Bautismo cristiano
El discurso que se presenta en las asambleas contiene dos preguntas a los candidatos del bautismo que anteriormente se efectuaban de esta manera:
¿Ha reconocido usted ante Jehová
Dios que es un pecador que necesita salvación, y ha reconocido ante El que esta
salvación procede de Él, el Padre a través de su hijo Jesucristo?
Sobre la base de esta fe en Dios y
en sus provisiones para salvación, ¿se ha dedicado sin reservas a Dios, para
hacer su voluntad en adelante, de la forma como él se la reveló a usted a
través de Jesucristo, y a través de la Biblia, bajo la luz que provee el
Espíritu Santo?
Sin embargo, algunos testigos de Jehová manifestaron
que no tienen compromisos y obligaciones hacia la organización (Sociedad
Watchtower). Su compromiso exclusivo era para con Jehová y Jesucristo. Esto
trajo dificultades e implicaciones legales para la Sociedad Watchtower cuando
pretendió expulsar a una persona de la congregación. Debido a ello, efectuaron
cambios en estas preguntas. Actualmente son los siguientes:
Sobre la base del sacrificio de
Jesucristo, ¿se ha arrepentido usted de sus pecados y se ha dedicado a Jehová
para hacer la voluntad de él?
¿Comprende usted que su dedicación
y bautismo lo identifican como testigo de Jehová asociado con la ORGANIZACIÓN
que Dios dirige mediante Su espíritu?
Al contestar “Sí” a estas preguntas, los candidatos
manifiestan que tienen una condición de corazón correcta y están listos para el
bautismo cristiano.
Para
la Iglesia Católica, el sacramento del Bautismo es el fundamento de toda la
vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta de acceso a
los otros Sacramentos. Por el Bautismo, administrado en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, somos liberados del pecado y “regenerados” como
hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y hechos partícipes de su
misión.
La
palabra clave de la definición es "regenerados" o sea, que somos
generados nuevamente, nacidos de nuevo. En efecto, cuando el fariseo Nicodemo,
de noche, visita a Jesucristo, recibe del Señor la siguiente noticia: "En
verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de lo alto" (Jn
3;3-7) (Gl 3;26) (Gl 4;6) (1Jn 5;1) (Rom 8;14-16) (Rom 8;1-9). Así como
nacemos a la vida natural por medio de los padres, nacemos a otra vida superior
en el Bautismo. Cuando Jesús dijo: "He venido para que tengan Vida
y la tengan en abundancia" (Jn 10;10), nos estaba prometiendo no la
vida natural que se adquiere por la unión conyugal, sino la Vida Divina que él
tiene desde la eternidad, como Hijo de Dios. Es designio eterno de Dios el que
los hombres, por el sencillo rito del Bautismo, lleguemos a participar de su
Divinidad. Es lo que llamamos Gracia Santificante. La Gracia
es evidentemente el don más extraordinario y preciado del cristiano.