jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Qué enseña realmente la Biblia? CAPÍTULO 8 ¿QUÉ ES EL REINO DE DIOS?

¿Qué enseña realmente la Biblia? CAPÍTULO 8 ¿QUÉ ES EL REINO DE DIOS?

s/TJ:
MILLONES de personas de todo el planeta conocen la famosa oración del padrenuestro, como generalmente se la llama. Es una oración que el propio Jesucristo dio como modelo y que tiene mucho significado. Analicemos sus tres primeras peticiones, y así comprenderá mejor lo que enseña realmente la Biblia.

 Al inicio de esa oración modelo, Jesús dijo a sus oyentes: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra’” (Mateo 6:9-13). ¿Qué significan estas tres peticiones?

Ya hemos aprendido mucho sobre el nombre de Dios, Jehová. Y también hemos hablado de la voluntad de Dios, tanto de lo que él ya ha hecho como de lo que hará a favor de la humanidad. Pero ¿a qué se refería Jesús con la petición “Venga tu reino”? ¿Qué es el Reino de Dios? ¿De qué manera su venida santificará, o hará santo, el nombre de Dios? ¿Y qué relación tiene el hecho de que venga el Reino con que se haga la voluntad de Dios?

El Reino de Dios es un gobierno que ha establecido Jehová. Y él mismo ha escogido al Rey de ese gobierno. ¿Quién es ese Rey? Jesucristo. Él es superior a todos los gobernantes humanos; por eso se dice que es “el Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan como señores” (1 Timoteo 6:15). Jesús tiene el poder de hacer muchas más cosas buenas que cualquier gobernante humano, incluso que los mejores.

¿Desde dónde gobernará el Reino de Dios? Pues bien, ¿dónde está Jesús? Tal como ya hemos visto, poco después de que lo ejecutaran en un madero de tormento y de que resucitara, ascendió al cielo (Hechos 2:33). Por lo tanto, allí es donde está el Reino de Dios: en el cielo. Por eso la Biblia lo llama un “reino celestial” (2 Timoteo 4:18). Pero aunque está en el cielo, ejercerá su poder sobre la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 11:15).

Análisis:

Dicen los TJ que Jesús ejercerá su poder desde el cielo sobre la Tierra. Pero Jesucristo solo habló de un Reino de Dios en los cielos, en ningún momento situó la otra vida de nuevo en esta tierra. Todo lo contrario. Y es que los TJ confunden los términos de “reino” y “reinado”. Vamos a ver: En España, o en Inglaterra, o en Holanda, tenemos establecidas diversas monarquías, y en todas ellas, sus respectivos reyes, gobiernan sobre un reino, o sea sobre un territorio determinado. El tiempo que puede durar este gobierno es lo que constituye su reinado.

Transportado todo ello al tema que nos interesa, tenemos que el rey es Jesucristo que gobierna sobre un reino que es el Reino de Dios o de los Cielos  y su reinado no tendrá fin. El reino no es el gobierno, el reino es el territorio que se gobierna. El Gobierno de este reino estará formado por el Rey y sus colaboradores. Así, pues, el reino de Dios es llamado también Reino de los Cielos porque es allí donde finalmente –con un sentido escatológico- estará ubicado. Y digo finalmente porque en el Evangelio hay algunos pasajes en los que el Reino, según el autor, es una realidad ya presente (Lc 17;20,21)(Lc 11;20) y otros pasajes en los que es una realidad futura (Mt 4;17)(Mt 10;7) (Mt 26;29). Esta divergencia sobre el Reino, a causa de esta duplicidad de perspectivas, tiene una armonización perfecta en la persona de Jesucristo. En diversos pasajes evangélicos se identifica el reino con la persona misma de Jesucristo (Mc 11;9,10)(Mt 16;28)(Mc 9;1).  El Reino de Dios constituyó el tema central del mensaje de Jesús, como lo ilustra el hecho de que se encuentren más de ciento cuarenta referencias a él en la Biblia: (Lc 4;43) (Lc 8;1)

Jesucristo nos dice que no hemos de atesorar para la tierra sino para el cielo, porque donde esté nuestro tesoro allí estará nuestro corazón. (Mt 6;19-21) Y nos dice que nuestro Padre quiere darnos el reino, que no nos apeguemos a las cosas de la tierra y que hagamos con todo ello sacos que no envejecen, un tesoro que no se agota en el cielo, donde no llega el ladrón ni la polilla destruye (Lc 12;32-34)

Por otra parte, Jesucristo le dice a Pilato que su reino no es de este mundo, no es de aquí (Jn 18;36) ¿acaso la tierra no es de este mundo, no es de aquí?

