron inicialmente uno u otro escrito. Finalmente, los Sínodos y los Concilios de la Iglesia de Cristo, fueron los que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a través de los siglos, consideraron definitivamente a algunos de estos escritos como auténticos e inspirados y a otros dignos de la más severa de las prohibiciones por ser apócrifos o contrarios a la doctrina de Jesús.