jueves, 11 de noviembre de 2021

NUEVA VERSIÓN RENOVADA DE LOS HECHOS QUE DEMUESTRAN QUE CRISTO YA HA VENIDO DE FORMA INVISIBLE EN 1914 O 1915

 NUEVA VERSIÓN RENOVADA DE LOS HECHOS QUE DEMUESTRAN QUE CRISTO YA HA VENIDO DE FORMA INVISIBLE  EN 1914 O 1915

s/TJ:

"Jesús probó que era un profeta (Mc  6;4) (Lc 13;33) (Lc 24;19) (Jn 4;19) (Jn 6;14) (Jn 9;17).  Por eso es comprensible que mientras sus apóstoles estaban sentados con él  en el monte de los olivos,  desde donde se veía Jerusalén, le preguntaran acerca del futuro: "¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la  señal de tu presencia  y de la conclusión  del sistema de cosas?".  Hallará la pregunta y la respuesta de Jesús en (Mt 24) (Mc 13) y (Lc 21).

Sin duda  sus apóstoles  estaban pensando  principalmente en  el sistema judío y en  Jerusalén, pues no comprendían el alcance  de lo que vendría más adelante.  No  obstante, al responderles, Jesús miró  mucho más allá de lo que ocurrió en 70 dC, cuando los romanos destruyeron Jerusalén (Lc 19;11) (Hech 1;6-7). 

En el intervalo  comprendido entre el momento en que  Jesús dio la señal (33 dC) y la desolación de Jerusalén (66-70  dC)  se cumplieron  las primeras señales que Jesucristo les dió en su respuesta.

Jesús dijo: " Estas buenas nuevas  del reino se predicarán... y entonces vendrá el fin" (Mt 24;14).  De  modo que Jesús predijo que se predicaría el Reino y entonces ('a continuación' o  'inmediatamente  después') vendría "el fin".  ¿Qué fin?.

La  predicción  de  Jesús  tuvo  un cumplimiento  en  los  sucesos  que llevaron al  fin del  sistema judío.  Las  guerras, los  terremotos, las escaseces  de  alimento  y  otros acontecimientos  predichos  por  Jesús ocurrieron durante un período de tres décadas.  Sin embargo, a partir de (Mt 24;15)  (Mc 13;14) y  (Lc 21;20),  leemos acerca de  ciertos sucesos que  estaban relacionados  directamente con  una destrucción  inminente, cuando el fin estuviera a las puertas. 

Como  reacción a  la  rebelión de  los  judíos de  66  dC, los  romanos, comandados  por Cesar  Galo, marcharon  contra Jerusalén  y sitiaron  la ciudad  que  los  judíos  estimaban  sagrada  (Mt  5;35).   Pese  a  los contraataques judíos,  los romanos  irrumpieron en  la ciudad.   De esta manera se  pusieron "de  pie en  un lugar santo",  tal como  Jesús había predicho en (Mt  24;15) (Mc 13;14).  Después  sucedió algo sorprendente. Aunque  tenía rodeada  la ciudad,  los  romanos se  retiraron de  manera inesperada.  Los cristianos reconocieron de inmediato el cumplimiento de la  profecía de  Jesús, y  esa  retirada les  permitió huir  de Judea  y refugiarse en las montañas al otro lado del Jordán.  La historia muestra que eso fue lo que hicieron.

Pero si los  romanos se retiraron de Jerusalén, ¿por  qué huir?.  Porque las  palabras  de Jesús  mostraron  que  lo  ocurrido indicaba  'que  la desolación  de  Jerusalén  se  había  acercado'  (Lc  21;20).   Así  es, desolación.  Predijo 'una tribulación como la cual no había sucedido una desde el principio  ni volvería a suceder'.  Como tres  años y medio más tarde,  en 70  dC, los  ejércitos romanos,  al mando  del general  Tito, verdaderamente  sometieron  a Jerusalén  a  una  'gran tribulación'  (Mt 24;21)  (Mc  13;19).   Sin  embargo,   ¿por  qué  dijo  Jesús  que  esta tribulación sería mayor que cualquier otra, pasada o futura?

