¿EN QUÉ CREEN LOS TJ?
s/TJ:
Los Testigos de Jehová creemos que “toda
escritura es inspirada de Dios y provechosa” (2Tim 3;16) Usamos la Biblia para
aprender sobre el Creador, y también como una guía para llevar vidas
significativas. (La Atalaya 1 septiembre 2015 (pág 5) ¿En qué creen?)
Pero, ¿podemos estar seguros de la Palabra de Dios?, ¿podemos confiar en
sus promesas?... Jesucristo, el hombre más sabio que ha andado
en la Tierra, no encontró ninguna razón para poner
en tela de juicio la confiabilidad de la Palabra
escrita de Dios. Creyó lo que ella decía. De hecho,
repetidamente la citó como autoridad,
y, en oración apreciativa a su Padre, confesó: "Tu palabra es
la verdad" (Jn 17;17) ("La Atalaya" de 1.5.64, pág 261)
Análisis:
Ahora mismo puedo escribir un libro en el
que se afirme que es palabra inspirada de Dios, ¿lo será por esto?
También lo afirma el Avesta, y el Corán y tantos y tantos otros libros
sagrados de las demás religiones.
Cuando Jesucristo dijo “Tu
palabra es la verdad” (Jn 17;17) ¿por qué tenía que referirse
a la Palabra precisamente escrita? Realmente los TJ tienen
obsesión por la Palabra escrita, parece que no haya más
manera de comunicarse. No se dan cuenta que la palabra escrita
normalmente antes ha sido hablada y que no todo
lo hablado o hecho, ni mucho menos, ha sido escrito. (Jn 20;30) (Jn
21;25) (Hech 20;35). En este caso concreto, en el mismo capítulo, 17
de Juan, unos versículos antes, Jesucristo dice en oración al Padre:
"Yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos
ahora las recibieron... Yo les he dado tu palabra" y después añade...
"Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad"
(Jn 17;8) (Jn 17; 14) (Jn 17;17). ¿De qué palabra
está diciendo Jesucristo que es verdad? De toda palabra de Dios,
pero en el contexto se refiere a la que concretamente él les ha
comunicado. ¿Y ya estaba entonces escrita está palabra?... Todavía tenían
que pasar muchos años antes no empezaran a circular entre los cristianos
documentos escritos que la contuvieran. Y ya hemos visto que no todo fue
escrito. Así, pues, la interpretación de la Biblia tiene que ser sin prejuicios
y sin apasionamientos y, como los mismos TJ dicen, “sin leer más de lo que
dice”… ni menos, podemos añadir.
Cuando se dice que parte de esta Palabra nos ha
llegado por “tradición”, no debemos entender una serie de doctrinas o preceptos
inventados en el transcurso de los siglos, sino que parte de la Revelación ha llegado hasta nosotros únicamente por
"tradición", o sea de uno a otro a través de los siglos, hasta
nosotros. Además, es evidente, que las enseñanzas que Jesús dio a los
apóstoles durante los dos años que pasó con ellos, no pudieron encerrarse
completamente en un centenar de páginas del NT. Otras verdades reveladas a los
apóstoles han podido transmitirse en primer lugar de viva voz y luego por
tradición oral y escrita a la vez. Ya hemos visto que Juan dice
expresamente al final de su Evangelio que "Jesús hizo otras muchos
milagros en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este
libro" (Jn 20;30) y “que si
se escribiese acerca de ellos alguna vez con todo detalle, supongo que el mundo
mismo no podría contener los rollos escritos” (Jn 21;25) Ver también (Hech
20;35). Así, pues, la tradición no está en contradicción con la Biblia. Al
contrario, puede completarla en ciertas verdades que nos han sido transmitidas,
ayudando a comprender mejor las palabras de Nuestro Señor y de los apóstoles.
Lógicamente, llegó un momento en que la predicación
verbal se hizo insuficiente. Es entonces cuando se empieza a escribir. Parece
que sólo seis de los trece apóstoles escribieron algo. Y aún eso sólo
ocasionalmente casi siempre cartas de circunstancias, para arreglar
determinados asuntos, dar encargos o avisos, etc. Nunca tratados doctrinales
completos. Los mismos Evangelios, no son biografías de Jesús, sino breves
esquemas catequéticos de las narraciones mucho más amplias y comentadas de la
predicación apostólica. Por eso no es de extrañar que los apóstoles remitan a
los fieles no a sus tratados sino a su predicación oral.
