viernes, 3 de diciembre de 2021

LA BIBLIA Y LA VERDAD DE LA WATCH TOWER.

LA BIBLIA Y LA VERDAD DE LA WATCH TOWER.

He leído en JW.org la historia de un tal Tom. Está comentada por el propio Tom en un vídeo titulado “La religión me decepcionó” formando parte de una serie denominada “La Biblia les cambió la vida”.

Subrayo con letra cursiva y negrilla y comento a continuación algunas de las frases de este vídeo:

Antes de ser testigo de Jehová, Tom, como profesor, se consideraba satisfecho si al terminar la clase había logrado que sus estudiantes “aprendieran a pensar por sí mismos en vez de aceptar sin más todo lo que se les decía”.

Supongo que Tom ahora, como testigo de Jehová, ya no debe sentir esta misma satisfacción porque los testigos no pueden pensar por sí mimos, no solo en temas que se contienen en la Biblia sino incluso en temas varios, por ejemplo, de historia, de arqueología, política, etc. Cualquier conclusión a la que un testigo pueda llegar con relación a un tema incluso no estrictamente bíblico pero que de alguna manera contradiga, ya no digo el texto de la Biblia, sino la interpretación que de este texto efectúe la Watch Tower, tiene que olvidarse de dicha conclusión y aceptar a pie juntillas la interpretación que acepte la organización. Esta, sin duda, la tendrá publicada, digamos oficialmente, en alguno de sus libros o revistas donde constará como una especie de dogma indiscutible.

Si, por ejemplo, como ha sido así, la Watch Tower interpretando a su manera diversos textos de la Biblia llega a la conclusión de que Jerusalén fue destruida por las hordas babilónicas en el año 607 aC, es inútil que un testigo de Jehová quiera demostrar a su organización que los historiadores actuales y los de hace algún siglo tienen muy claro y demostrado que este evento ocurrió en el año 586 aC. El testigo debe defender, a capa y espada, que Jerusalén fue arrasada en 607 aC sin un atisbo de duda a no ser que quiera tener problemas graves con la organización Jehovita.  

No soportaba las organizaciones que mienten a la gente

Pues Tom ha caído en un mal sitio si sigue con este sentimiento, porque los TJ son especialistas en fijar una creencia en un año y cambiarla totalmente al año siguiente o unos pocos después. ¿Alguna vez se han disculpado? Pocas, pero alguna. Pero esta no es la solución, porque como dice Tom en la siguiente frase: Me encanta lo que dice la Biblia, aprendo cada día, y confío en lo que aprendo porque sé que es la verdad”. Pues no, no es la verdad. Es la verdad de hoy, pero quizás no sea la verdad de mañana. Y si la Biblia es la Palabra de Dios, esta es inmutable, es la verdad, siempre.

Me gusta porque los testigos siempre me responden con la Biblia

Claro, si yo adecúo el texto bíblico a mi manera de interpretarlo, conseguiré que mi pensamiento y mi manera de ver las cosas sean apoyados siempre por la Biblia.

Si yo interpreto que las palabras de Jesucristo en la última cena con sus apóstoles: “esto es mi cuerpo” querían decir: “esto significa mi cuerpo”, y así quiero enseñarlo sin problemas a quien voy a visitar, lo más fácil es ajustar el texto bíblico a mi modo de interpretarlo y ahorrarme así muchas discusiones. Así, y supongo que con el plácet de Tom, lo han hecho los testigos de Jehová, “demostrando” que su fe está fundamentada en las propias palabras de la Biblia. Han eliminado “esto es mi cuerpo” y lo han sustituido por “esto significa mi cuerpo” ¡Qué fácil! ¿Es esta la verdad de los testigos de Jehová?

La Biblia de los testigos de Jehová está llena de estas manipulaciones que cambian la verdad de la Biblia por la verdad de la Watch Tower o de los testigos de Jehová.

Dice Tom que en los seminarios católicos “enseñan de una manera mecánica, como un ritual, todo es artificial, vacío”. Yo le digo a Tom que piense por unos momentos cómo es el desarrollo normal de una visita de estudio de las tantas que realizan los testigos de Jehová a personas interesadas.  

La reunión empieza sin ninguna oración pidiendo la ayuda de Dios y acaba sin ninguna muestra de agradecimiento hacia el mismo. Las reuniones que yo he vivido a lo largo de más de cincuenta años se han desarrollado de esta manera.

Lógicamente el testigo de Jehová es el que enseña. Pero un profesor tiene que responder a las preguntas que su alumno le pueda efectuar para un mejor entendimiento del tema que se trata. Y si cuesta convencer al alumno, el profesor ha de tener un mínimo de paciencia en su cometido. Pero normalmente con los testigos de Jehová las cosas no van por estos derroteros.  Y es que en la mayoría de ocasiones, cuando el alumno insiste en su planteamiento, es cortado en su exposición y acusado de querer buscar “tres pies al gato” o de no poner nada de su parte para entender lo que le están explicando. Prácticamente, un estudio en el que el alumno piense por sí mismo en vez de aceptar sin más todo lo que se le diga -de acuerdo con la posición que como hemos visto al principio del escrito, satisfacía a Tom en sus primeros años de profesor- no dura más de tres o cuatro reuniones.