Lo que aconteció en Jerusalén, en 70 dC fue una tribulación realmente singular. Los guerreros comandados por Tito derrotaron a los judíos en una campaña que duró alrededor de  cinco meses. Mataron a  cerca de un millón cien mil judíos y se llevaron cautivos a unos cien mil. Además, demolieron Jerusalén. Todo esto demostró que el sistema de culto judío que anteriormente tenía  la aprobación de Dios y que  giraba en torno al templo había llegado a su fin (Hech  1;2).  En efecto, lo que ocurrió en 70 dC podía  calificarse apropiadamente de 'tribulación como  la cual no había  sucedido una  (en  aquella  ciudad, nación  y  sistema) desde  el principio  del mundo  hasta entonces,  no,  ni volvería  a suceder'  (Mt 24;21).

No obstante,  Jesús no limitó su  predicción a la tribulación  del siglo primero.  La Biblia  muestra que este acontecimiento era  el preludio de muchos otros, como  lo indica el empleo de 'tó.te'  o 'entonces', en (Mt 24;23) y (Mc 13;21).  ¿Qué ocurriría en  el período que siguió al año 70 dC?  Los sucesos  posteriores a  la gran  tribulación de  70 dC  dan una indicación de que Jesús estaba  mirando más allá de aquella tribulación, que sólo fue el cumplimiento inicial.

Una segunda  indicación es la  siguiente.  Lucas  es el único  que cerró esta parte con las siguientes  palabras: "Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones ( o 'tiempos  de los  gentiles') (Lc  21;24), indicando  que la  profecía de Jesús  se  extendía mucho  más  allá  de  la  ruina de  Jerusalén. Los babilonios  depusieron al  último rey judío en 607 dC, y después de aquello, Jerusalén, que representaba  al reino de  Dios, fue  hollada o pisoteada (2Re 25;1-26) (1Cr 29;23) (Ez 21; 25-27).  En (Lc 21;24) Jesús indicó que tal situación perduraría hasta que llegara el tiempo para que Dios restableciera un Reino.

Hay una  tercera indicación de  que Jesús  estaba señalando a  un futuro distante:  según  las  Escrituras, el Mesías habría  de  morir  y  ser resucitado, después  de lo cual se  sentaría a la diestra  de Dios hasta que el Padre lo enviara para  sojuzgar (Sl 110;1-2). Jesús mencionó que se  sentaría a  la  diestra  del Padre  (Mc  14;62). El apóstol  Pablo confirmó  que  el  resucitado  Jesús  estaba  a  la  diestra  de  Jehová aguardando el  tiempo en que se  le nombraría Rey y  Ejecutor Divino (Rm 8;34) (Col 3;1) (Hb 10;12-13). 

En el capítulo  6 de Revelación (Apocalipsis), encontramos   las cuarta y última indicación de que la predicción  de Jesús sobre la conclusión del sistema de cosas iba   más allá del siglo I.  Décadas  después del 70 dC, el  apóstol Juan  describe una  apremiante escena  de varios  jinetes en acción (Ap 6;2-8).  Esta visión profética del "día del Señor" -el día de su presencia- identifica nuestro siglo XX  como una época de guerras sin igual, hambre  general y "plaga mortífera".   Evidentemente, este cuadro tiene su  paralelo en lo que  Jesús dijo en los  Evangelios, y demuestra que esta  profecía tiene  un cumplimiento  mayor en  el actual  'día del Señor' (Ap 1;10). 

Las personas informadas reconocen que la señal compuesta predicha en (Mt 24;7-14) y (Ap  6;2-8) se ha hecho manifiesta desde  el primer estallido de una guerra mundial, en 1914.  Los  TJ han anunciado por todo el mundo que la  profecía de Jesús  tiene su  segundo y mayor  cumplimiento ahora mismo, como lo prueban las crueles guerras, los terremotos devastadores, las  espantosas hambres  y  las enfermedades  que  proliferan por  todas partes. 

