ACONTECIMIENTOS PREVIOS A LA CREACIÓN
Hubo un tiempo en el cual Dios estuvo completamente solo (Is 42;5) (Ef
3;9). No existía creación. Durante
todo ese pasado eterno antes de la creación Dios pudo deleitarse consigo mismo.
(“El propósito eterno de Dios va triunfando ahora”, pág 26) (“Ud puede vivir…”, pág 37)
Puesto que el cuerpo
espiritual de Dios es invisible al hombre (“Usted
puede vivir…” pág 58), debe tener un lugar donde viva. Y así, la Biblia nos
dice que Dios vive en los “cielos espirituales” (“La Atalaya, 1/8/2011”, pág
27)
Análisis:
Análisis:
Se encuentren donde se encuentren los “cielos espirituales” que nos
proponen los TJ para la morada de Dios, han de constituir algún lugar creado
por Dios y por lo tanto, anterior a la creación que nos explica la Biblia, lo
que estaría en contradicción con la propia expresión de los TJ que asegura “no
existía creación” mientras Dios estaba completamente solo.
s/TJ:
Llegó el tiempo cuando Dios se propuso hacerse Padre. Eso no quiso decir
llegar a ser el Creador de cosas sin vida, cosas desprovistas de inteligencia.
Significó dar existencia a inteligencias vivientes, a hijos que tuvieran algún
parecido a él como Padre de ellos. ¿Qué clase de hijos se propuso producir
primero? No hijos humanos, porque en ese caso hubiera tenido que producir
primero un globo terráqueo sobre el cual pudieran vivir. Razonablemente, Dios
produciría hijos que, como Él mismo, fueran celestiales, espíritus tal como Él
es espíritu. (“El propósito eterno de
Dios…”, pág 26) Así
se crea a los querubines, a los ángeles y a los serafines. La cantidad de todos
estos celestiales “hijos de Dios”, llega a millones. Ya hemos dicho que es
invisible al ser humano la región donde viven los espíritus, o sea, donde viven
Dios, su Hijo primogénito, los querubines, los ángeles y los serafines. (“Qué
enseña realmente la Biblia”, pág 87)
Análisis:
En este caso, siguiendo la doctrina de los TJ, Dios no tuvo que producir
primero el lugar donde tendrían que vivir los espíritus, porque este lugar,
como hemos visto anteriormente, ya estaba creado. Sigue, pues, en pie, el problema
del momento de su creación, ya que el arcángel Miguel que, como luego veremos, es
el elegido para ser el Hijo de Dios, perdería su primacía o primogenitura en el
ranking de la creación si no fuera la primera cosa creada.
s/TJ:
El Génesis se abre con esta sencilla y
poderosa declaración: “En el principio
Dios creó los cielos y la tierra” (Gn 1;1). Algunos eruditos coinciden en
que aquí se describe una acción distinta de la actividad que tuvo lugar en los
días creativos mencionados a partir del versículo 3. Las palabras de
apertura de la Biblia son de gran trascendencia, pues indican que el universo,
incluida la Tierra, ya había existido por una cantidad indefinida de tiempo antes de que comenzaran
los días creativos.
Los geólogos calculan la edad de la Tierra en cuatro mil
millones de años, y los astrónomos estiman la del universo en quince mil millones.
¿Contradicen estas cifras, o los nuevos cálculos que puedan venir en el futuro,
las palabras de (Gn 1;1)? No, pues la
Biblia no precisa la edad real de “los cielos y la tierra”. Así que la
ciencia no desmiente el texto bíblico
(“Obra de un creador”, pág 24,25).
Análisis:
Las palabras de apertura de la Biblia son de gran trascendencia, pues según
los TJ, indican que el universo, incluida la Tierra, ya había existido por una
cantidad indefinida de tiempo antes de que comenzaran los “días creativos”.
Y es que los TJ no aceptan que la frase inicial de la Biblia: “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra”, expresa, en resumen, toda la
obra creadora de Dios que se detalla a continuación. No se dan cuenta los TJ
que además de ser la interpretación que pide el contexto lo dice muy claro el
Éxodo: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la Tierra, el mar y
todo lo que hay en ellos” (Ex 20;11) (Ex 31;17) No se trata, pues, de dos
actuaciones o momentos diferentes. Hay un solo principio y en este se crearon, con
todo detalle, los cielos y la Tierra.
