LA IGLESIA IMPIDIÓ QUE LA BIBLIA FUERA PUESTA EN LENGUA VULGARs/TJ:Lo que hace que esta extensa distribución de la Biblia sea más sobresaliente aún es el hecho de que los enemigos han tratado de destruirla.Pero, ¿no deberíamos esperar que el libro que procediera de Dios hubiera de recibir el ataque de los agentes del Diablo? Esto ha sucedido. Hubo un tiempo en que las quemas de Biblias eran comunes, y con frecuencia se castigaba con muerte a las personas a quienes se sorprendía leyendo la Biblia... Por algún tiempo los líderes religiosos católicos lucharon por impedir que la Biblia fuera puesta en el lenguaje de la gente común. Hasta quemaron en la hoguera a las personas que poseían la Biblia. Hicieron esto porque la Biblia denunciaba sus enseñanzas falsas y sus malas prácticas... ("Usted puede vivir... pág 47, 48 y 51)Análisis:Aún en el supuesto de que ello fuera verdad -que no lo es- no es prueba suficiente de que la Biblia proceda de Dios, porque también otros libros en todos los países han sido prohibidos y no por ello vamos a decir que proceden de Dios.Y sobre este asunto, unas sencillas reflexiones:a) La Iglesia Católica jamás condenó a nadie por leer la Biblia.b) Si la IC hubiera querido suprimir la Biblia y evitar que llegase al pueblo, hubiera bastado con que los monjes cesaran en su trabajo de copistas. Pero no fue así, sino todo lo contrario.c) El primer libro que sacó a la luz pública el católico Gutemberg -inventor de la imprenta- fue la Biblia (año 1.455), y cuando Lutero terminó su famosa traducción (año 1.520), los católicos alemanes habían impreso ya 26 ediciones en lengua vulgar.d) En todo tiempo y lugar ha habido traslaciones en lengua vulgar de los Libros Sagrados. A lo que la IC se opuso en 1.546, para evitar la proliferación de errores, fue a que los católicos leyeran ediciones no contrastadas con su traducción "oficial", y por esto exigía su visto bueno previo y el nombre del autor a las versiones nuevas que se publicaban. Creo que los TJ pueden entender perfectamente este procedimiento... Pero hay una gran diferencia entre la autoridad de la Iglesia Católica a lo largo de la historia y la de los TJ para proceder a estas exigencias.Barthe en su libro titulado: "Verdades religiosas", capítulo II, escribe: "Lutero confeccionó una traducción de la Biblia, y Zwinglio, después de revisarla, declara que altera y corrompe la palabra divina. Calvino, a su vez, prepara otra traducción, y Dumoulin, aunque célebre calvinista, encuentra que Calvino altera el orden, violenta el texto y añade pasajes. Zwinglio hace otra traducción propia, y he aquí que los luteranos le dirigen los mismos reproches que él dirigiera a Lutero. Ockolampadio y los doctores de Basilea también elaboran una traducción; Beza, sin embargo, declaró que era en muchos puntos impía. Beza, entonces, edita una edición más, la cual, a su vez, fue tachada de impiedad por los doctores de Basilea. Los predicadores de Ginebra las rechazaron todas por viciosas y emprendieron una novísima traducción; sin embargo, Jacobo I declaró en la asamblea religiosa de Hamptoncourt que esta traducción era la más infiel y peor de todas".¿Es extraño que la Iglesia, que se sabe custodia de la Escritura, prohíba a sus fieles leer semejante "versiones"? Y algunas ediciones protestantes actuales -entre ellas la del Nuevo Mundo de los TJ- no son mejores que las señaladas por Barthe.El mismo Lutero se mofaba del Eclesiastés y rechazó, entre otros, los dos libros de los Macabeos, la epístola a los Hebreos, la epístola de Santiago y el Apocalipsis. ¿Que por qué? El mismo nos va a responder: "El doctor Lutero lo quiere así, y así tiene que ser, pues lo que yo quiero eso es lo razonable. Los papistas y los burros son una misma cosa" ("Historia de Alemania" de Janssens, tomo XIV, pág 419)s/TJ:Resumen del artículo de los TJ: "Católicos, a ustedes se les permite leer la Biblia" ("¡Despertad!" de 8.5.64, pág 8 y ss): Durante los primeros siglos del cristianismo hubo muchas traducciones a lenguas vulgares aceptadas por la Iglesia. En un momento determinado las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica Romana, cambia su actitud y no permite las traducciones en lenguas vulgares, mantiene solamente la Vulgata en latín y restringe el uso de la Escrituras a los clérigos. ¿Por qué?. Hubo varias razones para ello: Primero un factor de rivalidad entre Roma y Constantinopla y segunda el hecho de querer asegurar la Iglesia Romana su autoridad espiritual sobre los "fieles" dentro de la cristiandad occidental.Si admitía que las Escrituras contenían la completa revelación de la voluntad y el propósito de Dios y continuaba