Así, pues, Jesús ha revelado todo a sus apóstoles (Jn
15;15) y aún en el caso que el Evangelio lo contuviera todo -que no lo contiene
como ya hemos visto- no podría ser la única norma de fe, ya que un libro puede
ser mal entendido por quien lo lee. Se impone la necesidad de un maestro vivo,
que resuelva dificultades, que enseñe, puesto que ninguno está autorizado para
interpretar a su gusto la Biblia (2Pe 1;20). Aunque la Escritura sea el libro
de la Palabra de Dios, tiene el grandísimo defecto de todos los libros del
mundo, Q sea, que se deja leer, pero no explica, a quien no entiende, ni
corrige a quien entiende mal, como hace un maestro cuando enseña de viva voz.
Dios hubiese demostrado muy poca sabiduría, si nos hubiese impuesto como única
regla de fe, unos libros que contienen pasajes de difícil interpretación,
escritos con aforismos de hace cientos de años y que no pueden comprenderse en
nuestro tiempo si no se posee una recia formación histórica. Existe muchísima
gente que no está preparada para entender las Sagradas Escrituras si no se les
explica debidamente. ¿Y los analfabetos? El 50% de la
población mundial hoy en día no puede -contra su voluntad- conocer la Palabra
de Dios directamente. Además, antes de inventarse la máquina impresora en 1445,
muy poca gente, comprensiblemente, sabía leer. ¿Cómo podía haber mandado Dios
que la única regla de fe, fuera unos libros escritos?
Cuando en las sinagogas se leía la Ley o los Profetas,
había un celador o corrector, el cual estaba muy atento a que los lectores
pronunciasen todas las palabras con suma claridad y distinción, sin dar lugar a
que se omitiesen en ellas ni un solo ápice. Y esta exactitud en el pronunciar
la fueron conservando de unos a otros por tradición, y fue también el principal
fundamento para fijar después la lectura por medio de los puntos o vocales que
se añadieron. Todo lo cual demuestra la grandísima vigilancia con que atendían
a que se conservase el texto sagrado en toda su integridad. Se tiene que
aceptar, por otra parte, que al menos los primeros cristianos creían en libros
y en tradición, pues Cristo murió en el año 33 y el primer evangelio no se
escribió hasta el año 50 aproximadamente. ¿Quién dijo y cuándo lo dijo que de
creer en libros y en palabras se tenía que pasar a creer en libros
solamente?
La tradición no puede contradecir a la Biblia porque
la propia Biblia ha surgido de la tradición que ha aceptado su contenido. Pero
la tradición, además, nos ha hecho llegar otros hechos y palabras no escritas
en la Biblia, que de alguna manera completan alguna de las verdades que
quedaron apuntadas en las páginas sagradas.
Los apóstoles transmitían sus enseñanzas de viva voz
(2Jn 12,13) (3Jn 14). Es típico el caso de Pablo -el que más escribió sin duda
y el que más doctrina dio en sus escritos a pesar de ser cartas ocasionales-
que remite constantemente a su predicación oral, o lo más, a una carta anterior
en que la recuerda. Por ejemplo: Pablo escribe a los tesalonicenses: "Guardad
firmemente las tradiciones que aprendisteis ya sea de viva voz ya sea por carta
nuestra" (2Tes 2;15); y a los gálatas: "Si un ángel bajado del
cielo os anuncia un Evangelio fuera del que os hemos predicado, sea
anatema" (Gl 1;8-9). Y podríamos añadir muchos pasajes más: (2Tes
2;3) (1Tes 2;13) (Rm 10;10-17) (1Cor 1;17) (1Cor 11;2) (1Cor 15;1-14) (1Cor
9;16) (1Tim 1;11) (Hech 2;32) (Hech 3;15) (Hech 4;18-20) (Hech 5;32) (Hech
10;39-42) (Hech 13;31) (Hech 26;16-18). Para Pablo, en definitiva, el Evangelio
designa siempre un Evangelio predicado, no escrito. Por otro lado, Pablo
escribe a los gálatas hacia el año 50 o 53 y los primeros evangelios escritos
datan del 55 o 60. De hecho, en todos los escritos cristianos del siglo I y
principios del siglo II, la palabra Evangelio significa siempre la proclamación
oral del mensaje de salvación. El primer ejemplo en que se designa con ella un
escrito data de Justino, hacia el año 150.
