s/TJ:
¿Le gustaría vivir en un mundo sin guerras, violencia
ni protestas?
¿Desearía que no hubiera enfermedades, sufrimiento ni muerte?
¿Quisiera dejar de tener preocupaciones y ya no sentir ansiedad?
¿Se imagina vivir sin miedo a que ocurra un desastre natural?
Esto no es un sueño.
El Creador de nuestro hermoso planeta es un Dios de amor, y nos ha
prometido que podremos vivir felices y en paz para siempre”. (“La Atalaya Núm
3, 2020”)
Análisis:
Es verdad. La promesa que nos ha dado Jesucristo es que,
después de la muerte recibimos un juicio que nos situará de inmediato o ante el
camino del cielo o ante el camino del infierno. Insisto: ¡de inmediato! (Hb
9;27) (Rom 2;1-16) (Mt 25;31-46). Nuestras posibilidades de decisión en la
tierra se habrán agotado. La cosa es muy simple. ¡O he amado o no he amado
durante mi vida!
Pero los TJ nos enseñan erróneamente que
quien sigue su doctrina en
esta vida, al morir será enterrado y su
tumba pasará a considerarse “tumba conmemorativa”. Debido a ello, siguen
enseñando los TJ, Dios le resucitará en su momento para vivir de nuevo en la
Tierra con todos los demás justos y con los injustos que también resucitarán.
En principio, estará en la Tierra durante el tiempo que falte para concluir los
mil años que en todo caso durará el Día del Señor o Día del juicio. ¡Mil años! Durante
este tiempo, al no estar en estado de perfección, deberá mantenerse sin
desfallecer, en la doctrina recibida.
En esta doctrina se explica que,
inmediatamente después del Armagedón y antes de iniciar el periodo de los mil
años, Satanás y sus demonios serán encadenados y arrojados al abismo que permanecerá
cerrado y sellado para que de ninguna manera pueda Satanás extraviar a lo largo
de estos años a quienes hayan sido merecedores de resurrección.
Por ello, los TJ nos aseguran que, después
de la resurrección y del juicio, seguiremos en la Tierra, pero en ella ya no habrá
más guerras, violencia ni protestas. No habrá ni enfermedades, ni sufrimiento
ni muerte. Dejaremos de tener preocupaciones, ya no sentiremos ansiedad y
viviremos sin miedo a un desastre natural. Parece realmente que este debiera ser
el ambiente que se generase en la Tierra durante este largo período.
Pero la Biblia contradice estas palabras
situando la doctrina de los TJ en una difícil encrucijada. ¿Qué harán y dónde
están en este panorama paradisíaco que nos presentan los TJ, las personas a las
que se les juzgará dignas de "una resurrección de juicio"
porque van a practicar “cosas malas y viles" durante el Día
del Juicio? Los propios TJ reconocen que será tal el desafuero de algunas
de estas personas que incluso será necesario eliminarlas antes de que acabe ese
Día. ("Usted puede vivir...", pág 180). Y es
lógico que el desafuero de estos sea en detrimento de la felicidad de otros.
También nos
dicen los TJ: “¡Imagínese disfrutar de una vida así junto a sus seres
queridos!” (“La Atalaya” 1 de agosto de 2015, pág 6) “en aquel tiempo,
en vez de anuncios de muertes, habrá gozosos informes de los que habrán sido
resucitados. ¡Qué maravilloso será dar la bienvenida de entre los muertos a
padres, madres, hijos y otras personas amadas que ahora están en el sepulcro!
("Usted puede vivir...”, el pág 165) ¿Y si sus seres queridos no han alcanzado
la vida eterna? ¿Y si su marido, o su mujer, o sus hijos, o sus padres no han
podido superar tantos años de pruebas y no pueden así completar realmente los
bucólicos dibujos con los que llenan sus revistas?
También se nos dice que “la vida de los animales que son inferiores
al hombre es de menor valor que la vida del hombre. El Creador no hizo a estos
animales para que vivieran para siempre” (2Pe 2;12) ('Usted puede
sobrevivir...' pág 33). Ante los sentimientos humanos, a medida que los
animales vayan muriendo a lo largo de los mil años causarán pena y dolor, lo
que está en contra de la felicidad absoluta que debería reinar. ¿O es que las
personas ya no tendrán sentimientos?
Si, por otra parte, “no habrá más muerte”, ¿cómo debemos entender
(Is 65;20): “Ya no llegará a haber de aquel lugar un niño de pecho de unos
cuantos días de edad, ni un anciano que no cumpla sus días; porque uno morirá como
mero muchacho, aunque cuente con cien años de edad; y en cuanto al pecador,
aunque cuente con cien años de edad se invocará el mal contra él” (NM)
“No habrá allí niño que muera de pocos días, ni viejo que no cumpla
los suyos. Queda claro que en la “Nueva
Tierra” ¡También se morirá!... porque “morir a los cien años será
morir niño” y “no llegar a los cien años será tenido por maldición”
(NC).
Y ¿cómo debe interpretarse la prueba última cuando Satanás será soltado con
sus demonios por un “poco de tiempo” para que tienten a quienes hayan
conseguido superar la prueba de los mil años? ¿Realmente no serán superados por
la ansiedad al recibir el embate, dado el resultado del mismo que la Biblia nos
proporciona y que se refiere a que cantidades de personas como “la arena del
mar” serán apartados de servir a Jehová?
Los TJ me prometen una nueva tierra que durante, no 80 o 90 años, sino
durante ¡mil años! se presenta como un paraíso donde nunca más volverá a haber
desastres, dolor, muerte, todo será felicidad, amor, buena comida, paisajes
lindos, pero que, en realidad, si escarbamos un poco en sus propuestas,
descubrimos que, aunque el diablo estará encadenado, la muerte, el pecado, las
cosas malas y viles, seguirán incomprensiblemente incrustadas en las relaciones
humanas ¡mil años!. Y después, la estocada final con la suelta de Satanás. ¡Realmente
llegar a la Vida eterna resulta un verdadero calvario para el testigo de Jehová!
¡Prefiero seguir a Jesucristo, sí, al Jesucristo de toda la vida del que se
habla en todo el mundo! ¡Al Jesucristo de la Biblia que es palabra de Dios! ¡A
Jesucristo el Hijo de Dios, “por el que sin Él ni siquiera una sola cosa
vino a existir” (Jn 1;3), no al dios Jesucristo de la Watchtower “por el
que por medio de él todas las demás cosas fueron creadas” (Col 1;16)!