haciendo accesible la Biblia a los "fieles" en sus idiomas comunes, arriesgaría el perder su dominio sobre el rebaño. Para contrarrestar este peligro, las autoridades eclesiásticas romanas, afirmaron que Dios había entregado en su manos el "depósito" sagrado de tradiciones que completa la revelación divina. Puesto que muchas de estas tradiciones (vg. la adoración de la Virgen María, la oración a los "santos", la veneración de reliquias, las indulgencias, el purgatorio, etc) no se encuentran en lugar alguno de las Escrituras, obviamente llegó a ser peligroso permitir que la gente común leyera la Biblia. Pero la Iglesia no pudo evitar que se distribuyeran millones de ejemplares de la Biblia traducida a centenares de idiomas, de manera que para finales del siglo diecinueve las ediciones protestantes de las Escrituras, comenzaron a circular aun entre los católicos, puesto que las ediciones católicas en los idiomas comunes o no existían o eran demasiado caras.En vista de esta situación, a Roma le fue necesario comenzar a distribuir sus propias traducciones de la Biblia debidamente glosadas de comentarios dados con el propósito de reconciliar las Escrituras con el dogma y la tradición católicos. A partir de entonces, la Iglesia ha animado a todos sus hijos a leer las Sagradas Escrituras, reconociendo que ninguna enseñanza infalible de la Iglesia puede ser contraria a la Escritura.Y termina este artículo de la siguiente manera: "¡Católicos, lo sudodicho muestra que ahora a ustedes se les permite leer la Biblia! Varios jefes de su iglesia lo han dicho en cartas autoritativas escritas a los obispos a través de todo el mundo. Su iglesia, también dice que, aunque poseen tradiciones añadidas a las Escrituras, nada de lo que enseña puede ser contrario a las Escrituras y que sus sacerdotes deben poder demostrar la veracidad del dogma católico citando la Escritura. Ponga a prueba esta afirmación. Obtenga una copia de la Biblia. ¡Leala! ¡Estúdiela! ¡Haga preguntas! Acepte la ayuda de los hombres y mujeres celosos cuyo propósito digno de encomio es ayudarle a usted a entender los propósitos de Dios. Uno de éstos, lleno de celo apostólico, le trajo a usted esta revista".Análisis:Fragmento de la Disertación preliminar de Felipe Scio en su (Traducción de la Santa Biblia de 1867, pág 18 y 19): "Como para evitar la confusión, que nacía de la muchedumbre de ediciones latinas, que dejamos dicha, le pareció a S. Dámaso conveniente el fijar una que fuese correcta, y después, a los padres del Concilio de Trento, el declarar auténtica esta misma Vulgata de S. Jerónimo, atendiendo en esto a la uniformidad de la fe, y a quequedase determinada la regla de nuestra creencia; así también, para la conformidad en los oficios divinos de toda la iglesia latina ordenó el mismo Concilio, que se retuviese el uso que había de celebrarlos en lengua latina con las sagradas lecciones de la Escritura en el mismo idioma, prohibiendo el uso de las lenguas vulgares en estos actos y solemnes ministerios de religión.Y el papa Pío IV en el Indice de libros que publicó en conformidad de lo acordado por los Padres de Trento, prohibió en las reglas III y IV la indiscreta lección de las santas Escrituras en lengua vulgar; pues pudiendo algunos abusar de cosas tan santas, no debía permitirse dicha lección sin licencia del ordinario o del inquisidor, que ciertamente la dispensaría a los que conociera capaces de aprovecharse de tan respetable lectura. Y así es notoria falsedad y calumnia de los protestantes el decir, que la Iglesia católica prohíbe absolutamente las traslaciones de la Biblia en idiomas vulgares, como lo advirtió el cardenal Belarmino contra Kemnicio.Es verdad que se condenaron por el papa Clemente XI en la famosa bula "Unigenitus" las proposiciones 79, 80, 81, 82, 83, 84 y 85 de Quesnel, en que este autor propone como necesario el estudio de las sagradas Letras para todos, doctos e indoctos, hombres y mujeres; y parece se proscribió también en la misma bula el uso de la Escritura en cualquiera de las lenguas vulgares. Para poner en claro este punto tan importante, es preciso repetir en este lugar:Que a la Iglesia pertenece la custodia e interpretación de las santas Escrituras y que ella debe conocer de las traslaciones que se han de poner en manos de los fieles, y prescribir el uso que se ha de hacer de aquellas en los oficios públicos de la ReligiónQue los protestantes y sectarios, despreciando la suprema autoridad de esta madre y maetsra universal, imprimían a cada paso Biblias compuestas por ellos en lenguas vulgares; es a saber, en alemán, siendo Lutero uno de sus primeros traductores; en polaco, en