Jesucristo le dijo al ladrón arrepentido que estaría con Él, o sea con Jesucristo, en el Paraíso (Lc 23;39-43) ¿Y no dicen los propios TJ que Jesucristo no estará en la Tierra sino en el cielo?

Jesucristo, hablando a las muchedumbres (Mt 7;28)(Mt 5;1), dice: “… No todo el que dice ¡Señor!¡Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos… “ (Mt 7;21) Está claro, pues, según las palabras de Jesucristo, que “el que hace la voluntad de mi Padre”… “entrará en el Reino de los Cielos”. (Mt 7;21) ¿Dónde está la tierra en las palabras de Jesucristo?

San Pablo nos dice: “pensad en las cosas de arriba no en las de la tierra” (Col 3;1,2)

(Mt 5;3)(Mt 5;10)(Mt 23; 13)(Mc 9;47)(Lc 18;22,24,25,29) son otros versículos en los que solo se habla del Reino de Dios o de los Cielos, no aparece la tierra por ninguna parte.

En el versículo (Mt 5;4) cuando Jesucristo  en su segunda bienaventuranza dice: “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra” está citando textualmente el salmo 37;11. Éste es un salmo  en el que se plantea el problema de la retribución. Con una repetición insistente se dice lo que es la brevedad de la vida y como el rico malvado pasa y es castigado, mientras que el pobre justo es premiado. Como término expresivo se le promete que “poseerá la tierra”. Esta es Palestina. Lo que fue promesa de los patriarcas, fue el eterno ideal del judío piadoso. La Tierra Prometida vino a Ser el “tipo” ideal del premio del reino de los cielos. En las bienaventuranzas, la recompensa es la misma para todos porque todos son justos merecedores de la Vida eterna, aunque Jesucristo la expresa de maneras distintas: Reino de los cielos, la tierra, serán consolados, serán hartos, alcanzarán misericordia, verán a Dios, serán llamados hijos de Dios.

s/TJ:

Jesús es un Rey excepcional. ¿Por qué decimos esto? Para empezar, porque nunca morirá. La Biblia dice que, en comparación con los reyes humanos, él es “el único que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible” (1 Timoteo 6:16). De manera que todas las cosas buenas que haga serán permanentes. Y sin duda hará muchas.

Fíjese en lo que predice la Biblia sobre Jesús: “Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y su deleite estará en el temor de Jehová. No juzgará según las apariencias, ni decidirá por lo que sepa de oídas; sino que juzgará con justicia a los pobres, y decidirá con equidad en favor de los mansos  de la tierra” (Isaías 11:2-4), Santa Biblia, Reina-Valera, 1977). Estas palabras muestran que Jesús va a reinar sobre los seres humanos con justicia y compasión. ¿Le gustaría tener un gobernante así?

Veamos otra característica del Reino de Dios: Jesús no gobernará solo, sino acompañado de otros reyes. Por ejemplo, el apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “Si seguimos aguantando, también reinaremos juntos” (2 Timoteo 2:13). Así es, Pablo, Timoteo y otras personas fieles escogidas por Dios gobernarán con Jesús en el Reino celestial. ¿Cuántos tendrán ese privilegio?

Análisis:

No, No hay base para esta interpretación. Y es que Jesucristo, después de absolvernos de nuestros pecados, nos ha constituido reyes-sacerdotes de Dios Padre (Ap 1;6). Formamos, pues, ahora un reino sacerdotal, una clase sacerdotal especial, como la que formaban los levitas en el Antiguo Testamento. Juan se refiere en este pasaje al (Ex 19,5-6), en donde se dice que Yahvé eligió a Israel e hizo de él "un reino sacerdotal, una nación santa".

Para los antiguos, el rey era el sumo sacerdote del dios nacional, lo mismo que el jefe de familia era el sacerdote familiar. Israel, la nación santa, la más próxima a Dios, estaba consagrada de un modo especial al culto de Yahvé, y en cuanto tal había de ejercer el sacerdocio en nombre de todos los pueblos de la tierra. San Pedro aplica las palabras del Éxodo a los cristianos: "sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1Pe 2;9).

