martes, 25 de febrero de 2014

NUEVOS CIELOS Y UNA NUEVA TIERRA. SATANÁS Y SUS DEMONIOS ATADOS

NUEVOS CIELOS Y UNA NUEVA TIERRA

s/TJ: 

El apóstol Juan vio en visión lo que sucede inmediatamente antes del día del  Juicio.

Escribió: "Y vi  un  gran trono  blanco y  al que  estaba sentado en él.  De  delante de él huyeron la tierra y el  cielo, y no se halló lugar para ellos.  Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie  delante del  trono, y  se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. Y el mar entregó los muertos  que había  en él,  y la  muerte y  el Hades  entregaron los muertos que había en ellos,  y fueron juzgados individualmente según sus hechos.  Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego.  Esto significa la muerte  segunda: el lago de fuego. Además, cualquiera que no se  halló escrito  en el  libro de la  vida fue  arrojado al  lago de fuego".  (Ap 20;11-12) (NM)  ("Usted puede vivir...", pág 181) 
La tierra  y el cielo que  huyen del que  está sentado en el  gran trono blanco de  juicio son,  por supuesto, simbólicos, y no la Tierra  y el cielo literales. De otra manera, ¿dónde estaría la gente resucitada de pie delante del trono de juicio? O, ¿cómo podría salir de las tumbas conmemorativas que están en la Tierra literal, o salir del Hades, que es el sepulcro común  de la humanidad muerta en la Tierra literal, o salir del mar donde muchos se han ahogado?. Por eso la tierra y el cielo que huyeron son  simbólicos (Ap  16;13-16) (Ap  17;15-18) (Ap  19;19-21) (Ap 20;1-3)  ("La Atalaya" de 1.6.1965, pág 337) 
La tierra  simbólica huye  cuando se  destruye a  Babilonia la  Grande e inmediatamente  después se  destruye en  la  guerra del  Armagedón a  la simbólica bestia salvaje y al "falso profeta" y a los reyes de la tierra y sus ejércitos simbólicos.  El cielo simbólico huye cuando a Satanás el Diablo y  sus demonios se les  encadena y encierra en  el abismo durante los mil años del reinado de Cristo  sobre la Tierra.  Por lo tanto, esos poderes  inícuos  terrestres y  celestiales  no  estarán presentes  para estorbar el  juicio de los muertos  terrestres durante los mil  años del reinado de Cristo (Ap 16;13-16) (Ap 17;15-18) (Ap 19;19-21) (Ap 20;1-3)  ("La Atalaya" de 1.6.1965, pág 337) 
¿Qué significa el  fin del mundo?, ¿Que la Tierra  será pasto del fuego, como enseñan algunas religiones?  No, ¿cómo podría ser así si (Sl 104;5) afirma:  "No se  le  hará  tambalear hasta  tiempo  indefinido, ni  para siempre"? 
Hallaremos la  respuesta si nos  remontamos muchos siglos, al  mundo que precedió al actual.  Por corromperse  y rebelarse contra Dios, "el mundo de  aquel tiempo  sufrió destrucción  cuando fue  anegado en  agua".  No obstante,  cuando  aquel  mundo  -compuesto  de  cielos  y  tierra-  fue destruido  por  el Diluvio  del  día  de Noé,  los  cielos  y la  Tierra literales  no desaparecieron.   Del mismo  modo,  el fin  de este  mundo tampoco significará destrucción llameante  para los cielos estrellados y el planeta Tierra. (2Pe 3;5-6) (Gn 6;1-8) 
La  Biblia a  veces  usa  los términos  "cielos"  y  "tierra" de  manera figurada.  "Cielos" puede  utilizarse para referirse a  Satanás, el dios de este mundo; a los gobernantes  mundiales que están bajo su control, y a las  fuerzas espirituales  inicuas en  los lugares  celestiales: todos estos ejercen  influencia demoníaca  sobre la  humanidad (2Cor  4;4) (Ef 6;12).  Tierra se utiliza con frecuencia para referirse a los habitantes de este  planeta (Gn  11;1) (1Re  2;1-2) (1Cr  16;31) (Sl  96;1).  Estos cielos y tierra simbólicos del actual mundo inicuo son los que (2Pe 3;7) dice que van a ser destruidos por "fuego" (Gl 1;4) 
Seguidamente Pedro  da la gozosa  noticia de  que este viejo  mundo será reemplazado por  uno nuevo: "Hay  nuevos cielos  y una nueva  tierra que esperamos según su promesa, y en  estos la justicia habrá de morar" (2Pe 3;13).  ("¡Despertad!" de 22.3.93, pág 9) 
Por eso, antes de  que comience el Día del Juicio  este sistema de cosas actual compuesto de "la tierra y el cielo" pasará.  ("Usted puede vivir...", pág 181) 

