viernes, 5 de diciembre de 2014

"¿Qué enseña realmente la Biblia? CAPÍTULO 5" EL RESCATE, EL MAYOR REGALO DE DIOS

"¿Qué enseña realmente la Biblia? CAPÍTULO 5" EL RESCATE, EL MAYOR REGALO DE DIOS
 s/TJ: 
¿Cuál es el mejor regalo que usted ha recibido? Un regalo no tiene que ser caro para ser valioso. Al fin y al cabo, su verdadera importancia no siempre depende de cuánto haya costado. Más bien, es valioso para usted si lo hace feliz o si llena una verdadera necesidad en su vida.
De los muchos obsequios que pudieran hacerle, hay uno que supera a todos los demás. Es un regalo de Dios para la humanidad. Es cierto que Jehová nos ha dado muchas cosas, pero la más importante es el rescate: el sacrificio de su Hijo, Jesucristo (Mt 20;28). Como veremos en este capítulo, el rescate es el regalo más valioso que hemos recibido, pues nos da la oportunidad de ser inmensamente felices y de obtener lo que de verdad necesitamos. En realidad, es la mayor prueba del amor que Jehová nos tiene a cada uno de nosotros.

¿QUÉ ES EL RESCATE?

En pocas palabras, el rescate es el medio que Jehová  emplea para liberar, o salvar, del pecado y la muerte a la humanidad (Ef 1;7). La clave para entender esta enseñanza bíblica está en lo que sucedió en el jardín de Edén. Solo si comprendemos qué fue lo que Adán perdió al pecar, nos haremos una idea del gran valor que tiene para nosotros el rescate.
Análisis:
Los TJ dicen bien: “La clave para entender esta enseñanza bíblica está en lo que sucedió en el jardín de Edén”. ¿Y qué es lo que sucedió? Para saberlo,  hemos de abrir la Biblia y leer (Gn 1;26-31) y (Gn 2 y 3). Los TJ nos explican lo que han leído
s/TJ:
Cuando Jehová creó a Adán, le dio algo valiosísimo: la vida humana perfecta. Piense en lo que eso significaba para él. Con un cuerpo y una mente perfectos, nunca se enfermaría, envejecería ni moriría. Además, disfrutaba de una relación especial con Jehová. La Biblia dice que Adán era “hijo de Dios” (Lucas 3:38). Por lo tanto, entre Dios y Adán existía una relación muy estrecha, como la que existe entre un padre cariñoso y su hijo. En efecto, el Creador se comunicaba con su hijo terrestre, le encargaba tareas que lo harían feliz y le explicaba qué esperaba de él (Génesis 1:28-30; 2:16, 17).
Análisis:
Los TJ nos dicen que cuando Jehová creó a Adán, le dio “la vida humana perfecta” (perfección que luego querrán equiparar a la de Jesús). Y en esta ocasión, como en tantas otras que repiten este aserto en sus escritos, no nos dan ninguna referencia bíblica que lo avale. Bueno, sí, aducen por ejemplo (Lc 3;38): "...hijo  de Set, hijo de  Adam, hijo de Dios", así como (Dt  3;4):  "¡El es la Roca, sus obras  son perfectas!"  y (Gn  1;26-27): "Díjose entonces Dios: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza...'. Creo que convendrán conmigo que estas referencias son muy endebles y que no prueban nada. 
Si Jesús vino a tener el mismo grado de perfección que tenía Adán, pudo haber  pecado, lo que está en contra del texto sagrado (Hb 4;15) y otros. O, a la inversa, si Adán tenía el mismo grado de perfección que  llegó a tener Jesús, ¿por qué pecó?  ¿En  qué sentido era perfecto Adán si podía pecar?  Esto deben contestarlo los TJ y apoyarlo bíblicamente.

