s/TJ:
Los
TJ traducen (Jer 25;11) (TNM): “( ... ).
Y toda esta tierra tiene que llegar a ser un lugar devastado”. Después,
interpretan esa “devastación” como un período de tiempo durante el cual no hubo
en Judá habitantes ni animales domésticos, y aplican los setenta años de la
profecía a ese período.
Análisis:
Los TJ nos afirman que esa “devastación” se cumplió mientras la tierra estuvo sin hombres ni animales domésticos; si eso fuera así, ¿cómo se hubiera cumplido la devastación si los últimos habitantes de Judá se hubiesen quedado en su tierra (según la voluntad de Jehová) sin irse a Egipto, y Jehová les hubiera prosperado en Judá según se lo prometía? Es evidente que, si la devastación consiste en que la tierra de Judá se tenía que quedar sin habitantes, Jehová se estaba contradiciendo al ordenar, a los últimos habitantes de Judá, que no se fueran a Egipto; porque, si no se iban, no podía haber devastación, es decir, si, para que hubiera devastación, no tenía que quedar nadie en la tierra de Judá, ¿por qué les dice que se queden en ella?
Veamos
lo que significa, según la RAE la palabra “devastación” (o “desolación”)
“Devastación”
= Acción y efecto de devastar.”
“Devastar = Destruir un territorio, arrasando sus edificios y asolando sus
campos ( ... )”.
“Desolación”
= Acción y efecto de desolar(…).
“Desolar” = Destruir, arrasar. ( ... )”.
Evidentemente,
la “devastación” ordenada por Jehová significa que el país de Judá sería
destruido y arruinado; pero no que tuviera que quedar sin ningún habitante ni
animales domésticos, pues Jehová no quería que Judá llegara a quedar sin ningún
habitante, y, si después quedó así durante varios años, eso fue porque los
últimos habitantes de Judá desobedecieron a Jehová y se fueron a Egipto; y, por
haberle desobedecido, Jehová les hizo volver de Egipto para que fueran llevados
cautivos por desobedientes. Entonces es cuando Judá llegó a quedar sin ningún
habitante, cosa que no hubiera sido necesaria para que igualmente se cumpliera
la profecía de Jeremías.
¿Cómo
se cumplió esa profecía de la devastación de Judá.?
Evidentemente,
la “devastación” de Jerusalén y Judá, en el sentido de ser todo destruido,
empezó el año 586, que era el año 11 del reinado de Sedecías, y el año 19 del
reinado de Nabucodonosor.
El
año 536, como se demostrará más adelante, Ciro dio el edicto de libertad a los
judíos autorizándoles para reconstruir el templo de Jerusalén (Esd. 1;1-3).
Pero los enemigos de los judíos no les dejaron terminar dicha obra, la cual
quedó interrumpida hasta el año segundo de Darío (Esd. 4;4,5,24). En el año
segundo de Darío se reanudó dicha obra por un nuevo decreto que este rey dio al
efecto (Esd 6;1-12). De esa forma el templo quedó terminado el año sexto de
dicho rey Darío, y fue dedicado a Dios en esa fecha, en cuyo momento se reanudó
el culto de adoración a Jehová en su templo recién construido (Esd. 6;13-18).
La
Historia nos dice que Darío empezó a reinar
en el año 521. Los Testigos de Jehová están de acuerdo con esta fecha: “( ... ). Reinó (Gomata) por menos de ocho
meses, y fue muerto por el primer rey persa llamado Darío, que así llegó a ser
rey en 521 aC”. (Hágase tu voluntad… , pág 127)).
Por
consiguiente, la fecha del año sexto de Darío viene a ser el 516/515; por lo
tanto, unos historiadores sitúan la fecha de la terminación del, templo y su
dedicación en el año 515, mientras que otros la fijan en el 516. Los TJ. están
de acuerdo con esta última fecha del año 516: “( ... ). Con estímulo continuo de los profetas de Jehová, los
edificadores completan el templo en menos de cinco años. Esto es en el mes de
Adar del sexto año de Darío o cerca de la primavera de 516 a. de la E.C. y toda
la construcción ha tomado casi veinte años. (Esd. 6:14,15). La casa de Dios se
inaugura ahora con gran gozo y con sacrificios apropiados. ( ... )” (Toda
Escritura… pág 86) (Hágase tu voluntad… pág 81)
Evidentemente,
la devastación o desolación del templo (desde que fue destruido el año 586
hasta que se dedicó a Jehová de nuevo en 516) duró setenta años justos, durante
los cuales no se adoró a Jehová en él.
Pero,
con la reconstrucción del templo, no terminó la devastación de Jerusalén, ya
que, en el año 20 del reinado del rey Artajerjes, la ciudad de Jerusalén estaba
todavía “en ruinas”, y este rey dio un permiso a Nehemías para ir a Jerusalén y
acabar la obra (Neh. 2;3).
Teniendo
en cuenta que Artajerjes reinó desde el año 465 al 424, el año 20 de su reinado
corresponde al año 445 ó 444 aC, según se calcule por el calendario judío, o el
calendario caldeo, y según se tenga en cuenta o no el año ascensional.
Calculándolo por el calendario hebreo y teniendo en cuenta el año ascensional
resulta ser el año 444.
Por
tanto, en el año 445/444 todavía no había terminado la devastación de
Jerusalén. Así que esas ruinas que quedaban todavía en Jerusalén llevaban ya en
ese estado devastación unos ciento cuarenta y dos años (desde el 586 hasta el
444).
En
consecuencia, la devastación del templo duró setenta años justos, pero la devastación
de Judá en lo más importante del país (que era Jerusalén) duró más de setenta
años. Por tanto, sería un error aplicar los setenta años de (Jer 25;11) a la devastación
del país de Judá; porque, en este caso, la profecía habría fallado, ya que,
cómo hemos visto parte de esa
devastación duró más de setenta años. Y, si esa devastación se quiere aplicar
al período que Judá quedó sin ningún habitante ni animales, resulta que ese
período fue de 46 años, del 536 al 582 (586 – 4).
s/TJ:
Que los judíos en tiempos antiguos entendieron que los setenta años
eran literales y que abarcaron la total devastación de la tierra se hace
patente en las obras de Josefo, un historiador judío. En sus Antigüedades
judaicas, Libro X, cap. 9, párr. 7, él cuenta que "toda Judea y Jerusalén,
y el templo, continuaron siendo un desierto por setenta años." Cuando los
israelitas pudieron volver a Judá y Jerusalén, esa desolación terminó.
Análisis:
Por
lo que se refiere a la cita de Josefo, Antigüedades judaicas, libro X, cap. 9,
se puede ver la aclaración del mismo Josefo en su obra “Contra Apión",
capítulos 19-21, en la que Josefo reconoce que en las Escrituras está escrito,
y es verdad -puntualiza-, que “el templo de Jerusalén desapareció durante 50
años”. (Se refiere al tiempo pasado entre la desolación de la ciudad y el
tiempo de Ciro, según se ve en el capítulo 19, párrafo 132)