Análisis:

La frase: "huyeron la  tierra y el cielo y no  se halló lugar para ellos",  ¿no querrá  decir que  así el  cielo como  la tierra  (el universo, en sí) desaparecerán?
DESPUÉS DEL ARMAGEDÓN, SATANÁS Y SUS DEMONIOS SERÁN ATADOS Y ARROJADOS A UNA CONDICIÓN DE OLVIDO

s/TJ: 

En (Ap 20;1-6) se representa a Cristo Jesús como "un ángel que desciende del cielo  con la llave del  abismo y una  gran cadena en la  mano".  Se apodera del dragón,  la Serpiente original, que es el  Diablo y Satanás, lo ata, lo  arroja al abismo y  cierra y sella el abismo  sobre él.  Una vez abismado Satanás de modo que  ya no pueda extraviar a las naciones, da comienzo el  glorioso Reinado Milenario del Cordero y  su novia.  ¡Ya no  hay lágrimas  de tristeza!   ¡No hay  más muerte  adánica!  ¡No  hay lamento, ni  clamor, ni  dolor!  "Las cosas  anteriores han  pasado" (Ap 21;4)  ("La Atalaya" de 1.5.93, pág 26) 
Después del Armagedón, Satanás y sus demonios serán atados y arrojados a una condición de  olvido (Mt 24;3) (Ap 16;14-16) (Ap  20;1-6) durante el milenio que seguirá después de que el presente e inicuo sistema de cosas sea  destruido  en  el   Armagedón.   Habiendo  presenciado  primero  la destrucción del  imperio mundial de  religión falsa, luego  el Armagedón desde  su  comienzo hasta  su  fin,  serán  vejados severamente  por  la humillación de ver que los aparentemente indefensos adoradores de Jehová a quienes sus  títeres humanos trataron  de eliminar son los  únicos que quedan en la Tierra.  ("La Atalaya" de  1.12.67, pág 734)
SATANÁS,  POR CONSIGUIENTE,  ESTARÁ INACTIVO  A LO  LARGO DE  ESTOS MIL AÑOS. 
Satanás ,  por consiguiente,  estará inactivo  a lo  largo de  estos mil años.  En  efecto hasta  el mismísimo  fin de  la batalla  de Armagedón, Satanás se  encuentra impotente para  aplastar a  los que temen  a Dios. Habiéndose completado  el Armagedón no  habrá ningún peligro  para estos fieles en  la Tierra (Ap  7;9-10) (Ap  7;15).  Pero habría  peligro para ellos si  Satanás y  sus demonios invisibles  fueran dejados  para hacer guerra contra ellos.  Por lo tanto,  Juan describe el siguiente paso que habrá de darse:  "Y vi a un  ángel que descendía del cielo  con la llave del  abismo y  una gran  cadena en  su mano.   Y prendió  al dragón,  la serpiente original, que el  el Diablo y Satanás, y lo  ató por mil años. Y lo  arrojó al  abismo y  lo cerró  y lo  selló sobre  él, para  que no extraviase  más  a las  naciones  hasta  que  terminasen los  mil  años. Después de estas cosas tiene que ser desatado por un poco de tiempo" (Ap 20;1-3).  Es irrazonable pensar que este  "ángel" sea alguien que no sea Jesucristo mismo (Lc 8;31) (Ap 9;1) (Ap 1;18) (Rm 10;7) (Dn 12;1) (Jd 9) (1Tes 4;16) (Lc 11;20-22)   ("La Atalaya" de 1.12.67, pág 734) 
Pero pronto  Satanás será  totalmente restringido de  modo que  no pueda influir en nadie (Ap 20;1-3) ("La Atalaya" de 1.2.93, pág 6) 
Satanás y  sus demonios son arrojados  al "abismo" -no al  Hades o Seol- porque  Satanás y  sus demonios  no son  terrestres, visibles,  como los humanos, sino que son de  naturaleza diferente, angélica o espíritu.  El atarlos y arrojarlos en el "abismo"  por lo tanto, será algo invisible a los  ojos  de  los  sobrevivientes  de   la  guerra  del  gran  Dios  el Todopoderoso.  Ya  estas personas espíritus invisibles  han sido echadas fuera del  cielo y  nadie en  la Tierra  vio esto,  porque fue  algo que sucedió  en la  región invisible.   Cuando Jesús  estuvo en  el "abismo" estuvo  muerto, inconsciente,  fuera de  acción.  El  que Satanás  y los demonios estén  en el  "abismo" significa que  estarán en  una condición semejante a  la muerte.,  muy probablemente una  condición inconsciente, sin habilidad  alguna para hacer  nada en  absoluto para perturbar  a la humanidad  y extraviar  a las  naciones  y meterlas  en cautiverio  para formar otro opresivo sistema de cosas como el que vemos hoy.  ("La Atalaya" de 1.12.67, pág 734 y 735) 