Pero incluso cuando se suscita una cuestión doctrinal
o de forma de vivir las enseñanzas, se nos dice en (Mt 18;15-17) y (Hech 15;1 y
ss) que el juez supremo no es la Biblia, sino la Iglesia (Congregación). En
(Hech 20;35) Pablo dice que Cristo enseñó lo siguiente: "Mejor es dar
que recibir". Pero este dicho no se halla en ninguno de los
evangelios. Luego Pablo no lo pudo conocer sino por tradición oral. Y ha
quedado en la Sagrada Escritura como algo inspirado por el Espíritu Santo...
Así, pues, podríamos concluir diciendo que de hecho tres
son las fuentes en las que podemos encontrar la Palabra de Dios: La Tradición, la
Biblia y el magisterio de los apóstoles y de sus sucesores bajo la inspiración
continua del Espíritu Santo y que se ha ido recopilando a lo largo de los
siglos.
s/TJ:
Las Escrituras
dicen: “Que la gente sepa que tú, cuyo
nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo
83:18). Es por eso que adoramos únicamente a Jehová Dios. Además, nos
esforzamos por dar a conocer su nombre ya que somos sus testigos (Isaías
43:10-12) (La Atalaya 1 septiembre 2015 (pág 5) ¿En qué creen?)
Análisis:
Digamos, en primer
lugar, que para los TJ el nombre de Dios es Jehová. Pues bien, Jesucristo
no emplea el nombre de Jehová en ningún momento de su ministerio porque así lo
atestiguan los Evangelios y a pesar de que los TJ nos digan: “Jesús dio
a conocer el nombre de Dios empleándolo en su ministerio” (La Atalaya
1/3/2019, pag 3-9).
¿Y cómo prefiere Dios que se le llame? Los
propios textos de los Evangelios nos lo dicen: “Cuando oréis, decid:
Padre..." (Lc 11;2); "Vuestro Padre sabe muy bien
lo que necesitáis... Así pues, orad de esta manera: Padre
nuestro... " (Mt 6;8-9). ¿Es que cuando un hijo se
dirige a su padre es más adecuado que le llama Ramón o Juan o
Pedro, en vez de ¡Padre!? ¿Es que un hijo por el hecho de llamar ¡Padre!
a su padre natural no se siente cerca de él? ¿Acaso un niño, aunque
sepa cómo se llama su padre o su madre,
cuando se encuentra delante de cualquier peligro no le
sale de su corazón: ¡mamá!, ¡papá!?
El apóstol Pablo dice que los cristianos
al tener el espíritu de Dios claman: "Abba Padre", no
claman Jehová o Yahweh. (Rm 8;15) (Gl 4;6). El propio
Jesús unas horas antes de ser ajusticiado, estaba en el
huerto de Getsemaní y oró clamando a su
Padre diciendo: "Abba Padre, todas las cosas te son posible;
remueve de mí esta copa" (Mc 14;36). Y bien, ¿qué significa
la palabra "abba"? Lo más entrañable y cariñoso de
un hijo hacia su progenitor. Proviene del arameo
y encierra el sentido de "papá"; algo muy apropiado para
dirigirse a Dios.
Pero es que para rematar el tema podríamos
preguntarnos ¿Qué pronunciación consideran los TJ como más correcta? En
la página 25 del prefacio de la Traducción del Nuevo Mundo de las
Escrituras Griegas Cristianas en inglés, publicada por la Sociedad
Watch Tower Bible and Tract en 1950, los
traductores declararon que se inclinaban a "considerar
la pronunciación 'Yahweh' como la manera más correcta". ("La
Atalaya" de 1.12.64, pág 711) Ver también (Usted puede vivir… pág 43 y 44).
Por otra parte reconocen que “Toda persona desea no solamente
que su nombre sea tratado con el debido respeto, sino también, que se pronuncie
correctamente” (“Santificado sea tu nombre”, pág 15)
Así, pues, los TJ dan a conocer una
pronunciación del nombre de Dios que saben sobradamente que es falso y
además se empeñan en que Jesucristo lo utilizaba en su ministerio cuando éste
el único nombre que empleo fue el de Padre. Los Evangelios son el único
testimonio de ello y es fácil comprobarlo.
s/TJ:
Somos cristianos y
creemos que Jesús es “el Hijo de Dios”,
que vino a la Tierra y llegó a ser el Mesías (Juan 1:34, 41; 4:25, 26). Tras su
muerte, Jesús fue resucitado y regresó al cielo (1 Corintios 15:3, 4). (La Atalaya 1 septiembre 2015 (pág 5) ¿En
qué creen?)