Es en la Iglesia en donde se cumplen las promesas hechas al pueblo judío (Ex 19;6)(Ap 5;10)(Ap 20;6), pues los cristianos constituyen la continuación del Israel de Dios. Jesucristo se ha dignado comprar con su sangre para Dios hombres de todas las razas para hacer de ellos un reino y sacerdotes (Ap 5;9-10). Es decir, Cristo, en cuanto Sumo Sacerdote del Padre (Hb 7;20), ha conferido a sus fieles una parte de ese sacerdocio para que "cada uno ofrezca  su cuerpo como hostia viva, santa, grata a Dios" (Rom 12;1). Esta oblación unida a la de Jesucristo, siempre resulta grata al Padre celestial, al cual es debida la gloria y la majestad de un imperio eterno.

El  cristiano, incorporado a Cristo por el bautismo, se encuentra en una situación totalmente particular de proximidad y de unión íntima con Él. Por cuya razón goza de un poder especial de intercesión delante de Dios, como gozaba el sacerdote levítico en la Antigua Alianza. Este sacerdocio de los fieles no presupone la transmisión de un poder especial, propio del sacramento del orden. El sacerdocio de los cristianos tiene más bien como finalidad el recordarles su dignidad de hijos de Dios, el valor de su bautismo y las obligaciones que en él han contraído, y el servicio religioso al que han sido llamados. Lo mismo que el antiguo pueblo israelita ocupaba una posición privilegiada entre todos los pueblos respecto de Dios, porque podía acercarse a Él, gozar de sus intimidades y hacer de intermediario entre Yahvé y todos los demás pueblos, así también los cristianos, por la gracia de adopción como hijos de Dios y por su íntima unión con Cristo, ocupan una posición absolutamente única que les permite interceder por las almas.

Por otra parte, San Pablo, en (2Tim 2; 12) valiéndose de tres expresivas imágenes (soldado – atleta –agricultor), exhorta a Timoteo  a entregarse totalmente a su ministerio. No quiere que otras preocupaciones le distraigan del apostolado. No es buen soldado, ni buen atleta, ni buen agricultor quien se dedica a otros menesteres fuera de su oficio. Así también el apóstol cristiano. En los versículos 8-13 a fin de animar más y más a Timoteo, Pablo le recuerda el ejemplo de Cristo, que, si antes hubo de padecer, luego resucito glorioso, y es tipo y modelo de nuestra futura resurrección. Las últimas frases (v 11-13) introducidas con la fórmula ya conocida (1Tim 1;15) “verdadero es el dicho”, están probablemente tomadas de algún himno cristiano primitivo  (1Tim 3;16) y no pueden tomarse en el sentido que le aplican los TJ y mucho menos como un apoyo básico de la doctrina de los 144.000 reyes gobernadores elegidos para reinar con Jesucristo, ya que en aquel momento, como mínimo, resultarían totalmente ininteligibles para Timoteo.

s/TJ:

Como se indicó en el capítulo 7 de este libro, el apóstol Juan contempló en una visión al “Cordero [Jesucristo] de pie sobre el monte Sión [su puesto de Rey en el cielo], y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre”. ¿Quiénes son esos 144.000? Juan mismo lo aclara: “Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero” (Revelación 14:1, 4). En efecto, son seguidores fieles de Jesucristo a quienes se elige para que gobiernen con él en el cielo. Después de morir y de resucitar en el cielo, van a “reinar sobre la tierra” junto con Jesús (Revelación 5:10).

Análisis:

La conclusión de estos versículos (Ap 14;1,4) a la que llegan los TJ en las tres últimas líneas, no es correcta porque nada nos lleva a ella. La multitud de 144.000 vírgenes rescatados de la tierra hace como de contrapeso a la apostasía de los moradores de la tierra del capítulo 13 del propio Apocalipsis. Los 144.000 representan la totalidad de los elegidos, del mismo modo que en (Ap 7;4-8) simbolizaban la totalidad de los cristianos. Estos fieles de Cristo, que no han querido adorar a la Bestia, son llamados vírgenes. Esta expresión parece que ha de tomarse en sentido metafórico, ya que los 144.000 son vírgenes en el sentido de que no se han manchado con el culto de los ídolos paganos, principalmente con el culto de la Bestia o culto imperial. Roma era la Gran Prostituta (Ap 19;2); en cambio, el Cordero de Dios era inmaculado (Ap 19;8)
Roma se prostituía mediante su propio culto idolátrico y con corrupción moral que acompañaba a los cultos paganos. Ante tanta corrupción se levanta una gran multitud. Todos forman la corona de gloria del Cordero inmaculado.