Análisis:

Pero, ¿es que habrán naciones en la Nueva Tierra?  Hemos leído que Satanás fue arrojado al abismo "para que no extraviase  más a las naciones hasta que terminasen los mil  años". ("La  Atalaya" de 1.12.67, pág 734). Y en esta expresión, "nación" quiere decir lo que hoy en día entendemos por "nación", no hay que buscarle otros significados. Tiene exactamente el mismo significado que le da, por ejemplo, ("Vd puede vivir...", pág 16): "La Biblia muestra claramente que una persona inteligente invisible ha estado controlando tanto a hombres como a naciones. En la Biblia, Jesucristo llama a este personaje poderoso "el gobernante de este mundo" (Jn 12;31) (Jn 14;30) (Jn 16;11)... Este personaje es Satanás el Diablo. 
Los TJ dicen que "cuando Jesús estuvo en el abismo estuvo..." No es esto lo que dicen las Escrituras ni tampoco lo que dicen los propios TJ en otros libros. Así, por ejemplo, en ("Asegúrense de todas las cosas..", pág 445) dicen: "Jesucristo  estuvo en el Hades (Hech  2;31)". También en ("Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta", pág 346) dicen: "Hasta Jesucristo pasó tres días en el Hades...". Véase, por otra parte, todos estos puntos de  las Escrituras: (Ef 4;9-10) (Hb 13;20) (1Pe 3;18-19) (1Pe 4;6) 
En los textos bíblicos, se habla del abismo u océano primordial como el fundamento de la plataforma circular terrestre, y el lugar del cual salen las fuentes de agua dulce y los mares. Bajo la tierra se sitúa también el país de los muertos o lugar donde van a residir todos los muertos (la tradición más antigua no hacía distinción entre el destino de los justos y de los pecadores). En los últimos libros  del AT y en el NT, el abismo se convierte en residencia de los demonios y en el lugar donde irán los injustos después del juicio divino. A menudo se identifica con la Gehenna o el Infierno. 

s/TJ:

¿Son  derrotados también  los  demonios junto  con  su caudillo  Satanás aunque  no se  menciona aquí  en la  visión del  Ap?  Sí,  esto está  en armonía con  la costumbre de mencionar  al caudillo de un  ejército como quien  perdía  la  batalla,  sobreentendiéndose, por  supuesto,  que  su ejército realmente perdió bajo su acaudillamiento  ("La Atalaya" de 1.12.67, pág 734) 

Análisis:

Juicio final delante del trono de Dios.  20,11-15. 
Vi un  trono alto y  blanco, y  al que en  él se sentaba,  de cuya presencia huyeron el cielo y la tierra, y no dejaron rastro de sí. 
Vi  a los  muertos, grandes  y pequeños, que estaban delante del trono; y fueron abiertos los libros, y fue abierto otro libro, que es el  libro de la vida. Fueron juzgados los muertos, según sus obras, según las obras que estaban escritas en los libros. Entregó el mar los muertos que tenía en su seno, y  asimismo la muerte y el infierno entregaron los que tenían, y fueron juzgados cada uno según sus obras. La muerte y el infierno fueron  arrojados al estanque de fuego; ésta es la segunda muerte, el estanque de fuego, y todo el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado en el estanque del fuego. 
El autor  sagrado pone con esta escena punto final a todas las luchas y agitaciones terrestres. Toda oposición contra Cristo y su Iglesia es desterrada para siempre. De este modo se podrá volver a una paz y a una  felicidad que superarán con mucho la paz y la felicidad de nuestros primeros padres en el paraíso terrenal. Será la felicidad ininterrumpida del cielo. 
San Juan contempla a Jesucristo sentado en un trono, en disposición de juzgar al mundo. Es el juicio final, con el cual se pone término al drama terrestre. Dios va a asignar a cada uno la suerte que le han merecido sus obras por toda la eternidad. Dios mismo es el que juzga.    
El Juez supremo aparece sobre su  trono. Y ante su presencia se produce un cataclismo, pues desaparecen el cielo y la tierra (v.11). El profeta Isaías también emplea una imagen bastante parecida: "La milicia de los cielos se disuelve, se enrollan los cielos como se enrolla un libro; y todo su ejército caerá como caen las hojas de la vid, como caen las hojas de la higuera". A la apertura del  sexto sello se produjo una escena muy semejante, en la cual se debe de inspirar nuestro pasaje. Cuando Dios interviene en la  historia, los elementos del cosmos se conmueven ante la presencia de su soberano Señor. La magnitud del cataclismo presente -el cielo y la tierra huyeron sin dejar rastro de sí- indica la importancia de la intervención divina. 
El trono sobre el cual aparece  sentado Dios, el Juez supremo, era alto, para significar de algún modo la alta dignidad de quien se sienta en él. Su color era blanco, propio de los personajes celestes, y que simboliza la victoria, la santidad, la justicia y al mismo tiempo la misericordia. La majestad del que se sienta en el  trono es  tan grande, que los cielos y la tierra no pueden soportarla y desaparecen sin dejar ningún vestigio. Serán reemplazados por un cielo nuevo y una tierra nueva. 
San Juan ve después delante del trono a los muertos que habían de ser juzgados (v.12). Eran los hombres que habían muerto, pero que ahora habían vuelto a la vida. La multitud estaba compuesta de personajes que en el mundo fueron socialmente poderosos y grandes; pero tampoco faltaban los  humildes y de condición baja. Todos estaban de pie delante del trono, esperando la sentencia del Juez supremo. Cuando todos estuvieron reunidos, fueron abiertos varios libros. En unos estaban escritas las obras buenas y malas de cada uno de los hombres que habían de ser juzgados; pues, como dice el Libro de Henoc, "todo pecado es anotado día por día en el cielo en presencia del Altísimo". 
Según  lo que resultare de estos libros, recibirá cada uno la sentencia. Para unos será la bienaventuranza, para otros la condenación eterna. La Sagrada Escritura nos habla con frecuencia de los libros de Dios, como para indicar que en el juicio divino se sabrán todas las cosas que hicieron los mortales. Es un modo humano de concebir y expresar las cosas divinas, que de otra manera no podemos declarar. En realidad, como dice San Agustín, Dios no necesita de libros ni memoria para acordarse de lo que ha hecho cada uno. Su presciencia divina lo conoce todo y nada podrá escapar a  su juicio infalible. Todos  serán juzgados  según sus obras. De donde se sigue que no basta la sola fe para salvarse, sino que son necesarias las obras  buenas.  En otro libro, es decir, en el  libro de la vida, están escritos los nombres de los predestinados para la vida eterna.   Cuantos no estén inscritos en este libro serán arrojados al conocido lago  de fuego (v.  15). Del libro de la vida se habla bastantes veces en la Biblia. 
