"¿Qué enseña realmente la Biblia? CAPÍTULO 5" EL RESCATE, EL MAYOR REGALO DE DIOS
s/TJ:
¿Cuál es
el mejor regalo que usted ha recibido? Un regalo no tiene que ser caro
para ser valioso. Al fin y al cabo, su verdadera importancia
no siempre depende de cuánto haya costado. Más bien, es valioso para usted
si lo hace feliz o si llena una verdadera necesidad en su vida.
De los muchos obsequios que pudieran
hacerle, hay uno que supera a todos los demás. Es un regalo de Dios para
la humanidad. Es cierto que Jehová nos ha dado muchas cosas, pero la más
importante es el rescate: el sacrificio de su Hijo, Jesucristo (Mt 20;28). Como veremos en este
capítulo, el rescate es el regalo más valioso que hemos recibido, pues nos da
la oportunidad de ser inmensamente felices y de obtener lo que de verdad
necesitamos. En realidad, es la mayor prueba del amor que Jehová nos tiene
a cada uno de nosotros.
¿QUÉ ES EL RESCATE?
En pocas palabras, el
rescate es el medio que Jehová emplea para
liberar, o salvar, del pecado y la muerte a la humanidad (Ef 1;7). La clave para
entender esta enseñanza bíblica está en lo que sucedió en el jardín de Edén.
Solo si comprendemos qué fue lo que Adán perdió al pecar, nos haremos una idea
del gran valor que tiene para nosotros el rescate.
Análisis:
Los
TJ dicen bien: “La clave para entender esta enseñanza bíblica está en lo que
sucedió en el jardín de Edén”. ¿Y qué es lo que sucedió? Para saberlo, hemos de abrir la Biblia y leer (Gn 1;26-31)
y (Gn 2 y 3). Los TJ nos explican lo que han leído
s/TJ:
Cuando Jehová creó a
Adán, le dio algo valiosísimo: la vida humana perfecta. Piense en lo que eso
significaba para él. Con un cuerpo y una mente perfectos, nunca se enfermaría,
envejecería ni moriría. Además, disfrutaba de una relación especial con
Jehová. La Biblia dice que Adán era “hijo de Dios” (Lucas 3:38). Por lo tanto, entre
Dios y Adán existía una relación muy estrecha, como la que existe entre un
padre cariñoso y su hijo. En efecto, el Creador se comunicaba con su hijo
terrestre, le encargaba tareas que lo harían feliz y le explicaba qué esperaba
de él (Génesis 1:28-30; 2:16, 17).
Análisis:
Los
TJ nos dicen que cuando Jehová creó a Adán, le dio “la vida humana perfecta” (perfección que luego querrán equiparar a la
de Jesús). Y en esta ocasión, como en tantas otras que repiten este aserto
en sus escritos, no nos dan ninguna referencia bíblica que lo avale. Bueno, sí,
aducen por ejemplo (Lc 3;38): "...hijo de Set, hijo
de Adam, hijo de Dios", así como (Dt 3;4): "¡El
es la Roca, sus obras son perfectas!" y
(Gn 1;26-27): "Díjose
entonces Dios: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza...'. Creo que convendrán conmigo que estas
referencias son muy endebles y que no prueban nada.
Si
Jesús vino a tener el mismo grado de perfección que tenía Adán, pudo
haber pecado, lo que está en contra del texto sagrado (Hb 4;15)
y otros. O, a la inversa, si Adán tenía el mismo grado de
perfección que llegó a tener Jesús, ¿por qué
pecó? ¿En qué sentido era perfecto Adán si podía
pecar? Esto deben contestarlo los TJ y apoyarlo bíblicamente.