Cuando S. Pablo nos dice en (Hb 4;15) que Jesucristo “fue tentado en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado”, la palabra “tentado” equivale aquí prácticamente a prueba, que al fin de cuentas esto es la tentación: algo que pone a prueba las fuerzas y virtud del hombre (Lc 22;28). Jesucristo, igual que nosotros, padeció las tentaciones o pruebas de cansancio, hambre, temor ante el sufrimiento, etc (Mt 4;2)(Mc 14;33-39)(Jn 4;6); incluso fue tentado por el diablo (Lc 4;1-13). Sin embargo, cuando se metía de por medio el pecado, hubo una gran diferencia: la de que Él no solamente no cometió pecado (Jn 8;46) (2Cor 5;21) (1Pe 2;22) (1Jn 3;5), sino que ni lo podía cometer, y las tentaciones en este sentido no podían provenir sino del exterior (Mt 4;8-10), nunca de su interior, donde no existía esta lucha entre carne y espíritu que tantas veces a nosotros nos arrastra al pecado (Gal 5; 16-25). Mas esa “impecabilidad”, que le coloca aparte y por encima de nosotros, en nada disminuía su “compasión de nuestra flaquezas”, (v 15) antes al contrario, más bien la hacía más elevada y pura, ya que jamás podía mezclarse ahí el egoísmo. (Este último punto corresponde  a BAC “Biblia comentada” VI, pág 746-747)

Queda claro en la Biblia que Adán es hijo de Dios, pero creado (Gn 1;26-31) y (Gn 2 y 3). Así como queda claro en la Biblia que Jesús es el Hijo de Dios, único engendrado (Jun 1;14,18)(Jn 3;16-18) (1Jn 4;9)

También de Jesús se dice en la Biblia que nacerá santo (Lc 1;35) ¿Dice algo similar con respecto a Adán?

s/TJ:

Adán fue hecho “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27). Esto no quiere decir que tuviera la misma apariencia que Dios. Como aprendimos en el capítulo 1 de este libro, Jehová es un espíritu invisible (Juan 4:24). De modo que él no tiene un cuerpo de carne y hueso. Por lo tanto, Adán estaba hecho a la imagen de Dios en otro sentido, en el sentido de que había sido creado con cualidades como las que tiene Dios: amor, sabiduría, justicia y poder, entre otras. Además, era como su Padre en otro importante aspecto: tenía libre albedrío, es decir, podía tomar sus propias decisiones. Así que no era ninguna máquina, que solo puede hacer aquello para lo que ha sido fabricada o programada. Al contrario, podía decidir por sí mismo y escoger entre el bien y el mal. Si hubiera elegido obedecer  a Dios, habría vivido para siempre en el Paraíso terrestre.

Análisis:

Es otra gran diferencia entre Adán y Jesucristo. Adán fue creado “a imagen de Dios”, mientras que el Hijo es esplendor de su gloria e imagen de su substancia (Hb 1;3), imagen de Dios (2Cor 4;4), imagen de Dios invisible (Col 1;15)

s/TJ:

Está claro que Adán pagó muy cara la desobediencia a Dios, pues fue condenado a muerte. Aquel pecado le costó la vida humana perfecta con todos sus beneficios (Génesis 3:17-19). Por desgracia, Adán no solo la perdió para él, sino también para sus futuros descendientes. La Palabra de Dios dice: “Por medio de un solo hombre [es decir, Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). En efecto, todos nosotros hemos heredado de Adán el pecado. Por eso, la Biblia explica que Adán nos ha “vendido” junto con él, haciéndonos esclavos del pecado y la muerte (Romanos 7:14). Para Adán y Eva no existía ninguna esperanza, pues ellos habían desobedecido a Dios por voluntad propia. Sin embargo, ¿qué sucedería con sus descendientes, entre ellos nosotros?

Jehová decidió salvar a la humanidad mediante el rescate. ¿En qué consiste un rescate? Básicamente, en dos cosas. En primer lugar, es el precio que se paga para recuperar una cosa o liberar a una persona, como un rehén, por ejemplo. En segundo lugar, en la Biblia, un rescate es el precio que cubre, o paga, el costo de algo, como los daños sufridos por una persona. Por ejemplo, si alguien provocaba un accidente, tenía que pagar la cantidad justa que correspondía al valor de los daños producidos.

