s/TJ:
Dos
son las preguntas que en “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág 16”, lanzan los TJ
en relación a la maldad: “¿Por qué existe
la maldad?” y “¿Existirá siempre la maldad?”.
Resumiendo su propia respuesta a la primera pregunta: “¿Por
qué existe la maldad?”, dicen: Dios creó a Adán y Eva a su imagen y
semejanza, o sea, con tendencia a reflejar su amor (Gn 1;27) (Job 34;10). Pero
también los creó con la libertad de decidir. Nuestros primeros padres,
precisamente en uso de esta libertad, no quisieron imitar a Dios y decidieron
obrar mal (Rom 5;12) (Rom 5;19). En ese momento, perdieron la perfección, y cuando tuvieron hijos,
les pasaron la tendencia a hacer el mal (Dt 32;4,5). “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág 16”
Análisis:
Yo,
por mi parte, puedo aceptar la respuesta y los comentarios que ofrecen los TJ a
su primera pregunta, ya que, en efecto, la Escritura muestra las consecuencias
dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la
gracia de la santidad original (Rom 3;23). Tienen miedo del Dios (Gn 3;9-10) de
quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas
(Gn 3;5).
La armonía en la que se
encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el
dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra (Gn
3;7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones (Gn 3;11-13);
sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio (Gn 3;16). La armonía
con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y
hostil (Gn 3;17.19). A causa del hombre, la creación es sometida "a la
servidumbre de la corrupción" (Rom 8;21). Por fin, la consecuencia
explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (Gn 2;17), se realizará:
el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn
3;19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (Rm 5;12).
Todos los hombres estamos
implicados en el pecado de Adán. S. Pablo lo afirma: "Por la
desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores"
(Rom 5;19): "Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y
por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron..." (Rom 5;12). A la universalidad del pecado y de
la muerte, el Apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: "Como
el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así
también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una
justificación que da la vida" (Rom 5;18). S. Pablo, enseña,
pues, que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al
mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán.
Sin embargo, la
transmisión de este pecado es un misterio que no podemos comprender plenamente.
Aunque propio de cada uno, este pecado no tiene, en ningún descendiente
de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y
de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida:
está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al
sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado.
Y es que por el pecado de
los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre,
aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña "la
servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del
diablo" (Hb 2;14). También: (1Jn 5;19)
Las consecuencias del
pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al
mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la
expresión de Juan: "el pecado del mundo" (Jn 1;29).
s/TJ:
La
segunda pregunta que plantean los TJ: “¿Existirá siempre la maldad?”, puede
resumirse de la siguiente manera: Dios quiere que seamos buenos y combatamos
nuestras malas tendencias (Pr 27;11) y para ayudarnos en esta labor que nos
permitirá llegar a ser felices, hemos de seguir su guía e imitar sus
cualidades. Claro –nos dicen los TJ- hoy no podemos imitarlo a la perfección.
¿Será siempre así? – se preguntan los TJ- (Sal 32;8) Dios tolera la maldad a
fin de que todos podamos ver sus tristes resultados. Pero no la tolerará
por siempre (2Pe 3;7-9) –responden con énfasis los TJ-. Pronto la tierra estará
llena de personas buenas y felices que imiten a Dios (Sal 37;9-11). “La Atalaya 1 de Julio de 2015, pág. 16”
Análisis:
Contrariamente
a la respuesta de la primera pregunta, la respuesta a esta segunda me resulta
totalmente inaceptable, a partir, sobre todo, de la aclaración que se nos hace:
“hoy no podemos imitarlo a la perfección”.
¿Qué
dice Jesús a las muchedumbres que le siguen, en (Mt 5;48), como exhortación y
resumen de todo lo que les ha estado enseñando? Les dice: “Vosotros,
pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es
perfecto”. Ahora, no después en un hipotético milenio. Jesucristo nunca
habla de este milenio que los TJ se han inventado. Jesucristo siempre habla del
momento actual, de su momento.
