EL ESPÍRITU SANTO ES EL AYUDANTE, ABOGADO, CONSOLADOR O PARÁCLITO
s/TJ:
Jesús asemejó el espíritu santo a un "ayudante", y dijo que este enseñaría, guiaría y hablaría. (Juan 14;16,26; 16;13)
La palabra griega que él usó para ayudante (pa-rá-kle-tos) es de género masculino. Por eso, al referirse a lo que el ayudante haría Jesús usó pronombres personales masculinos. (Juan 16;7,8) Por otra parte, cuando se usa la palabra griega neutra para espíritu (pnéu-ma), apropiadamente se usa el pronombre neutro "ello".
La palabra griega que él usó para ayudante (pa-rá-kle-tos) es de género masculino. Por eso, al referirse a lo que el ayudante haría Jesús usó pronombres personales masculinos. (Juan 16;7,8) Por otra parte, cuando se usa la palabra griega neutra para espíritu (pnéu-ma), apropiadamente se usa el pronombre neutro "ello".
La mayoría de los traductores trinitarios ocultan ese hecho, como admite la versión católica en inglés New American Bible en cuanto a Juan 14;17: "La palabra griega para 'espíritu' es neutra, y aunque (en esta traducción) usamos pronombres personales en inglés ('he' (él), 'his' (de él), 'him' ((a)él), la mayoría de los mss. (manuscritos) griegos utilizan 'it' (ello)".
Por eso, cuando la Biblia usa pronombres personales masculinos con la palabra pa-rá-kle-tos en Juan 16;7,8, está conformándose a reglas gramaticales, y no expresando una doctrina (“¿Debería Vd creer en la Trinidad?”, pág 22)
Análisis:
Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a uno", advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). "Paráclito" se traduce habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador (1 Jn 2;1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13).
El Espíritu es llamado "otro" Abogado: "y yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, (o Consolador o Paráclito) que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir..." (Jn 14;16). Y por el mismo Juan sabemos que el primer Abogado (o Consolador o Paráclito) es el Hijo: "Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, justo” (1Jn 2;1). Tenemos sí ya un abogado (Jesús), pero el Padre os dará “otro” (Espíritu Santo). Está claro que hablamos de tres seres o entidades distintas.
“…pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho” (Jn 14;26)
"Y el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; mas el mismo Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables, y el que escudriña los corazones conoce cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede por los santos según Dios." (Rom 8;26,27)
"Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros; pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho" (Jn 14;25,26)
"Cuando venga el Abogado, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí" (Jn 15;26)
"Muchas cosas tengo todavía que deciros, pero no podéis ahora con ellas. Pero, cuando venga él, el Espíritu de verdad, os enseñará la verdad toda, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá todo lo que oiga y os instruirá en las cosas que están por venir. El me glorificará, pues recibirá de lo mío, y os instruirá. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por esto os digo que recibe de los mío y os instruirá". (Jn 16;12-15)
Cristo quería completar su enseñanza sobre sus apóstoles, pero no puede "ahora", porque no podrían comprender ni recibir útilmente estas enseñanzas sublimes. A pesar de tener el mejor Maestro, su estado de gentes sencillas e imbuídas en el ambiente judío, y, sobre todo, la sublimidad de las enseñanzas, no les permitía recibirlas entonces. Necesitaban una transformación radical, que estaba reservada, en el plan del Padre, a Pentecostés, como momento inicial de la acción del Espíritu en ellos. Por eso, cuando venga el Abogado, el Espíritu de verdad, los "conducirá a la verdad toda entera". (Jn 15;15) (Jn 17;8) (Jn 17;14) (Mt 28;19-20)
Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa (Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Espíritu de adopción (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de Cristo (Rm 8, 11), el Espíritu del Señor (2 Co 3, 17), el Espíritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el Espíritu de gloria (1 P 4, 14).