lunes, 24 de marzo de 2014

LA VIDA ETERNA EN LA RE-CREACIÓN

s/TJ:
Jesús les dijo a los apóstoles que ellos estarían entre los que gobernarían y juzgarían a “las doce tribus de Israel”. ¿A quiénes representan estas doce tribus?  A los seres humanos que no tienen la esperanza de ser reyes en el cielo (1 Cor. 6:2).

Cuando habló de “la vida eterna”, se estaba refiriendo a la recompensa que recibiría todo el que lo siguiera. Todo esto sucederá “en la re-creación”.

¿Qué quiso decir Jesús con el término “re-creación”? Algunas Biblias traducen la palabra griega original por “el mundo nuevo” (La Biblia de Nuestro Pueblo), “cuando todo se haga nuevo” (Biblia de América) y “la renovación de todas las cosas” (Nueva Versión Internacional). Puesto que Jesús usó el término sin dar ninguna explicación, por lo visto se estaba refiriendo a una esperanza bien conocida por los judíos desde hacía siglos. En el futuro se produciría una “re-creación”, o restauración, de las condiciones en la Tierra, de modo que todo volvería a ser como en el jardín de Edén, antes de que pecaran Adán y Eva. Esa “re-creación” cumplirá la promesa de Dios de “crear nuevos cielos y una nueva tierra” (Isa. 65:17). (“La Atalaya” 15/8/2009, pág 7-11)
Análisis:
Jesús promete a los apóstoles que se «sentarán en doce tronos para gobernar las doce tribus de Israel». ¿Cuándo? Cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, en la regeneración (o re-creación).
La literatura judía era bastante oscilable y oscura sobre la re­novación del mundo. Se confundían a veces las perspectivas escato­lógicas—mesiánica y final—y se hacía en una o en otra, o confusa y mixtificadamente, una «renovación» o «regeneración» del mundo.
Pero, en el texto evangélico, esta «renovación» o «regeneración» (palingenesía) que dice Mt queda bien precisada por los lugares paralelos de Mc-Lc al contraponer lo que recibirán «ahora» (Mc), que es, «en este siglo» (Lc), los que dejen las cosas_ del mundo por El, y lo que recibirán «en el otro mundo» (Mc), que es «el siglo venidero» (Lc), en el que reciben «la vida eterna».
Por eso, esta «regeneración», en que todo se renovará (2 Pe 3,13) (Ap 21;1,5) (Rom 8;17), es la hora de la «vida eterna», y este juicio de Cristo glorioso es su juicio final. La literatura judía reservaba este trono de gloria a Dios. En esa hora triunfal, los apóstoles, por haber dejado todas sus cosas por El, cuando el «Hijo del hombre» venga en su trono de gloria, también ellos «se sentarán en doce tronos». Conforme al es­tilo apocalíptico, indica su glorificación. Cuando Cristo, en su jui­cio final, juzgue a la humanidad, también ellos «juzgarán (krinon­tes) a las doce tribus de Israel».
Este «juicio» que los apóstoles ejercerán con Cristo triunfante, en esta hora, es, seguramente, como formando un cortejo o senado en torno a Cristo, y por su unión privilegiada con él, participarán así de su poder judicial sobre las «doce tribus de Israel». Ya que el juicio como tal es de competencia exclusiva del «Hijo del hom­bre» (Jn 5;27).