Análisis:
Aquí sí. Los TJ
confiesan abiertamente ser cristianos: “Somos
cristianos” ¿Pero cómo pueden decir los TJ que creen “en Jesús como el Hijo de Dios, que vino a la Tierra y que regresó al
cielo después de su muerte y resurrección”? De hecho, los TJ aseguran que el Hijo de Dios es un ser espiritual creado,
o sea, que apareció de la nada. Por tanto, sin un ápice de naturaleza divina, ya
que no fue generado particularmente por Dios Padre, sino puramente creado como después lo serían
millones de otros espíritus. Fue el primero, eso sí, pero creado, no engendrado.
Por otra parte,
los TJ nos dicen que fue uno de los tantos hijos de la región de los espíritus
de la “mujer” celestial de Dios quien se “prestó”
a dar vida a Jesús. Éste ser espiritual fue el arcángel Miguel, que resultó ser ese primer
espíritu creado por Dios y cuya fuerza de vida fue transferida al óvulo de
María para que naciera un ser "totalmente humano desde su nacimiento hasta su muerte” y que fue llamado Jesús. Miguel, por tanto, totalmente
espíritu, desaparece del cielo y da paso a Jesús, totalmente humano, aquí en la
tierra. Si Jesús fue totalmente humano y no tenía ni rastro del espíritu del
que provenía, ¿cómo pudo decir “antes de
Abraham era yo” (Jn 8;58)? o ¿Cómo
pueden decir los TJ que “Jesús dejó gustosamente su gloria celestial para
descender a la Tierra y vivir entre seres humanos pecadores”? Y Jesús muere y resucita ¿Cómo pueden decir los TJ que por su resurrección Dios
permitió a Jesucristo regresar al cielo? ¡Pero si Jesucristo no
estuvo nunca en el cielo! Si acaso Miguel ¡Pero si Miguel había desaparecido! Todo es una sarta de despropósitos que no tiene ni pies ni
cabeza. ¿Quién subió al cielo y está sentado a la
diestra del Padre esperando el día del juicio? ¿Miguel? ¿Jesús? Si es Miguel
¿Dónde está Jesús? Y si es Jesús ¿dónde está Miguel?. El pensamiento de los TJ sobre
este tema se contiene en (La Atalaya
1.9.92, pág 10) (La Atalaya 15.6.65, pág 359)
("La Atalaya" de 15.1.92, pág 21) ("El
propósito eterno de Dios va triunfando ahora", pág 136 y ss) y
en tantos otros libros y revistas.
s/TJ:
Tiempo después fue
nombrado Rey del Reino de Dios (Ap 11;15). Ese Reino es
un gobierno que ya existe y que hará que la Tierra vuelva a ser un paraíso
(Daniel 2:44). “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán
su deleite exquisito en la abundancia de paz”, promete la Biblia (Salmo 37:11,
29) (La Atalaya 1
septiembre 2015 (pág 5) ¿En qué creen?)
Análisis:
El “Tiempo después” nos lleva nada menos que a 1914,
año en el que los TJ esperaban que empezara el Juicio de Dios en un nuevo mundo
aquí en la tierra. Pero al ver que no ocurría nada de lo previsto, propusieron
otros acontecimientos y el escenario fue totalmente cambiado. Lógicamente, si
hubiese ocurrido lo previsto, cada uno de los humanos lo hubiese experimentado
en sí mismo. Pero al no ocurrir nada, tuvieron que hacer un esfuerzo de
imaginación y, finalmente, la cosa quedó de la siguiente manera: En 1914 tuvo
lugar el Fin del tiempo señalado de las naciones o Tiempo de los gentiles y el
inicio del Tiempo del fin o Últimos días. Jesús fue nombrado rey y tomó las
riendas del Reino de Dios empezando, de un modo invisible, a reinar, que no a
juzgar. El diablo, que hasta este momento tenía su hogar en el cielo (¿?) es
arrojado a la tierra iniciándose los “dolores de angustia”. Finalmente, en 1914
se inicia la primera resurrección, o sea, la que corresponde a los 144.000
cristianos ungidos que se prolongará hasta el Día del Juicio de Mil Años. Los TJ señalan expresamente que el Reino de Dios hará
que la Tierra vuelva a ser un paraíso.