s/TJ:
¿Qué
puede decirse de la tan repetida declaración de la Iglesia católica de ser
“una, santa, católica y apostólica”? En primer lugar, el reciente cisma de los
católicos tradicionalistas bajo la dirección del arzobispo Lefebvre, por
no mencionar la abierta rebelión de centenares de teólogos católicos,
desmienten la afirmación de la Iglesia de ser “una”.
En segundo
lugar, el registro de la Iglesia católica, llena de antisemitismo, torturas de
“herejes”, el fomento de “guerras santas” y la participación en la política y
en sucios escándalos económicos, revela que está lejos de ser santa.
En tercer lugar,
la Iglesia de Roma difícilmente puede justificar su afirmación de ser
“católica” o “universal”, pues tan solo cuenta con aproximadamente la mitad de
los que afirman ser cristianos, lo que equivale a alrededor del 15% de la
población mundial.
Y por último, ni
los hechos históricos, ni la actuación del papado, ni la opulencia, inmoralidad
y participación en la política de muchos prelados católicos, justifica la
afirmación de la Iglesia de ser “apostólica”. Resulta obvio pues que la Iglesia
católica no está en posición de ser el foco de la verdadera unidad
cristiana. (¡Despertad! 22/2/91, pág 9-11)
Análisis:
LA IGLESIA ES UNA, SANTA,
CATÓLICA Y APOSTÓLICA
IGLESIA UNA
La
Iglesia es una debido a su Fundador, pues el Hijo de Dios, encarnado, por
su sacrificio en la cruz reconcilió a todos los hombres con Dios, restituyendo
la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo. El Espíritu Santo que
habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa
admirable comunión de fieles.
Nuestro
Salvador, después de su resurrección, entregó su Iglesia a Pedro para que la
pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran y la
gobernaran. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una
sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y
por los obispos en comunión con él.
De
hecho, en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros
tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como
condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y
comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia
católica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes. Tales
rupturas que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herejía,
la apostasía y el cisma) no se producen sin el pecado de los hombres. Pero
donde hay virtud, allí hay unión, de donde resulta que todos los creyentes tienen
un solo corazón y una sola alma.
Aquella
unidad que Cristo concedió desde el principio a la Iglesia subsiste
indefectible en la Iglesia católica hasta la consumación de los tiempos. Cristo
da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar
y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo
quiere para ella. Por eso Cristo mismo rogó en la hora de su Pasión, y no cesa
de rogar al Padre por la unidad de sus discípulos: "Que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para
que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17; 21).
IGLESIA SANTA
La
fe confiesa que la Iglesia no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el
Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama "el solo santo",
amó a su Iglesia como a su esposa. Él se entregó por ella para santificarla, la
unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo
para gloria de Dios. La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios”, y sus
miembros son llamados "santos" (Hech 9;13) (1Cor 6;1) (1Cor
16;1).
Todas
las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir la santificación de los
hombres en Cristo y la glorificación de Dios. En la Iglesia es en donde está
depositada la plenitud total de los medios de salvación. Es en ella donde
conseguimos la santidad por la gracia de Dios.
La
Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad,
aunque todavía imperfecta. En sus miembros, la santidad perfecta está todavía
por alcanzar: Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están
llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo
modelo es el mismo Padre.
IGLESIA CATÓLICA
Es
católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género
humano (Mt 28;19)
Todos
los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y
único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para
que así se cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única
naturaleza humana y decidió reunir a sus hijos dispersos. Gracias a este
carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir a la
humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de
su Espíritu. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las
legítimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores.
IGLESIA APOSTÓLICA
La
Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un
triple sentido:
—
Fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los Apóstoles"
(Ef 2; 20) (Hech 21;14), testigos escogidos y enviados en misión por
el mismo Cristo (Mt 28;16-20) (Hech 1;8) (1Cor 9;1) (1Cor 15;7-8)
(Gl 1; l) etc. …
—
Guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la
enseñanza (Hech 2;42), el buen depósito, las sanas palabras oídas a los
Apóstoles (2Tim 1;13-14).
—
Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta
de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el
colegio de los obispos, al que asisten los presbíteros juntamente con el
sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia.
La
Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad
profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los
tiempos "el Reino de los cielos", "el Reino de Dios"
(Ap 19;6), que ha venido en la persona de Cristo y que crece
misteriosamente en el corazón de los que le son incorporados hasta su plena
manifestación escatológica. Entonces todos los hombres rescatados por
él, hechos en él "santos e inmaculados en presencia de Dios en el
Amor" (Ef 1; 4), serán reunidos como el único Pueblo de
Dios, "la Esposa del Cordero" (Ap 21; 9), "la Ciudad Santa
que baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios" (Ap 21;10-11);
y "la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los
nombres de los doce Apóstoles del Cordero" (Ap 21;14).