PRÓJIMO. BUEN SAMARITANO
Los testigos de Jehová nos dicen que el mensaje bíblico que predican beneficia a la comunidad. Por
ejemplo, ha ayudado a muchas personas a librarse de la adicción al alcohol y
las drogas. Además, imparten clases de alfabetización por todo el mundo y,
gracias a ello, millones han aprendido a leer y escribir. También socorren a
las víctimas de desastres naturales y brindamos ayuda práctica a Testigos y a
otras personas. Además, les ofrecen el consuelo y el apoyo emocional que tanto
necesitan en los momentos difíciles (¡Despertad! 2016/1, pág 7).
Al contrario de lo que nos dicen los TJ, el mensaje bíblico que predican no puede beneficiar a nadie ya que están esparciendo por el mundo una idea falsa de Dios, de Jesucristo y de la fe en general. Por otra parte, su idea de prójimo deja mucho que desear.
“Ciertamente -razonan los TJ en (La Atalaya de estudio de fecha 15 de noviembre de 2015, pág 21 y 22)-, usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a menos que hable con él. Y especialmente usted se interesará en averiguar si conoce a Dios, porque si no lo conoce, entonces la acción como buen prójimo es familiarizarlo con Dios y con sus propósitos amorosos. De modo que hay necesidad de aprovecharse de toda oportunidad para compartir su fe con otros, para que ellos también reciban las bendiciones de Dios”.
Vemos,
pues, que los TJ nos dicen que hemos de seleccionar las personas con las que de
alguna manera vamos a ser su prójimo. "¿De quién está usted
anuente a hacerse prójimo?" -nos dicen que hemos de preguntarnos-o
dicho de una manera más entendedora, ¿Con quién consiente usted a
hacerse prójimo? Esto quiere decir que con algunos mejor no ser
su prójimo… Por otra parte, nos enseñan: "Ciertamente usted no
puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a menos que
hable con él..." O sea, que si no llega a conocerlo tampoco puede
hacerse su prójimo. Y, finalmente, una vez ha decidido consentir en ser el
prójimo de alguien lo será para compartir con él sus conocimientos de religión.
Creo, sinceramente, que la enseñanza de los TJ con relación a este tema no
tiene nada que ver con la que Cristo nos enseñó por medio de la “parábola del
buen samaritano”.
¿Acaso
el buen samaritano entró en consideraciones religiosas, intelectuales o
políticas cuando vio al "hombre" malherido en el suelo,
preguntándose si sería judío, o samaritano, o un sacerdote, o rico, o pobre, si
lo conocía o no lo conocía? ¿Esperó entonces el buen samaritano a hablar con él para
ver si realmente reconocería la ayuda que se le iba a prestar o a preguntarle
si creía en Jehová o en Cristo, o alguna otra cosa por el estilo? Pero ¿no nos juzgará Cristo por todo esto,
antes de concedernos la vida eterna? ¿No nos preguntará si hemos sido buenos
samaritanos a lo largo de nuestra vida? (Mt 5; 43-48)