Por lo tanto,  ¿a qué conclusión debemos llegar tocante  a cómo contestó Jesús la pregunta  de los apóstoles?  Su profecía  anunció con exactitud tanto los sucesos  que condujeron a la destrucción de  Jerusalén como la destrucción misma, así como algunos  hechos que ocurrirían después de 70 dC  (Mt 24;4-22).   No obstante,  casi todos  estos sucesos  tendrían un cumplimiento mayor en el futuro,  culminando en una gran tribulación que pondría fin al presente inicuo sistema de cosas. 

Jesús, a continuación, pasó a hablar de otros sucesos sobrecogedores que se observarían por  toda la Tierra.  Estos estarían  relacionados con la venida del Hijo  del hombre con poder y gloria:  "Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol  se oscurecerá, y la luna no dará su luz,  y las estrellas  estarán cayendo del  cielo, y los  poderes que están  en los  cielos serán  sacudidos.  Y  entonces verán  al Hijo  del hombre viniendo  en las nubes  con gran poder  y gloria.  Y  entonces él enviará los ángeles y reunirá a  sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra  hasta el extremo del cielo" (Mc 13;24-27) (Mt 24;29-31)...  Los hechos que se han relatado constituyen una "señal" suplementaria de  la señal  compuesta 'de la  conclusión del  sistema de cosas' (Mt 24;3)

¿Cuándo se cumplirían estas palabras?.  Los tres evangelios mencionan lo que  pudiéramos  denominar fenómenos  celestes:  el  Sol  y la  Luna  se oscurecen  y  las  estrellas  caen  del cielo.   Jesús  dijo  que  estos fenómenos  ocurrirían   inmediatamente  después  de   "la  tribulación". ¿Estaba Jesús pensando en la tribulación que culminó en 70 dC, o hablaba de la gran  tribulación que vendrá en nuestros tiempos?   (Mt 24;29) (Mc 13;24).

Desde que expiraron  los tiempos señalados de las naciones,  en 1914, el pueblo  de  Dios   ha  estado  profundamente  interesado   en  "la  gran tribulación" (Ap 7;14).   Por años se pensó que la  gran tribulación del día moderno tuvo una primera parte  que correspondió con el tiempo de la I Guerra Mundial, que  luego hubo un intervalo, y por  último, una parte final, "la  guerra del gran día  de Dios el Todopoderoso".  De ser así, qué ocurriría  durante las  décadas intermedias  de "la  conclusión del sistema de  cosas"?  (Ap  16;14) (Mt  13;39) (Mt  24;3) (Mt  28;20) Pues bien, se pensaba que durante este intervalo se vería la señal compuesta, incluida  la  predicación  efectuada  por el  pueblo  reunido  de  Dios. También  parecía que  los fenómenos  celestes predichos  se podrían  ver durante el intervalo  que seguiría a la fase de  apertura de (1914-1918) (Mt 24;29)  (Mc 13;24-25) (Lc  21;25).  Se  fijó la atención  en sucesos literales en los cielos: ingenios  espaciales, cohetes, rayos cósmicos o gamma, alunizajes o bases en la Luna.

Sin embargo, La Atalaya del 15 de junio de 1970 reexaminó la profecía de Jesús, especialmente la venida de  la gran tribulación.  Esta mostró que en vista de  lo ocurrido en el siglo primero,  la tribulación moderna no pudo haber tenido una primera  parte en 1914-1918, interrumpirse durante décadas  y luego  reanudarse.  Aquella  revista concluyó,  diciendo: "La 'tribulación grande' como la cual no  ocurrirá una de nuevo todavía está en el futuro, porque significa la  destrucción del imperio mundial de la religión falsa (incluso la cristiandad)  seguida por la 'guerra del gran día de Dios el Todopoderoso' en el Armagedón".