Cuando S. Pablo nos dice en (Hb 4;15) que
Jesucristo “fue tentado en todo a
semejanza nuestra, fuera del pecado”, la palabra “tentado” equivale aquí prácticamente a prueba, que al fin de
cuentas esto es la tentación: algo que pone a prueba las fuerzas y virtud del hombre
(Lc 22;28). Jesucristo, igual que nosotros, padeció las tentaciones o pruebas
de cansancio, hambre, temor ante el sufrimiento, etc (Mt 4;2)(Mc 14;33-39)(Jn
4;6); incluso fue tentado por el diablo (Lc 4;1-13). Sin embargo, cuando se
metía de por medio el pecado, hubo una gran diferencia: la de que Él no
solamente no cometió pecado (Jn 8;46) (2Cor 5;21) (1Pe 2;22) (1Jn 3;5), sino
que ni lo podía cometer, y las tentaciones en este sentido no podían provenir
sino del exterior (Mt 4;8-10), nunca de su interior, donde no existía esta
lucha entre carne y espíritu que tantas veces a nosotros nos arrastra al pecado
(Gal 5; 16-25). Mas esa “impecabilidad”,
que le coloca aparte y por encima de nosotros, en nada disminuía su “compasión de nuestra flaquezas”, (v 15)
antes al contrario, más bien la hacía más elevada y pura, ya que jamás podía
mezclarse ahí el egoísmo. (Este último
punto corresponde a BAC “Biblia
comentada” VI, pág 746-747)
Queda claro en la
Biblia que Adán es hijo de Dios, pero creado (Gn 1;26-31) y (Gn 2 y 3). Así
como queda claro en la Biblia que Jesús es el Hijo de Dios, único engendrado (Jun
1;14,18)(Jn 3;16-18) (1Jn 4;9)
También de Jesús se
dice en la Biblia que nacerá santo (Lc 1;35) ¿Dice algo similar con respecto a
Adán?
s/TJ:
Adán fue hecho “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27). Esto no quiere
decir que tuviera la misma apariencia que Dios. Como aprendimos en el capítulo 1 de este libro,
Jehová es un espíritu invisible (Juan 4:24). De modo que él
no tiene un cuerpo de carne y hueso. Por lo tanto, Adán estaba hecho a la imagen de Dios en otro sentido, en el sentido de que
había sido creado con cualidades como las que tiene Dios: amor, sabiduría,
justicia y poder, entre otras. Además, era como su Padre en otro importante
aspecto: tenía libre albedrío, es decir, podía tomar sus propias decisiones.
Así que no era ninguna máquina, que solo puede hacer aquello para lo que
ha sido fabricada o programada. Al contrario, podía decidir por sí mismo y
escoger entre el bien y el mal. Si hubiera elegido obedecer a Dios, habría vivido para siempre en el Paraíso
terrestre.
Análisis:
Es otra
gran diferencia entre Adán y Jesucristo. Adán fue creado “a imagen de Dios”,
mientras que el Hijo es esplendor de su gloria e imagen de su substancia (Hb
1;3), imagen de Dios (2Cor 4;4), imagen de Dios invisible (Col 1;15)
s/TJ:
Está claro que Adán pagó muy cara la
desobediencia a Dios, pues fue condenado a muerte. Aquel pecado le costó la
vida humana perfecta con todos sus beneficios (Génesis 3:17-19). Por desgracia, Adán
no solo la perdió para él, sino también para sus futuros descendientes.
La Palabra de Dios dice: “Por medio de un solo hombre [es decir, Adán] el
pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se
extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). En efecto,
todos nosotros hemos heredado de Adán el pecado. Por eso, la Biblia explica que
Adán nos ha “vendido” junto con él, haciéndonos esclavos del pecado y la muerte
(Romanos 7:14). Para Adán y Eva
no existía ninguna esperanza, pues ellos habían desobedecido a Dios por
voluntad propia. Sin embargo, ¿qué sucedería con sus descendientes, entre ellos
nosotros?
Jehová decidió salvar a la humanidad mediante el
rescate. ¿En qué consiste un rescate? Básicamente, en dos cosas. En primer
lugar, es el precio que se paga para recuperar una cosa o liberar a una persona, como un rehén, por ejemplo.
En segundo lugar, en la Biblia, un rescate es el precio que cubre, o paga,
el costo de algo, como los daños sufridos por una persona. Por ejemplo, si
alguien provocaba un accidente, tenía que pagar la cantidad justa que
correspondía al valor de los daños producidos.
Tal como hemos visto, Adán nos causó a
todos nosotros una enorme pérdida. ¿Cómo sería posible cubrir el costo de tal
pérdida y liberarnos de la esclavitud del pecado y la muerte?