Tanto el Cordero como los 144.000 vírgenes estaban sobre el monte Sión. Sión significa en nuestro pasaje del Apocalipsis un sitio seguro de refugio en el que el Cordero reúne a sus pacíficos ejércitos. Mientras que el Dragón y la Bestia estaban apostados sobre la arena movediza de la  playa y las olas del mar, el Cordero está sobre el monte Sión, símbolo de seguridad y estabilidad. Los 144.000 vírgenes llevaban el nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes (Ap 14;1). El nombre sobre la frente simboliza la consagración de la vida al servicio de Dios, así como los siervos llevaban la marca de sus señores y los soldados, la del emperador, a quien habían jurado lealtad.

s/TJ:

Desde los tiempos de los apóstoles, Dios ha ido escogiendo a cristianos fieles a fin de completar la cifra de 144.000. Jehová ha sido muy amoroso al decidir que Jesús y los 144.000 gobiernen a la humanidad. Para empezar, Jesús fue hombre y por eso conoce los sufrimientos del ser  humano. Pablo dijo que no es alguien que “no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino [alguien] que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado” (Hebreos 4:15; 5:8). Los que gobernarán con él también han aguantado los sufrimientos propios de los seres humanos. Además, han luchado contra la imperfección y han padecido todo tipo de enfermedades. Sin duda entenderán los problemas que afronta la humanidad.

Análisis

Ya he comentado que los 144.000 reyes que los TJ pretenden que reinen junto con Jesucristo, como si fuera una monarquía colegiada, no tienen ningún apoyo bíblico. Principalmente porque 144.000 es un número bíblico simbólico que designa una inmensa multitud y que proviene de multiplicar 12 (tribus) x 12 (apóstoles) x 1000 (nivel máximo de Dios y de la acción de Cristo), cada uno de estos números, pues, con su respectivo significado. Por lo tanto no es un número que hay que tomarlo en el sentido literal aritmético.  Es curioso que los TJ toman los factores de la multiplicación de un modo simbólico y en cambio el total, los 144.000, lo toman de una manera exacta. Ni uno más ni uno menos. Es incomprensible.
Finalmente, sobre este tema, decir que los TJ tienen planteado un grave problema con la elección de los últimos de estos 144.000, ya que según sus propios números, en vez de disminuir año a año como sería lo lógico, están aumentando en estos últimos años de manera alarmante. Así, a finales de  2005 les faltaba 8.524 para completar el cupo de los 144.000, y a finales de 2013, resulta que les faltan 13.204. ¿Es esto posible?

s/TJ:

¿QUÉ HARÁ EL REINO DE DIOS?
Jesús no solo mandó a sus discípulos que oraran para que viniera el Reino de Dios; también les dijo que debían pedir que se hiciera la voluntad de Jehová “como en el cielo, también sobre la tierra”. En el cielo, donde está Dios, los ángeles fieles siempre han hecho la voluntad divina. No obstante, en el capítulo 3 de este libro aprendimos que un ángel malvado dejó de cumplir la voluntad de Dios y consiguió que Adán y Eva pecaran. En el capítulo 10 aprenderemos más acerca de lo que enseña la Biblia sobre ese ángel, que recibe el nombre de Satanás. Dios permitió que él y los espíritus que decidieron seguirlo —llamados demonios— permanecieran en el cielo por un tiempo. Por lo tanto, en los días de Jesús, no todos los seres que había en el cielo estaban haciendo la voluntad de Dios. Pero eso cambiaría cuando Jesucristo comenzara a gobernar en el Reino de Dios y luchara contra Satanás (Revelación 12:7-9).

Las siguientes palabras proféticas revelan lo que pasaría: “Oí una voz fuerte en el cielo decir: ‘¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos [Satanás], que los acusa  día y noche delante de nuestro Dios!’” (Revelación 12:10). ¿Se ha dado cuenta de que en ese versículo se mencionan dos importantes sucesos? En primer lugar, empieza a gobernar el Reino de Dios dirigido por Jesucristo. En segundo lugar, Satanás es expulsado del cielo y arrojado a la Tierra. Como veremos más adelante, esos dos acontecimientos ya han tenido lugar.

¿Cuáles han sido las consecuencias? Leamos lo que ocurrió en el cielo: “A causa de esto, ¡alégrense, cielos, y los que residen en ellos!” (Revelación 12:12). Así es, los ángeles fieles se alegran porque, como se echó a Satanás y sus demonios del cielo, todas las criaturas que allí quedan son fieles a Jehová Dios, y entre ellas reina una paz y armonía total. De modo que en el cielo ya se está haciendo la voluntad de Dios.