Pero (Mt 24;29) dice que los fenómenos  celestes   ocurrirían "inmediatamente después de la tribulación". ¿Cómo puede ser eso?. La Atalaya de 15 de septiembre de 1975 indicó que esta  "tribulación" se refería a la que culminó en 70 dC. Entonces, ¿cómo pudo decirse que los fenómenos celestes ocurrirían "inmediatamente" después  de un acontecimiento del año 70 dC? Se explicó que para Dios los siglos transcurridos desde  entonces fueron  un instante  (Rm 16;20)  (2Pe 3;8). Sin embargo, un examen más a fondo de la profecía,  particularmente de (Mt 24;29-31), nos lleva a  una explicación muy  diferente.  Analicemos por qué es apropiada una explicación nueva o revisada. 

Jesús profetizó el 'oscurecimiento del sol y de la luna y la caída de las estrellas' ante cuatro de sus apóstoles. Siendo judíos, reconocerían aquel lenguaje  como propio de las  Escrituras Hebreas (Sof 1;15) (Is  13;9-10) (Is 34;4-5) (Jer  4;28) (Ez 32;2,6-8) (Am  5;20) (Am 8;2,9) (Joel 2;28-31) (Joel 3;15)...  Del análisis de estos versículos y también  de  (Hech 2;1-4)  y  (Hech  14;21),  podemos concluir  que  los fenómenos celestes que predijo Joel, así como las profecías que ya hemos mencionado, se cumplirían cuando Jehová  ejecutara su sentencia.  En vez de  abarcar todo  el  período de  la conclusión  del  sistema judío,  el oscurecimiento del  sol, la  luna y las  estrellas aconteció  cuando las fuerzas  ejecutoras marcharon  contra  Jerusalén.  Lógicamente,  podemos esperar  un cumplimiento  mayor de  esta parte  de la  profecía de  Joel cuando Dios  dé comienzo  a la  gran tribulación  que le  sobrevendrá al sistema mundial en el futuro... finalizando de esta manera su prometida "presencia" (Mt 24;3). Dicha tribulación no ha llegado aún. 

¿Qué puede  decirse de  las palabras  de (Mc  13;24): "Pero  en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará  su luz"?.   Las palabras  "aquellos"  y "aquella"  son formas  del pronombre demostrativo  griego "e-keí-nos", que indica  algo distante en el tiempo...  Así, cuando (Mc  13;24) habla de "aquella tribulación", no se refiere a la  que trajeron los romanos, sino a  la acción poderosa de Jehová que marcará el fin del presente sistema.

Los  capítulos 17 a 19  de Revelación  (Apocalipsis) armonizan  con (Mt 24;29-31)  (Mc  13;24-27)  (Lc  21;25-28), y  confirman  la  explicación actualizada de estos últimos.  ¿De  qué manera?  Los evangelios muestran que esta tribulación  no comenzará y terminará de una vez. Después del inicio de la tribulación, todavía  habrá humanos desobedientes vivos que verán "la  señal del Hijo  del hombre", se  lamentarán y, como  dice (Lc 21;26), 'desmayarán por  el temor  y la  expectación de  las cosas  que vienen sobre la tierra habitada'. Se sobrecogerán de terror al ver "la señal" que presagia su inminente destrucción.

Según (Ap  17;1,10-16), el ataque  de los "cuernos" militarizados  de la "bestia  salvaje" internacional  contra "la  gran ramera",  Babilonia la Grande,  marcará  el  comienzo  de la  venidera  gran  tribulación.   No obstante,  quedarán  con  vida  muchas personas,  pues  los  reyes,  los comerciantes y  los capitanes de  barco, entre otros, lamentarán  el fin de la religión  falsa.  Sin duda, muchos se percatarán  de que su juicio se ha acercado (Ap 18;9-19)

¿En qué  sentido 'se  oscurecerá el  sol, la  luna no  dará su  luz, las estrellas  caerán y  los poderes  de los  cielos serán  sacudidos'?.  Al principio  de  la  gran  tribulación,  muchas  lumbreras  -los  clérigos prominentes del mundo religioso-  serán desenmascaradas y eliminadas por "los diez cuernos"  mencionados en (Ap 17;16).  Sin duda  los poderes políticos  también  serán   sacudidos. ¿Pudieran  producirse  asimismo sucesos aterradores  en los  cielos físicos?. Es  muy probable  que así sea, y  serán aún más impresionantes  que los ocurridos al  finalizar el sistema judío, acerca de los cuales escribió Josefo.