Todos los muertos tendrán que comparecer a  juicio. Nadie se librará de él. Porque tanto el Mar, como la Muerte y el Infierno o Seol entregaron los muertos que tenían en su seno para que fueran juzgados según sus obras  (v.13). El Mar, el Seol (Infierno) y la Muerte están aquí personificados como tres monstruos insaciables o como poderosos carceleros que tenían a los muertos encerrados en remotísimas prisiones. Sin embargo, ante el mandato de Dios, tienen que entregar dócilmente las presas que consideraban suyas. En el salmo 139;8-9, el cielo, el mar y el seol son símbolos de los lugares más secretos e inaccesibles. Aquí significan que  no hay lugar, por muy oculto que sea, que no tenga que restituir todos los muertos.  Ni uno solo de ellos podrá librarse del juicio de Dios. El Seol, que frecuentemente  se traduce por infierno, no designa el lugar en donde los condenados serán atormentados por toda la eternidad. El seol, en el Antiguo Testamento, designaba una región tenebrosa, una especie de caverna adonde iban las  almas de todos los hombres, buenos y malos, después de la  muerte. En él no se daban ni premios ni castigos. Los muertos vivían en el seol en un estado se semiinconsciencia y  eran considerados como  sombras  de la  existencia terrena. Por consiguiente, el  seol, en el pasaje del Apocalipsis que estamos comentando, designa un  lugar provisional que ha de desaparecer cuando Dios llame a juicio a los muertos.
La Muerte y el Seol, personificados, son castigados como culpables: fueron arrojados al estanque del fuego (v.14). Este castigo significa la  ruina de su poder sobre la humanidad restaurada, es decir, sobre los elegidos. Su tiranía no se ejercitará ya más sobre los predestinados, sino  sobre los réprobos. 
La victoria de Cristo sobre el pecado lleva consigo la victoria sobre la muerte, que nació del pecado. San Pablo nos dice que "el último enemigo reducido a la nada será la muerte". En el mundo futuro no existirá la muerte, como sucedía en el paraíso terrenal antes del pecado original.  Y, sin la muerte, el seol no tendrá ya más razón de ser. 
El estanque de fuego, adonde fueron arrojados la muerte y el seol, es identificado con la segunda muerte, es decir, la condenación eterna. Se le llama segunda muerte por contraposición a la primera muerte, que se da cuando el  hombre sale de este mundo. Esta segunda muerte, que supone la condenación eterna, es lo mismo que el infierno o estanque de  fuego.  En él serán arrojados todos los hombres culpables y en él padecerán eternos suplicios los que no están inscritos en el libro de la vida (v.15).  Son todos aquellos que no quisieron aprovecharse de las  gracias  de       Jesucristo y su Iglesia les ofrecían. Esos tales serán arrojados al lago de fuego y azufre, al fuego eterno, en donde habrá llanto y crujir de dientes, fuego reservado para el Diablo y para cuantos le siguieron. Con esto termina la historia del mundo. 
El  autor del Apocalipsis hace hincapié, sobre todo, en la resurrección de  los que no estaban inscritos en el libro de la vida. Después nos declarará la suerte dichosa de los justos en la nueva Jerusalén. Hay, pues, una resurrección final para buenos y malos. Pero para los buenos  será resurrección para la  vida; en cambio, para  los malos será  resurrección para la muerte eterna, para el juicio eterno.
LOS QUE TEMEN A DIOS SERÁN SOBREVIVIENTES DEL ARMAGEDÓN