¿Qué puede decirse de la Tierra? La Biblia indica: “¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo” (Revelación 12:12). Satanás está furioso porque se le ha expulsado del cielo y le queda poco tiempo. Como siente tanta cólera, se dedica a causar problemas en la Tierra. En el siguiente capítulo aprenderemos más acerca de tales dificultades. Pero, en vista de lo que hemos analizado, surge la pregunta: ¿cómo logrará el Reino que se haga la voluntad de Dios en la Tierra?

Análisis:

¿Pero, es esto posible? O sea, que desde que se rebelaron los ángeles, constituyéndose en Satanás y sus diablos, hasta que según los TJ, fueron expulsados del cielo y enviados a la tierra, los demonios camparon a sus anchas por el cielo al menos, pues, durante 100.000 años que son los que la ciencia considera que han transcurrido desde el inicio de nuestra especie humana (Homo Sapiens) hasta 1914 que es cuando Jesucristo empezó a reinar en el cielo según los TJ. ¿Dónde estaba Miguel durante todo este tiempo?

Esta victoria a la que alude Juan en (Ap 12;10), es la victoria de Jesucristo de la que nos hablan los Evangelios. Jesús aludiendo a la derrota que infligiría al demonio muriendo sobre la cruz, se expresa en estos términos: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el principio de este mundo será arrojado fuera” (Jn 12;31). Y en otra circunstancia decía el mismo Cristo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lc 10;18). De hecho, el cielo atmosférico, espacio “más alto que las nubes con el fin de poder llegar a ser igual en rango a Dios” (“Henoc eslavo” 29;4-5), es la morada de las potestades aéreas según la teología judía contemporánea (Ef 2;2). En él es donde tiene lugar la batalla entre las legiones del Padre celestial (Mt 26;53) y las de Satanás (Ap 12;7). Y esta batalla que se entabla entre ambos bandos parece como si fuera ocasionada  por la ascensión de Cristo al cielo. Jesucristo sentado en el trono de Dios, recibe de este la soberanía  sobre toda la creación. Satanás y los suyos no quieren aceptarla. Y entonces Cristo, obrando como rey, lanza contra el Dragón el ejército angélico, poniéndole en fuga. Esta desbandada simboliza la derrota de las fuerzas diabólicas por la cruz de Cristo. Las fuerzas del Dragón con su jefe son arrojadas a la tierra, teniendo que abandonar su propia morada de lo alto y “permaneciendo volando en el aire sobre el insondable” (“Henoc eslavo” 29;4-5). Pero en la tierra, siempre que tengan la ocasión, no dejarán de seguir la lucha que habían comenzado con tan felices resultados en el paraíso terrenal. Sin embargo, desde entonces el poder del demonio quedó destruido y su actividad fue grandemente limitada y reducida.

s/TJ:

Pues bien, recuerde cuál es la voluntad de Dios para la Tierra. Tal como aprendió en el capítulo 3, Jehová mostró en el jardín de Edén que desea que este planeta se convierta en un paraíso y se llene de seres humanos justos que nunca mueran. Cuando Satanás consiguió que Adán y Eva pecaran,  se vio afectado el cumplimiento de la voluntad de Dios para la Tierra, pero dicha voluntad no cambió. Jehová todavía quiere que se cumplan estas palabras: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29). Y el Reino de Dios logrará eso. ¿Cómo?

En Daniel 2:44 encontramos esta profecía: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. ¿Qué nos dice esta profecía sobre el Reino de Dios?

En primer lugar, menciona que dicho gobierno se establecería “en los días de aquellos reyes”, es decir, mientras aún existieran otros reinos, o gobiernos. En segundo lugar, indica que el Reino subsistirá, o durará, para siempre. Ningún otro gobierno lo derrotará ni reemplazará. En tercer lugar, revela que habrá una guerra entre el Reino de Dios y los reinos de este mundo, y que el vencedor será el Reino de Dios. Al final, será el único gobierno que tenga la humanidad y será el mejor que esta ha conocido.

La Biblia da mucha información sobre esa guerra entre el Reino de Dios y los gobiernos de este mundo. Por ejemplo, señala que al acercarse el fin, los espíritus malos esparcirán mentiras para engañar a “los reyes de toda la tierra habitada”. ¿Con qué propósito? “Para reunirlos a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Los reyes serán reunidos “en el lugar que en hebreo se llama Har–Magedón” (Revelación 16:14, 16). En vista de lo que dicen estos dos versículos, ese enfrentamiento entre los gobiernos humanos y el Reino de Dios recibe el nombre de batalla de Har–Magedón, o Armagedón.