Al llegar a  este punto, los tres evangelistas  utilizan 'entonces' para introducir lo  que sigue: "Entonces aparecerá en el cielo la  señal del Hijo del  hombre" (Mt 24;30) (Mc  13;26) (Lc 21;27).  Desde  la I Guerra Mundial,  los verdaderos discípulos  de Jesús  han  percibido la señal compuesta de su presencia invisible, aunque ese no ha sido el caso de la mayoría de  la gente.  Pero (Mt  24;30) habla de otra  "señal" que tiene que aparecer, "la señal del Hijo del hombre", la cual todas las naciones se verán forzadas  a reconocer.  Cuando Jesús venga con  las nubes de la invisibilidad, todos  su opositores humanos tendrán  que reconocer dicha "venida" debido a la demostración sobrenatural de su poder real (Ap 1;7)

(Mt 24;30) emplea otra vez la  palabra 'entonces' para introducir lo que sigue.  Entonces las naciones se  golpearán y se lamentarán al presentir las consecuencias  de la situación  en que se encuentran,  quizá dándose cuenta  de que  su  destrucción  es inminente.   ¡Qué  distinta será  la reacción de los  siervos de Dios, pues podremos  alzar nuestras cabezas, sabiendo  que nuestra  liberación  se acerca!   (Lc  21;28).  Por  otra parte, (Ap 19;1-6)  también muestra que los verdaderos  adoradores en el cielo y en la tierra se regocijarán por el fin de la gran ramera.

La profecía de Jesús continúa diciendo, según (Mc 13;27): "Entonces, él enviará los ángeles y reunirá a  sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra  hasta el extremo del cielo".  Jesús ahora se concentra  en el  resto de  los 144.000 "escogidos"  aún vivos  en la Tierra.  En  la etapa inicial de  la conclusión del sistema  de cosas se juntó  a estos  discípulos ungidos  de Jesús  en unidad  teocrática.  No obstante, (Mc 13;27  y (Mt 24;31) hacen referencia a  algo más.  "Con un gran sonido de trompeta"  se recogerá de todos los cabos  de la Tierra a los "escogidos" que queden. 

¿Cómo  se  les  juntará? Jehová los "sellará" y los identificará claramente como parte de "los llamados y escogidos y fieles". Y a su debido tiempo, los reunirá en el cielo para que sean reyes y sacerdotes. Esto será causa de  inmensa alegría para ellos y para sus fieles compañeros, la "gran muchedumbre", compuesta igualmente de  personas marcadas para que 'salgan de la gran tribulación' y disfruten de bendiciones en una tierra paradisíaca (Mt  24;22) (Ap  7;3,4,9-17) (Ap 17;14) (Ap 20;6) (Ez 9;4-6).

La respuesta  de Jesús a la  petición de sus apóstoles  "Dinos" traspasó los límites  de su  comprensión.  Sin  embargo, se  alegraron de  ver el primer  cumplimiento de  esta profecía  en el  transcurso de  su vida... Podemos  esperar  con  anhelo  el   comienzo  de  la  gran  tribulación; 'entonces' se verá la señal del Hijo del hombre y 'entonces' se recogerá a los escogidos  de Dios.  Por  último, en calidad de  Ejecutor nombrado por  Jehová, nuestro  Rey-guerrero,  Jesús  entronizado, 'completará  su victoria'  en Armagedón  (Ap 6;2).   El  día de  Jehová, cuando  ejecute venganza, será el grandioso final de la conclusión del sistema de cosas, que ha señalado el día del Señor Jesús desde 1914 en adelante. 