Veamos el rescate que proporcionó Jehová y de qué manera puede beneficiarle a
usted.
¿CÓMO
PROPORCIONÓ JEHOVÁ EL RESCATE?
Lo que se perdió fue una vida humana
perfecta. Por eso, para recuperarla no bastaba con ofrecer la vida de
ningún ser humano imperfecto (Salmo 49:7, 8). Se necesitaba
un rescate que tuviera un valor equivalente a lo que se había perdido. Así lo
señalaba el principio de justicia perfecta que se expone en la Palabra de Dios.
De acuerdo con ese principio, había que entregar “alma [...] por
alma” (Deuteronomio 19:21). Por lo tanto, ¿qué
podría cubrir o pagar el valor del alma, o vida, humana perfecta que Adán
perdió? El “rescate correspondiente” que se necesitaba era otra vida humana
perfecta (1 Timoteo 2:6).
Análisis:
Pero ¿cómo podemos a
estas alturas seguir esgrimiendo la Ley de Talión como
base en los planes de Dios? ¿No es Dios amor? Pero,
¿no nos enseñó Jesucristo que su Ley es
muy superior a la de Talión? (Mt 5;38-48) Si Dios
hubiese aplicado a sus planes la Ley de Talión no nos
hubiese enviado a su Hijo, porque al
hacerlo, Dios que es el ofendido es también el que paga las
consecuencias. Si la redención fue posible es porque Dios,
en un infinito gesto de amor, quiso que el hombre se
salvara, no aplicando medidas de justicia
material, como era la Ley de Talión, sino la
sin medida del amor.
Un bofetón dado a un compañero se
"compensa" con cualquier cosa. El mismo bofetón
dado al alcalde seguramente deberá "compensarse" con unos
días de cárcel. Si el bofetón se da al rey, los días de
cárcel se pueden convertir en meses o años. ¿O no es más horrendo el
hecho que un hijo mate a su propio padre que a
otra persona? Lo más grave que un hombre
puede hacer a otro hombre puede
"compensarse" incluso con la muerte, pero, ¿con qué y cómo
pagará el hombre una ofensa hecha a
Dios?. En (Ex 21;12-17) podemos
leer: "El que hiera
mortalmente a otro será castigado
con la muerte... y el que maldijere
a su padre (ofensa menor a una persona de mayor
condición), será muerto" Y es que el problema no está en el
ofensor sino en el ofendido. Y el ofendido en nuestro
caso era Dios. Sólo un hombre-Dios podía solucionar este
problema. Y así se solucionó por el gran
amor de Dios hacia sus criaturas sacrificándose a sí
mismo en la persona del Hijo. (Flp 2;5-11)
s/TJ:
¿Cómo proporcionó Jehová el rescate? Envió a la Tierra
a un ser perfecto, uno de sus hijos espirituales. Pero no envió a
cualquiera de ellos, sino al que más amaba: su Hijo unigénito (1 Juan 4:9, 10). Este dejó de buena
gana su hogar celestial (Filipenses 2:7). Como vimos en el
capítulo anterior, Jehová realizó un milagro al hacer que la vida de su Hijo
pasara a la matriz de María. Gracias al espíritu santo de Dios, Jesús nació
como ser humano perfecto, libre de la condena del pecado (Lucas 1:35).
¿Cómo es posible que un solo hombre
fuera el rescate de muchos, sí, de millones de seres humanos? Pues bien, ¿cómo
llegaron todos ellos a ser pecadores? Recuerde que Adán pecó y de este modo
perdió una posesión muy valiosa: la vida humana perfecta, una posesión que ya
no pudo pasar a sus descendientes. Lo único que pudo
transmitirles fue el pecado y la muerte. Jesús,
a quien la Biblia
llama “el último Adán”, tenía una vida humana perfecta y nunca pecó (1 Corintios 15:45). En cierto modo,
Jesús tomó el lugar de Adán para salvarnos. Obedeció a la perfección a su Padre
y sacrificó, o entregó, su vida perfecta. Así pagó el precio necesario para
cubrir el pecado de Adán y nos dio una esperanza a sus descendientes (Romanos 5:19; 1 Corintios 15:21, 22).