¿Qué logrará el Reino de Dios mediante Armagedón? Pensemos de nuevo en la voluntad de Jehová para la Tierra: que se convierta en un paraíso y se llene de personas perfectas y justas que le sirvan a él. ¿Qué impide que dicha voluntad se esté haciendo ahora mismo? El primer problema es que somos pecadores, de modo que nos enfermamos y morimos. Sin embargo, en el capítulo 5 aprendimos que Jesús murió por nosotros a fin de que podamos vivir para siempre. Seguramente recordará estas palabras del Evangelio de Juan: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Otro problema es que hay muchas personas que se comportan mal. Mienten, engañan y llevan vidas inmorales. No quieren hacer la voluntad de Dios. Pero los que practican el mal serán destruidos en Armagedón, la guerra de Dios (Salmo 37:10). Otra razón más por la que no se está llevando a cabo la voluntad de Dios en la Tierra es que los gobiernos no animan a la gente a hacerla. Muchos de ellos han sido débiles, crueles o corruptos. Bien claro lo dice la Biblia: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9).

No obstante, después de Armagedón, la humanidad vivirá bajo un solo gobierno, el Reino de Dios. Ese Reino cumplirá la voluntad divina y traerá maravillosas bendiciones. Por ejemplo, eliminará de la escena a Satanás y sus demonios (Revelación 20:1-3). Hará que se aplique el poder del sacrificio de Jesús y, como consecuencia, los humanos fieles ya no se enfermarán ni morirán, sino que  podrán vivir para siempre (Revelación 22:1-3). Además, transformará la Tierra en un paraíso. De ese modo, el Reino logrará que se haga la voluntad de Dios en la Tierra y santificará el nombre de Dios. ¿Qué significa eso? Que gracias al Reino, todas las personas llegarán a respetar y honrar el nombre de Jehová.

Análisis:

Para analizar la anterior intervención de los TJ, pueden ver el análisis que he realizado del capítulo 3 del libro que estamos revisando ¿Qué enseña realmente la Biblia” y también los temas que se agrupan bajo la etiqueta con título: “Armagedón”

s/TJ:

¿CUÁNDO ACTUARÁ EL REINO DE DIOS?

Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que le pidieran a Dios “Venga tu reino”, estaba claro que en aquel entonces el Reino aún no había venido. ¿Vino cuando Jesús ascendió al cielo? Tampoco, porque tanto Pedro como Pablo señalaron que después de que Jesús resucitó, se cumplió en él la siguiente profecía de Salmo 110:1: “La expresión de Jehová a mi Señor es: ‘Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies’” (Hechos 2:32-35; Hebreos 10:12, 13). Así pues, Jesucristo tendría que esperar un tiempo.

¿Cuánto tendría que esperar? Durante los siglos XIX XX, un grupo de estudiantes sinceros de la Biblia fue comprendiendo que el período de espera terminaría en 1914. (Si desea más información sobre esta fecha, consulte el apéndice, páginas 215  a 218.) Los sucesos mundiales que han tenido lugar desde 1914 confirman que aquellos estudiantes de la Biblia estaban en lo correcto. El cumplimiento de las profecías bíblicas muestra que en 1914 Jehová hizo Rey a Cristo y el Reino celestial de Dios comenzó a gobernar. Por lo tanto, estamos viviendo en el “corto espacio de tiempo” que le queda a Satanás (Revelación 12:12; Salmo 110:2). También podemos afirmar que el Reino va a actuar pronto para que se haga la voluntad de Dios en la Tierra. ¿Le parece una buena noticia? ¿Cree que será verdad? El siguiente capítulo le mostrará lo que la Biblia realmente enseña sobre estos asuntos.

Análisis:

Ver temas que contiene la etiqueta “1914 Cronología y temas alrededor de esta fecha” y entenderán dos cosas: Primero: 1914 es una fecha errónea, resultado de la interpretación de una profecía, a la que los TJ aplican un cálculo para descifrarla que se inicia en una fecha equivocada y mantenida expresamente, por los TJ, por el propio interés de no hundir la doctrina de  toda la organización ya que ésta se sustenta precisa y fundamentalmente en esta profecía.  Segundo: Que esta profecía nos alertaba de que en 1914 iba a ocurrir el Armagedón, pero que en vista de que no fue así, los TJ cambiaron posteriormente este previo resultado fallido, por el más difícil de poder demostrar: El inicio de los últimos días y del reinado de Jesucristo en el cielo.