Tal como hemos visto, Adán nos causó a todos nosotros una enorme pérdida. ¿Cómo sería posible cubrir el costo de tal pérdida y liberarnos de la esclavitud del pecado  y la muerte? Veamos el rescate que proporcionó Jehová y de qué manera puede beneficiarle a usted.
¿CÓMO PROPORCIONÓ JEHOVÁ EL RESCATE?
Lo que se perdió fue una vida humana perfecta. Por eso, para recuperarla no bastaba con ofrecer la vida de ningún ser humano imperfecto (Salmo 49:7, 8). Se necesitaba un rescate que tuviera un valor equivalente a lo que se había perdido. Así lo señalaba el principio de justicia perfecta que se expone en la Palabra de Dios. De acuerdo con ese principio, había que entregar “alma [...] por alma” (Deuteronomio 19:21). Por lo tanto, ¿qué podría cubrir o pagar el valor del alma, o vida, humana perfecta que Adán perdió? El “rescate correspondiente” que se necesitaba era otra vida humana perfecta (1 Timoteo 2:6).

Análisis:

Pero ¿cómo  podemos a estas  alturas seguir esgrimiendo la  Ley de Talión como base en los planes de Dios?  ¿No es Dios amor?  Pero, ¿no  nos enseñó  Jesucristo que  su Ley  es muy superior a  la de Talión?  (Mt 5;38-48) Si Dios hubiese aplicado a sus planes la Ley de Talión  no nos hubiese  enviado a  su Hijo, porque al hacerlo, Dios que es el ofendido es también el que paga las consecuencias. Si la redención  fue posible es porque Dios, en  un infinito gesto de amor, quiso  que el hombre se salvara, no  aplicando medidas de justicia material,  como era la  Ley de Talión, sino  la sin medida del amor.

Un bofetón dado  a un compañero se "compensa"  con cualquier cosa. El mismo bofetón dado  al alcalde seguramente deberá "compensarse" con unos días de cárcel.  Si el  bofetón se da al rey, los días de cárcel se pueden convertir en meses o años.  ¿O no es más horrendo el hecho que  un hijo mate a  su propio padre que  a otra persona? Lo  más grave  que  un hombre puede  hacer  a  otro hombre  puede "compensarse" incluso con la muerte,  pero, ¿con qué y cómo pagará el  hombre una  ofensa hecha  a Dios?.   En (Ex  21;12-17) podemos leer:  "El que  hiera mortalmente  a  otro será  castigado con  la muerte...  y el  que  maldijere a  su padre (ofensa menor a  una persona de mayor condición), será muerto"  Y es que el problema no está en el ofensor sino en  el ofendido.  Y el ofendido en nuestro caso  era  Dios.   Sólo   un  hombre-Dios  podía  solucionar  este problema.  Y así  se solucionó por el gran amor  de Dios hacia sus criaturas sacrificándose a sí mismo  en la persona del Hijo.  (Flp 2;5-11)

s/TJ:

¿Cómo proporcionó Jehová el rescate? Envió a la Tierra a un ser perfecto, uno de sus hijos espirituales. Pero no envió a cualquiera de ellos, sino al que más amaba: su Hijo unigénito (1 Juan 4:9, 10). Este dejó de buena gana su hogar celestial (Filipenses 2:7). Como vimos en el capítulo anterior, Jehová realizó un milagro al hacer que la vida de su Hijo pasara a la matriz de María. Gracias al espíritu santo de Dios, Jesús nació como ser humano perfecto, libre de la condena del pecado (Lucas 1:35).

¿Cómo es posible que un solo hombre fuera el rescate de muchos, sí, de millones de seres humanos? Pues bien, ¿cómo llegaron todos ellos a ser pecadores? Recuerde que Adán pecó y de este modo perdió una posesión muy valiosa: la vida humana perfecta, una posesión que ya no pudo pasar a sus descendientes. Lo único que pudo transmitirles  fue el pecado y la muerte. Jesús, a quien la Biblia llama “el último Adán”, tenía una vida humana perfecta y nunca pecó (1 Corintios 15:45). En cierto modo, Jesús tomó el lugar de Adán para salvarnos. Obedeció a la perfección a su Padre y sacrificó, o entregó, su vida perfecta. Así pagó el precio necesario para cubrir el pecado de Adán y nos dio una esperanza a sus descendientes (Romanos 5:19; 1 Corintios 15:21, 22).

