Los testigos de Jehová nos aseguran que siguen este consejo
bíblico: “Respeten a todo el mundo” (1 Pedro 2:17). En efecto: “respetamos a
todos, sin importar cuáles sean sus creencias religiosas. Aunque en algunos países
hay cientos de miles de Testigos, no presionamos a los políticos o legisladores
para que restrinjan o proscriban a otros grupos religiosos. Tampoco hemos
emprendido campañas para que se promulguen leyes que impongan nuestros
principios y valores a los demás. Agradecemos que se nos trate con respeto y
nos esforzamos por tratar al prójimo con respeto también (Mateo 7:12)” (¡Despertad!
enero/2016, pág 7).
Yo diría que la práctica de los TJ con sus interlocutores es variable según sea la respuesta que reciban a sus interpelaciones. Es realmente atenta cuando contactan con alguna persona que no conocen e inician con ella sus primeros escarceos. Cuando la fluidez de la conversación se atasca porque empiezan las preguntas, ya las caras no son tan sonrientes y se tensan las facciones. Si la conversación se prolonga incluso en nuevas entrevistas sin sacar un resultado positivo a los intereses de los TJ, empiezan a escucharse expresiones como: “falta de interés”, “ganas de embrollar las cosas”, “pérdida de tiempo”, “buscar tres pies al gato” etc.
Yo diría que la práctica de los TJ con sus interlocutores es variable según sea la respuesta que reciban a sus interpelaciones. Es realmente atenta cuando contactan con alguna persona que no conocen e inician con ella sus primeros escarceos. Cuando la fluidez de la conversación se atasca porque empiezan las preguntas, ya las caras no son tan sonrientes y se tensan las facciones. Si la conversación se prolonga incluso en nuevas entrevistas sin sacar un resultado positivo a los intereses de los TJ, empiezan a escucharse expresiones como: “falta de interés”, “ganas de embrollar las cosas”, “pérdida de tiempo”, “buscar tres pies al gato” etc.
Y los
TJ acaban en el mejor de los casos despidiéndose o desapareciendo de la
circulación sin más. En una ocasión, hace unos años, se me ocurrió decirle a un
TJ que, puesto que éramos hijos de un mismo padre, él y yo podíamos
considerarnos hermanos. Me espetó un; “¡Nosotros no podemos ser
hermanos porque no tenemos una misma fe!” Me quedé de una pieza.
Por
otra parte, cualquiera que no sea TJ debe estar dispuesto a dar razón de su fe.
Pero el TJ, no da razón de la suya y además no tiene tiempo que perder ni para
defenderla, ni para escuchar la razón del interlocutor pues su tiempo está
dedicado totalmente a conseguir nuevos adeptos ¡¡debido a la urgencia del
momento!! Sus explicaciones se deben aceptar sin rodeos porque ellos, y
solo ellos, son portadores de la verdad. Quien no la acepta es un impío cuyo
destino es la destrucción en el Armagedón.
¿Cómo puede aceptarse que los TJ, habiendo
iniciado sus actividades no antes de finales del siglo XIX, sean los encargados
por el Hijo de Dios de la misión de dar a conocer a todas las gentes (Mt 28;18-20),
no solo el contenido de la Biblia, sino también todo lo que el Espíritu Santo haya
tenido a bien comunicarnos a lo largo de los siglos? ¿Cuáles son sus
credenciales? ¿Cuáles han sido sus eventos que nos puedan fijar su evolución a
lo largo de la historia?