Lo que  Jesús llamó "gran  tribulación" y "una tribulación" se cumplió primero en la destrucción del sistema judío.  Pero en los versículos que tienen  que  ver únicamente con nuestro día, él empleó el artículo definido "la", al  decir; "la tribulación" (Mt  24;21,29) (Mc 13;19,24). (Ap 7;14) llamó a este suceso futuro "la gran tribulación", literalmente "la tribulación la grande". (Observación al pié de la pág 20)" ("La Atalaya" de 15.2.94, pág 8-21)   

Análisis:

Los TJ  aseguran que Cristo  ya vino en 1914  y que las  señales o eventos anunciados están sucediendo ahora.

La escena y discurso que S. Mateo nos  ofrece en (Mt 24) - y que a continuación  analizamos- debieron  de  suceder el  martes por  la tarde, a continuación del vehemente  discurso contra los vicios de los escribas y  fariseos. Probablemente  al atardecer  salió por última vez del templo, a lo que parece por la puerta oriental, que se abría  sobre el torrente  de Cedrón,  para tomar el  camino que conducía al monte de los Olivos y a Betania, donde solía pernoctar aquellos días. Al salir del último  pórtico, los  discípulos le llamaron la atención sobre los enormes bloques de piedra (Mc 13;1) y sobre la  espléndida reconstrucción  del templo  que se  estaba llevando a cabo.

Efectivamente, Herodes  el Grande, para atraerse  las simpatías de los  judíos, había  comenzado entre  los años  18 al  20 antes  de nuestra era  la reedificación del  templo de Zorobabel, que  no se terminó hasta los  años 62 al 64  dC., unos seis años  antes de su ruina.  Por esta época los trabajos estaban ya muy adelantados, de suerte que la impresión que  producía el conjunto de los pórticos, con  sus gigantescos  bloques  de  piedra  blanca  cuidadosamente labrada  y  sus  soberbias   columnas  monolíticas  con  capiteles corintios, era en el ánimo  de todo judío de inmensa satisfacción y orgullo nacional al contemplar aquella obra, que era considerada aun  por  los gentiles,  como  una  de  las maravillas  del  mundo civilizado.

Las palabras proféticas de Cristo  asegurando que de aquel templo, que  ellos creían  de duración  eterna, no  quedaría piedra  sobre piedra, les dejaron  sobrecogidos, y en actitud  triste y cavilosa debieron de atravesar en silencio  el torrente de Cedrón hasta que llegaron al monte de los Olivos. A cierta altura de su ladera se sentaron, teniendo enfrente  de sí al templo, en  cuyos mármoles y láminas  de  oro  se  reflejaban   los  rayos  del  sol  poniente, ofreciendo  a  la vista  un  aspecto  maravilloso y  deslumbrador. Entonces, es cuando  se acercaron a él algunos  de los discípulos, Pedro,  Santiago, Juan  y  Andrés,  (Mc 13:3),  y  le hicieron  la pregunta que dio origen a este discurso del Señor.

Hay razones  poderosas para decir  que los apóstoles  concebían la destrucción del templo  y la parusía como  un solo acontecimiento. Efectivamente, la forma misma de  la pregunta sobre el  tiempo en que ha de  suceder lo primero y la señal que ha de  preceder a lo segundo, es decir, a la segunda  venida y al fin  del mundo, hace poco verosímil que los apóstoles preguntasen de una cosa el tiempo y de la otra la señal. Por  otra parte la  frase griega  del original indica que la parusía de  que preguntan es aquella de que inmediatamente se  ha hablado  (Mt 28;39). Ahora bien, la causa inmediata de la pregunta de los  apóstoles fue la profecía de Cristo sobre la destrucción del templo, en la cual vieron implícitamente anunciada la proximidad de  su segunda venida y del fin del mundo.