Análisis:
En verdad, Jesús
entregando su vida pago el precio necesario para cubrir el pecado de Adán, pero
no porque tomara el lugar de Adán para salvarnos, sino por ser quien era, Hijo
de Dios de su misma naturaleza que al hacerse hombre y morir como hombre por
nosotros, posibilitó el rescate. Ningún otro hombre, por perfecto que fuere,
hubiese podido con su muerte satisfacer al Dios ofendido.
s/TJ:
La Biblia relata en detalle los sufrimientos que
soportó Jesús antes de morir. Con gran crueldad, lo azotaron y lo clavaron en
un madero de tormento, condenándolo a una muerte horrible (Juan 19:1, 16-18, 30; consulte el apéndice, páginas 204 a 206). ¿Por qué tuvo que
sufrir tanto? Como veremos en otro capítulo, Satanás ha puesto en duda que haya
un solo ser humano que permanezca fiel a Jehová si se le somete a prueba.
Al aguantar fielmente a pesar de aquel terrible sufrimiento, Jesús dio la
mejor respuesta posible al desafío de Satanás. Demostró que un hombre perfecto,
que tenga libre albedrío, puede ser totalmente fiel a Jehová, sin importar las
dificultades que le cause el Diablo. ¡Cuánto tuvo que alegrarse Dios al ver la
lealtad de su amado Hijo! (Proverbios 27:11.)
¿Cómo se pagó el rescate? El día 14 del
mes judío de nisán del año 33 de nuestra era, Dios permitió que ejecutaran a su
Hijo, que era perfecto y, por lo tanto, no tenía pecado. De esta
forma, Jesús sacrificó “una vez para siempre” su vida humana perfecta (Hebreos 10:10). Al tercer día
de su muerte, Jehová lo resucitó como criatura espiritual. En los cielos,
Jesús presentó a su Padre el valor de su vida humana perfecta, la cual había
ofrecido en sacrificio para rescatar a los descendientes de Adán (Hebreos 9:24). Jehová aceptó el
valor del sacrificio de Jesús, y así aquel sacrificio sirvió
como el rescate necesario para liberar a la humanidad de la esclavitud del
pecado y la muerte (Romanos 3:23, 24).
Análisis:
Ya hemos visto la
diferencia abismal entre Adán y Jesús. Adán (y Eva) era un hombre creado, hecho
a semejanza e imagen de Dios, sin pecado (pero que podía pecar). Jesús era la
encarnación del Hijo de Dios, la imagen del Dios invisible, sin pecado (y sin
poder pecar), nació santo.
Jesús no tenía que
demostrar nada a nadie y menos a Satanás. Su sacrificio sólo fue necesario para
salvar al hombre del pecado (Ef 1;7).
El año que actualmente
está más aceptado para la muerte de Jesús es el año 30.
s/TJ:
¿CÓMO PUEDE
BENEFICIARLE A USTED EL RESCATE?
Gracias al rescate podemos disfrutar de maravillosas
bendiciones a pesar de ser pecadores. Veamos algunos beneficios presentes y
futuros del mayor regalo que Dios nos ha hecho.
El perdón de los pecados. Como hemos heredado la
imperfección, para nosotros es una verdadera lucha hacer el bien. Todos
pecamos, sea con nuestras palabras o con nuestras obras. Pues bien, gracias al
sacrificio de Jesús podemos obtener “el perdón de nuestros pecados” (Colosenses 1:13, 14). Sin
embargo, para ello debemos arrepentirnos de corazón. También tenemos que
pedirle humildemente a Jehová que nos perdone tomando como base nuestra fe en
el sacrificio
de su Hijo (1 Juan 1:8, 9).
Una conciencia limpia ante Dios. La conciencia
culpable nos deja sin esperanza y con el sentimiento de que no valemos
nada. Pero gracias al rescate, Jehová nos perdona y tiene la bondad de permitir
que, aun siendo imperfectos, lo adoremos con la conciencia limpia (Hebreos 9:13, 14). De este modo,
tenemos confianza para hablar con él, o sea, para orarle con toda libertad (Hebreos 4:14-16). Además, al mantener
la conciencia limpia, disfrutamos de tranquilidad mental, nos sentimos bien con
nosotros mismos y somos más felices.