¿Qué
propone Jesucristo que haga el joven rico para alcanzar la Vida eterna cuando
ya éste le ha dicho que está cumpliendo con los mandamientos? Le dice: “Si
quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los
pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme”. Ante esta
respuesta de Jesús e intuyendo sus dificultades, los apóstoles quedan
estupefactos y dicen: “¿Quién, pues, podrá salvarse? Jesús los mira y les
contesta: Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios”. No
se trata, pues, de una manera de vivir que Jesucristo está situando en una
época a siglos y milenios de distancia, sino que la está proponiendo como norma
de vida a quienes le han empezado a seguir y quieren imitarle. Éstos,
lógicamente, necesitarán de la ayuda divina para conseguirlo, ya que por sus
propias fuerzas no lo conseguirán, como queda claro en todas las escrituras
griegas o Nuevo Testamento.
Del
planteamiento final que presentan los TJ en su segunda pregunta, podemos
deducir que hoy no podemos imitar plenamente a Dios porque no somos ni podemos
ser perfectos, por lo que hemos de dejar este tema para mejor ocasión cuando
después del famoso milenio los que queden en pie sí lo sean, cuando la
tierra esté llena de personas buenas y felices.
Jesucristo
nos pide que seamos perfectos ahora, y que lo seamos porque queremos serlo
aceptando la ayuda de Dios. Jesucristo no habla de un nuevo y futuro escenario
en esta misma tierra que durará mil años a lo largo de los cuales iremos
perfeccionándonos. Este escenario solo está en la mente de los TJ. En la Biblia
solo está claro que “a los hombres les está establecido morir una vez y
después de esto el juicio” (Hb 9;27). No hay una nueva prueba para la
humanidad (Rom 2;1-16). Todo ha de quedar claro en esta
vida.
Los
TJ creo que deberían releer, todas las veces que les hiciera falta, los
versículos (2Cor 5;6-10) de su propia biblia TNM: “Por lo tanto siempre
tenemos buen ánimo y sabemos que, mientras tenemos nuestro hogar en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor, porque andamos por fe no por vida. Pero tenemos
buen ánimo y gran satisfacción más bien en ausentarnos del cuerpo y hacer
nuestro hogar con el Señor. Por lo tanto también estamos teniendo como mira
nuestra, sea que tengamos nuestro hogar con él o estemos ausentes de él, ser
aceptos a él. Porque todos nosotros tenemos que ser puestos de manifiesto ante
el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas
hechas por medio del cuerpo, según que las cosas que haya practicado, sea cosa
buena o vil”.
¿Dónde
está el milenio? ¿Dónde se habla de la primera prueba para unos y de la segunda
para otros? ¿Dónde se habla de la prueba definitiva cuando se suelte al diablo
al fin del milenio?
Los
versículos anteriores de 2Cor nos dicen que mientras estamos vivos (“mientras
tenemos nuestro hogar en el cuerpo”), andamos por fe. Pero tenemos buen
ánimo y gran satisfacción en morirnos (“ausentarnos del cuerpo”) para
hacer nuestro hogar en el Señor. Por ello siempre procuramos ser aceptos a él,
porque cada uno de nosotros, cuando nos muramos, nos presentaremos ante el
tribunal de Cristo y recibiremos la retribución por las cosas que hayamos hecho
cuando estábamos vivos (“por las cosas hechas por medio del cuerpo”) Si
las cosas son buenas se nos dice en (Mt 25;46) la “vida eterna” si son
viles “condena o cortamiento eterno”. Cómo he dicho más arriba: “a
los hombres les está establecido morir una vez y después de esto el
juicio” (Hb 9;27). No hay una nueva prueba para la humanidad. La
clase híbrida de “injusto” que contemplan los TJ y que merece una nueva prueba
no existe en la Biblia. Cuando nos presentemos ante el tribunal del Cristo, se
determinará si hemos sido o bueno o malo. No existirá aquel malo que podría ser
bueno si…… ¡La conciencia está para algo! (Rom 2;1-16).
Ver
también (Flp 1;21-26) donde Pablo nos cuenta sus inquietudes entre seguir
viviendo o morir para estar con Cristo, no para esperar muerto el advenimiento
del milenio, sino para gozar ya definitivamente de la vida eterna.
Finalmente,
que los TJ digan que “Dios tolera la maldad a fin de que todos podamos ver
sus tristes resultados”, es porque solo ven la parte medio vacía de la
botella. A lo largo de la historia, grandes pensadores han escrito sobre este
tema con un mayor optimismo: “La gracia inefable de Cristo nos ha dado
bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio” (León Magno);
“Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto
después del pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de
ellos un mayor bien.” (Tomás de Aquino). Al fin y al cabo, es lo que
escribió Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rom
5;20)