Consta además por algunos indicios que vemos en el NT y por otros documentos  extrabíblicos que la  expectación  de  los judíos  de aquella época  por un  glorioso reino  mesiánico y  por el  fin de aquel mundo perverso era grandísima,  y  que, según la interpretación  que  daban a muchas profecías del   AT, al establecimiento de dicho reino habían de preceder grandes calamidades, como guerras, pestes, terremotos, etc., que habían de terminar  con la  inauguración  de la  nueva  era de restauración gloriosa y libertad  del pueblo judío, con la venida  de un Mesías glorioso y triunfador. Entre estas calamidades, una de las mayores  era, sin duda, la  destrucción del  templo de  la ciudad santa, profetizada además por Daniel (Dn 9;27) (Dn 11:31).

La  pregunta,  por lo  tanto,  de  los  apóstoles equivalía  a  la siguiente:  ¿Cuándo  sucederá esto  que  acabas  de predecir, -la destrucción del templo- después de lo cual vendrá en seguida tu segunda venida y el fin del mundo? Por otra parte, Marcos plantea la pregunta: "Dinos cuándo serán estas  cosas y cuál es  el signo cuando todas estas cosas estén para cumplirse?" (Mc13;4) Y Lucas dice: "¿ Cuándo sucederá esto?  (Lc 21;7)

Jesús  comienza por  llamarles la  atención sobre  el peligro  que tienen de  llamarse a engaño con  esas ideas que han  aprendido de sus  falsos doctores.  Al anunciarles  la pronta  destrucción del templo quiere prevenirles que no por  eso han de pensar que vendrá también pronto su segunda venida y  el fin del mundo.  Antes ha de pasar el mundo por muchas vicisitudes.

Si tenemos en cuenta todo el  contexto, y los pasajes paralelos de los otros dos sinópticos, parece más bien que lo que Cristo quiere es que no se dejen  impresionar por dichos acontecimientos, porque no significan  que después de ellos  ha de venir enseguida  el fin del mundo.   Esto se desprende  de las mismas palabras  de Cristo, (v6), "no es todavía el fin", por el que vosotros preguntáis.  Por consiguiente, las guerras, hambres,  pestes, terremotos, etc., que aquí se enumeran, y que  son anuncios proféticos frecuentes en los libros  del  AT,  que  se  repiten aquí  aun  en  su  misma  forma literaria, no  son sucesos que  han de interpretarse  como señales del próximo fin del mundo, sino  más bien unos indicios o ejemplos de  los muchos  males y  calamidades que  han de  venir sobre  los hombres durante toda  la historia de la humanidad hasta  el fin de los tiempos.

Por otra parte,  el contexto lógico antecedente y el  que le sigue parecen probar lo mismo.   Efectivamente, si Cristo quisiera decir que las calamidades  aquí enumeradas eran las señales  del fin del mundo,  nada nuevo  enseñaba a  los discípulos,  que así  opinaban según sus ideas sobre este particular.  Lo que Cristo inculca es que no se dejen impresionar al oír hablar de semejantes acontecimientos, ni  de la destrucción  del templo como  si fueran las señales  próximas del fin del mundo. Implícitamente,  por lo tanto, les dice que no son tales señales. 

Parecida  argumentación  puede  deducirse de  los  versículos  que siguen, en la que se alude a la abominación de la desolación de la que habla Daniel  como de una señal próxima de  la destrucción del templo y de la ciudad.  Parece  que la exhortación de Cristo a que huyan entonces  de la ciudad  y de Judea  a los montes  tiene este sentido, porque todas las tribulaciones antes enumeradas, guerras, pestes, etc., no  son señales del próximo fin del  mundo, sino que han de venir  otras muchas calamidades.  Por eso,  cuando veáis la desolación predicha  por Daniel, no  debéis creer que viene  ya el fin del mundo.