Análisis:

En verdad, Jesús entregando su vida pago el precio necesario para cubrir el pecado de Adán, pero no porque tomara el lugar de Adán para salvarnos, sino por ser quien era, Hijo de Dios de su misma naturaleza que al hacerse hombre y morir como hombre por nosotros, posibilitó el rescate. Ningún otro hombre, por perfecto que fuere, hubiese podido con su muerte satisfacer al Dios ofendido.

s/TJ:

La Biblia relata en detalle los sufrimientos que soportó Jesús antes de morir. Con gran crueldad, lo azotaron y lo clavaron en un madero de tormento, condenándolo a una muerte horrible (Juan 19:1, 16-18, 30; consulte el apéndice, páginas 204 a 206). ¿Por qué tuvo que sufrir tanto? Como veremos en otro capítulo, Satanás ha puesto en duda que haya un solo ser humano que permanezca fiel a Jehová si se le somete a prueba. Al aguantar fielmente a pesar de aquel terrible sufrimiento, Jesús dio la mejor respuesta posible al desafío de Satanás. Demostró que un hombre perfecto, que tenga libre albedrío, puede ser totalmente fiel a Jehová, sin importar las dificultades que le cause el Diablo. ¡Cuánto tuvo que alegrarse Dios al ver la lealtad de su amado Hijo! (Proverbios 27:11.)

¿Cómo se pagó el rescate? El día 14 del mes judío de nisán del año 33 de nuestra era, Dios permitió que ejecutaran a su Hijo, que era perfecto y, por lo tanto, no tenía pecado. De esta forma, Jesús sacrificó “una vez para siempre” su vida humana perfecta (Hebreos 10:10). Al tercer día de su muerte, Jehová lo resucitó como criatura espiritual. En los cielos, Jesús presentó a su Padre el valor de su vida humana perfecta, la cual había ofrecido en sacrificio para rescatar a los descendientes de Adán (Hebreos 9:24). Jehová aceptó el valor del sacrificio de Jesús, y así aquel  sacrificio sirvió como el rescate necesario para liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado y la muerte (Romanos 3:23, 24).

Análisis:

Ya hemos visto la diferencia abismal entre Adán y Jesús. Adán (y Eva) era un hombre creado, hecho a semejanza e imagen de Dios, sin pecado (pero que podía pecar). Jesús era la encarnación del Hijo de Dios, la imagen del Dios invisible, sin pecado (y sin poder pecar), nació santo.

Jesús no tenía que demostrar nada a nadie y menos a Satanás. Su sacrificio sólo fue necesario para salvar al hombre del pecado (Ef 1;7).

El año que actualmente está más aceptado para la muerte de Jesús es el año 30.

s/TJ:
¿CÓMO PUEDE BENEFICIARLE A USTED EL RESCATE?
Gracias al rescate podemos disfrutar de maravillosas bendiciones a pesar de ser pecadores. Veamos algunos beneficios presentes y futuros del mayor regalo que Dios nos ha hecho.

El perdón de los pecados. Como hemos heredado la imperfección, para nosotros es una verdadera lucha hacer el bien. Todos pecamos, sea con nuestras palabras o con nuestras obras. Pues bien, gracias al sacrificio de Jesús podemos obtener “el perdón de nuestros pecados” (Colosenses 1:13, 14). Sin embargo, para ello debemos arrepentirnos de corazón. También tenemos que pedirle humildemente a Jehová que nos perdone tomando como base nuestra fe en el sacrificio de su Hijo (1 Juan 1:8, 9).

Una conciencia limpia ante Dios. La conciencia culpable nos deja sin esperanza y con el sentimiento de que no valemos nada. Pero gracias al rescate, Jehová nos perdona y tiene la bondad de permitir que, aun siendo imperfectos, lo adoremos con la conciencia limpia (Hebreos 9:13, 14). De este modo, tenemos confianza para hablar con él, o sea, para orarle con toda libertad (Hebreos 4:14-16). Además, al mantener la conciencia limpia, disfrutamos de tranquilidad mental, nos sentimos bien con nosotros mismos y somos más felices.

