DIFERENCIAS ENTRE EL BAUTISMO QUE NOS PROPONE LA BIBLIA Y EL QUE NOS ENSEÑA LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ (1ª parte)
Según los testigos de Jehová, el bautismo es el paso
que indica públicamente que usted se ha dedicado a Dios y ha pasado a ser
testigo de Jehová. (“¿Qué enseña realmente la Biblia?”, pág. 182)
La fórmula cristiana, establecida por Jesús mismo, de
bautizar en representación o en nombre de las distintas manifestaciones
divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, hoy no forma parte central de la
ceremonia del bautismo de los TJ. Sin embargo, desde 1870 hasta 1956, o sea durante setenta y seis
años, han estado aplicando en sus bautismos la fórmula que Cristo ordenó, o
sea, bautizar “en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, un rito que posteriormente,
según ellos, resultó ser falso, y fue, sencillamente, eliminado. De hecho, no
podían continuar recitando estas palabras ya que sería estar imitando al
cristianismo establecido, tanto católico como evangélico, cosa que los TJ
rechazan. Por otra parte, estaban invocando una fórmula trinitaria, cosa
inadmisible ya que este invento es… cosa del diablo (“Mentiras y disparates
de los Testigos de Jehová”, pág 142)
De hecho, en la actualidad, cuando los testigos de
Jehová realizan sus bautismos -normalmente en las asambleas anuales-
suele pronunciarse un discurso en el que se explica el significado de este
paso. Al final de dicho discurso, el orador hace dos preguntas sencillas a los
candidatos al bautismo, y estos las contestan afirmativamente en voz alta. Al contestar “Sí” a estas
preguntas, los candidatos manifiestan que tienen una condición de corazón
correcta y están listos para el bautismo cristiano. A este paso los testigos de Jehová
le llaman “Declaración
pública” de la fe (Rom 10;10). A continuación, se les sumerge por completo en agua para
mostrar ante todos que se han dedicado a Jehová (“¿Qué enseña realmente
la Biblia?”, pág 182).
Bautizarse es algo más que sumergirse en agua. Es un
acto simbólico muy importante. El hecho de que usted se sumerja simbolizará que
“muere”, es decir, que abandona su estilo de vida anterior. Y el que salga del
agua indicará que a partir de ese momento vive para hacer la voluntad de Dios.
Nunca deberá olvidar que se ha dedicado al propio Jehová Dios, y no a una obra,
una causa, un ser humano o una organización. Su dedicación y su bautismo son el
comienzo de una amistad íntima con Dios, de una estrecha relación con Él. (Sl
25;14)
Pero el bautismo no garantiza la salvación. El apóstol
Pablo escribió: “Sigan obrando su propia salvación con temor y temblor” (Flp
2;12). El bautismo es solo el comienzo.