Reflexiones acerca de la vida después de la muerte.
Reflexión 1ª, s/TJ:
Los testigos de Jehová nos dicen, comentando la respuesta que da la Biblia a la pregunta anterior en JW.org, que “los muertos no tienen conciencia de nada en absoluto” (Ecls 9;5) y añaden el (Sl 146;4): “Sale su espíritu y el hombre vuelve al suelo, en el mismo día se acaban sus pensamientos” (NM).
Análisis:
Podemos añadir “entonces el polvo vuelve a la tierra, tal como era, y el espíritu (ruach) vuelve al Dios verdadero, que lo dio.” (Ecls 12;7) (NM).
En la primera frase “entonces el polvo vuelve a la tierra, tal como era“ hay una alusión a (Gn 2;7) y (Gn 3;19) en que se dice que Dios creó al hombre del polvo de la tierra y, en castigo del pecado original, le condenó a volver a él.
¿De qué espíritu se trata en la
segunda parte del verso “y el espíritu (ruach) vuelve al Dios verdadero,
que lo dio”? Espíritu - “Ruach”- designa aquí el “hálito vital”
comunicado por Dios al hombre, que tiene su manifestación exterior en la
entrada y salida del aire por la nariz y que dura todo el tiempo de la vida del
hombre. Terminada ésta, el cuerpo vuelve a la tierra, y el espíritu vuelve a
Dios en el sentido de que Dios lo retira, con lo que el hombre muere.
El autor de Eclesiastés (Ecls) no habla aquí del alma inmortal porque es evidente que, si Cohelet la hubiese conocido al final de sus reflexiones, no hubiese escrito su libro. Si esta revelación le hubiese sido concedida, la hubiese expresado de una manera triunfante y sus reflexiones no hubiesen sido seguidas de su habitual grito de dolor: ¡Vanidad de vanidades! Pues si hay una vida eterna después de ésta, no es verdad que todo sea vano y que la vida no merezca la pena de ser vivida. El autor de la Sabiduría, que no ignoraba la inmortalidad reservada a los justos, hablará en otro tono. Pero este libro Sagrado no es del gusto de los testigos de Jehová…
El Génesis, aunque no pruebe de manera perentoria la existencia del alma como algo aparte del cuerpo, ya la insinúa fuertemente.
Cuando Dios creó los animales había dicho solamente: "Que la tierra produzca seres vivientes por especies..." (Gn 1;24). Pero cuando creo al hombre a su imagen, Dios le infundió directamente "un hálito de vida" (Gn 1;26-27) (Gn 2;7). ¿No es insinuar que el hombre tiene algo más que los animales, un principio espiritual? Sean cuales fueren las palabras empleadas, la Sagrada Escritura habla con frecuencia más adelante de algo en el hombre que supera al plan corporal y que es llamado alma, espíritu o aliento y que le eleva sobre toda la creación como imagen de Dios y de Jesús (Gn 9;6) (Col 3;10) (Rom 8;29).
En (Gl 5;16-26), por ejemplo, se ve claro que el hombre está compuesto por el cuerpo y por el alma (carne y espíritu) y con tendencias contrarias y, por tanto, con frutos distintos.
Para los testigos de Jehová no existe un alma humana como principio espiritual. Y así, añaden “El hombre no es superior a los animales … todos tienen el mismo espíritu y el mismo final.”
El animal no puede ser nunca igual al hombre, porque éste goza de una dignidad que no posee el animal. El animal, simplemente fue “hecho” mientras Dios “dijo”: “procread y multiplicaos” (Gn 1;22). El hombre, en cambio, fue hecho “a imagen y semejanza” de Dios, y “les dijo” “procread y multiplicaos” (Gn 1;28). Sólo al hombre lo constituyó responsable de sus actos. La Biblia, niega toda inteligencia a los animales. En cambio, concede al hombre algunos de los atributos que se refieren a Dios (inteligencia, justicia, amor, etc.) consecuencia de la semejanza del hombre con Dios.
Reflexión 2ª, s/TJ:
“Para aquellos a quienes Dios resucite, la muerte no será el final de todo”
Análisis:
O sea, para toda la humanidad, ya que todos resucitarán:
Resurrección de “justos e injustos” (Hech 24;15), “buenos y malos” (Mt 5;45), "de vivos y muertos" (2Tim 4;1), “cuántos están en los sepulcros” (Jn 5;28-29), “Dios no es Dios de muertos sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lc 20;38).
Los testigos de Jehová enseñan, sin apoyo bíblico y a pesar de la rotundidad de las referencias anteriores, que los “malos”, que los “inicuos” no resucitarán porque para ellos la muerte es definitiva.
Reflexión 3ª, s/TJ:
“Marta misma había aprendido que jehová promete resucitar a los muertos para que vuelvan a vivir en la Tierra”.
Análisis:
No parece esto posible porque
Jesucristo nos aconseja claramente en diversas circunstancias que nos
preocupemos más de tener riquezas en el cielo que no en la
tierra (Mt 6;20) (Mt 19;21) (Mc 10;21) (Lc 6;23) (Lc 10;20) (Lc 12;33) (Lc
18;22).
Reflexión 4ª, s/TJ:
Según la doctrina de los testigos de Jehová, “millones de personas que han muerto volverán a vivir en la Tierra. Incluso resucitarán algunas que no conocieron a Jehová y practicaron cosas malas”.
Análisis:
Cualquier persona que medianamente conozca la doctrina de los testigos de Jehová, sabe que estos enseñan que aquellas personas que han hecho cosas malas según la Ley de Jehová, pero que no sabían que esto era así por no haber tenido ocasión de aprenderla y aceptarla, serán también resucitados. Los mismos testigos de Jehová consideran que el número de estos resucitados de antes y después de Jesucristo, puede alcanzar miles de millones, cincuenta, sesenta, o quien sabe. Sin embargo, cuando citan a estas personas las consideran “algunas”. Es una manera de desconcertar a sus lectores.
Por otra parte, ya que la Biblia no agrupa a estas personas bajo alguna denominación que las distinga de las demás, los testigos de Jehová se han apropiado de la calificación de “injustas”, que claramente se refiere a “malas” “inicuas” “pecadoras”, pero que le han cambiado el significado clarísimo que le da la Biblia, para poder de esta manera, dar a este grupo de personas un destino en la Tierra que es muy importante para justificar la finalidad y su destino en el Milenio.