miércoles, 30 de agosto de 2023

REFLEXIÓN AL TEMA 06: "¿Cómo empezó la vida?" ¡DISFRUTE DE LA VIDA PARA SIEMPRE!

 

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (en hebreo: Berescith bará Elohim hashamain ve’t ha’arez). 

 En primer lugar, aquí se trata de una acción divina que tiene lugar cuando nada existe fuera de Dios, como se deduce de la expresión 'berescith', que tiene valor absoluto y equivale, por tanto, a "cuando nada existía".

 En segundo lugar, esta acción divina tiene por objeto 'el cielo y la tierra', expresión que equivale a nuestro 'universo', o al latín 'omnia', o sea, todas las cosas.

 Finalmente, la tradición hebrea siempre interpretó el 'bará' del primer versículo del Génesis en el sentido estricto de creación de la nada: "Dios ha creado todas las cosas de la nada" (2Mc 7;28). El historiador Flavio Josefo y el filósofo Filón aseguran que los hebreos sostenían que Yavé había sacado todas las cosas de la nada.  Y los primeros cristianos de Jerusalén, que procedían todos del judaísmo, comenzaban así una de sus oraciones a Dios: "Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, y el mar y cuanto en ellos hay" (Hech 4;24).

 Según los testigos de Jehová (TJ), primero, Dios crea "los cielos y la tierra" y después de miles de millones de años en los que la tierra va formando lentamente su estructura, Dios inicia un período de seis días, (que se convertirán exactamente en 42.000 años por obra y gracia de los cálculos que efectúan los TJ) en el que procederá a la preparación de esta Tierra para que pueda acoger al hombre.  

 Y, ¿por qué separan los TJ la creación en dos partes?  Porque muy a su pesar han tenido que reconocer que la formación de la tierra y del universo en general exige miles de millones de años, o sea, que desde "el principio" a lo que se entiende por primer día de la creación pasaron miles de millones de años. Pero no queriendo dejar de aceptar como exactos los años que la Biblia da para los distintos personajes y hechos que en ella aparecen y se narran, no pueden dividir en seis días iguales todo el tiempo que ha transcurrido desde "el principio" hasta el último día de la creación, porque entonces los períodos y las fechas se les escapan.  En este caso, por ejemplo, Adán no podría estar a unos 6.000 años de distancia de nosotros, sino a muchos más y por ahí no pasan.

 Los TJ, pues, no aceptan que la frase inicial de la Biblia: "Al principio creó Dios los cielos y la tierra", expresa, en resumen, la obra creadora de Dios que luego se declara en el resto de la sección del primer capítulo.  No se dan cuenta los TJ que además de ser la interpretación que pide el contexto, lo dice muy claro el Éxodo: "... pues en seis días hizo Yavé los cielos y la tierra el mar y cuanto en ello se contiene..." (Ex 20;11) (Ex 31;17) (NM).  No se trata, pues, de dos actuaciones distintas.

 En la Biblia hay dos relatos de la creación.  El primero, que, según los expertos, está basado en la 'tradición sacerdotal', abarca (Gn 1;1) a (Gn 2;3) y se considera un relato 'cosmogónico' ya que en él se describe la formación del cosmos.  El segundo, que está basado en la 'tradición Yavista', abarca (Gn 2;4) a (Gn 2;20) y se considera un relato 'antropológico' ya que éste tiene su principal preocupación en el hombre, considerándose una ampliación y un complemento de la narración de la creación del hombre, que no había encontrado lugar en la simetría de la primera narración. Aunque en el primer relato parece que la hierba y los árboles son creados antes que el hombre (Gn 1;11-13) (Gn 1;26) contrariamente al segundo en el que el hombre es creado antes que las plantas (Gn 2;4-10), muy bien podría referirse, en este segundo, a la vegetación del propio jardín de Edén. (s/TJ, que no aceptan las distintas tradiciones que dieron origen al relato del Génesis y a otros, consideran que el primer relato es 'cronológico' y el segundo 'por orden de importancia')  

 En la lengua hebrea no hay un vocablo que corresponda exactamente al "kosmos" de los griegos, y por eso la expresión "cielos y tierra" es una locución redundante para designar el mundo visible en su doble manifestación de orbe terráqueo y espacio sideral.