cuya lengua la publicaron los Socinianos; en inglés, francés, italiano, y aun en español, llenándolas todas de errores, y viciándolas cada uno según los caprichos de su sectaQue se servían de estos mismos textos en las liturgias y canto solemne de los Salmos y oracionesQue censuraban la conducta y economía de la Iglesia Católica en las reglas que prescribía, para cortar los abusos que podían introducirse en materia tan sagrada.Por, tanto fue conveniente reprimir la temeridad de los que notaban su prudente economía en este parte, y con impiedad y acrimonia la trataban de tirana: y parece imponían a cada uno de los fieles la necesidad de leer indistintamente estas versiones, fuesen las que fuesen, lo que se da a entender en las proposiciones de Quesnel, y lo reconocerá cualquiera sólo por su lectura, y por el sentido que ellas presentan; sin ser necesario entrar aquí en el examen de la historia de esta causa, en la cual se alteró mucho la verdad de los hechos por el fanatismo y espíritu de partido, como es notorio a todos los hombres doctos e imparciales. Lo cierto es, que la facultad de teología de París había censurado ya en el año de 1527 cinco proposiciones de Erasmo, semejante en todo a las de Quesnel, sobre la traducción y lectura de los Libros sagrados en lengua vulgar, por la generalidad y acrimonia con que las expresó su autor.Y en el año 1229 se habían acalorado tanto los espíritus en las Galias con motivo de las herejías de los albigenses, que para extinguirlas tuvo por conveniente el concilio de Tolosa prohibir a los legos el uso de la Biblia en idioma vulgar, como lo ordenó expresamente el canon XIV; y es acaso éste el primer reglamento de la Iglesia, que se halla en esta materia. Y luego en el año 1233 se publicó en el concilio Tarraconense la pragmática del rey Jaime I de Aragón, en la que se manda, que ninguno tenga en romance los libros del Viejo o del Nuevo TestamentoCon iguales y aun mayores motivos se publicaron de orden del Papa Pío IV , las reglas III y IV del Indice. Y siguiéndose el mismo espíritu desde estos tiempos, se publicó ya por el supremo tribunal de la Santa Inquisición para estos reinos la regla V del Indice en estos términos: "Como la experiencia haya enseñado, que de permitirse la Sagrada Biblia en lengua vulgar, se sigue por la temeridad, ignorancia o malicia de los hombres más daño que provecho; se prohíbe la Biblia en todas sus partes impresas o de mano en lengua vulgar". Decreto justísimo, a que dio ocasión la malignidad de los hombres y las circunstancias de los tiempos, como en el mismo se manifiesta, viendo a las claras los que tenían a su cargo el mantener inviolable el depósito y pureza de la fe, que usaban los hombres de la cosa más santa y más importante, y por sus malas disposiciones convertían en veneno la triaca...Ya, pues, que estas prohibiciones son de economía y prudencia, y no absolutas ni por razón de la materia, que es santísima y utilísima, veamos en los mismos decretos y doctrina de la Iglesia las condiciones y moderación que se debe guardar, para que esta obra sea permitida sin riesgo, y pueda dar el provecho que ella encierra, y que necesitan los fieles:La primera condición es, que se hagan semejantes traslaciones con autoridad y aprobación de la Iglesia, y no al arbitrio y capricho de cada uno: y ésta puede darse por el obispo o inquisidor, y en España por el inquisidor general, a quien especialmente está encomendada la inspección de los libros, en razón de mantener sincera y pura la doctrina católica. Lo que expresamente se advierte en la regla IV del índice romano de Pío IV.La segunda, que se trabajen estas versiones por autores doctos, píos y católicos, como lo declaró la misma Congregación del índice en 13.6.1757, y lo había ya prevenido Inocencio III en una carta a Bertrando, opispo de Metz, quien habiéndose quejado del ardor que algunos de sus feligreses mostraban por la lección de los libros de la Biblia en vulgar, le respondió el papa que este deseo era loable, con tal que fuera sana la intención y doctrina del autor de la versión y puras y sinceras las costumbres y la fe de los que se servían de ella, y con el debido respeto a la Santa Sede y a la Iglesia católica.La tercera es que se haga las sobredichas versiones ajustadas, no sólo en las sentencias, sino también en las palabras, cuanto pueda ser, a la edición Vulgata latina, sin dejar por eso de consultar los textos originales, cuando lo pidiere la mayor declaración del sentido...Y para que no quede género alguno de duda de la verdadera intención de la santa Iglesia, y de sus deseos de que los fieles se aprovechen de los sagrados Libros, pondré aqui los decretos de dos sabios Pontífices de nuestros días, que dieron sobre esta materia, Benedicto XIV y el Papa reinante Pío VI...