Cuidado no esperéis en Jerusalén  mi venida gloriosa, sino, por el contrario, huid a  los montes, porque semejante  suceso será señal de la proximidad  de la destrucción de la ciudad  y del templo, no del fin  del mundo ni  de la liberación  de todos los  males.  (El hecho  de que  los  cristianos de  Jerusalén,  acordándose de  las palabras  de Cristo,  abandonasen  la ciudad  y  se refugiasen  en Pella, en las  montañas de Galaad, al otro lado  del Jordán, antes de que los  ejércitos romanos pusieran asedio a  la ciudad, parece indicar  que efectivamente  en la  invasión de  Palestina por  las águilas romanas y  en su avance a Jerusalén  reconocieron la señal de su próxima destrucción descrita por Daniel.) 

Los pasajes paralelos  de los otros dos  sinópticos pueden también explicarse perfectamente en este sentido. 

Si aquella catástrofe -la invasión de Judea y la destrucción del templo de Jerusalén- no fue aún mayor y no perecieron absolutamente todos los habitantes de Judea y Jerusalén, se debió a los elegidos, es decir, a la  Providencia divina,  que,  en consideración a  sus escogidos los  cristianos y a  sus oraciones, abrevió  los días de  tan  terrible  prueba. El  término  "los elegidos" (Mt 24;22) se refiere a aquellos pocos judíos llamados a entrar en el reino de Cristo, son aquel "resto" anunciado por los profetas, de que habla S. Pablo  en la carta a  los Romanos.  (Rm 11;7)

Todas estas  dificultades no podrán  impedir que el  evangelio sea predicado en todo  el mundo, y sólo entonces y  no antes vendrá el fin.  Esta  es, pues, la  única señal positiva  de que el  fin del mundo se aproxima.  La enseñó también S. Pablo en  su carta a los Romanos (Rm 11;25-27)

La  aparición de  seudocristos y  seudoprofetas por  aquellos días anteriores a  la destrucción del  templo está atestiguada  por los escritores  del NT  (2Pe  3;3) (Jds  4:17-19)  (1Tim 4;1-2)  (2Tim 3;1-9), etc. y por los escritores profanos. 

Su  fin  principal  parece  haber sido  intentar  con  sus  falsas predicaciones persuadir  a los cristianos  de la proximidad  de la parusía y  del fin del mundo.   La amonestación de Cristo,  por lo tanto, es que no se dejen seducir ni por todas aquellas calamidades que  habían de sobrevenir  ni por las palabras  de los seudocristos y seudoprofetas.  

El motivo por el que no deben dejarse seducir es que Cristo en su segunda venida a juzgar a los hombres aparecerá como un relámpago visible a todos los hombres, sin que tengan necesidad de buscarle en ningún sitio de la tierra. Jesús, dice: "Cómo el relámpago , que sale del oriente  y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre". Como el relámpago no puede menos de verse en todo su curso en el cielo, así esta venida del Hijo del hombre  no necesita que se diga de El que  está "aquí"  o "allá" en "el  desierto" o "en casa".  Será visible porque será evidente a todos. (Lc 17;24) 

Jesús añade un  proverbio: "Donde está el cadáver,  allí se reúnen los buitres  (o las águilas)" (Mt  24;28) Es una metáfora que nos dice la evidencia de esta venida. Pues de la misma manera que el cadáver de un animal en el  desierto queda  al descubierto  y es inevitable que  lo vean las águilas y los buitres y  caigan sobre él, así también la venida del Hijo del hombre será tan evidente, que será vista por todos. 

Hoy en todos  sus libros, la Sociedad de la  Atalaya afirma que la señal del fin compuesta de guerras, terremotos, hambres, pestes y otros rasgos, se cumple a partir de 1914, indicando, para acabarlo de complicar, que esta  señal no es de que Cristo  va a venir sino de que ya ha  venido. Y no es necesario dar  citas porque los TJ lo mencionan  en toda su literatura. Pero... si leemos libros anteriores a 1914, veremos cómo proclaman que las señales del fin se estaban cumpliendo entonces, antes de  1914. Y era  lo normal -según la  doctrina que defendían  entonces con el mismo  grado de inspiración-  debido a  que el  fin final  sería en  1914 ó  1915.