"En el principio creó Dios los cielos y la
tierra" (en hebreo: Berescith bará Elohim hashamain ve’t ha’arez).
En primer lugar,
aquí se trata de una acción divina que tiene lugar cuando
nada existe fuera de Dios, como se deduce de la
expresión 'berescith', que tiene valor absoluto y equivale, por tanto,
a "cuando nada existía".
En segundo
lugar, esta acción divina tiene por objeto 'el cielo y la tierra',
expresión que equivale a nuestro 'universo', o al
latín 'omnia', o sea, todas las cosas.
Finalmente,
la tradición hebrea siempre interpretó el 'bará' del primer
versículo del Génesis en el sentido estricto de creación de la nada: "Dios ha
creado todas las cosas de la nada" (2Mc 7;28). El
historiador Flavio Josefo y el filósofo Filón aseguran que los
hebreos sostenían que Yavé había sacado todas las
cosas de la nada. Y los primeros cristianos de Jerusalén, que
procedían todos del judaísmo, comenzaban así una de sus oraciones a
Dios: "Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, y el
mar y cuanto en ellos hay" (Hech 4;24).
Según los
testigos de Jehová (TJ), primero, Dios crea "los
cielos y la tierra" y después de miles de
millones de años en los que la tierra va formando
lentamente su estructura, Dios inicia un período de seis días,
(que se convertirán exactamente en 42.000 años por obra y gracia
de los cálculos que efectúan los TJ) en el que procederá a la preparación
de esta Tierra para que pueda acoger al hombre.
Y, ¿por qué
separan los TJ la creación en dos partes? Porque muy a su
pesar han tenido que reconocer que la formación de la tierra y del
universo en general exige miles de millones de años, o sea, que
desde "el principio" a lo que se entiende por primer día de la
creación pasaron miles de millones de años. Pero no
queriendo dejar de aceptar como exactos los años que la Biblia da
para los distintos personajes y hechos que en ella aparecen y se narran, no pueden
dividir en seis días iguales
todo el tiempo que ha transcurrido desde "el
principio" hasta el último día de la creación, porque
entonces los períodos y las fechas se les escapan. En
este caso, por ejemplo, Adán no podría estar a unos 6.000 años de distancia
de nosotros, sino a muchos más y por ahí no pasan.
Los
TJ, pues, no aceptan que la frase inicial de la Biblia: "Al
principio creó Dios los cielos y la tierra", expresa, en resumen, la
obra creadora de Dios que luego se declara en el resto de la
sección del primer capítulo. No se dan cuenta los TJ que
además de ser la interpretación que pide el contexto, lo dice muy
claro el Éxodo: "... pues en seis días hizo Yavé los cielos y la
tierra el mar y cuanto en ello se contiene..." (Ex
20;11) (Ex 31;17) (NM). No se trata, pues, de dos
actuaciones distintas.
En
la Biblia hay dos relatos de la
creación. El primero, que, según los expertos, está basado
en la 'tradición sacerdotal', abarca (Gn 1;1) a (Gn 2;3) y se
considera un relato 'cosmogónico' ya que en él se describe la formación del
cosmos. El segundo, que está basado en la 'tradición Yavista',
abarca (Gn 2;4) a (Gn 2;20) y se considera un relato 'antropológico'
ya que éste tiene su principal preocupación en el hombre,
considerándose una ampliación y un complemento de la narración de la creación
del hombre, que no había encontrado lugar en la simetría de
la primera narración. Aunque en el primer relato parece que la hierba
y los árboles son creados antes que el hombre (Gn 1;11-13) (Gn 1;26) contrariamente
al segundo en el que el hombre es creado antes que las plantas (Gn
2;4-10), muy bien podría referirse, en este segundo, a la
vegetación del propio jardín de Edén. (s/TJ, que no aceptan las
distintas tradiciones que dieron origen al relato del Génesis y a
otros, consideran que el primer
relato es 'cronológico' y el segundo 'por orden de
importancia')
En la lengua
hebrea no hay un vocablo que corresponda exactamente al "kosmos"
de los griegos, y por eso la expresión "cielos y
tierra" es una locución redundante para designar el mundo visible en
su doble manifestación de orbe terráqueo y espacio sideral.