Los testigos de Jehová preguntan, a través de un folleto que entregan por la calle personalmente en mano a aquel que quiera aceptarlo, ¿Cómo ve el futuro? ¿Cree que el mundo seguirá igual, empeorará, mejorará?
A continuación, el folleto nos asegura que, según la Biblia, Dios limpiará todas las lágrimas de nuestros ojos, y la muerte no será más ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Que, por otra parte, tendremos trabajo productivo y satisfactorio y que llegaremos a vivir felices con nuestra familia y amigos, no durante unos años, sino para siempre.
Finalmente,
se nos asegura que hay razones para creer lo que nos dice la Biblia ya que Dios
tiene el poder y el deseo de cumplir estas promesas.
Y, mientras
tanto, digo yo, ¿qué debemos hacer los hombres y mujeres de este mundo? Porque
el folleto en cuestión no nos lo propone, en concreto solamente se nos dice que,
según el profeta Daniel, para hacer de este mundo un lugar mejor, debemos dejar
en manos de Dios la solución del problema por el que se nos pregunta, ya que el
Dios de los cielos suscitará un reino que nunca será destruido ni pasará a manos
de ningún otro pueblo. Este reino hará añicos y pondrá fin a todos estos reinos
y será el único que permanecerá para siempre (Dan 2;44).
Y es que los
testigos de Jehová se conforman con seguir viviendo, después de la muerte, de
nuevo en la tierra con las ventajas que sugieren las Escrituras hebreas, o sea,
sin inicuos ni malvados que estropeen la fiesta, sin guerras, con prosperidad y
seguridad porque habrá trabajo para todo el mundo, con los desiertos
convertidos en florecientes jardines, sin enfermedades, sin envejecer y con los
muertos revividos, etc. …
Pero no, yo
estoy convencido de que los seguidores de Dios esperamos recibir cosas que no
son de este mundo, cosas que no se han visto ni se han escuchado. Y es que en (1Cor
2;9) podemos leer: “Así como está escrito: “Ojo no ha visto, ni oído a oído,
ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado
para los que lo aman”.
No hay
ninguna indicación de que los humanos vivirán para siempre en esta Tierra.
Ninguna escritura dice que la humanidad será resucitada en la Tierra, mientras
que la Biblia a menudo habla de una resurrección celestial. El uso de la
palabra “paraíso” generalmente se refiere al cielo y (Ap 7;9) pone a la “Gran
Muchedumbre” en el cielo.