La esperanza de vivir eternamente en un paraíso
terrestre. “El salario que el pecado paga es muerte”, dice Romanos 6:23. Ahora bien, ese mismo
versículo añade: “Pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús
nuestro Señor”. En el capítulo 3 de este libro
vimos las bendiciones del Paraíso terrestre que se aproxima (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Todas esas
bendiciones, incluida la de vivir para siempre con salud perfecta, serán
posibles porque Jesús murió por nosotros. Para recibirlas, debemos
demostrar que agradecemos el regalo del rescate.
Análisis:
Al analizar el
contenido del capítulo 3 de “¿Qué enseña realmente la Biblia?” ya demostramos
el error de esta doctrina de los TJ sobre vivir eternamente en un paraíso
terrestre.
s/TJ:
¿CÓMO PUEDE USTED
MOSTRAR SU AGRADECIMIENTO?
¿Por qué debemos estar profundamente agradecidos a
Jehová por el rescate? Pues bien, un regalo es más valioso cuando la persona
que lo hace ha tenido que sacrificar tiempo, energías o dinero para dárnoslo.
Además, nos conmueve porque es una prueba del amor sincero que nos tiene. Por lo tanto, el rescate es el regalo más
valioso de todos, ya que Dios hizo el mayor de los sacrificios. “Tanto amó Dios
al mundo que dio a su Hijo unigénito”, dice (Jn 3:16).
El rescate es la prueba más sobresaliente del
amor que Jehová nos tiene. También es prueba de cuánto nos ama Jesús, quien estuvo
muy dispuesto a entregar la vida por nosotros (Juan 15:13). En efecto, el
regalo del rescate debe convencernos de que Jehová y su Hijo nos
quieren a cada uno de nosotros (Gálatas 2:20).
Entonces, ¿de qué maneras demostrará usted que
agradece el regalo divino del rescate? Para empezar, conozca mejor a Aquel que lo dio, Jehová (Juan 17:3). Puede lograrlo si
estudia la Biblia con la ayuda de esta publicación. Cuanto más conozca a
Jehová, más lo amará. Y cuanto más lo ame, más deseará complacerlo (1 Juan 5:3).
Tenga fe en el rescate. La Biblia dice respecto
a Jesús: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). ¿Cómo podemos
ejercer, o demostrar, fe en Jesús? No solo con palabras. Como indica Santiago 2:26, “la fe sin obras está
muerta”. En efecto, la fe verdadera se demuestra con obras. Una manera de
probar que tenemos fe en Jesús es haciendo lo posible por imitarlo, tanto en lo
que decimos como en lo que hacemos (Juan 13:15).
Asista a la celebración anual de la Cena del
Señor. La noche del 14 de nisán del año 33, Jesús
estableció una celebración especial que la Biblia llama “la cena del Señor” (1 Corintios 11:20; Mateo 26:26-28). También se la conoce
como la Conmemoración de la muerte de Cristo. La estableció
Jesús para ayudar a sus apóstoles y a todos los cristianos verdaderos a
recordar algo importante: al morir, él entregó como rescate su alma, es decir,
su vida humana perfecta. Jesús mismo se refirió a esta celebración cuando dio
este mandato: “Sigan haciendo esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). La Conmemoración nos recuerda
el gran amor que Jehová y Jesús nos han mostrado haciendo posible el
rescate. Al asistir a esta celebración anual, también demostramos nuestro
agradecimiento por el rescate. *
El rescate es un regalo de incalculable valor que nos
hace Jehová (2 Corintios 9:14, 15). De hecho, puede
beneficiar incluso a las personas que han muerto, como veremos en los capítulos 6 y 7.
Análisis:
“Tanto amó Dios al
mundo que dio a su Hijo unigénito” (Jn 3;16), o sea, a su único hijo
engendrado. Por eso el evangelista nos dice que “Tanto amó Dios al mundo…”. Ese amor pierde prácticamente
todo su valor si –como enseñan los TJ- el ser que nos da es un ser creado es “un
Hijo” (Hb 1;2)(NM) de los tantos millones que había creado.