La esperanza de vivir eternamente en un paraíso terrestre. “El salario que el pecado paga es muerte”, dice Romanos 6:23. Ahora bien, ese mismo versículo añade: “Pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor”. En el capítulo 3 de este libro vimos las bendiciones del Paraíso terrestre que se aproxima (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). Todas esas bendiciones, incluida la de vivir para siempre con salud perfecta, serán posibles porque Jesús murió por nosotros. Para recibirlas, debemos demostrar que agradecemos el regalo del rescate.

Análisis:

Al analizar el contenido del capítulo 3 de “¿Qué enseña realmente la Biblia?” ya demostramos el error de esta doctrina de los TJ sobre vivir eternamente en un paraíso terrestre.

s/TJ:
¿CÓMO PUEDE USTED MOSTRAR SU AGRADECIMIENTO?
¿Por qué debemos estar profundamente agradecidos a Jehová por el rescate? Pues bien, un regalo es más valioso cuando la persona que lo hace ha tenido que sacrificar tiempo, energías o dinero para dárnoslo. Además, nos conmueve porque es una prueba del amor sincero que  nos tiene. Por lo tanto, el rescate es el regalo más valioso de todos, ya que Dios hizo el mayor de los sacrificios. “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito”, dice (Jn 3:16).

El rescate es la prueba más sobresaliente del amor que Jehová nos tiene. También es prueba de cuánto nos ama Jesús, quien estuvo muy dispuesto a entregar la vida por nosotros (Juan 15:13). En efecto, el regalo del rescate debe convencernos de que Jehová y su Hijo nos quieren a cada uno de nosotros (Gálatas 2:20).

Entonces, ¿de qué maneras demostrará usted que agradece el regalo divino del rescate? Para empezar, conozca mejor a Aquel que lo dio, Jehová (Juan 17:3). Puede lograrlo si estudia la Biblia con la ayuda de esta publicación. Cuanto más conozca a Jehová, más lo amará. Y cuanto más lo ame, más deseará complacerlo (1 Juan 5:3).

Tenga fe en el rescate. La Biblia dice respecto a Jesús: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). ¿Cómo podemos ejercer, o demostrar, fe en Jesús? No solo con palabras. Como indica Santiago 2:26, “la fe sin obras está muerta”. En efecto, la fe verdadera se demuestra con obras. Una manera de probar que tenemos fe en Jesús es haciendo lo posible por imitarlo, tanto en lo que decimos como en lo que hacemos (Juan 13:15).

Asista a la celebración anual de la Cena del Señor. La noche del 14 de nisán del año 33, Jesús estableció una celebración especial que la Biblia llama “la cena del Señor” (1 Corintios 11:20; Mateo 26:26-28). También se la conoce como la Conmemoración de la muerte de Cristo. La estableció Jesús para ayudar a sus apóstoles y a todos los cristianos verdaderos a recordar algo importante: al morir, él entregó como rescate su alma, es decir, su vida humana perfecta. Jesús mismo se refirió a esta celebración cuando dio este mandato: “Sigan haciendo esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). La Conmemoración nos recuerda el gran amor que Jehová y Jesús nos han mostrado haciendo posible el rescate. Al asistir a esta celebración anual, también demostramos nuestro agradecimiento por el rescate. *

El rescate es un regalo de incalculable valor que nos hace Jehová (2 Corintios 9:14, 15). De hecho, puede beneficiar incluso a las personas que han muerto, como veremos en los capítulos 6 y 7.

Análisis:


“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito” (Jn 3;16), o sea, a su único hijo engendrado. Por eso el evangelista nos dice que  “Tanto amó Dios al mundo…”. Ese amor pierde prácticamente todo su valor si –como enseñan los TJ- el ser que nos da es un ser creado es “un Hijo” (Hb 1;2)(NM) de los tantos millones que había creado.