s/TJ:  

Por  supuesto, la  guerra  del  gran día  contra  los  opositores de  la soberanía del  Dios Todopoderoso reducirá tremendamente  la población de la Tierra, tal como  lo hizo el diluvio global de los  días de Noé.  Muy probablemente  los  sistemas  de  transporte  y  los  varios  medios  de comunicación rápida se  rompan o paralicen por el  momento.  Quizás pase algún  tiempo antes  de que  los sobrevivientes  del fin  de este  viejo sistema de  cosas puedan ponerse en  comunicación unos con otros  en los muchos  países.  Por  ejemplo, se  informa que  los adoradores  del Dios Soberano Jehová  están en 194  países alrededor del globo  terráqueo hoy día.  
No menos que ahora, en verdad más  que ahora, los TJ estarán deseosos de comunicarse y reunirse después de  la guerra universal de Armagedón.  El Rey Jesucristo,  a quien  Jehová pone  a cargo de  los habitantes  de la Tierra, verá  que sí se comuniquen  unos con otros y  trabajen juntos en hermandad cristiana porque en cuanto al  Rey de Jehová está escrito: "En sus días el justo  brotará, y la abundancia de paz hasta  que la luna ya no sea.  Y tendrá  súbditos de mar a mar y desde el  río hasta los cabos de  la tierra"  (Sl 72;7-8).   El  no dejará  aislado a  ninguno de  sus súbditos.   ("La Atalaya" de 1.4.64, pág 206-207)  
Muchos  humanos   que  temen  a   Dios  serán  sobrevivientes   de  este impresionante  acontecimiento y  verán comenzar  el pacífico  reinado de Cristo Jesús,  escapándose de este  modo de  la muerte.  No  pasará esta generación  antes de  que esto  suceda (Ap  7; 9-15)  Aunque él  -Jesús- regirá desde el cielo su gobernación  beneficiando a todo el que viva en la Tierra... tanto a los sobrevivientes  de la guerra del Armagedón como a los millones y  millones que posteriormente serán  levantados de entre los muertos"  escapándose de  este modo de  la muerte.(1Jn  2;17) (1Cor; 15,51) (2Cor5;3) (1Tes4;17) (Mt 24;37-39) (2 Pe 3;5-7,13) (2 Pe 2;5)("La Atalaya" de 15.6.91, pág 7)  
La mayor parte  de los yonadabs de  hoy se escaparán de este  modo de la muerte, pues ya  hemos visto, que "no pasará esta  generación, antes que todo esto suceda" (Lc 21;32).  Ellos serán los primeros habitantes de la tierra renovada.   ("Que Dieu..." pág 290-292)
Sólo los que estén sirviendo a Dios sobrevivirán.  La realidad es que no todos los que  reciben vida eterna tendrán que  ser resucitados.  Muchos siervos de Dios que viven ahora  en estos "últimos días" de este sistema de cosas vivirán  a través del Armagedón.  Y entonces,  como parte de la justa "nueva  tierra", nunca  tendrán que  morir.  Lo  que Jesús  dijo a Marta puede ser cierto respecto a ellos  de modo literal: "Y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás".(1Jn 2;17) (Jn 11;26) (2Tim 3;1) ("Usted puede vivir...", pág 181)
No  todos  lo cristianos  espirituales  que  serán jueces  asociados  de Jesucristo en su reino estarán muertos al tiempo de su llegada.  Algunos tendrán  que terminar  su vida  terrestre en  muerte sacrificatoria  más tarde, cuando terminen  su trabajo dado por Dios en  la tierra.  Por eso no habrá  una resurrección  simultánea de  todos ellos  al tiempo  de la llegada  de Jesús,  sino que  el apóstol  Pablo, dice:  "El Señor  mismo descenderá del cielo  con una llamada imperativa, con voz  de arcángel y con trompeta  de Dios, y  los que están muertos  en unión con  Cristo se levantarán  primero.  Después  nosotros los  vivientes que  sobrevivamos seremos arrebatados,  juntamente con  ellos, en  nubes al  encuentro del Señor en  el aire; y así  siempre estaremos con el  Señor (1Tes 4;16-17)   ("La Atalaya" de 1/6/65, pág 336)
Análisis:
Dicen los TJ que "sólo los que están sirviendo a Dios sobrevivirán".  Se supone que entre estos que sobrevivirán también se  debe contar  a  los  "injustos"(s/definición  de  los TJ) que  vivan cuando ocurra el Armagedón... porque alguno vivirá en aquel momento... y estos tienen  que entrar en el  reino de Dios. Y además, yo me pregunto, ¿Y los que hacen cosas buenas sin conocer  la voluntad de Dios?, ¿sobrevivirán?. Pero esto quizá es adelantarnos en el tema. Enseguida tendremos ocasión de estudiarlo.  
Los TJ comentando  el pasaje de la  Biblia (Hb 11;5) en  el que se dice: ""Por  la fe fue trasladado Henoc sin pasar por la muerte, y no fue hallado, porque Dios le trasladó" (NC), nos dicen en ("El propósito eterno de Dios va triunfando ahora", pág 70): "El (Sl 89;48)  hace esta pregunta: "¿Qué hombre físicamente capacitado hay vivo que no haya de ver la muerte? ¿Puede proveerle a su alma escape de la mano del Seol? Así, también, Enoc, había recibido del pecador Adán la herencia de la muerte, y él también se vio obligado a morir, a pesar de haber andado con el Dios verdadero". Los TJ traducen (Hb 11;5): "Por fe Enoc fue transferido para que no viese la muerte, y no fue hallado en ningún lugar porque Dios lo había transferido" (NM). Y ¿cómo explican los TJ el pasaje de Hb. Lean: "De  modo que Dios removió de súbito a Enoc de la escena de sus contemporáneos, y no se sabe dónde murió Enoc, ni de algún sepulcro de él. No murió una muerte violenta a manos de sus enemigos. Puesto que era profeta, pudiera haber sido posible que mientras estaba en un trance profético tuviera una visión del nuevo orden de cosas de Dios en el cual Dios "realmente se tragará a la muerte para siempre" (Is 25;8). En este nuevo orden Enoc esperaba vivir en una Tierra paradisíaca. Mientras Enoc estuviera bajo el poder de tal visión de donde Dios por su provisión misericordiosa quitará de la humanidad la muerte, Dios pudo haberlo removido de la escena y terminado su vida del momento, de manera que Enoc no se diera cuenta de que murió. De esta manera maravillosa se cumpliría lo que está escrito en (Hb 11;5).  
A pesar de  todo este  esfuerzo interpretativo de  los TJ, por el que quieren  demostrar que Enoc, forzosamente, tuvo que  morir, a pesar del texto  (Hb 11;5), no aplican la misma interpretación en (1Cor 15;51-52) cuando aceptan "sin discusión" que los que temen a Dios serán sobrevivientes  del Armagedón.  
Y del caso de Elías (2Re 2;11) ¿Qué opinan los TJ? ¿También murió?