s/TJ:
Hace cuarenta y dos mil años, se iniciaron
los “Seis días creativos” (6 días x 7.000 años) (Gn 1;3ss), o sea, la
preparación del planeta tierra, ya existente como hogar de la humanidad, y
colocación de vida sobre ella. (“Vida eterna en libertad de los hijos de Dios”,
cap. 1)
Análisis:
Esta cronología ha tenido que desestimarse porque el año
1975 tenía que marcar el fin del sexto día de mil años de la existencia del hombre,
pero es evidente que, a este respecto, este año ha pasado sin pena ni gloria. Hoy
en día, los TJ nos explican que contrario al pensamiento de algunos fundamentalistas,
Génesis no enseña que el universo -incluidos la tierra y todos los seres vivos
que la pueblan- fue creado en un espacio breve de tiempo en un pasado no muy
lejano. Al contrario, diversos aspectos de la descripción que allí se da sobre
la creación del universo y la aparición de la vida en el planeta armonizan con
los últimos descubrimientos científicos.
s/TJ:
¿Fueron los días creativos
períodos de veinticuatro horas? Hay quienes afirman que como Moisés —el
escritor de Génesis— relacionó el día de descanso que siguió a los seis días
creativos con el sábado semanal, cada uno debió durar veinticuatro horas literales
(Ex 20;11). ¿Avalan las palabras de Génesis esta conclusión?
No. El caso es que la
palabra hebrea que se traduce “día” puede designar espacios de tiempo de
diversa duración, no solo de veinticuatro horas. Por ejemplo, al resumir
la obra creativa de Dios, Moisés englobó los seis días de la creación en uno
solo (Gn 2;4). Por otra parte, el primer “día” creativo, “Dios empezó a llamar
a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche” (Gn 1;5). Aquí, el término “día”
se aplica a una fracción del período de veinticuatro horas. Queda claro, pues,
que la hipótesis de que cada día creativo duró veinticuatro horas es arbitraria
y carece de fundamento bíblico.
Entonces, ¿cuánto duraron los
días creativos? Aunque la Biblia no lo especifica, la redacción de los capítulos 1 y 2 de Génesis indica que se trató de extensos períodos de tiempo.
Posteriormente, Dios se propuso llegar
a ser padre de hijos de una nueva naturaleza. Esto significaba que no serían de
naturaleza de espíritus, que no serían de naturaleza celestial. Su naturaleza
sería de carne y sangre, o naturaleza humana.
Primero, sin embargo, Dios tenía que
suministrar los materiales con los cuales crear a esta familia de la naturaleza
humana y también un lugar apropiado en el cual viviera y que ocupara esta
familia humana. Con esto como mira, Dios creó la tierra, un planeta que
pertenece al sistema solar que es parte de la gran galaxia de estrellas ahora
conocida como la Vía Láctea.
En este punto abre la
Biblia su maravillosa historia, diciendo: “En [el] principio creó Dios los
cielos y la tierra” (Gn 1;1) Con cuidado amoroso, Dios preparó las condiciones
y el medio para sus habitantes humanos durante el transcurso de seis períodos
de creación, que él mismo llamó días.
Análisis:
Si las primeras palabras de la Biblia:
“En el principio creo Dios…” no se
refieren a un principio absoluto, sino que se refieren sólo a la creación
efectuada por Dios a partir del momento en que crea la tierra y su contenido, o
sea, millones y millones de años después de que Dios creara los “cielos
espirituales”, a su Hijo y a millones de otros seres espirituales, quiere decir
que toda esta creación es anterior a la que narra la Biblia y que por lo tanto
no tiene nada que ver con la creación que la Biblia explica y contiene. ¿Cómo pueden los TJ considerar al
arcángel Miguel primogénito de la creación que cuenta la Biblia, si no forma
parte de ella, e incluso no fue la primera creación de Dios ya que los “cielos espirituales”
-según su propia doctrina- fueron creados con anterioridad? Para ser el
primogénito -primera creación- de todas las cosas creadas que explica la
Biblia, su creación debería formar parte ineludiblemente de ella y ser la
primera. Por esto, los TJ, en su esfuerzo para hacer más entendible su
doctrina, traducen en varios lugares de su Biblia, no sólo en (Col 1;13-15), la
expresión “todas las cosas” por la de
“todas las otras cosas”, expresión
que no figura en la Biblia pero que les ayuda a unir al Hijo a la creación que
explica la Biblia como si formara parte de ella. Esta traducción, que es la que
les interesa a los TJ, trastoca todo el contenido bíblico sobre la personalidad
del Hijo de Dios que de ninguna manera se presenta en la Biblia como una
creación de Dios sino como su único Hijo (unigénito) engendrado y por tanto de
su propia naturaleza.
Para el fin del sexto período de
creación las cosas habían sido preparadas sobre la Tierra y alrededor de ella y
el Padre celestial iba a pasar a dar comienzo a la familia humana. Entonces fue
que anunció lo que sería la culminación de su obra de creación terrestre: “Hagamos
un hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza…” (NM) (Gn 1;26-31) (Gn
2;7-9)