Últimamente, movido de todas estas poderosas razones, y habiendo cesado enteramente ya, y con particularidad en nuestros reinos, en donde generalmente ha florecido siempre y florece al presente la Religión católica, todos los motivos que pudieron dar ocasión a las prohibiciones que qeudan referidas, el supremo tribunal de la santa Inquisición en su decreto de 20.12.1782 declara en conformidad de lo decidido por estos dos Soberanos Pontífices, que no se entienden prohibidas las versiones de la Biblia en lenguas vulgares, hechas con las condiciones que se expresan en dichos decretos y declaraciones: manifestando con esto, que el espíritu de la Iglesia, aun en medio de las diversas providencias que ha tomado en este asunto, es y ha sido siempre uno mismo; y que sus deseos son, que el pan de la divina palabra sea el alimento cotidiano y común de los fieles".Hasta aquí el fragmento de Felipe Scio.Y veamos ahora un ejemplo de la superficialidad con que los TJ tocan los temas históricos a fin de conseguir sus propósitos:s/TJ:Un día de octubre de 1559, unos 200.000 católicos españoles se reunieron en la ciudad norteña de Valladolid. Los atrajo allí un auto de fe, en el cual "dos de las víctimas fueron quemadas vivas; diez, estranguladas". Esas víctimas eran "herejes". El popular y joven rey Felipe II presidió personalmente el acto público. Cuando uno de los condenados pidió clemencia, el rey replicó: "Si mi propio hijo fuera tan malvado como usted, yo mismo cargaría el haz de leña para quemarlo". ¿Qué delito había cometido la desventurada víctima? Simplemente había estado leyendo la Biblia. ("La Atalaya" de 15.6.1992, pág 8)Análisis:A parte de que la cita histórica que aportan los TJ parece entremezclar dos autos de fe que se dieron en Valladolid en el año 1559, uno en mayo y otro en octubre, lo cierto es que Felipe II en el que tuvo lugar en mayo, en el que asistieron según la crónica 200.000 españoles, no estuvo presente porque no se encontraba en España, y en el que tuvo lugar en el mes de octubre sí estuvo presente en el auto de fe pero no en la ejecución. En cuanto a la respuesta de Felipe II a la petición de súplica de uno de los condenados, los TJ no aportan el origen de la cita. Pero lo más grave, y es lo que me interesa resaltar, es la razón que dan los TJ al hecho de la condena: "¿Qué delito había cometido la desventurada víctima? Simplemente había estado leyendo la Biblia". Estas palabras demuestran un desconocimiento total del momento histórico que estaba viviendo España y en su conjunto Europa, de las razones concretas por las que fueron apresadas y ajusticiadas aquellas personas o bien una intención malévola por parte de los TJ, y esto es lo más probable, que quieren hacer creer a los ingénuos que, en aquellos años, por el sólo hecho de leer la Biblia se era candidato a la hoguera. (Véase antecedentes de estos famosos autos en "Personajes de la inquisición" de William Thomas Walsh, pág 243 y siguientes)Sin querer justificar la actuación de la Inquisición en algunos oscuros casos que nos ha legado la historia, sería interesante recordar que también los apóstoles, llevados de su responsabilidad por conservar la pureza de la comunidad que presidían, no dudaron en usar de todo su poder, incluido el de quitar la vida a unas personas que habían intentado engañarlos en un asunto prácticamente sin importancia desde el punto de vista material. Como resultado de esta dura actuación: "gran temor se apoderó de toda la Iglesia y de cuantos oían tales cosas" (Hech 5;1-11). Y es que en cada tiempo y circunstancia, según la evolución de la sociedad, el hombre ha entendido su misión y su responsabilidad de manera distinta. Lo interesante es ir dando pasos hacia adelante y si es posible no retroceder.Podemos, también, dejar constancia en este apartado de que Samuel Vila -conocido protestante- escribe que el Concilio de Trento mandó: "Ningún hombre ose poseer una Biblia sin licencia del Obispo". En ninguna parte del Concilio se ha encontrado esta frase. Pero como se verá, el sentido de la frase es ambiguo. ¿Qué debemos entender: que nadie puede tener una Biblia si antes no ha obtenido una licencia del obispo para tenerla, o bien, que nadie puede tener una Biblia la cual antes no haya obtenido la licencia del Obispo?. A muchos protestantes les ha gustado jugar con el sentido de las palabras y de las frases para sacar el mayor provecho de las mismas...
Análisis de la doctrina de los Testigos de Jehová según sus libros y revistas Atalaya y Despertad.